Pan negro

Es indiscutible que hay una línea maestra que, siendo la más visible, recorre toda película: las terribles consecuencias que una guerra puede tener en cada estamento de una comunidad, el devastador empobrecimiento moral que puede surgir de la miseria. No obstante, creo que en la película late otra idea poderosa, la de lo fútiles que resultan las ideas políticas cuando lo único a lo que se puede aspirar es a la precariedad. Esta idea libera a la película del maniqueísmo pues hace que los rojos no sean tan íntegros y los fascistas tengan sus razones de ser, lo que además de añadirle complejidad se ajusta bastante a la verdad, dado que este siempre ha sido un país regido por rencores personales antes que por grandes ideales. Solamente con esa explicación encuentro válido el giro más radical del guión. De no ser así, ese no sería un error perdonable como otras de sus flaquezas (la escena del sueño, lo forzados que suenan algunos reproches de la niña resabida) si no un absurdo total que empataría la obra entera con cualquier subproducto hollywoodiense. Eso, claro está, si además se desprendiera de su crudeza y su rigor dramático, lo cual la convierten en una de las obras más auténticas a propósito de una posguerra y la equiparan con por ejemplo el “Manon” de H.G. Clouzot.

Claro que si bien algunas partes del guión pueden ser más o menos cuestionables, donde de verdad creo que no hay discusión posible es en el estilo visual de la película, que es su principal baza. Está entre lo mejor del cine europeo de este año. El manejo de la cámara, la percepción del espacio y un brillante sentido pictórico se emplean muy sabiamente para complementarse con las emociones que surgen del guión. Imágenes como la del carro despeñándose por los Singles de Tavertet o la segunda visita a la colonia de leprosos son algunas de las cimas de una lujosa y lujuriosa sucesión de cuadros de tal poder de sugestión que hacen que la película sea una experiencia intensa casi en cada minuto y revelan que el director de la película tiene recursos y conoce muy bien su oficio.

Porque, siguiendo con las conjeturas, si con esta obra Villaronga pretendía abrirse a un público más amplio sin subastar la honestidad y así librarse de cierto sambenito que le tachaba de director hermético e inaccesible, qué duda cabe que lo ha conseguido con creces y ha demostrado que si le da la gana es capaz de hacer algo más que productos autocomplacientes. Esperemos que no pierda el norte.

PAN NEGRO es la consagración de Agustí Villaronga como un director reconocido. Siempre hizo películas interesantes. Recuerdo siendo chica una que hizo, muy turbia, sobre un hombre en un pulmón artificial.

Impresionante el actor joven, así como todo el plantel desde Roger Casamajor a Laia Marull o Eduard Fernández, siempre eficiente y perfecto.

Pan Negro es una película dura, de una España rural, donde la única forma de prosperar es la caridad del señorito que decide hacerse cargo de los estudios del niño, y con un final aterrador, que puede recordar a otras películas como La Lengua de las Mariposas. Basada en una novela que no he leído -pero que leeré-, se trata de una cinta sin ñoñerías, que retrata un mundo rural que ya hemos visto en cintas como Los Santos Inocentes, solo que esta vez en el norte de Cataluña. Y ese matiz (una burguesía catalana) impregna la película de un aire distinto. Me ha gustado especialmente ese retrato de las miserias de un pueblo pequeño, con un Sergi López que quiere cobrarse sus deudas (sexuales y políticas) en el tiempo de los vencidos.

Pa negre es una de las películas españolas que más han triunfado en los últimos años y además, de manera muy merecida... en algunos aspectos, ya que por momentos se ve desbordada por su propia creación.

Agustí Villaronga no es un novato ni alguien que necesite demostrar que tiene talento. El balear adapta la novela de Emili Teixidor (no puedo valorar la adaptación porque no la he leído) y patina en un par de aspectos: el primero de ellos es el irregular desarrollo, con ratos flojos y sin demasiado que decir y otros en los que su propia película puede con él por acumulación de elementos y el segundo fallo es que, al igual que algunos actores sobreactuan, aquí Villaronga "sobredirige", buscando tanto una atmósfera perfecta que en ocasiones parece demasiado artificial. Pero eso pasa (casi) desapercibido por la perfección en el diseño de los personajes y por unos cuantos planos simplemente magistrales. Villaronga consigue una película densa y que cuenta lo que quiere contar sin recurrir a excesivos topicazos. Su acierto más grande es, a mi gusto, la moral múltiple que evidencia la película y que deja incómodo al espectador, tanto al que la ve unicamente como película como a quien quiera ver una obra partidista.

Lo de Francesc Colomer es alucinante. El chico demuestra un aplomo delante de las cámaras que para sí quisieran muchos actores veteranos. La fuerza que imprime al personaje solo puede nacer de alguien con un don especial para. Su papel sería imposible para gran cantidad de actores contrastados, y cuando eso puede decirse de un niño, es que hay algo en él que funciona de maravilla. Marina Comas está a un altísimo nivel también, construyendo un personaje incómodo con muchos matices que, si bien sale perdiendo en el pulso por la magistral clase de Colomer, podría eclipsar a casi cualquier otro con quien compartiera plano. Nora Navas y Roger Casamajor se salen también, en dos papeles muy similares en fondo aunque distintos en el envase, pero que comparten la lucha interior, con lo que el mérito de ambos consiste, entre otras muchas cosas, en presentárnoslos de manera tan diferente. No es posible mencionarlos a todos, porque sería injusto dejarse a alguien, pero no destacar también a Sergi López, sería un insulto a su potente interpretación, que no deja tranquilo a nadie.

Resumiendo, que es gerundio: la potencia de las interpretaciones y de la historia construyen una película que se mete dentro del espectador. El único problema es que peca en algún momento de pretenciosa y por la poco acertada distribución de minutos en determinadas escenas. Tantos giros en tan poco tiempo son un arma de doble filo: por un lado, el espectador queda fascinado con el cúmulo de sensaciones, pero por otro, el hecho de que dichas sensaciones sean tan contradictorias, hace que el impacto de los giros sea menor de lo que sería en la realidad.

Hacía ya tiempo que una cinta española no mostraba el nivel y la categoría que el director mallorquín Agustí Villaronga ha logrado imprimir en 'Pa negre'. En la edición de 2010 de los Goya se premió, sin duda alguna, a la mejor película entre las candidatas, que consiguió 9 de las 14 estatuillas a las que estaba nominada.

El film catalán nos presenta una historia ambientada en el horrible periodo que fue la posguerra española, donde los franquistas seguían persiguiendo, sin tregua alguna, a los republicanos, que se veían en una situación de asfixia política a la que era muy difícil sobrevivir de forma apacible. Una de las virtudes de la película es, precisamente, dejar relativamente de lado el contexto general y centrarse en un caso particular, lo que la dota de más dramatismo y crudeza, acentuando el acercamiento entre el espectador y los personajes por la vía sentimental. A través de un guión muy correcto y una fotografía colorista de muy bella factura, el director y guionista Villaronga logra crear una historia bien ensamblada y sin agujeros negros, que entretiene a la par que ilustra, mantiendo la tensión de principio a fin y mostrando detalles propios de la época. Todo ello reforzado con un poderoso comienzo y un final para la reflexión, una atronadora reflexión.

Mucho se podría hablar y comentar acerca del reparto, en general muy acertado, pero cabe destacar por encima de los demás a los jovencísimos protagonistas de 'Pa negre', Francesc Colomer y Marina Comas, que interpretan de forma excelente a Andreu y a su prima Núria, respectivamente. La inocencia que el joven actor logra transmitir himnotiza y deja boquiabierto, y la soltura y frescura de su preciosa compañera es realmente apabullante. Ambos demuestran tener una enorme expresividad y un talento fuera de lo habitual, lo que les valió el premio Goya a mejor actor y actriz revelación, con tan sólo catorce -Colomer- y quince años -Comas-, en la que fue su primera película. Cómo no, hay otras grandes actuaciones, como la que nos regala el experimentado intérprete Sergi López -'El laberinto del fauno (2006)'- interpretando al cruel alcalde del pueblo, o la del padre de Andreu, llevada a cabo por Roger Casamajor de forma excepcional.

(Continúa en el SPOILER sin desvelar nada)

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián fue uno de los primeros pasos en la interminable carrera de éxitos de esta película dirigida por Agustí Villaronga. En dicho certamen obtuvo la Concha de Oro a la mejor actriz, y para más de uno injusto resultó que su presencia en el palmarés no tuviera más peso, pero la llegada de los premios Goya hizo merecedor a este film de nueve galardones a sumar a su lista de triunfos.

“Pa negre” nos narra la historia de un niño, Andreu, que en los años de la postguerra, encuentra en los bosques de una apartada zona rural de Cataluña dos cadáveres. La investigación no se hace esperar y todas las miradas se dirigen al padre de Andreu, perteneciente al bando de los perdedores de la guerra. El niño no está dispuesto a perder a su progenitor debido a estos hechos y comienza su investigación para demostrar la inocencia de su padre. Este es un viaje para el pequeño Andreu donde descubrirá la moral, la mentira… un duro descenso al infierno del mundo adulto.

Rodada con atención al detalle, con una muy armónica conjunción de todos sus ingredientes técnicos (fotografía, vestuario, dirección artísticas… todas notables), aderezada con un guión que atrapa al espectador y sazonada con unas interpretaciones que dotan de vida y realismo a cada personaje (tanto aquellos creados por actores con una larga carrera como los más noveles), este “Pan Negro” se configura como un producto de calidad. Si no fácil para el espectador, sí placentera para el devorador de buen cine serio. Un acierto del cine español que se aleja del cliché del cine de postguerra y mezcla formas clásicas y modernas para regalarnos un recomendable resultado final. Interesante.

-Enoch-