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Las bicicletas son para el verano

Drama El 18 de julio de 1936, estalla la Guerra Civil. En Madrid, una familia formada por un matrimonio y dos hijos comparte los avatares de la guerra con la criada y los vecinos. El niño de la casa, aunque ha suspendido, quiere que su padre le compre una bicicleta, pero la guerra hará que la compra se aplace indefinidamente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
11 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El éxito abrumador de Las bicicletas son para el verano

Fernán Gómez parte de sus recuerdos adolescentes para construir el argumento de Las bicicletas son para el verano, publicada en 1977, en los inicios de nuestra democracia. El montaje teatral llegó en 1982, al Teatro Español de Madrid, a cargo de José Carlos Plaza. El éxito de crítica y público fue abrumador, por lo que la adaptación cinematográfica no se hizo esperar.

La obra, articulada en dos partes, sigue las vicisitudes de una familia acomodada madrileña desde poco antes del estallido de la guerra hasta poco después de su final. El suspenso en Física de Luisito y sus veleidades literarias, las aspiraciones artísticas de Manolita, las relaciones vecinales… la vida, en resumen, se ve truncada por unos acontecimientos que parecían imposibles.

La sencillez de la historia alcanza el nivel de clásico moderno gracias a la inteligencia y sentido del humor con el que está contada y la hondura y humanidad de sus personajes. Los diálogos, chispeantes y llenos de verdad, nos enfrentan a una reflexión sobre la libertad y la condición humana. No sorprende, entonces, que Las bicicletas son para el verano se haya representado en tantas ocasiones, cuente con una versión radiofónica y sea indispensable para la comprensión del teatro español del siglo XX.

*Sobre la adaptación

La dirección de la película recayó sobre Jaime Chávarri (El año del diluvio, Las cosas del querer). Del reparto de la obra, solo se mantuvo -y fue un gran acierto- a Agustín González (La escopeta nacional) en el papel de don Luis. Se incorporaron Amparo Soler Leal (La gran familia), como Dolores, la madre; Victoria Abril (¡Átame!), como Manolita; y Gabino Diego (Amanece que no es poco), que debutaba en la pantalla interpretando al cándido Luisito.

A nivel interpretativo, destaca, sobre todos, Agustín González, en uno de sus mejores papeles. Logra dotar a Luis de la viveza del original y es difícil imaginar a otro encarnando a este abnegado, comprensivo y concienciado padre de familia. Es el personaje con más matices, quizás el mejor construido y con las líneas más memorables. La piedra angular, sin duda, sobre la que se sostiene el relato.

En el otro extremo, Gabino Diego, de solo diecinueve años, recibió tal varapalo de la crítica de la época que se planteó dejar la interpretación. Lo cierto es que el Luisito, un personaje crucial, es interpretado aquí con un punto bobalicón que no le hace justicia.

El resto del reparto está más que correcto. Especialmente destacables, por el colorido que aportan, son los secundarios: Aurora Redondo, la octogenaria de derechas que se divorcia de su marido republicano por incompatibilidad de caracteres; Carlos Tristancho, como el pretendiente apocado de Manolita; Marisa Paredes, la casera; o Patricia Adriani, la criada que medra en la adversidad. Todos ellos conforman un entrañable y variopinto microcosmos, que refleja la diversidad de la sociedad de la época.

*Madrid, ¡no pasarán!

El guion estuvo a cargo de Salvador Maldonado, que hizo un interesante, y nada sencillo, trabajo de adaptación. Se optó por cambiar los interiores del original por localizaciones exteriores, convirtiendo así la ciudad de Madrid en un personaje más. Por otra parte, se decidió sustituir algunos diálogos por escenas metafóricas, como la del juego de la guerra que abre la película. También se suprimieron algunas líneas argumentales secundarias.

En cualquier caso, se aprecia un intento por mantener el tono optimista y humorístico del original, sin caer en lo melodramático. El problema es que como lectores imaginamos la depauperación de los personajes, pero visualmente se pierde verosimilitud si no vemos los indicios del hambre. La familia habla de las lentejas cada vez más escasas, pero no vemos la demacración en sus rostros. Este es uno de los aspectos en los que la adaptación no logra acertar.

El propio Fernando Fernán Gómez, en un principio, no estuvo del todo de acuerdo con la adaptación. Consideraba que quedaba ideológicamente atenuada, especialmente, en relación a las ideas anarquistas con las que él mismo se identificaba.

*Conclusión

Desde un punto de vista comparativo, la película se queda tibia y no logra reflejar la potencia del texto. Pierde también la oportunidad de realizar una crítica vigorosa de la situación de desamparo que vivió la población civil durante estos años. Se omiten eventos muy relevantes a nivel histórico y de una gran carga simbólica, como el bombardeo del pan. Se pasa también un poco de puntillas sobre las consecuencias de la revocación de las leyes republicanas, que invalidaron no solo divorcios y matrimonios, sino también el dinero acuñado en determinadas fechas y los títulos escolares.

En suma, es una película que sabe abordar de forma agradable un pedazo triste de nuestra historia reciente y que nos acerca, aunque no logre estar a su altura, a la obra dramática del polifacético Fernando Fernán Gómez.

Escrito por María Zapata Clavería
Cinemagavia
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24 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la magnifica obra de Fernán Gómez, ya vista hace décadas por este que escribe y que, revisitada ahora, resulta un tanto decepcionante, no en la concepción de la obra, no en las magníficas interpretaciones (Agustín González se hace eterno aquí) y tampoco en unos diálogos castizos y magníficamente adaptados por un Chávarri al que se le nota el cariño y respeto que tiene al original.

El problema de la películas es que no tiene apenas exteriores y cuando se trata de narrar tres años de guerra, bombardeos y situar a Madrid casi como un personaje más, esa carencia se hace grande, más ahora, en este siglo XXI en el que cualquier simulación es factible usando tecnología.

Resulta un tanto desolador asistir a un bombardeo en el que no hay bombas ni apenas estallidos, asistir a una marcha de milicianos que se pretende multitudinaria y que queda bastante minimizada en pantalla, es una película sin efectos especiales y casi teatral en su realización, prácticamente en un 90% de interiores.

Si nos abstraemos de estos detalles, importantes, eso sí, y nos situaos en los años ochenta del pasado siglo cuando la película fue concebida, podremos disfrutar de Marisa Paredes, Aurora Redondo, Soler Leal, el mencionado Agustín González y unos casi niños Victoria Abril y Gabino Diego. Casi nada.

Buscar una cierta equidistancia en la película es ahora fácil, supongo que en su momento se llevaba la reconciliación entre los dos bandos de la maldita guerra: ninguno sale bien parado aquí, aunque los vencedores son más señalados, con un final tan dramático como poco esperanzador. Hacer ahora este tipo de cine con ese mensaje supongo que sería prácticamente imposible, son tiempos revisionistas en los que precisamente no se busca la reconciliación y sí el ajuste de cuentas.

Una película a la que el paso del tiempo ha dañado en parte pero que se ve con mucha satisfacción.
melchorin
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31 de agosto de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Las bicicletas son para el Verano" es una película basada en una obra de teatro de uno de los más grandes creadores españoles del S.XX, Fernando Fernán-Gómez.

Cómo película quizás no sea una maravilla (fotografía, montaje, decorados, etc.) pero la riqueza del texto y el magnífico nivel de la mayoría de las actuaciones, hace de esta cinta una película imprescindible para comprender un poco más lo que realmente es una guerra civil, que quizás en las trincheras no difiera mucho de cualquier otra guerra, pero es en la retaguardia, entre los civiles, entre hermanos y vecinos donde se ve que una guerra civil matará en el frente pero destruye un pais por mucho tiempo. Mucho más allá del final de la guerra ya que como muy bien dice Agustín González "Lo que ha llegado no es la Paz, sino la Victoria".

La historia cuanta con muchos diálogos geniales llenos de dobles sentidos (casi proféticos) que imagino son mérito casi exclusivo de Fernán-Gómez.

Mención especial a la genial actuación de Agustín González, uno de los mejores actores españoles de siempre pero que la gente habitualmente deja en el cajón del olvido poniendo por delante a Isbert, Rabal, Landa, etc...
huber
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28 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos muestra al detalle la situación de las familias españolas antes, durante y después de la guerra civil.
Caracteriza de forma brillante los distintos perfiles de los miembros de una unidad familiar española, y su correspondiente estatus, así como sus peculiaridades, rasgos específicos y pillerías de los más jóvenes.
Un filme que entró de lleno dentro de la lista de obras maestras de nuestro cine
Feli
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11 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la clase de películas que requieren poca explicación y crítica y un inmediato visionado: sensacional película que deja bien alto el pabellón del cine español.
Muy buenos actores, mejores actuaciones y una cinta que es muy teatral y en la que todo lo que contiene se convierte en una lección: de vida, de cine, de adolescencia y de verano.
el hombre del coco
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