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Noche en la ciudad

Cine negro. Drama. Thriller Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2008
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Jules Dassin tuvo que marchar de EEUU después de la caza de brujas, cuando la comisión de actividades antiamericanas obligó a otro gran director, Edward Dymitrik a delatarlo. Desde ese momento Dassin realizó sus films desde UK, como "Noche en la ciudad" (1950) o desde Francia como con "Rififí" (1955), años más tarde volvió a los EEUU pero ya no fue igual.
"Noche en la ciudad" cuenta con un gran reparto encabezado por Richard Widmark (prota también da la recomendadísma Kiss me deathly "El beso de la muerte" de Henry Heathaway o de "Manos Peligrosas" de Samuel Fuller) y la réplica corre a cargo de la bella "Laura" de Preminger, es decir, Gene Thierney, bellísma y gran actriz que trabajó con directores tales como Mankiewicz, Von Sternberg, Hathaway, Lubistch, Lang o el propio Dymitrik
"Noche en la ciudad" (Night and the city) es un claro ejemplo de film de cine negro clásico, con todos sus ingredientes tanto dramáticos como formales, donde el afán de ambición (o de superación) de su prota se ve cortado de raíz por un destino fatalista contra el que no se puede luchar. ¿Os suena eso? En cualquier caso un peliculón de cine negro de perdedores, de esos que encantará a los amantes de un género que, considerado algo así como una segunda división del cine en su día, años después volvió al lugar que le correspondía gracias, en parte, a la reivindicación que de él hicieron algunos autores de la llamada "Nouvelle Vague".
manderlay puntoes
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8 de agosto de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
1931. Una noche en una ciudad cualquiera. Una persecución. Harry Fabian es el perseguido. Tras dar esquinazo, llega a casa de su amante, una bellísima Gene Tierney, enamorada hasta las trancas del tipo equivocado, un embaucador profesional, siempre pensando en grandes negocios, pero siempre con sus bolsillos vacíos.
Harry, ¿es que no te harás nunca un hombre?- le cuestiona ella
Yo solo quiero llegar a ser alguien importante- sueña Harry.

La ambición, el sueño americano, las ansias infinitas de éxito, de fama y de dinero es lo que mueve a Harry, como una droga.
Ese Harry es un inconmensurable Richar Widmark en un papel que le viene como anillo al dedo y que sabe hacer completamente suyo. Un perdedor que quiere dejar de serlo, al coste que sea.
Los secundarios completan y dan empaque al excelente Widmark en una se su mejores interpretaciones. Excelente Googie Whiters, en un corto pero magnífico papel como la amante del obeso dueño. La única pega es los pocos minutos de que dispone la bellísima Gene Tierney, sin tiempo para desplegar su buen hacer.

Situada en Londres, y rodada en algunos escenarios naturales, despliega una fotografía con notables clarosocuros y tomas angulosas. La recreación de la fauna nocturna, con nigth-clubs donde se enseña a bellas señoritas de compañía a hacer dinero, y en donde deambulan prestamistas, matones y peces gordos, está plenamente conseguida. La atmósfera es opresiva. Ahí Harry (inolvidable Richar Widmark) se mueve como pez en el agua.
El mundo de la noche. El día no es para Harry.

El final, de los que no se olvidan fácilmente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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24 de septiembre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los ciudadanos que trabajan, mendigando migajas de dignidad, se van a descansar, se despabila la fauna nocturna, la que puebla los garitos, la que sueña de día con el golpe perfecto y la defenestración de los temibles, insaciables y respetados (que no respetables) capos. Entre esta peculiar y ambiciosa especie, que huye del sol, anda Harry Fabian (Richard Widmark): joven, aficionado y febril aspirante al oscuro y dorado trono, sin demasiada suerte a pesar de su encanto personal; y es que las caras bonitas no sirven para mucho si no van acompañadas del efecto paralizante del garfio del poder y el miedo. Para triunfar hay que poseer el gen del desprecio a la vida, el que consigue vaciarte de escrúpulos; cualquier mueca cariñosa será una señal de debilidad y los chacales de intermitentes ojos rojos rastrearán, sedientos de sangre, tu rastro por los callejones.

Ideal personaje, el de Harry, para un excelente actor que siempre obtuvo sus mejores registros haciendo de sinvergüenza cariñoso; demasiado carnal, demasiado querido por las mujeres como para convertirse en "malo" irredento. Entrañable el viejo luchador que, rodeado de podredumbre, sigue creyendo en el juego limpio y en el triunfo de la honestidad
Jules Dassin, como repetiría cinco años después en Rififi, nos acerca a la vertiente humana del delincuente, y nos hace cómplices involuntarios de quienes han nacido bajo el signo de una estrella poco radiante.
Sinhué
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1 de abril de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por exilio forzado, en el célebre momento de la caza de brujas iniciada por el senador McCarthy, Jules Dassin, director nacido en Estados Unidos pero de padres de origen ruso y con raíces judías, se vio obligado a marcharse a Londres, donde dirigiría una de las películas más célebres de su carrera, Night and the City (Noche en la ciudad, 1950). Ciertamente no han sido pocos los que han calificado a Dassin (cuyo verdadero nombre no era Jules, sino Julius) como director sin patria, pues llegó a recorrerse gran multitud de naciones donde lograría rodar películas de diversa índole. A partir de su enlace con una actriz griega (Melina Merkoúri) residiría en Grecia de manera casi definitiva hasta su muerte, en el 2008.

Bajo producción de la Twentieth Century Fox, se presentó una película oscura y singular, un film clasificado como Noir por el aspecto tétrico que presenta en muchas de sus secuencias. Por otra parte, el argumento de la película nos traslada una historia prototípica de auge y caída de un criminal traída de la mano del magnífico actor Richard Widmark, que interpreta un personaje bastante fullero y problemático, que decide embarcarse en el mundo de las peleas profesionales, más concretamente como organizador de combates de lucha grecorromana. Seguramente la innovación del film no está exactamente en el desarrollo de la película, sino en el tono con el que Dassin acomete ciertos aspectos.

Resulta increíble comparar dos películas del mismo director, Jules Dassin, rodadas con tan poca separación cronológica entre ellas, como son Noche en la Ciudad y The Naked City (la ciudad desnuda 1948). Sorprende además, porque comparten un argumento similar, en tanto que cuentan los entresijos de un caso criminal o policiaco. Sin embargo, La ciudad desnuda, película rodada en los Estados Unidos cuando Jules Dassin aún no se había exiliado al Reino Unido, utilizaba algunos recursos que evidenciaban influencias del cine documental, como era una acusada Voz en off, que nos trataba de diseccionar de manera constante lo que el espectador estaba viendo en pantalla (incluyendo sentimientos). Había sin duda un tono aséptico en la Ciudad Desnuda, y uno de los objetivos del film era mostrar un caso criminal casi desde una óptica aparentemente científica. Sin embargo, Noche en la ciudad es el ejemplo contrario de todo lo que acontecía en el film precedente. La película tiene una atmósfera palpable desde el primer minuto (por cierto, si es cierto que oímos una voz en off, pero sólo aparece en esta secuencia inicial), que nos introduce en un mundo subjetivo de sombras y de personajes con dudosa moralidad. Nuestro protagonista ya no es un hombre de la ley, sino todo lo contrario, un criminal.

A pesar de que el film está rodado en Londres, no hay interés por parte de Dassin en mostrarnos los lugares más emblemáticos de la metrópoli, sino que las intenciones del director radican en realizar un retrato negro y crudo sobre la vida nocturna de la ciudad. No es casualidad que nuestro personaje principal trabaje en un club nocturno (en una de las secuencias vemos como la Madame da una serie de instrucciones a sus pupilas sobre como tienen que conseguir captar la atención de un futuro cliente), pero además Dassin adereza la película con múltiple detalles, que son los que elevan la película por encima de su categoría. Por ejemplo, las secuencias en las que vemos a Richard Widmark engañando a unos ricachones mediante un falso robo de cartera para que asistan al club, o la manera como consigue convencer al luchador Gregorius.

Se podría hablar sobre como Dassin estira al máximo las posibilidades del cine clásico. La puesta en escena recuerda un manierismo exacerbado, que se desprende en gran cantidad de encuadres, que desde luego no resultan los habituales en el cine coetáneo de Hollywood. La estética tan oscura e incluso cierta amoralidad (como las secuencias del club nocrturno) hacen del film una excelente muestra de cine noir.

Dos secuencias destacan por encima de las demás. Sin duda para la historia nos quedará la gran pelea que registra maravillosamente Dassin, con un montaje perfectamente construido y que no tiene nada que envidiar a otras escenas de lucha que sobre todo encontramos en películas de temática pugilística. Y como no, el final de la película, con el que Dassin consigue alcanzar unos gran poética, mostrándonos el abandonamiento y locura de Richard Widmark (¿realmente le traiciona su amiga, o más bien es una invención de su mente, totalmente torturada en estos últimos instantes de vida?), mientras en el fondo Dassin coloca a sus verdugos (colocados en el fondo del encuadre, de pie en un puente, de tal manera que casi parecen cuervos colgados en un puente eléctrico), que sonríen mientras ven fallecer a su víctima.

http://neokunst.wordpress.com/2014/04/01/jules-dassin-noche-en-la-ciudad-1950/
Kyrios
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24 de noviembre de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para el personaje que tan brillantemente interpreta Widmark el sentimiento que le domina es su propia condena, lamentablemente es su definición como persona y a la vez su sentencia. Él cree que ha nacido para triunfar y lucha por una situación que sea mucho mejor que estar rodeado de mediocres, cuando la realidad es que él es el mediocre, él es el más mezquino y no hace otra cosa que transmitir tristeza. Es un triste fracasado, y esa imagen tan bien descrita se debe al buen hacer de Jules Dassin, que a la vez debió darle las gracias a Widmark, que lleva a cabo una de las más brillantes interpretaciones que yo le recuerdo.

Es cine negro, que no se ponga en duda, y es por ello que elementos como los malos malísimos surgen de cada esquina, hay violencia y mala fe, apenas un destello de bondad y sobre todo, el mismo título de la película nos lo cuenta, noche en la ciudad, una noche lúgubre y triste en la que los perdedores como Widmark se confunden en las sombras. Sólo tengo palabras de elogio, a la historia le falta bien poco para que sea una obra mayor de lo que es. El final, previsible, no deja de ser un homenaje al fracaso, porque la vida está llena de fracasados, de hecho me gustaría saber cuántos fracasos deben haber por cada éxito. La sentencia interrogativa de Widmark, ¿para qué vivir en un mundo de mediocres?, se alinea con esa voluntad de escapar, de huir, de dejar de ser uno más, común y vulgar, a costa de lo que sea, de mentir, de engañar a quienes te rodean... En fin, ya lo han dicho muchos usuarios, es la historia de un perdedor, pero contada muy, pero que muy bien.
Luisito
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