Los hermanos Marx en el Oeste

Se hace raro ver una película de los Marx sin Margaret Dumont, es cómo si faltase algo. Pero aparte de este inconveniente, he de decir que “Los hermanos Marx en el Oeste” será para siempre mi predilecta entre todas las de estos disparatados cómicos y hermanos. Sí, ya sé que artísticamente está por debajo de la trilogía perfecta que componen, “Sopa de gansos”, “Una noche en la ópera” y “Monkey Business” (“Pistoleros de agua dulce”) pero la incursión de los Marx en el Far West la vi siendo niño en un cine de verano donde las carcajadas ascendían hasta el cielo estrellado resonando más allá de la estratosfera; y no sé si esto servirá como estudio sociológico pero jamás desde entonces he visto reír tanto en ninguna otra sala de cine.

Con este preámbulo he querido reflejar que esta película pertenece a mi acerbo sentimental y nunca la podré juzgar justamente, así que me limitaré a añorarla junto a todos ustedes; quién no recuerda a Harpo afilando un hacha en la rueda de un tren, quién no recuerda un tren hecho de madera, quién no recuerda: “¡Madera! ¡Traed madera! ¡Es la guerra!”, Quién no recuerda el julepe de menta, quién no recuerda el tiovivo en una diligencia.

Les dejo en el spoiler unos versos, no porque desvelen nada sino porque no quiero ser pesado; y así léalos, sólo, quien quiera leerlos.

Vuelve este trío de locos, y en esta ocasión, la acción transcurre en los tiempos de los westerns americanos, un salto temporal (con bastantes, bastantes chistes dentro del género) que logra una película distinta y muy, muy divertida.

La trama empieza tranquilita, pero es de esas películas, sobre todo en esta época, que van a más, y cada vez a más, conforme avanza, hasta llegar a una caótica y desternillante larguísima escena en un tren, de la que “Regreso al Futuro“ tomaría incluso alguna idea muchos años después.

Los tres protagonistas, como no podía ser de otra manera, en su salsa, con sus choques y locuras contínuas, sin olvidar sus tradicionales momentos musicales.

Una película digna de verse y disfrutarse, pura comedia bien hecha que no pierde la gracia por más años que pasen.

Divertida historia, muy bien escrita, por los geniales hermanos Marx. Una vez más, mezcladas con buenísimos chistes y graciosos comentarios de Groucho, aunque no ha destacado tanto como en otras películas. La principal intención es reírse, olvidarse de los problemas que hay en el mundo, y comprender que las películas de aquellos años eran más originales que las de ahora.

En cuanto a la parte técnica, destaco la banda sonora, sobre todo la actuación de Harpo con el arpa. Un 8.

Por fin he completado la filmografía de los Marx con esta muy elocuente «Los hermanos Marx en el oeste». Qué pena que no haya más.

Chico, Harpo y Groucho viajan al salvaje oeste para buscarse la vida, aunque a su muy particular manera: estafando y haciendo el indio, pero también el vaquero en una acertada y diría que combativa parodia de lo que supone el oeste. Podríamos creer que en su anarquía existencial se sentirían como peces en el agua en un mundo de plena libertad y con los estándares sociales acomodados a la ley que impone cada individuo, pero es al contrario. Los Marx atacan esa libertad impune y esa supremacía del más fuerte, dando espacio a la población negra e india cuando no lo hacía nadie y buscando los valores irrenunciables de justicia y solidaridad. Este es el orden que traen a través de un caos mucho más conservador de lo que aparentan.

La peli incluye un maravilloso número musical de Harpo acompañado de flauta (qué serio se pone Harpo cuando toca, ¿os habéis fijado?) y algunos momentos muy graciosos, como Harpo y la caja fuerte o Groucho con el pistolero y la demostración de puntería.

Pistolero apuntándoles con un arma: «Quietos ahí. No me gustan sus caras».
Groucho: «¿Y cree que a nosotros sí?»

Los Hermanos Marx en el más puro estilo, en una de sus películas más logradas, el humor satírico y surrealista de Groucho Marx y el físico de Harpo llenan la pantalla de momentos tan brillantes como inolvidables.
Es difícil en el tiempo encontrar cómicos de la talla de Buster Keaton o Harold LLoyd pero los hermanos Marx supieron mantenerse a la altura combinando muchas de las virtudes del mudo con la adaptación necesaria para la era del sonoro.
En esta cinta que tanto recuerda a Keaton demostrando que todavía tenía mucho que decir, el humor al que asistimos parece, tanto física como intelectualmente muy avanzado a su época. La mímica de Harpo es de una modernidad asombrosa y de la misma forma, el surrealismo de las líneas de algunos de los sketches a los que asistimos son todavía hoy imitados.
Go West está más acabada y posee mejores momentos de comedia que algunas de las que han inmortalizando a estos grandes de la comedia.
Un ejemplo al que todavía le quedan muchos años de vida.
Es necesario comprender, para apreciar la obra en toda su dimensión, que era típico de la época que el cómico prestase más entretenimiento y que realizase números musicales en sus actuaciones, algo que está muy presente en las películas de los hermanos Marx y comprender, igualmente, que la trama y el resto de personajes están ahí para el lucimiento personal de estos tres genios.