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Así en la Tierra como en el Infierno

Terror. Thriller. Aventuras A lo largo de los kilómetros y kilómetros de tortuosas catacumbas que hay bajo las calles de París, un grupo de exploradores se aventura entre los cientos de miles de huesos sin catalogar y acaba averiguando cuál era la verdadera función de esta ciudad de los muertos. El recorrido se convierte en un viaje al corazón del terror.
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
28 de febrero de 2015
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disculpad, pero alguien tenía que decirlo: maldita sea La bruja de Blair y sus descendientes. El subgénero "found footage" se ha convertido en la némesis del cine de terror. Cualquier desalmado armado con una cámara se cree capaz de hacer cine, y de esta forma han ido apareciendo estupideces como los Paranormal Activity y otras lindezas. La lista, por desgracia,
ha ido creciendo con los años, y el horror acecha en cada esquina. Tan sólo la saga [REC] y Monstruoso me han parecida dignas de considerarse "cine", a secas. En este engendro que nos ocupa, una histérica con dos licenciaturas y unos cuantos idiomas, arrastra a un grupo de cretinos a las catacumbas de París, donde encontrarán cosas que más les habría valido dejar en paz. Como resulta que, entre los tembleques de la cámara y el hecho de haber sido rodada in situ con escasísima iluminación, no ves nada, todo se reduce a mucho chillido, mucho resuello, correrías sin fin, insinuaciones de cosas que acechan en la negrura y diálogos tocados por la varita de la imbecilidad. Francamente, es más divertida la infumable Holocausto caníbal que, dicen, es la precursora de esta modalidad. Allá vosotros.
Eduardo
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23 de diciembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te han gustado películas como Cloverfield y El proyecto de la Bruja de Blair, o incluso Europa One, deberías darle una oportunidad a este film. No voy a decir que es una obra maestra, tampoco pretende serlo.
Si las películas estilo found footage son lo tuyo creo que esta te gustará.
María González Espiñeira
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22 de noviembre de 2014
15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Hermanos Dowdle (John y Drew) han perpetrado una de las películas más bochornosas pertenecientes al subgénero del found footage, como es As Above, So Below (Así en la tierra como en el infierno, 2014), un desvarío constante que no tiene ningún tipo de reparo en mezclar ficciones históricas aunque no sean verosímiles en ningún momento. En cierto sentido ver Así en la tierra como en el infierno (no sé que se les pasó por la mente a los traductores) es como visionar una película basada en el Enigma Sagrado de Henry Lincoln. Por otra parte, estos dos hermanos ya tienen una cierta experiencia en este subgénero cinematográfico, desde que se estrenaron en el cine con la que seguramente es su mejor película, The Poughkeepsie Tapes (The Poughkeepsie Tapes, 2007) , que jugaba aún más con el falso documental, o la infame Quarantine (Quarantine, 2008) que adaptaba la película Española Rec (Rec, 2007).

La película nos presenta una protagonista interpretada por Perdita Weeks, una investigadora obsesionada con la piedra filosofal. Sí, la de Nicholas Flamel, más conocida por ser el tema principal de la primera aventura del mago de ficción más famoso de Europa. En el personaje de Perdita Weeks se suman diversos personajes como Indiana Jones o Lara Croft, configurando un carácter ciertamente predecible. Gran parte de la película explota el recurso de los Puzzles (aunque sean tremendamente básicos) que los personajes resuelven.

El caso es que continuamente la película juega a colocar la tontería más grande a cada paso (una acumulación de barbaridades con transfondo pseudohistórico). El Poco respeto del cine norteamericano hacia la historia sigue haciéndose patente en Así en la Tierra como en el infierno. Los ejemplos son tan notables que podríamos realizar una lista exhaustiva, aunque pondremos sólo algunos ejemplos: Uno de ellos es sin duda la ridícula historia de la piedra filosofal. Sí ya de por si lo que muestra la película está desarrollado pesimamente (nuestra investigadora resuelve donde está la ubicación de la piedra con algunos acertijos de preescolar) aún resulta más cómico el hecho de que nuestros protagonistas se vean inmersos en un descenso absurdo hacia el centro de la tierra en busca de dicha piedra. Este ridículo constante que ofrece el filme llega a provocar risas involuntarias en el público, que no es capaz de creerse lo que está viendo.

No ya sólo que se rompan todas las lógicas de la física (no se quedan en ningún momento sin oxígeno, ni parecen tener sed o hambre) sino que los personajes siguen adelante en su búsqueda sin que se planteen nada (yo al ver un hombre al que se suponía perdido en las catacumbas durante dos años por lo menos le preguntaría donde ha estado todo este tiempo). Sin saber cómo ni por qué, los protagonistas siguen avanzado por las catacumbas incluso después de haber encontrado su objetivo (lo que les lleva al mismísimo infierno).

En definitiva, después de todas estas tonterías nos encontramos con una película que no deja de ser un tren de la bruja, con un colofón artificial como resulta el propio viaje hacía el infierno.

Resulta gracioso que el Found Footage que encontramos en la película sea totalmente artificial e increíble. A pesar de que teóricamente la película nos pretende colar el material de filmación como imágenes documentales, lo cierto es que este sistema es un mero pretexto. Más que nada porque el montaje que utiliza el filme rompe con cualquier lógica (como es posible que se recupere el punto de vista de los que han fallecido en la expedición). Nuestros protagonistas tienen una serie de cámaras instaladas en sus cascos, pero en realidad los hermanos Dowdle intercambian de punto de vista como si fuera un partido de fútbol.

En realidad todo obedece al objetivo principal del filme, que tiene la intención de crear un efecto de Montaña rusa. Así los primeros minutos son un gancho que trata de atraer al espectador, mientras que a medida que avanza la película hay un aumento de la dosis de sustos que ofrece la película, hasta avanzar a la fase final. Pruebas de videojuego que se superan una a una.

La sensación de claustrofobia, que pueda recordar a otra cinta española que también utiliza el found footage, La Cueva (La Cueva, 2012) es quizá la única baza positiva que pueda ofrecer la película. A ello ayuda al presupuesto más que correcto (sobre todo si tenemos en cuenta otras películas del subgénero) que permite unas localizaciones excelentes. Desde la vista de un París ciertamente espectacular (con la secuencia de la Iglesia) hasta las laberínticas catacumbas que nos muestra el filme.

http://neokunst.wordpress.com/2014/11/22/asi-en-la-tierra-como-en-el-infierno-2014/
Kyrios
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28 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay elementos atractivos en esta película, si bien no logran levantarla del lugar que puede ocupar en la mayoría de espectadores. Esos elementos están ligados a la indagación sobre los aspectos medievales que pueden estar ocultos bajo tierra en París. Laberintos, cruces de alcantarillados nuevos y viejos, rutas recónditas que, seguramente, llevaban a reyes y damiselas de un lado para otro sin ser vistos transitando por las calles. Entonces este filme, que se acerca a tantos otros (como el mismo The Descent), es un cruce de caminos de terror y de investigación histórica. El problema es que en ninguno de los dos logra ser del todo contundente. Apenas insinúa que puede ofrecer mejores tensiones y apenas logra hacernos a una revisión de los mitos y leyendas de la alquimia.
El trabajo de edición y de cámara sí resulta ser mucho más destacado que el habitual, sobre todo cuando se nos quiere hacer ver que el mundo de abajo se constituye en laberintos a los que es fácil volver a dar la vuelta, o caminos invertidos, espejos, retratos de lo que otras sociedades han construido.
Valetamayo
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31 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, pues… pese a lo que dicen muchos, no se trata de una película de “metraje encontrado”, gracias a Tutatis, sino de una de esas de “llevo la cámara encima y filmo todo”.

La diferencia es clara: en ambas sabes que la cámara dará saltos, corres riesgo de no entender ni palote, la iluminación, las interpretaciones, el guión, serán una p… m…, y los decorados… depende; en los “metraje hallado” tipo “Actividades Para[ a]normales” suelen ser garajes, dormitorios, y otras ambientaciones de todo a cien, en los “hago lo que quiero con una cámara en el cuello”… depende.

Esta peli es regulera tirando a mala, pero supera la media de los “Para[sub]normales”.

A los cinco minutos sale una pedorra, interpretada por la bella y pizpireta Perdita Weeks, diciendo que habla cuatro o cinco idiomas vivos y dos lenguas muertas, tiene dos doctorados y un master, y es cinturón negro en que-te-pego.

Lo cual me parecería muy bien, excepto porque dos minutos antes la he visto, en un autobús “Iranian Roads”, lleno de desconocidos-barra-posibles-enemigos/as, meter la cabeza dentro de una mochila y hablar a lo que cualquiera imagina que es una cámara, diciendo tan contenta que se ha metido ilegalmente en Irán, y que sabe que tal cosa está penada con la muerte.

Y resulta que todo lo hace porque quiere sacar una foto (cuando se ve la reliquia se comprende que es absolutamente IMPOSIBLE pasar eso por la frontera) de una antigüedad en la que está grabada una especie de piedra de Rosetta (dicen… ¿sabrán ellos lo que era la piedra de Rosetta y que NO ERA una especie de diccionario?) unos minutos antes de que sea destruida por los –suponemos- Guardias de la Revolución; vale, podría pasar porque un arqueólogo quiera ver la antigüedad en persona, pero ¿entienden los anglo-canadienses-EEUU que los talibanes afganos NO SON los Guardias de la Revolución? No padre.

El caso es que se juega la vida por una cosa tan fácil como que un coleguilla podría haber hecho la foto meses antes.

Sale viva de milagro y –como no sabe arameo, que vaya a usted a saber porqué la piedra de los alquimistas va a estar traducida en la lengua franca de los tiempos de Jesús- va a buscar a un antiguo novio que sí sabe, y el diálogo es cada vez más divertido:

Así, el exnovio dice, mirando a cámara: “Mira, la última vez que estuve con ella acabé en una cárcel turca”.

A lo que responde la prota, que tiene no-sé-cuántos-másteres: “No exageres, fue solo un calabozo turco”. Jajajaaaa, qué divertido. Humor yanqui, que se nota que jamás han pasado una noche en un calabozo de esa clase. Por supuesto, el ex novio se apunta, pese a todo lo que promete que no lo va a hacer.

Luego van a París, se encuentran con tipos rarunos (como entienden los yanquis que son los friquis franceses. Una cosa muy graciosa es que, al llegar a la entrada de las catacumbas (que la prota ha identificado como entrada al hallazgo de la Piedra Filosofal mediante una de esos acertijos tipo “Abracadabra, no tengo ni idea pero viene a ser por ahí”, ¡y luego se quejarán del Código Da Vinci! Se les tira encima un Policía francés (que ni se ve) con la única y obvia misión de que el exnovio se meta dentro de las catacumbas.

Bueno, pese a lo esperado, luego mejora un poco: el ambiente es de tensión, mete miedo, hay un cierto hilo (que no voy a explicar) y el final no es tan malo como uno lo imagina.

Los actores… son guapos ¿qué más hay que decir?. Personalmente, un ¡Hurra! Por Marion Lambert, que es un bellezón, y a quien no conocía.
Bobby Lee
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