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Barry Lyndon

Drama Adaptación de una novela del escritor inglés William Tackeray. Barry Lyndon, un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, se ve obligado a emigrar a causa de un duelo. Lleva a partir de entonces una vida errante y llena de aventuras. Sin embargo, su sueño es alcanzar una elevada posición social. Y lo hace realidad al contraer un provechoso matrimonio, gracias al cual entra a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 196
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2009
67 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente, otra obra maestra de Kubrick. Por desgracia, la última que me quedaba por ver de este monstruo del séptimo arte. Una obra que constata su madurez creativa y que evidencia, al mismo tiempo, que cada vez que Stanley se dejaba la piel tras las cámaras, el resultado no podía ser otro: una nueva obra maestra. Sin paliativos. Lo podría decir más alto, pero no más claro.

Me gustaría hacer hincapié en ese obsesivo perfeccionismo de Stanley porque, al margen de constituir la piedra angular de su cine, corrobora una verdad como un templo: el talento sin trabajo y esfuerzo no sirve para nada. Porque sí, de acuerdo, Stanley era un genio. Pero pocos se lo han currado como él.

Y si “Barry Lyndon” es un impecable fresco de la Europa de la segunda mitad del s. XVIII es porque, entre otras cosas, Kubrick se preocupó de agenciarse con unos objetivos especiales Zeiss (diseñados para la NASA) para poder rodar a la luz de las velas o de contratar a 65 sastres durante más de seis meses para confeccionar el vestuario de época según modelos originales. A eso lo llamo yo currárselo. Lo demás son tonterías.

Pero más allá de ese exquisito esteticismo (muchos planos parecen verdaderos lienzos de Gainsborough o Watteau), lo que más me fascina de “Barry Lyndon” es el preciso equilibrio que Kubrick consigue establecer entre el protagonista principal (Redmond Barry) y su entorno. Un enfoque que, lejos de ser frío y distante por esa inequívoca escasez de afección o sentimentalismo, no hace más que describirnos sobria y ponderadamente esa constante lucha por superar las adversidades con las que se irá encontrando Redmond Barry a lo largo de su periplo vital por la Europa del Antiguo Régimen. Un periplo narrado como le gustaba a Stanley: sin prisa pero sin pausa. Tomándose su tiempo. Consiguiendo que el tránsito vital entre el Barry triunfador, libertino y jugador, y el Barry perdedor, mutilado y abandonado a su suerte, vaya calando en el espectador con la misma intensidad emocional y dramática con la que esa omnipresente zarabanda de Haëndel nos penetra hasta el tuétano.

Un auténtico festín, en suma, para el sentido y la sensibilidad de cualquier cinéfilo que se precie. No diré que es la que más me ha gustado de Kubrick porque cuando un cineasta atesora en su filmografía peliculones como “Senderos de gloria”, “2001, una odisea en el espacio” o “La naranja mecánica” cuesta un huevo decidirse por una de ellas, pero bueno, de lo que sí estoy completamente seguro es que “Barry Lyndon” es another Kubrick masterpiece.
Taylor
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29 de noviembre de 2011
56 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barry Lyndon es, probablemente, una de las obras más bellas de la historia del cine.

Cada fotograma parece un cuadro del Siglo XVIII, la BSO parece un compendio de deliciosos conciertos de música clásica y el argumento parece sacado de una de esas apasionantes novelas que uno se lee en una noche.

Puede que el maestro Kubrick haya hecho mejores films que éste, pero sin duda ninguno es tan bello. Su única incursión en el cine de época (todos sus seguidores sabemos que, al contrario que otros grandes maestros del cine, como Hitchcock, Kubrick gustaba de cultivar un gran número de géneros) se salda, como casi todos sus films a partir de "Senderos de Gloria (1957)", con una obra maestra más.

Valga esta modesta crítica como homenaje al genio que tanto me ha hecho disfrutar en una sala de cine. Sólo lamentar que su filmografía no sea tan amplia como la de otros grandes maestros del cine (Hitchcock, Huston, etc.).
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lisufelligus
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2 de septiembre de 2010
46 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Guerra de los Siete Años (1756-1763) fue unos de los acontecimientos que marcó el final de la Edad Moderna y la transición hacia el mundo contemporáneo. El ascenso de Gran Bretaña y Prusia en el siglo XVIII tenían unos objetivos claros: el control de Europa Central y las rutas marítimas en el comerciales en el Atlántico, y el control de América del Norte.
Es esta situación histórica-fin del Antiguo Régimen y el intento de las nobleza de no zozobrar ante los cambios que producen los nuevos tiempos- es donde se desarrolla la historia de una arribista, un "hombre de mundo", y que recuerda a otras memorables novelas biográficas como Moll Flanders, Tom Jones o Tristram Shandy.
Esa nostalgia del Antiguo Régimen es lun acierto de esta Obra Maestra. Historia, Pintura, Literatura y Música se fusionan en un período crucial donde los cambios sociales, económicos y políticos serán la génesis de una nueva forma de interpretar el mundo.
Un aspecto importante del film es cómo Kubrick nos cuenta las andanzas de este espíritu romántico e idealista que pierde su inocencia a favor de un cinismo adulto con tal de llegar a medrar en un sociedad estamental cerrada a los no privilegiados.
El espectador se encuentra de esta forma imbuido en la intimidad de los personajes, con una visión pesimista y desencantada la condición humana y que es muy propia de Kubrick. Y esa manera de narrar nos cautiva, nos introduce en ese siglo, y a través de las magnífica iluminación reconocemos las pinturas de los artistas ingleses de aquella época: Reynolds, Gainsborough y Hogarth.
La reflexión más intensa que plantea esta película es cómo los acontecimientos históricos influyen en la vida de las personas, y cómo nosotros, como individuos formamos parte de esa Historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Herodoto
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20 de abril de 2009
115 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no la había visto. Y es curioso, porque sin haberla visto, me la imaginaba tal como ayer la ví. Tal vez por eso nunca quise verla.

A mí me ha parecido un verdadero tostón. El argumento no me llega a interesar nunca. El personaje principal no me despierta ningún interés, ni frío ni calor, aunque seguramente eso es lo que Kubrick quería, que la película no le robase el protagonismo a él.

El día anterior ví "Me enamoré de una bruja", y hoy volvería a verla. Esta estoy seguro de que jamás volveré a verla. Es inmensamente aburrida, sin más. Le ha pasado el tiempo por encima, cosa que estoy seguro de que no suecede con, por ejemplo, "Las amistades peligrosas".

Cuando en una película se empieza a hablar de lentes espaciales-especiales, de imágenes como cuadros, de la música, del vestuario.... es síntoma inequívoco de que la película ha aburrido a las vacas, y que el personal se ha tenido que entretener mirando otras cosas.

Veo muchas notas altas. Hay incluso un crítico que, después de decir que puede que alguno se duerma viéndola, le da un 9. Sin comentarios. Por eso, debo decir que observo un cierto tufillo a cineclub de los 70-80 entre los críticos de esta página. Para mí las películas son interesantes o aburridas, independientemente del apellido que tengan.

La historia es absurda y rocambolesca. El protagonista no es que sea un tipo sin moral, es que es un imbécil.

Muchos planos a la luz de las velas en los que no se cuenta nada, porque lo que realmente se quería es mostrar cómo se puede filmar a la luz de las velas. También muchos planos sin interés donde entra la luz por los ventanales.

Se me ocurriría decir que esta película tiene cierto valor experimental, pero tampoco, porque resultaría grosero con semejantes medios, y con semejantes lentes espaciales, encima hacer mal la fotografía. Los vestuarios, grandiosos, los decorados, también, y la música muy buena, faltaría más, con semejante colección de clásicos. Ojo, las piezas buenas, pero la inserción en la cinta cargante como pocas. La descripción de la carga de infantería, inexplicable. ¿Alguien sabe por qué demonios un ejército avanza hacia otro sin disparar, ofreciéndose de blanco para que el oponente dispare a placer? ¿Es una genialidad del maestro?

Sigo en spoiler
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santiagoo
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13 de septiembre de 2013
43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
151/18(27/08/13) Stanley Kubrick con esta Obra Maestra tocó la cima del sibaritismo, clásico imperecedero, hito fílmico incomparable con nada hecho hasta entonces. Influyente como todo el cine de SK, el mayor fresco de la época jamás filmado, épica que sigue los avatares de Redmond Barry como vehículo transmisor de la superficialidad y decadencia de este microcosmos, son lienzos de una belleza pictórica Icónica en el Cine, adornado por un repertorio de música clásica apabullante. Fue el mayor fracaso comercial de SK, con grandes pérdidas para la Warner, el tiempo, juez imperturbable la ha colocado en el Olimpo que se merece.

Seguimos a un buscavidas del SXVII, al comienzo es un inocente idealista, movido por el amor puro, pasan los años y se torna en ambicioso y codicioso, buscará hacerse sitio entre la nobleza, tendrá una odisea vital de subidas y bajadas, intentará aprovechar sus oportunidades, tendrá duelos, estará en el ejército inglés, combatirá en Europa en la Guerra de los 7 años franco-prusiana, desertará, estará en el ejército prusiano, será espía, jugador de fortuna, se casará con una viuda rica, y más, mostrándonos un mosaico de esta fútil época.

SK ofrece un MAGNO fresco de un tiempo decadente, una puesta en escena refulgente, muchas escenas son contemplativas, reflejan una sociedad que se relame en su opulencia vacía, rebosante de hipocresía, inundada de nada, microcosmos retratado por SK con cinismo y mordacidad. Arremete contra varios elementos que considera el cáncer de la Humanidad, el despotismo y los privilegios de los poderosos, la manipulación del estado, la violencia como forma de entendimiento entre las personas, las luchas de clases. Rodado con un mimo y delicadeza que abruman, habiendo tramos en que la pausa ha de cultivarse para disfrutar con la belleza exquisita que nos ofrecen. La voz del narrador en off (Michael Horden, en español José Luis López Vázquez), consigue un efecto de frialdad cuasi-etéreo, esto lo hace para que no nos impliquemos emocionalmente con ellos y podamos sentir su fatuidad, este narrador llega a adelantar acontecimientos, pero traducidas sus palabras en imágenes consigue un efecto mágico de un poderío inmenso.

‘La Suerte De Barry Lyndon’(1844) de William Makepeace Thackeray, de los escritores más reputados de la época victoriana, se inspiró en un cazafortunas irlandés, Andrew Robinson Stoney, se casó y divorció de la Condesa de Strathmore, Maria Leonor Bowes, conocida como ‘La Condesa Infeliz’. SK lo guionizó incorporando elementos que cambian y enriquecen la obra, la novela es narrada en primera persona por Barry, siendo parcial y poco fiable, en el film es un narrado en tercera persona, ajena a los hechos y objetivo, Thackeray baña el libro de un aire picaresco-cómico, Kubrick dota a su historia de un halo trágico, con un patinado bastante crítico. Añade el espléndido duelo final, no presente en el libro, siendo de este modo el argumento circular, comienza con el duelo del padre de Barry, por un duelo comienzan sus desventuras, Barry se hace especialista en duelos, y acaba en un duelo que es la catarsis final del protagonista. SK suprime una de las grandes motivaciones de Barry de la novela, con la muerte de su padre la familia perdió su fortuna y él aspira a recuperar la buena posición que tuvieron. Hay algunos cambios más, como que Kubrick acaba antes que el libro. SK divide la Obra en dos actos, en el primero somos testigos de las aventuras de Barry por Europa, caídas y subidas, el ritmo es más rápido por momentos trepidante en el segundo, no para de haber giros, se suceden escenas bélicas, huidas, hermosas partidas de póker, hasta que consigue el preciado premio de una esposa rica y de nobleza, logra el título de Lyndon, y llega el segundo acto el ritmo decae, el vacío existencial es reflejado por SK de modo descomunal, la ociosidad y la degradación moral llevan a Barry a una caída anunciada.

SK se apoya en unos magnos artistas, fue fotógrafo antes que cineasta y se nota, el fotógrafo es el gran John Alcott (tiene un cameo en la escena en que Lord Bullingdon va al Club de hombres a retar a Barry, es el hombre dormido en una silla de ruedas) que compone lienzos epicúreos encuadrados de modo cuasi-hipnótico, inspirándose en pintores del SXVIII como los galos Antoine Watteau, Jean Simeon Chardin, los ingleses Thomas Gainsborough, Joshua Reynolds, William Hogarth, George Stubbs o John Constable, crea pinturas rebosantes de detalles, te hacen no despegar la vista bajo el ‘Síndrome de Stendhall’, nos sentimos como si entráramos en la Catedral de Notre Dame, nos empequeñecemos. Sublimes en secuencias exteriores de gran beldad natural, ensalzando los paisajes, excelsos en interiores rodándose casi sin luz natural, pues aunque se diga que fue rodada sin iluminación artificial es cierto a medias, se utilizo la mínima posible, aunque la escena antológica de cientos de velas no se usó. Para alcanzar este efecto cuasi-onírico Alcott trabajó con lentes Zeiss-16 (utilizada exclusivamente en misiones lunares del Apolo) prestadas de la NASA, la apertura del diafragma era enorme, dio lugar a antológicos zooms en retroceso, recogían con delicadeza los colores de modo natural. Ayudado del gran diseño de producción de Ken Adam y la dirección artística de Roy Walker, nos paseamos palacios, castillos, jardines, barrocas salas, lagos, ríos, campos de batalla, extraordinario, sumado a uno de los trabajos de vestuario más protagonistas y sobresalientes de la Historia del Cine, el de Milena Canonero junto a Ulla-Britt Söderlund, 65 sastres estuvieron trabajando seis meses según modelos originales, a esto se le añade el magnífico maquillaje y peluquería.

Y está el soberbio repertorio de música clásica, adaptado y dirigida por Leonard Rosenman, suenan Juan Sebastian Bach, Vivaldi, Paisiello (‘El Barbero De Sevilla’), Mozart, Schubert, el ‘Piano Trio’ leit motive de Lady Lyndon,… (continua en spoiler por falta de espacio)
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TOM REGAN
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