Ali

Paco R. Baños es uno de los cineastas andaluces más interesantes que existen. Sobre todo porque es capaz de tratar temas muy serios en tono de comedia derrochando una inteligencia y una sutileza realmente poco habituales y, sobre todo, porque crea de la nada personajes que te embelesan y te acompañan para siempre, como el que interpretara la diosa Natalia de Molina en su posterior “522, un gato, un chino y mi padre” o esta portentosa Nadia de Santiago en la pequeña gran joya titulada “Ali”, una cinta que se te pega al alma como chicle a suela de zapato y que, una vez vista, no te puedes quitar de la cabeza, sigue reverberando durante muchísimo tiempo, porque Ali es mucha Ali.

El personaje que encarna en cada una de las escenas de la película Nadia de Santiago es una joven sevillana con un carácter indomable, hosco y duramente cortante. Pero no es para menos, teniendo en cuenta que se gana la vida de empleada de un supermercado, consigue su “paga extra” revendiendo a adolescentes productos que roba en el mismo, tiene que cuidar y proteger a su inestable madre (una Verónica Forqué maravillosa quizás haciendo de sí misma), a los novios que su madre va llevando a casa y manteniendo una relación que pretende que sea meramente sexual con un compañero de trabajo más joven que ella que está locamente enamorado de Ali a pesar de como ésta lo trata.

Con ese estilo desenfadado, indie (en el mejor sentido del término) y ligero para tratar temas dramáticamente elevados que caracteriza al andaluz Paco R. Baños tanto en dirección como en guión, la cinta apenas necesita 88 minutos (lo bueno, si breve, dos veces bueno) para conquistarte el corazón por la vía rápida y directa.

Y todo ello utilizando esa Sevilla alejada de la postal, la de los barrios no turísticos, la real que permanece escondida hasta que logras descubrirla y que funciona casi como un personaje más de la trama. Una película que trata sobre el terror que produce el solo hecho de pensar en enamorarse y el pavor a pensar que uno va a proyectar la misma vida y debilidades que tus padres. Y lo hace de una manera tan entrañable como eficaz.

Pensar que se trata de la ópera prima de Paco R. Baños y que ya sabía manejar todos los resortes con esa solvencia apabulla al más exigente cinéfilo. Pero lo más importante de la misma lo pone Nadia de Santiago, porque su trabajo como Ali es de esos que no tienen precio, de los que catapultan a cualquier actriz a la eternidad.

Es tan maravillosa y tan gozosa que se le perdona el un tanto forzado “happy end” que padece en sus últimos minutos de metraje.

No sé como lo hago que casi siempre que trato de dar una oportunidad al cine patrio acabo todavía con más desengaño que con el que empecé.

Vamos a ver... no dudo que "Ali" sea una cinta que parta con una buena premisa (todas las premisas puede prometernos algo... otra cosa es como se desarrollen), ni siquiera critico su tolerable reparto (aunque el interés romántico de la protagonista esté bastante desubicado) y decente fotografía. Pero... ¿por qué la cinta va deambulando con esa desidia y oquedad?

La película nos describe a una adolescente llamada Ali, que trabaja de cajera, tiene una madre loca y tiene "miedo a enamorarse". Vale, todos nos imaginamos que el film desembocará en un "dramedy" con romance... el problema es que ese relato no va surgiendo con delicia, sino que va vagando de manera borrosa y un tanto inaguantable (lo reconozco, casi me duermo).

No, "Ali" no es "Juno" ni "Amelie". ¿Quiere ser "Juno"?, ¿quiere ser "Amelie"?... probablemente. Pero si tanto lo quiere... ¿dónde se ha dejado entonces el sentido del humor con mayúsculas más cómplice e ingenioso? ¿por qué el metraje me mantiene con un rictus impasible de principio a fin? ¿por qué siento que la rutina de mi día a día es algo más emocionante, ingenioso, complejo y expectante que esto que estoy viendo (una película necesita algo más que reflejar en un espejo la rutina)? ¿por qué la trama se siente como una eterna presentación de personajes, que cae en la redundancia sin emocionantes e impresionantes novedades que nos entusiasmen o estremezcan un poco? ¿por qué la mayoría de sus diálogos son tan memos? ¿por qué el personajes principal (y el resto de personajes, todo hay que decirlo) es tan huero y poco poligonal? ¿por qué solo ofrece bordería y apatía hasta un extremo que lo hace irreal y fastidioso para con el espectador (que lo trata con distancia y nulo apego)? ¿hay que recordar que personajes como Juno tenían su bordería pero también otros matices?

En fin. Con un guión no solo olvidable sino desesperante, con una realización correcta pero lastrada por el descuidado sosiego de la trama, con un elenco con poco que hacer ante este material... desde luego "Ali" no consigue ser la versión cañi de "Juno", sino más bien la versión patria de "LOL". Una tontería poco recomendable.

Lo mejor: Verónica Forqué.
Lo peor: Algunos diálogos de tres o cuatro palabras.

No abundan demasiado las ocasiones en que, lejos del escenario teatral, se nos brinda la oportunidad de comprobar que, para Verónica Forqué, hay vida más allá de ese registro entrañable, bobalicón y fingidamente idiota que lleva repitiendo en multitud de comedias desde finales de los años 80. Ni de revindicar, de nuevo, que Nadia de Santiago continúa siendo uno de los valores jóvenes y (eternamente) emergentes más precariamente valorados en el cine nacional. A la descafeinada recepción cosechada por el cortometrajista Paco R. Baños en su debut -más allá de la zona de confort que son los festivales- le sucedió algo similar que a la carrera profesional de su protagonista principal, aún a la espera de ser tratada como mucho más que un rostro al que de vez en cuando reconocemos en series y productos juveniles con menor enjundia de lo que le corresponde. A Angy Fernández, aún siendo una actriz mucho más limitada que Santiago, diríase que le pasa tres cuartos de lo mismo.
Tampoco ayudó a que 'Ali' corriese mejor suerte en taquilla su tono marcadamente indie, un movimiento que, en lo puramente cinematográfico, cuenta con menor calado cuando se practica dentro de nuestras fronteras de lo que nos gustaría admitir. De otro modo puede que el debut de Paco R. Baños hubiera sorteado ese ostracismo comercial que, sin mecenazgo ni apoyo de las grandes cadenas de televisión privadas, suele condenar al olvido a obras con poca repercusión entre el público, nula distribución en salas y más que sobradas muestras de talento. Y así repetidas veces en ésta, nuestra industria. Así es nuestro cine español. Con sus virtudes y defectos.

La historia -con toques indies- del nuevo eterno adolescente de Paco R. Baños tiene buenas intenciones, protagonistas con gran magnetismo (Nadia de Santiago y Verónica Forqué) y atmósfera conseguida, pero su falta de insolencia en el relato -y situaciones expuestas- la convierten en una película en la que constantemente merodea la sensación de que algo falta.

Ojala todas las propuestas sean como esta, sin pretensiones, sencillas y con unas actuaciones bastantes decentes. La película comienza con alguna situación cómica sin ninguna gracia, pero según van avanzando los minutos esas situaciones son más ingeniosas e incluso te saca alguna sonrisa.
Estas situaciones cómicas se intentan mezclar con unos personajes cuya vida cotidiana vive situaciones dramáticas, siendo este el principal problema ya que esas situaciones son poco creíbles y en algún caso no están bien contadas. A nivel interpretativo destaca Nadia de Santiago, la joven actriz que realiza una interpretación muy comedida pero que al mismo tiempo transmite emoción e interviene en todos los grandes momentos cómicos que tienen el guión. El caso de Verónica Forqué, siendo una gran actriz hace una interpretación poco creíble y en algún caso muy exagerada en sus gestos, en un personaje que es ideal para una gran interpretación dramática, pero no lo consigue. Luis Marco está bastante bien, en un pequeño papel.
El final de la película me parece bastante mejorable, sobre todo porque hay algunos personajes cuya situación no queda del todo claro.
A nivel visual no hay nada que destacar, siendo una película claramente de guión y que no pretende otra cosa que hacernos pasar un rato agradable.