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Nace una estrella

Drama. Comedia Esther Blodgett, una ambiciosa e inteligente chica de pueblo, llega a Hollywood. En una fiesta en la que trabaja como camarera conoce a Norman Maine, un famoso actor en decadencia. Para sorpresa de Esther, Norman le ofrece un papel en una película y, tras realizar una prueba, el productor queda impresionado y decide convertirla en una estrella. Norman y Esther se casan, pero la felicidad se ve empañada por el declive del actor y el ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
4 de julio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una oscarizada historia del también director William A. Wellman escrita con Robert Carson, fue el punto de partida para esta súper-romántica, ejemplarizante y conmovedora película que, por sus muchos méritos, se sigue rehaciendo una y otra vez.

¿Y qué es lo que la hace tan significativa? Lo primero es que se ha extraído de la vida real muchas de las cosas que en ella suceden, y es posible encontrar trozos de la existencia de su protagonista, Janet Gaynor (el Oscar que le entregan, es la misma estatuilla que ella recibió cuando ganó el premio a Mejor Actriz en 1927, y durante esta ceremonia, su hermana le hizo un oso semejante al que, en el filme, le hace su marido; también fue Janet muy querida y altamente valorada por el público y los productores, y mucho se apreciaba su facilidad para representar a mujeres sinceras y de gran dulzura).

No es difícil suponer que, el personaje de Norman Maine, tiene mucho de John Barrymore, quien también fuera víctima del alcoholismo, en los rodajes padecía terribles lapsus de memoria, se volvió indisciplinado, y comenzó a padecer un triste ocaso donde hasta le ofrecían roles que recreaban su penosa vida privada. Y a todo esto, el mundo del estrellato queda muy bien visionado en ese proceso de convertir, a un ser humano convencional, en una imagen moldeada desde el nombre, con biografía inventada y figura totalmente acorde a los requerimientos del Estudio.

Y a esto, Wellman nos agrega una preciosa y conmovedora historia de amor, con el actor que, enamorado, ayuda a alcanzar el estrellato a la muchacha que hace su esposa, al tiempo que su propia carrera inicia un incontenible y deplorable declive. El filme desborda calidad humana, sentimientos muy profundos y generosos y resulta muy fácil amar a esos personajes que, en una misma casa, ven entrar el progreso y la decadencia.

El compromiso de la abuela Lettie con su nieta aspirante a actriz; la fidelidad que prodiga el productor Oliver Niles a quien ha sido su más famoso actor; y la amistad que sienten entre sí, Esther Blodgett y Daniel McGuire, son altamente apreciables, y en pleno, el filme emana calidad humana por todos los costados.

“HA NACIDO UNA ESTRELLA” es la suerte de filme que apunta directo al corazón y no tiene dificultad alguna en emocionarnos, en removernos sensaciones muy íntimas, y en hacernos comprender que, no se exagera cuando se dice que el ser humano es la criatura por excelencia.

Como Janet Gaynor, también Fredrich March resulta muy acertado, porque consigue materializar a esa suerte de personaje que tiene tantas cosas buenas, que no nos surge resistencia alguna para perdonarle sus ocasionales faltas. Como en tantos otros filmes, Adolphe Menjou (Niles) vuelve a ser ejemplo del amigo leal; y May Robson es la rígida pero amorosa abuela que nunca se olvida.

Entre otras cosas, tengo que decir que es aquí donde sentí la única falencia del filme, porque creo que hizo falta cuando menos una escena donde Esther-Vicki volviera a la casa paterna junto a su famoso marido, para agradecer a la abuela su incesante apoyo. La aparición de esta al final no alcanza el mismo resultado.

Para terminar, creo que resultó originalísimo ese arranque y ese cierre leyendo las líneas del guión. Jamás lo había visto, y es un justo y merecido homenaje a los guionistas que son quienes le insuflan el primer gran aliento a los personajes y a las historias que vemos en las películas.

Título para Latinoamérica: “NACE UNA ESTRELLA”
Luis Guillermo Cardona
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28 de diciembre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que esta película es una obra de arte. Dirigida magistralmente por William Wellman, uno de los grandes directores de todos los tiempos, y sí reconocido, pero no en todo. La película derrocha sensibilidad, sensatez y creo yo que dosis adecuadas de realismo.. Wellman,, me parece a mí que era un director bastante realista. Y dirige, y sabe lo que quiere perfectamente. Y en esta ocasión yo creo que se supera. Fredric March está sensacional, pero Janet Gaynor, rebosa ternura, belleza a raudales, sensibilidad y unos ojos y un rostro que rebosan expresión y están llenos de ternura. Aparte que aparece superguapa, y sin exagerar la belleza. Una obra de arte. Para mi muy superior a la de Cukor y por supuesto a la que realizó muchos años después Barbra Streisand. Muy recomendable.
Siemprefieles
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30 de agosto de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por William A. Wellman y producida por David O. Selznick en 1937, esta película conoció un magnífico remake en los años 50 bajo la dirección de George Cukor y protagonizada por James Mason y Judy Garland . De la versión de 1976 prefiero no acordarme .
La cinta está estructurada a partir de un guion a tres a cargo de Dorothy Parker , Alan Campbell y Robert Carson , en el que sobresale la participación de Dorothy Parker , sobre todo en la estructura de los personajes femeninos. No obstante la participación de estos tres guionistas no dispersa nunca el argumento . Se crea,por el contrario una sensación de unidad perfecta.
La película es un drama psicológico que habla de la condición humana, de los celos artísticos, de los sacrificios que conlleva la fama , del auge y la caída de una estrella pero sobre todo de la amistad .
Hay que destacar que Selznick le había encargado el proyecto a un todo terreno que rodó cine bélico , melodrama
y western, siendo la sobriedad y la concisión algunas de sus grandes virtudes . Estas características no nos deben llamar la atención,en el caso de Wellman, ya que el director se había iniciado en el cine mudo.
La fotografía a cargo de Howard Green es también merecedora de elogío , presentándonos la ciudad de Los Angeles con todo detalle . Sus colinas , sus luces y su amplitud . Hay que tener en cuenta que esta fue la primera vez que se fotografió la ciudad en color y que en 1937 rodar en color era sinónimo de tener que trabajar con un cuidado especial.
BUENA PELÍCULA
david
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28 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esther Victoria Blodgett es una joven rural de Dakota del Norte, donde vive junto a su padre, abuela y tía, que sueña con ser actriz en Hollywood, a pesar de que tanto su padre como su tía no hacen más que desanimarla ante tal empeño; pero será su abuela, una auténtica pionera, quien le dará el dinero necesario para emprender su aventura. Una vez allí, tras un tiempo difícil y con pocas expectativas no ya de triunfar, sino de trabajar tan siquiera de extra en una película, será en una fiesta ofrecida en uno de los estudios, donde ha conseguido un puesto de camarera, cuando conozca a la gran figura Norman Maine, un actor de gran fama que está comenzando a perjudicar su carrera por el alcohol, quien le conseguirá un papelito en un film al tiempo que comenzarán su idilio particular.

Primera versión, de las cuatro existentes, de 'Ha nacido una estrella', dirigida por William A. Wellman, con argumento propio y de Robert Carson, y guion del mismo Carson, Dorothy Parker (con el tiempo confesaría que aportó muy poco al guion) y Alan Campbell. Lo cierto es que 'A star is born' tiene un gran parecido con 'Hollywood al desnudo', dirigida por George Cukor en 1932, tan gran parecido que su productora RKO Pathé Pictures pensó en demandar a Szelnick International Pictures por plagio, algo que al final no se produjo.

Gran época del cine y, por supuesto, de Hollywood su absoluto exponente, donde las producciones de películas no paraban en ninguno de sus numerosos estudios; y con gran lujo, algo que vemos nítidamente en esta obra, pues no en vano, a pesar de estar ante un drama con tintes de comedia, estamos también en ese subgénero de cine dentro del cine y queda muy bien reflejado el de aquel tiempo.

Con un guion, además de brillante, redondo, en el que no hay aristas ni ningún cabo queda suelto; y con una dirección dotada de un ritmo vertiginoso, donde sus casi dos horas de metraje se pasan en un suspiro, la historia que se expone muestra varias cosas, todas ella importantes: se habla del clásico sueño americano (el llegar desde lo más bajo a lo más alto), por ello se habla de la ambición, de la determinación que hay que tener para lograr aquello que se anhela, de la disciplina que se necesita para alcanzarlo; y también de cómo hay factores que pueden destruir lo que tanto ha costado conseguir, como el alcoholismo en el caso de Norman. Y se habla de más cosas aún: de un amor inquebrantable, incondicional, el de Esther (Vicky con su nombre artístico) por su marido; y de varios aspectos del mundo cinematográfico de entonces: de la importancia del cine para la sociedad, todavía no le podía hacer daño la televisión; la del periodismo que se ocupaba de los actores, sobre todo, y de directores y productores como los personajes más relevantes que existían para ocupar la curiosidad de la gente..

En resumen, una joya proveniente de una era que, vista 83 años después de su rodaje, resulta tan impresionante como irrepetible.
Juan Ignacio
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22 de marzo de 2022
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Emotiva historia que ha tenido varias versiones. Este es la segunda, después de Hollywood al desnudo (George Cukor, 1932), que acabo de ver hace un mes y me gustó mucho.
Dos actores brillantes: Fredric March, para muchos el mejor actor del mundo, y Janet Gaynor, que no he cultivado mucho.
Un color excesivamente intenso -estamos hablando de 1937- lastra la película, que no se aprecia del todo bien. El sonido, sin embargo, se escucha bastante bien. Seguro que hay mejores copias de la cinta.
Es emotiva, simpática, llena de vida, pero se va volviendo amarga a lo largo del metraje. Y aunque es una historia muy conocida funciona perfectamente, incluso en estos días.
La sed de triunfo, las energías del comienzo de la vida, la lucha por progresar, por sobrevivir, por ser capaz de conseguir los sueños más importantes de la vida.
Directorazo inmenso Wellman, del que he visto 17 de 69 que tiene a su nombre. Un año de estos tengo tiene que ser el año Wellman, como este lo es el de Walsh y Melville, y como otros años anteriores fueron otros directores: Wyler, Polansky, etc.
ÁAD
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