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A sangre fría

Thriller. Drama Adaptación de la novela homónima de Truman Capote. Un honrado granjero de Kansas lleva una vida tranquila con su esposa y sus dos hijos. No puede sospechar ni remotamente que él y su familia van a ser asesinados por dos ex-presidiarios con las facultades mentales perturbadas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2006
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos años más tarde de la publicación de la novela homónima "In cold blood" (traducción literal del " A sangre fría" original), el guionista, cineasta e incluso productor norteamericano de origen ruso y semita, Richard Brooks, llevó a la gran pantalla esta sublime novela, pionera de un género que posteriormente se dió en llamar la "non fiction novel", dada la cruda descripción realista de unos hechos que desafortunadamente fueron verídicos...

Truman Capote acudió al lugar de los hechos y recopiló toda una serie de escritos en forma epistolar sobre los "motivos" de tan trágica y absurda acción...

Una magistral descripción de los caracteres y honduras psicológicas de unos personajes que a base de gruesas pinceladas acaban por resultarnos de sobra conocidos...

La obra de Brooks, sin llegar al estremecimiento, sobrecogimiento y frialdad que provoca la lectura de la pieza literaria original, no pierde comba en ningún momento al estar elegantemente secundada por los componentes del todo...

Buen ritmo narrativo, buena puesta en escena (incluso se rodó en los mismos lugares donde tuvieron lugar los acontecimientos...zonas de Garden City y Holcomb, así como la propia casa de los Clutter)...

Cuando la ví recientemente, tuve la impresión de un "deja vú" de lo más estremecedor...y es que aún recuerdo algunos de los fotogramas de el reciente biopic sobre la vida del díscolo y genial literato en la película de Bennett Miller, "Capote", con el transfondo de la creación de esta novela de por medio..., cuando Capote acudió al lugar de los hechos con la intuición de que algo novedoso podría sacar de aquella lúgubre y luctuosa historia, y dispuesto a plasmarlo por escrito con la ayuda, compañía y ánimo de su buena amiga Harper Lee, en aquellos tiempos premiada por su espléndida novela "Matar un ruiseñor"....Los momentos finales de aquella película del 2005 dan buena fé de lo que acabo de contar... Y sobre todo estremecedor por las sobrecogedores líneas originales de una obra ÚNICA...

...Como meterse de lleno en la personalidad de un asesino...

Brooks se vale del personaje de ficción, el periodista Jensen(Paul Stewart) para suplantar la persona de Capote, y así mismo y como dice alguna que otra crítica de este foro, obvia relatar algunos de los aspectos más escabrosos de la novela...

Con una fotografía en blanco y negro bastante meritoria y reseñable a cargo de Conrad Hall ("American Beauty" ó "Camino a la perdición"), y una intrigante y también estremecedora banda sonora a cargo de Quincy Jones, la adaptación cinematográfica por parte del propio Brooks, da como resultado esta estupenda obra...tal vez calificada como "non fiction film"...

S O B R E C O G E D O R A.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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4 de enero de 2010
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mataron por nada”... “Fue un asesinato sin razón”... “Son asesinos por naturaleza”... “Es absurdo asesinar a una familia entera por 31 dólares, una radio y unos binoculares”… Frases como éstas, se gritan con dureza y a veces acaloradamente cada que alguien considerado bueno muere de forma violenta. También se pronuncian en este brillante filme, basado en el excelente libro de Truman Capote y dirigido magistralmente por Richard Brooks.

Pero, uno de los policías que investiga el asesinato de la familia Clutter (padre, madre, hijo e hija), hace el comentario absolutamente necesario en estos casos: “El misterio no es el homicidio sino el motivo por el cual lo cometieron”. Entran entonces, Capote con sus letras profundas y Brooks con su impecable dirección, a terciar por los motivos que llevaron a Perry Smith y a Dick Hickock a cometer semejante descalabro.

Los argumentos son desmenuzados de manera contundente y la historia se intercala entre los desbordantes hechos del ahora y las vivencias que tuvieron los chicos desde su infancia que, día a día, fueron dejando cicatrices y odio en sus corazones. Porque, ¡nadie, absolutamente nadie, mata de manera gratuita! La razón del último instante puede ser inocua y las víctimas pueden ser elegidas al azar, pero, no es ésta la verdadera razón, ni es a esos seres escogidos a los que se quiere matar, simplemente se desborda el odio, se saca la rabia y se libera el miedo que te viene atenazando desde mucho tiempo atrás… y la ocasión puede ser cualquiera.

Tan pronto supo del insuceso, en compañía de Harper Lee -la célebre autora de “Matar a un Ruiseñor”-, Truman Capote inició la investigación de este sonado caso, ocurrido en Holcomb, Kansas, en 1959. Sus entrevistas incluyeron a la policía, a decenas de habitantes del pueblo e incluso a los condenados Perry y Dick, de quienes consiguió, tras repetidas visitas, que le depositaran su confianza.

Especie de novela-reportaje, o novela testimonial como la llamó su autor -referente esencial para lo que luego sería el nuevo periodismo americano-, “A Sangre Fría” se convirtió en un bestseller que se publicó en casi todo el planeta. Pero, decepcionado de la sociedad que ahora conocía mejor que nunca, Capote se entregó al alcohol y a las drogas, e inició así una lenta autodestrucción que lo llevaría a la muerte por sobredosis, el 25 de agosto de 1984.

“A SANGRE FRÍA”, es un perfecto alegato contra la pena de muerte, tan inhumana y tan in cold blood como los actos de aquellos que asesinan a gente inocente. Una obra literaria y cinematográfica, que debería ser estudiada rigurosamente en las facultades de derecho y en las escuelas de policía, porque, lo que la justicia humana viene necesitando desde hace rato, es conciencia y misericordia. Sólo así, pasaremos algún día de la venganza a la verdadera justicia, porque el homicidio es doloroso, pero, quizás sean más dolorosas las razones que llevan a los hombres a matar.
Luis Guillermo Cardona
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5 de septiembre de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
“No importa el crimen, importan los motivos”. La frase es del agente Alvin Dewey (John Forsythe), pero no hay duda de que es en esas palabras donde hay que buscar la premisa que guió tanto a Truman Capote a la hora de escribir su más célebre novela como a Richard Brooks a la hora de dirigir su adaptación a la gran pantalla. Ambos dispusieron para ello de sus propias armas.
(Y lanzo ahora al aire unas preguntitas inocentes: ¿hasta qué punto tienen los puristas devotos de la obra escrita el derecho de poner el grito en el cielo cada vez que el director invariablemente perverso, superficial e insensible de turno violenta, subvierte o desvirtúa sus libros de cabecera? ¿No seremos los pervertidos los lectores, que no aceptamos sino una única y definitiva lectura -la nuestra- de una obra literaria? ¿No sería más justo juzgar una película por lo que realmente ofrece, por sus valores cinematográficos intrínsecos, que por aquello que, como intérpretes se ve que exclusivos de la obra de la cual procede, nos arrogamos el derecho de exigir que debería haber sido? ¿Tan sagrada es la letra escrita, tan bajo y mezquino es el lenguaje cinematográfico?)
Pero volvamos. Cada cual dispuso de sus propias armas, decíamos. Capote eligió una prosa concisa y desnuda de todo artificio y un tono desapasionado y casi documental para narrar el asesinato de la familia Clutter y la caótica carrera hacia ninguna parte de sus dos autores, en cuya psique hurga con un afilado bisturí en busca de un móvil que aclare lo inexplicable.
Brooks, por su parte, emplea una larga lista de recursos que, milimétricamente dispuestos y combinados, logran ofrecer al espectador un desasosegante y perturbador retrato de dos individuos que, por sí mismos, no serían sino dos infelices más tirados en la cuneta del Gran Sueño Americano, pero que el uno en compañía del otro se convierten en una potencial máquina de matar: un ingenioso y dinámico montaje de planos encaballados, inteligentemente subrayados por la música cortante y sincopada de Quincy Jones, una fotografía tan descarnada y violenta como la historia que cuenta la película, un sabio uso de la luz y la oscuridad que alcanza su momento cumbre en la narración del asesinato, contado entre ráfagas y fogonazos visuales mucho más escalofriantes que los litros de sangre que otros malgastarían para ello, una serie de “flashbacks” disueltos y no intercalados en la acción, que no sólo iluminan los rincones más oscuros de la personalidad de Perry Smith, excelentemente interpretado por Robert Blake (hey, ¿es que soy el único que recuerda “Baretta”?), de largo el más interesante y turbador de los dos asesinos, sino que ilustran el mundo intermedio entre la realidad y la fantasía en que vive éste, un ser lisiado y abandonado a sus suerte, atrapado en el corazón de América, entre un mundo sórdido que no le ofrece expectativa alguna y los más absurdos sueños: triunfar como cantante en Las Vegas, encontrar el tesoro hundido del capitán Cortés.
Normelvis Bates
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17 de junio de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desgarradora. No es fría, es neutral que es algo muy diferente. Y si lo es así es porque más allá del bien y el mal está lo necesario. Y lo necesario es que al verla sientas y veas a todos los personajes por igual, los comprendas y veas el origen de todo. No a unos simples malísimos a los que has de odiar sin más, sino a unas personas que en un caso particular aunque tienen corazón, no pueden soportar las marcas del pasado.

Me conmovió la infancia de Perry, aquel criminal con pinta de Elvis de garaje. También cuando recogen botellas junto al chico que pide aventón para él y su abuelo. El momento de recordar el crimen es justo en ese punto para que conozcamos cómo se llega a el mismo, desarrollemos sentimientos con respecto a los asesinos y enfrentarnos al desenlace bajo otra perspectiva.

Minuciosamente están estudiados los detalles de la descripción. Hay retazos de road movie, pero para nada en el usual tono festivo. "A sangre fría" es impasible pero incisiva. No es cálida, es desoladora. La estructura del crimen está descrita en varias fases como la traumática, los preparativos y el impulso criminal. No se pudo hacer una mejor película con respeto al crimen retratado que esta. Tiene mérito hacer una caracterización de los personajes y hechos de la manera escrupulosa en que es hecha.

Me estremece el final, la última y aterradora escena, con el efecto de sonido y luego el fundido en negro...un campo yermo se vislumbra en su conciencia.
phantomas
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12 de diciembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película básica del cine negro, con técnicas modernistas en el inicio sobre un ritmo de jazz, cuando la percusión en solitario no se impone, que atrae el interés del espectador ávido de historias policiales con el fondo psicológico que conllevan.
La historia real del asesinato de una familia que Truman Capote noveló con éxito nos es desmenuzada brillantemente en parte gracias al fabuloso actor Robert Blake.
Blake fue actor desde niño. A parte de este film, destacaría otro suyo a tener en cuenta: La piel en el asfalto (donde hace de poli). Película por desgracia oculta en el tiempo pero que sin lugar a dudas es una de esas creaciones del cine que sin llegar al ponderado título de Obra de arte resulta melancólica e inolvidable.
Blake se hizo famoso sobre todo por su serie televisiva Baretta, en la que hacia del poli protagonista que utilizaba el recurso del disfraz para engañar y conseguir así las pruebas del delito de los criminales de turno.

Finalmente en A sangre fría el aspecto psicológico se impone. La violencia es tratada superficialmente para no implicarnos en aspectos sórdidos, pero las secuencias de los crímines aún sin ser explícitas calan de una forma total con ese vientecillo que corre por la casa, ululando persistente dando fuerza al aislamiento del mundo que sufren las víctimas.
Las razones de las personalidades viciadas de los perseguidos por la Ley las conocemos con secuencias intercaladas de la niñez de ambos, sobre todo la de Blake, y nos convencen como si fueran las mismas palabras del fiscal, que convence al jurado con determinación.
Es importante resaltar (la otra consideración) el analísis psiquiátrico cuando proclama que ambos, por separado, no habrían cometido los asesinatos, pero juntos crearon una tercera persona que les empujaba a ello.
Dos últimos apuntes: Impresionante el relato del padre de Perry que hace a los policías recordando con tristeza y la mirada en el pasado lo mucho que le quiso su hijo cuando era un niño, que le buscaba en la noche y le abrazaba con... sus bracitos.
Y conmovedor final. Pero aún más que conmovedora la pregunta sin respuesta del reo en su momento final: "Quisiera pedir perdón, pero... ¿a quién? ¿A quién?"
floïd blue
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