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Foxy Brown

Acción. Thriller Foxy Brown (Pam Grier) ha encontrado su alma gemela en un investigador de la brigada de narcóticos que trabaja de incógnito. Pero cuando le matan de forma brutal, jura vengarse de la mafia responsable de su asesinato. Haciéndose pasar por una call-girl para acceder al círculo mafioso, Foxy descubre hasta qué punto se ha extendido la corrupción e inicia una guerra a muerte para combatirla... (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de la mítica American International Pictures que rentaba bien sus películas de bajo presupuesto y dirigida por el mago de la blaxploitation, películas donde los negros eran buenos y justos y os blancos malos y corruptos, Jack Hill. Curiosamente Jack Hill era blanco. La banda sonora también la firma la Motown por lo que es una película que buscaba precisamente un público de color.

En esta peli no solo cambia los roles típicos de razas que solía haber en las películas, sino que también en género aquí tenemos heroína y villana. Y la heroína es Foxy, un personaje con tanto carisma que años más tarde sería homenajeado por Tarantino.

La película nos muestra una venganza ejecutada por Foxy Brown contra los traficantes que le produjeron una gran pérdida y pra ejecutar esa venganza estará dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias. Para llegar a ella usará su mejor arma que es su sexualidad.

La película es una serie B en toda regla y algunas escenas de lucha resultas risibles, pero funciona muy bien y es un gustazo verla. Es una película que hay que ver.
RupertPupkin
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10 de septiembre de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año después de la rompedora “Coffy 1973”, la AIP de Samuel Z. Arkoff, Jack Hill en la dirección y guion y Pam Grier encarnando a otra vengativa mujer de armas tomar, se vuelven a reunir para darnos más de lo mismo, otra entretenida y divertida blaxploitation (en principio estaba previsto que fuera una secuela de “Coffy” con el título “Burn, Coffy, Burn”, pero dado los 17 días que tenían para rodarla y la ausencia de guion, se descolgaron con esta que nos ocupa) que a día de hoy y si nadie dice lo contrario, junto a las dos de la más cosmopolita Cleopatra Jones (Tamara Dobson) son las referencias en este subgénero (todas rodadas entre 1973 y 1975, años en los que tuvieron su boom y decadencia).
Durante el primer tramo de metraje y presentación, conocemos primero a su hermano Link (Antonio Fargas, el chivato de Starsky & Hutch, tan perro y chota como de costumbre), un camello y delincuente de tres al cuarto, al que en las escenas iníciales vemos cuando unos mafiosos iban a por el por el impago de una deuda de 20.000 dólares y Foxy le saca del apuro llevándose por delante con su Dodge Charger del 72 a los 2 tipos (a uno lo lleva adherido al capo hasta el muelle, donde lo arroja al rio), a los mafiosos burlados al frente de los cuales esta Kathryn Loder (Katherine Wall) y a su novio Dalton (Terry Carter), un policía de incognito que debido a que la mafia le busca para matarle se ha hecho una operación de cirugía estética a cargo del gobierno y ahora pasea del brazo de Foxy con el nombre de Mike.
Hasta aquí tenemos un film que pese a habernos regalado un par de desnudillos de Pam Grier y alguna que otra escenilla resultona (impagable ver a Foxy desenfundar y enfundar la pistola en la parte superior izquierda de la copa de su sujetador) no pinta tan bien como su “Coffy”, pero, ¡ahí amigo!, los mafiosos localizan y matan a su querido Mike en la puerta de su casa, el cual exhala el último suspiro en sus brazos y ya tenemos montado el lio del montepío con Foxy en plan salvaje y desatado buscando venganza.
A partir de aquí tenemos una muy entretenida y a ratos salvaje (los últimos 10 minutos son de brillante y truculenta traca) historia de venganzas, sazonada con sus escotazos, desnudos y su poquito de gore, con una banda sonora de campanillas a cargo de nada más y nada menos que el gran Willie Hutch y en la que aparte de una sensual y guapísima Pam Grier que esta que se sale (como de costumbre), podemos ver a una también seductora Juanita Brown como una suripanta amiga de Foxy y a Sid Haig en un breve papel de piloto de avioneta traficante de droga que es usado por Foxy para su vengaba.
tiznao
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11 de octubre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A continuación una simple receta para conseguir un sabroso y totalmente disfrutable "Blaxplotation" (¡¡Atención contiene posibles SPOILERS!!):

- Un macarra, chulo de barrio, hermano de la protagonista y a la postre traidor a su causa por el trapicheo con la droga.
- Un novio a lo "Soldado Desconocido" con un nuevo rostro, mártir de la cinta.
- Un lupanar oculto como una agencia exclusiva de modelos con una arpía manejando los hilos.
- El muñeco sexual de la anterior y jefe del cotarro narcótico.
- La sensual Juanita Brown como Claudia, chica de compañía y madre coraje.
- Escena sobre penes a costa del blanquito de turno.
- Una pelea al más puro estilo camionero en un bar de lesbianas (o camioneras lesbianas).
- Los Panteras Negras impartiendo justicia en el barrio.
- El avión reparte droga.
- Unos tintes de gore por aquí, unos disparos por allá, todo espolvoreado con grandes dosis de violencia.
- Un final apoteósico con eunuco de por medio.
- Como ingrediente principal una voluptuosa, sexy y siempre explosiva Pam Grier en su momento de máximo esplendor, regalando actitud y frases molonas a lo largo de su metraje
.
Deliciosa.
Luke_Cage
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12 de diciembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda la película mas icónica y famosa del género Blaxploitation.

Pam Grier da vida a esta amazona urbana que es Foxy Brown con toda la presencia, energía y carisma que requiere para convertirlo en un personaje ya mítico dentro del cine.

La película posee esa encantadora y nostalgica estética setentera en la que predominan los pantalones acampanados y pelos afros, tan característicos del género y de la época y una adecuada banda sonora a cargo de Willie Hutch.

También es notable su buena fotografía y está bien ambientada, aunque no es tan marginal y oscura como otras producciones del género.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mefisto
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19 de junio de 2017
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Reza la leyenda: "Cuando Foxy Brown viene a la ciudad todos los hermanos se mueven...porque ella sí que puede aplastarlos".
Es la fuerza de un tifón negro con más agallas que cualquiera. Poderosa, fascinante, sexy, una revolución y todo cae bajo sus pies.

Y uno se imagina un cine cualquiera del Harlem de los '70 con un enorme cartel en la fachada mostrando esa imagen resplandeciente de Pamela Suzette Grier con pantalones amarillos, el distintivo peinado "afro", una escopeta bien agarrada y sólo un sostén rosa; es la imagen, la de "Coffy", de un instante específico en la Historia del cine norteamericano. Los ridículos movimientos femeninos actuales creen que plantean algo innovador, creyendo sus integrantes que hace cinco décadas las mujeres iban con cadenas al cuello; las cadenas las lanzaba la diosa negra que nos atañe aquí y atravesaba cinco estómagos de golpe.
Y aún sabía mantenerse muy femenina y segura. Hoy ese sentimiento ni existe, hoy los individuos se esconden tras grandes colectivos famosos gracias a la "mass media". Grier y sus álter-egos eran únicos, y Jack Hill fue inteligente al pensar en capitalizar la rabiosa sinceridad y fuerza que ella desprendía; después del trampolín al éxito de "Coffy" los señores de A.I.P. reconocieron el filón de aquella fórmula de intriga callejera preñada de desnudos, drogas, corrupción y ultraviolencia, y si bien no estaban en buenos términos con el director le ofrecieron una secuela de las aventuras de la enfermera-vigilante, luego desechada y transformada en heroína original.

"Have no fear, Pam Grier is here...as Foxy!". Buena distinción para no esconder lo evidente, y es que este personaje no representa ninguna diferencia con la Flower Coffin anterior de no ser por lo oculto de su empleo, que jamás sabremos. Pero surge de su costilla y es el hueso más duro; la escena inicial en plena calle y de noche ya nos pone en la situación de una mujer que se arriesga para salvar a su hermano. Unos matones le seguían y los policías que por allí andaban, cómo no, se desentienden del asunto. Foxy arrasa con ellos y esto desata una venganza.
Venganza que deriva en muchas. El espíritu combativo de la protagonista lo deja claro: has de luchar con las mismas armas que emplean para matarte (por supuesto es el espíritu de Grier, a quien intentaron violar en grupo a los 18 y también a los 20 años). Hill quería mostrar en el mundo de Foxy cómo la corrupción gana en cualquier esquina de la sociedad: corrupción de drogas, de violencia, de sexo, de traición, en los altos cargos, en la burocracia. A él y a su colega Roger Corman les encantaba esta Norteamérica podrida, sin sutilezas, y por los poros de "Foxy Brown" sale la corrupción a borbotones, ejemplificada en grupos blancos que ostentan el poder.

Uno de los detalles del llamado "blaxploitation" era esta sociedad donde al parecer sólo los blancos son culpables de sus males; los de A.I.P. no plantean reivindicación, más bien un racismo ingenuo que irrita. En los grandes policíacos americanos de la época los negros llevan las de perder, pero también aparecían combatiendo el crimen (el compañero de Callahan en "Magnum Force"), aquí sólo un hombre negro resulta ser un traficante que merece ser quitado de enmedio, y si el hermano subnormal de Foxy es un traidor, según él, es por el lujo ganado sin esfuerzo que otros poseen (¿la supremacía norteamericana blanca, tal vez?).
Es el imperio que la heroína, a base de engaño y fuerza bruta, quiere hacer desaparecer después del asesinato de su novio (un policía del F.B.I.) a manos de los mismos que perseguían a su hermano; quiere, como ella afirmará más tarde, justicia, o equilibrar la balanza hacia su "pueblo" (a través de la venganza, o a la inversa, nunca se sabe). Tal vez lo más curioso de este retrato áspero, crudo y "kitsch" del mundo de la prostitución y el tráfico de drogas es que el jefe de los villanos sea una mujer (blanca, ¡sorpresa!) y con pintas de "hippie" de comuna que ha adquirido poder por medio de los bajos fondos (esta villana, Kathryn Wall, merece una historia para ella sola).

Y al estilo de las amazonas descontroladas de Russ Meyer o las vándalas callejeras de la saga japonesa "Stray Cat Rock" y derivadas (Grier no fue la primera, llegó cuando todas ellas ya habían mostrado lo duras que pueden ser las mujeres si atentan contra sus vidas o las de sus seres queridos), nuestra querida Grier, aunque las maniobras del argumento en que se integra son un tanto irregulares, conseguirá zafarse de situaciones de violencia "incómodas" para los estándares actuales y propinar una soberana patada en los cojones de las altas esferas, y Hill no escatima en ofrecer toda la violencia posible.
Puede que sólo se ejerza contra blancos, pero a estas alturas te han puesto tan de parte de la maltratada, azotada, violada y humillada protagonista (y por mucho desnudo que haya, las agresiones sexuales nunca están sexualizadas) que un reproche a la visión unidireccional de la película es algo estúpido. No se puede sino aplaudir su actitud femenina arrolladora en su decisión de castrar al amante de la jefa, uno de los momentos más memorables de este subgénero que, por raro que parezca, recibió muchas opiniones negativas, sobre todo de críticos negros que denunciaban los terribles estereotipos presentados aquí. Pero la respuesta de Grier fue tajante: "No nos inventamos nada, ¡estas cosas las sacamos de la calle!".

Corriendo, entre bares, en callejones, en coche, ¡incluso en avioneta! (eso me gustaría que me lo explicasen...), Foxy, como Coffy, es imagen icónica de una justicia oculta contra fuerzas opresivas ocultas. Contra lesbianas agresivas también.
Los siguientes papeles de la actriz, que empezaban a repetirse, no irradiarían tal fuerza bruta ni carisma hipnótico, tanto más cuanto que ya no estaría dirigida por Hill. Y esa introducción, colorida, psicodélica y "funky", parodiando el estilo Bond, y cantada por el gran Willie Hutch, es desde luego inolvidable.
Chris Jiménez
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