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El tercer secreto

Intriga. Drama. Cine negro Al doctor Leo Whiset, famoso psicólogo, lo halla agonizante su sirvienta; unos instantes después, muere pronunciando frases sin sentido. La policía cree que se trata de un suicidio y el caso se cierra. El periodista de televisión Alex Stedman (Stephen Boyd) paciente de Whiset, recibe la visita de Katie (Pamela Franklin), la hija de catorce años del psicólogo, la cual está absolutamente convencida de que su padre no se suicidó, sino que ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
4 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejé dicho que posiblemente pronto volvería a este Ojo Cosmológico, apenas hubiera visto, decía, El tercer secreto, de Charles Crichton, en cuyo visionado me metí al día siguiente de haber quedado fascinado por su felicísima y vital Hue and cry. Pues heme aquí, rendido fervorosamente al arte de Crichton en una película que, de haberla firmado Hitchcock, hoy nos parecería una de sus obras maestras. La fotografía de Douglas Slocombe, autor de la de El sirviente, de Losey, ha contribuido no poco a convertir la película en un espectacular juego de claroscuros que, en los innumerables planos antológicos que se suman en la película, le confieren un atmósfera más propia del cine negro tradicional que del thriller psicológico, subgénero que Crichton engrandece hasta conseguir una obra que va más allá del tema psiquiátrico para entrar de lleno en una visión desoladora de las personas atormentadas por su inestabilidad emocional y psicológica. La trama es tan sencilla como dinámica: un psiquiatra es asesinado, muere en brazos de la sirvienta que entra como cada mañana para cumplir con su jornada laboral, y pide que no se culpe a nadie de su muerte, que él es el único culpable de su muerte. La noticia impresiona a un periodista de investigación y paciente suyo, quien entra en contacto con la hija del psiquiatra a partir de su visita a la tía que acoge a la sobrina temporalmente. La niña, una interpretación literalmente antológica de Pamela Franklin, cuya naturalidad y capacidad para los múltiples cambios de registro que tiene el personaje la revelan como una actriz de mucho mérito –como luego demostró sobradamente en The Prime of Miss Jean Brodie, de Ronald Neame , se presenta un día en el set de televisión donde trabaja el periodista y le pide que investigue quién mató a su padre, porque ella está convencida de que fue asesinado, algo de lo que no tarda en convencerse el periodista, para quien el hecho de que el psiquiatra se suicidara lo vive como una contradicción insuperable y casi como una traición, como una estafa. Stephen Boyd, el inolvidable Mesala de Ben-Hur y el protagonista de la imaginativa Viaje Alucinante, de Fleischer, entre otras, aunque nunca citado por esta película en la que ofrece un recital interpretativo que bastaría para consagrar a cualquiera, con unos registros de voz tan seductores que es imposible no rendirse a la evidencia de su altísima categoría interpretativa. Para mí, desde hoy que he acabado de verla, esta actuación de Boyd figurará al lado de tantas otras como las de Bogarde, O’Toole, Hayden, Bogart y tantos otros a quienes hemos admirado siempre. Su presencia y su voz son impescindibles para darle al misterio el cuerpo de una aventura casi metafísica, más aún cuando tiene réplicas tan espectaculares como la de actores como Attenborough o actrices tan impactantes como una Diane Cilento que casi se lo merienda en un duelo interpretativo maravilloso. Gracias a la lista de los últimos pacientes que le da la hija, la película se estructura como una investigación detectivesca en el curso de la cual no solo el periodista de investigación elucida quién puede haber sido el asesino o la asesina del psiquiatra, sino también el alcance de sus propias carencias y disfunciones emocionales. En ese sentido, la escena postcoitum con Cilento, en el apartamento de ésta, tras haberse representado una pesadilla del protagonista con unas imágenes y una música logradísimas, en el curso del cual el protagonista menciona el nombre del psiquiatra de ambos, lo que revela a la mujer la verdadera naturaleza del acercamiento del periodista, es de una calidad extraordinaria. El periodista, agitado y afiebrado, despierta y no halla a la mujer a su lado; ésta está en la sala contigua, en la cocina, junto a una ventana que da a la ciudad, al Londres nocturno, pero el encuadre de la cocina nos ofrece una tabla de afilados cuchillos en la pared, en primer término, y al fondo, en la penumbra, la mujer en camisón.
Es evidente que no puedo desvelar el desenlace, porque realmente es de los que sorprenden al espectador para bien, pero encarezco a los escasos lectores de este Ojo Cosmológico que se apresuren a verla y a confirmarme o desmentirme este elogio hiperbólico que hago de la película. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que uno de los motores que mueven a la hija es el hecho de que si no se demuestra que el padre fue asesinado, ella no cobrará el dinero del seguro que le permitirá seguir disfrutando de su casa, de la casa familiar, lo cual compromete al protagonista moralmente, una casa, por cierto, contigua a la del arquitecto Horace Walpole, como le revela la hija al periodista. En el título de la crítica he incluido el vínculo a través del cual puede verse en YouTube, que es como he tenido acceso a ella. Aunque me pasaré por mi videoteca de segunda mano para buscarla en CD y verla en la pantalla grande del salón. Estoy convencido de que si la estrenaran en salas comerciales, se convertiría en el éxito del año. Dicho y a ello: escribiré a los Cines Meliès, a ver si consigo que me hagan caso y la proyecten como se debe, con todos los honores que merece este peliculón que, como tantos otros, supongo, vive el sueño injusto del olvido. Está claro que me he convertido en un Crichtónfilo…
Juan Poz
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4 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intriga debe servirse en la dosis adecuada, C. Crichton lo sabe y además posee la habilidad para suministrarla en su justa medida.
Y también sabe combinarla con una trama psicológica compleja, sabe resucitar el doble rostro del doctor Jekyll y sabe estructurar todo un desarrollo argumental con coherencia a partir de un tenue impulso apenas perceptible que termina convirtiéndose en un torbellino.
Y aunque el guión sugiere un remanso para que el diálogo aflore, ya no existe manera de detener la tromba que lo arrastra todo.
Excelente película que versa sobre el lado amargo de la vida y que ofrece un magnífico trabajo cinematográfico junto a una interpretación sobresaliente -y sorprendente- de P. Franklin.
ABSENTA
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6 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues buscando un thriller me topé con este título, despues de ir rebotando de una película a otra y, creo que es el mejor criterio, viendo que tenía buena puntuación pero solo por parte de los usuarios, sin críticas engañosas o al antojo de ánimo del crítico según el día que le coja, me llevé una muy grata sorpresa: película seria, bien interpretada, entretenida y gran final, qué más se puede pedir.

Pues lo dicho, las interpretaciones me parecen todas más que correctas, muy buenas la de los papeles principales, que te llevan en una historia que, aunque el final te lo puedes ir imaginando, tiene muchos aspectos admirables en cuanto a guión y diferentes personajes que se presentan. Esto hace que te metas de lleno en la historia y la sigas de manera interesada y expectante, mostrando por momentos situaciones conmovedoras y crueles, donde aparece el ser humano con sus debilidades y sus abyecciones.

Entre las actuaciones reseñables y como personaje atrayente; por lo que cuenta, por lo que siente y por lo que hace, me encanta Diane Cilento como una mujer con problemas para vivir en sociedad y la que ha dejado de creer que existan buenas personas en este mundo. Sentimiento y personalidad que, aún presentándose como una mente enferma no deja de ser un sentimiento con el cual mucha gente puede verse identificado.

En definitiva, me la apunto como gran sorpresa.
Pancontocino
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31 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The third secret, El tercer secreto, estupenda película británica de Charles Crichton de 1964.
Película de secretos, frases escritas en muros y mucha psicología.
La narración de Crichton es adecuada en todo momento, sin artificios ni excesos. Es reconfortante que en una película que está pidiendo a gritos primeros planos y escenas de tensión, el director responsable de algunas series míticas de televisión como Espacio 1999, Los vengadores o El regreso del Santo, entre otras, aguanta perfectamente la "tentación" y nos permite seguir la turbulenta historia que narra sin sobresaltos, centrándose en los certeros diálogos de los personajes, el desarrollo ordenado de la trama y una fotografía bellísima en blanco y negro.

Sería imperdonable hacer spoilers de esta película. Obviamente, yo no lo haré.
Tan solo es permisible hablar de los supuestos dos primeros secretos y centrarse en ver la película hasta el final para conocer el tercero. En realidad hay una doble respuesta a este misterio porque se trata no solo de averiguar cuál es dicho tercer secreto sino también describir su naturaleza semántica. Ambas cosas son importantes.
Pero seré generoso y ni siquiera describiré en qué consisten los dos primeros. Así, quien no conozca la película, tendrá un valor añadido a su curiosidad.

Stephen Boyd, el eterno Messala del Ben-Hur de William Wyler (1959) y conocido también por otras películas de agradable recuerdo como Viaje alucinante (Richard Flesicher, 1966) o La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964) entre otras, tiene aquí un papel que es todo un caramelo para cualquier actor, el del periodista televisivo Alex Stedman, al que Boyd da vida con esmero y respeto por el personaje. En mi modesta opinión, es su mejor papel, al menos de las películas que he visto de Boyd.

En el argumento es evidente que el supuesto suicidio del psiquiatra no es tal y que ha sido asesinado. No estoy descubriendo nada que ningún espectador no deduzca de inmediato. De ser un suicidio, sencillamente no tendría sentido hacer una película. Es simple.
Se trata, por tanto, de averiguar quién o quiénes son los asesinos, no al estilo de las películas de Agatha Christie o Sherlock Holmes donde siempre jugamos a adivinar, jugando (insisto), los dos factores clave: quién es el autor escondido y el móvil del crimen, sino la personalidad completa de cada uno de los personajes principales de la película que son a cada cual más confusos y opacos por más que hablen y vayan descubriendo los tres secretos.

Aparte de Alex, el otro gran personaje es por supuesto la niña, Katie, interpretada por Pamela Franklin. Niña, madura muy por encima de sus posibilidades que genera una cierta incomodidad al espectador con su doble relación con Stedman que se convierte en el padre que ella ha perdido (él también perdió a una hija) y al mismo tiempo una especie de pareja sentimental contra natura.

Es la niña quien convence a Alex de que su padre fue asesinado y tendrá que investigar detectivescamente a los pacientes del doctor Leo Whiset, todos naturalmente enfermos psíquicos, para averiguar posibles razones y culpables. Eso deviene en una investigación áspera pero fascinante para el espectador, mezclada en el relato con el resto de personajes que poco ayudan y más bien estorban o despistan, complicando todavía más la hiriente búsqueda, como el tío de Katie o la propia policía que cierra el caso desde el primer momento aceptando sin más el suicidio.

Muy recomendable.
Luth
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9 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una bellísima cinta de intriga, o de misterio, que nada tiene que ver con las de Agatha Christie ni con las de Sir Alfred Hitchcock. Esta película es otra cosa. No va de detectives ingeniosos ni de magos del suspense sino de poetas del cine. Una atmósfera de lirismo la envuelve de principio a fin, aun cuando la trama no deja de tener escenas muy duras.
A quien no le gusten mucho los temas psiquiátricos, o a quien no sea admirador incondicional de esa gran actriz niña/adolescente que fue Pamela Franklin, quizá sólo le parecerá una buena película, sin más, con un guion interesante, con un elenco de actores muy considerable y con una fotografía hermosa: lo cual, desde luego, no sería poco. Pero a quienes nos conmueven los dramas y abismos de la patología mental y a quienes nos apasionan esas criaturas cuya belleza se sitúa en la frontera donde lo angelical apunta ya a lo siniestro, esta se nos antojará "nuestra" película.
No diré obra maestra, diré simplemente: cine inglés de la mejor ley. Y cine casi virgen para los amantes de las rarezas y de lo no trillado.
Cenizales
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