Juego de traiciones

Las distribuidoras españolas se lucen de vez en cuando traduciendo los títulos originales. En este caso tratan incluso de engañar a los espectadores, pues "Caza a la espía" no refleja nada en absoluto lo que nos encontramos en esta película.
Se trata de una nueva denuncia, basada en datos y personajes reales, de que no había armas de destrucción masiva en Irak. Fue una guerra basada en mentiras e intereses. Esto no debería sorprender a alguien mínimamente despierto, pues se podía deducir incluso de los informativos (que ya es decir mucho).
Naomi Watts y Sean Penn trabajan para los servicios de espionaje, y se dan cuenta de que todo el tinglado que se está montando no tiene visos reales ningunos, pero fuerzas muy poderosas ignoran esto para desplegar una guerra que interesaba.
La película es básicamente diálogo de oficina y política. Aquí no hay ni investigación de campo y ni muchon menos la más mínima acción. Solo emociona un poco más cuando los protagonistas empiezan a ver cómo todo esto afecta a sus vidas. Ello da pie a alguna otra escena en la que Sean Penn se puede lucir un poquito, pero poco más. El gran actor da rienda suelta a su carácter reivindicativo y antisistema que tiene fuera de la pantalla, pero no tanto a sus dotes interpretativas.
El film está lejos de "Green zone", por poner otro ejemplo similar, tanto en calidad como en entretenimiento.
Realmente, hay que reconocer que es bastante aburrida incluso para estar tratando un tema tan interesante. Se hace larga y es pesada. No digo que sea mala, sino que hay que verla como un thriller político y desde luego ni es para verla con sueño ni tampoco para repetir.

Al margen de sus posibles valores de denuncia (que bueno, denunciar cuando en el poder ya está otro, y "del otro bando", no sólo no es arriesgado, sino que sirve para ganarse la simpatía de los "chachi-guais" de turno, o sea que podría considerarse hasta oportunista. Más valor tendría como denuncia genérica de lo que el poder hace con su idem y la facilidad con que la población y otros "poderes" de menor rango, se pliega a él. Pero la película particulariza demasiado para poder extraer de ello una reflexión global, en mi opinión. Deja claro que es un caso particular e insiste muchísimo en ello (no vayamos a llevar nuestra reflexión más allá de aquellos a los que explícitamente señala).
Al margen también de su biografía (con toques hagiográficos, casi. Porque hay que ver qué buenos son los protas y qué malos e insensibles todos los demás), la película resulta un thriller resultón que funciona, que tiene un ritmo muy bueno y un manejo de la tensión en esta trama de tipo David contra Goliat, bastante bien llevado.
No tiene nada destacable ni en lo positivo, ni en lo negativo, pero como he dicho, funciona, y he pasado un buen rato con ella.

"Caza a la espía" se nos revela de entrada como un thriller bien hecho, con la dosis de información suficiente para el espectador, el pulso narrativo perfecto, unas interpretaciones brillantes, y un mensaje social y político con el que todos deberíamos quedarnos. El hecho de que se trate de una película que refleja un suceso real debería enervarnos a todos. El gran problema, a mi entender, es que en la segunda parte del metraje Doug Liman termina desentendiéndose del thriller y cae en la tentación del melodrama más convencional. Francamente, que el matrimonio protagonista se rompa o no debería tener un interés muy secundario en esta compleja trama, y finalmente parece que eso es lo que más importa al director. Lástima, porque el material en el que está basada la película ya es cinematográficamente muy potente, y durante la primera mitad del film la sensación es de verdadera tensión. Es como si Liman (o los productores) no hubiese tenido confianza en la fuerza del film, y lo hubiese querido redondear con un dramón de tipo familiar, que en realidad lastra más de lo que aporta. "Caza a la espía" debería hacernos gritar a todos, pero parece que ni siquiera el director estaba decidido realmente a hacerlo. Le pongo un notable siquiera por esa primera parte, que me ha rememorado las mejores películas de espionaje y de política en la sombra, así como por Naomi Watts y Sean Penn, que siempre cumplen. Estoy generoso.

Experiencia notable y positiva sobre los motivos de la guerra de Irak. ¿La culpa es realmente de Bush?. En el film, se deja entrever, que Bush no comprendía ni los discursos que leía. ¿Tiene la culpa la CIA, que no sabe interpretar los datos?. Los responsables, son siempre los mismos, pero como una serie de cuyo nombre, no recuerdo ahora, decía: "el gobierno niega todo conocimiento". Hay que buscar a un culpable que pague el pato. Pero, sinceramente y para mí, la verdad la conocen todos y no hace falta marear la perdiz, ni pasarse la pelota unos a otros.
Buena película.

"Caza a la espía" funciona bien como panfleto propagandístico contra el expresidente George W. Bush y también gustará a los fans de Sean Penn, quien está claro que aceptó este papel por convicciones personales, con lo cual no debió de hacer grandes esfuerzos para meterse en el personaje.

La trama, basada en una historia real, arranca en 2001, justo después del 11-S, y con el protagonismo de Valerie Plame, agente secreta de la CIA con diversas operaciones a su cargo y casada con Joe Wilson, experto en armas y diplomático especializado en países de África. En el caldo de cultivo del post-once de septiembre, la CIA parece empeñada en demostrar que Sadam Hussein está preparando armas de destrucción masiva. Plame cree que no es así, pero no está segura. La CIA decide enviar a su marido a Níger para que investigue si ha habido venta de materiales susceptibles de ser utilizados para enriquecer uranio.

Todos sabemos cómo terminó aquel asunto, así que no hay casi nada de suspense. Pero la película opta por dar un giro y abandonar la trama política, recién iniciada, en favor del drama familiar, conyugal y personal que se abate sobre el matrimonio una vez que caen en desgracia debido a su posición contraria a la guerra contra Irak.

Lo malo es que la película acaba pareciendo y resolviéndose a la manera de cualquier telefilme de consumo rápido y escasa trascendencia. Está repleta de escenas superfluas, detalles que no contienen valor de ningún tipo, enlazados como sketches o pequeñas escenas que insisten en el drama que viven los protagonistas, pero que no añaden nada a una historia que pierde fuelle casi desde el mismo momento en que arranca.

Naomi Watts y Sean Penn están muy acertados y trabajan muy bien, pero la película no deja de ser un panfleto propagandístico.