Juego perverso

No me ha quedado claro si todo este confuso recital de juegos de roles se debe al consumo de drogas alucinógenas por parte de las protagonistas, a que están locas, o a un poco de ambas cosas. Tampoco me queda claro qué es real y qué imaginario. Quién muere y quién no. Y aunque al final pretenden dar una respuesta a todo este sinsentido, a mi no me ha resultado convincente.

Tal vez el problema sea mío porque a medida que avanzaba me perdí. Al principio interpreté lo que veía como algo sugerente; una de esas rarezas que con coherencia te sumergen en un mundo alternativo y atrapante. Pues no.

El absurdo se instala en ella al poco tiempo, produciéndose gran distancia entre lo que mostraban y lo que yo veía. Desde hace unos años, los sabuesos del cine, tratan de epatar a un público al que resulta complicado sorprender y reconducir hacia el negocio. Continúan funcionando algunos géneros pero en general, los espectadores hambrientos, precisan más, más, más, en una especie de insaciable búsqueda paranoica.

JUEGOS PERVERSOS, pertenece a ese nuevo género incalificable, de las rarezas, cuanto mas abruptas, violentas o extrañas, más placer provocarán... Eso al menos consideran los creadores de estas... "historias" pero creo que la gente ha comenzado a espabilar, y en general se alejan de lo que algunos consideramos una tomadura de pelo: Mete cuanta estupidez se te ocurra, agitándolo con energía, resuelve en la sala de montaje un corta pega alejada de la coherencia y ya tienes la película para... en algunos casos, posicionarte como paradigma de la "modernez".

Thriller surrelista con un apartado visual bastante potente y unas actuaciones por encima de la media que quizás se vea un poco comprometida por su argumento que si bien tiene su punto puede que su sabor final quede algo agridulce.
De todos modos me ha parecido sorpresiva, rara, inusual y bastante arriesgada.
Si quieres ver una película al uso, olvídate.
En spoiler adjunto explicaciones.

Domingo por la tarde, sin nada que hacer, ni tampoco nada que ver, cansado de ver Game of Thrones por cuarta vez, decidí darle una chance al cine, al prostituido y políticamente correcto séptimo arte. Buscando en internet, me topé con una película del año 2018, llamada Braid. El plot me pareció ligeramente interesante así que sin pensarlo la vi.

Su visionado es algo sin igual, inexplicable, desconcertante, perturbador. Su atmosfera es sofocante. La fotografía es una maravilla, resaltando una serie de colores que logran sumergirte en un trip producido por la droga recreativa más potente. En cuanto a metáfora es nula, es inaudito compararla con película alguna de David Lynch. Eso sí, es innegable no decir que es un excelente ejercicio de surrealismo, pero su estilo va más por los giros de guion y en ese sentido es superior a Ghostland de Pascal Laugier.

Estimado lector, culto cinéfilo, seres humanos en general, si han llegado a esta etapa de pseudo crítica recomiendo abandonarla si es que no la han visto aun. Su final es ambiguo, puede tener infinitas interpretaciones, yo sugiero dos: La primera teoría es que ellas son hermanas, viven solas y han heredado una fortuna, ambas odian el mundo exterior y se sumergen en un aparente sueño, un mundo creado por ellas mismas y por el exceso de drogas. La segunda es que en realidad todo eso nunca sucedió solo es una realidad alterna, una demostración de qué pasaría si aquellas niñas nunca maduran, de los problemas mentales, de la disociación de realidad que compartirían, del infierno que se convertiría un repetitivo juego.

Algunas películas pretenden impactarnos con una historia retorcida y se olvidan del factor visual, y otras hacen lo mismo pero a la inversa. En este caso la directora y guionista novel Mitzi Peirone, quiere golpear simultáneamente nuestras mentes y nuestros ojos. Primero con un guión rebuscado del que podríamos sonsacar inspiraciones de films pasados ya conocidos, lo cual no haremos para evitar destripes.

En segundo lugar por una histriónica y mareante puesta en escena que transmite a la perfección la locura que nos está contando. Dejando que al final sea el espectador quien interprete lo que ha visto con los recursos que se le ha dado, que sin ser excesivamente originales, son cuanto menos estimulantes y condensados en los minutos justos y necesarios para no hacernos perder la cabeza.

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