La premisa de esta cinta es muy sencilla, prácticamente se resume en dos frases ya muy manidas dentro de este nuevo cine del empoderamiento femenino, a saber:
Los hombres son entes despreciables frente a esos seres de luz que son las mujeres; todos son violadores en potencia; y son tan fatuos y perversos, que con ellos no ha de aplicarse la presunción de inocencia; no ha de esperarse a que un juez dicte sentencia tras examinar pruebas y testimonios, vale con que un ser de luz los acuse para que vayan directamente a galeras, faltaría más, pues los seres de luz, mujeres también llamados, no se equivocan, y su palabra es ley y pertenece al universo de lo infalible; tampoco puede admitirse su arrepentimiento más sincero, ya que su maldad nace de su más profunda carga genética, y por eso de estos machirulos siempre ha de esperarse algo malo.
En definitiva, película reaccionaria donde el hembrismo intolerante y supremacista pretende sustituir al machismo trasnochado.

The Tax Collector (2020), dirigida por David Ayer.
Película exagerada, violenta, incluso un poco caricaturesca a la hora de dibujar a las mafias mexicanas: parece una competición a ver qué organización criminal es más bestia. Me ha encantado esta montaña rusa repleta de violencia, ofensa y venganza. Increíble en los hechos, pero seductora en su salvajismo, e inmisericorde en su generosa muestra de sangre derramada. David Ayer es capaz de hacer una maravilla como Fury y una porquería como Escuadrón Suicida. Aquí escribe y dirige una exageración para amantes de la acción descarnada; y yo me encuentro entre ellos.
Espléndidos sus protagonistas Bobby Soto y Shia LaBeouf, pero sobre todo este último, actualmente denostado por temas personales, y que cada vez que aparece en la película llena la pantalla con ese brillo de purpurina que solo tienen las grandes estrellas. Aunque aquí el brillo es ensangrentado y rojizo como la hemoglobina que se derrama a litros debido a la trama escrita por el propio Ayer.

Pleasure (2021)). Película sueca aclamada en Soundance, donde sin intentos moralistas ni ánimo de denunciar nada, presenta cómo es la industria del porno en LA.


Magnífica e impactante, a lo que ayuda la soberbia interpretación de la protagonista, y que sus compañeros de reparto sean profesionales reales del cine para adultos.


Hay escenas en las que no sabes si estás en un cine XXX o en el cine de tu barrio, tal es la exposición de gigantescos falos y otros órganos y atributos sexuales.


Quizás su virtud sea dar carta de normalidad a un tipo de producción audiovisual que genera el mayor consumo de contenidos en internet.


Presenta las formas y maneras en las que funciona una industria cuya máxima es demostrar siempre, a través de los contratos y firmas pertinentes, que lo que ocurre en pantalla es algo consensuado y voluntario.


La película escarba en la personalidad de las actrices protagonistas de la trama, mostrandolas cómo ávidas buscadoras de dinero, notoriedad, o ambas cosas, por lo que la rivalidad entre ellas puede llegar a convertirlas en seres bastante decepcionantes.


Las escenas explícitas de sexo que ruedan, que no dejan de ser más que simple carne expuesta, y eso ya no asusta a casi nadie, ni las embrutece ni las cuestiona moralmente, porque simplemente es su trabajo, y a él se entregan con maquinal frialdad.


Solo un pequeño pero: nunca queda claro por qué la protagonista quiere ser una artista reconocida del porno cibernético.

Palm Springs (2021), dirigida por Max Barbakow.
Hacía tiempo que no me reía tanto, cosa que tiene mucho mérito teniendo en cuenta que la película es una comedia romántica, pero es tal su grado de originalidad y desmadre generalizado, que la sonrisa pocas veces abandona la boca. La película está protagonizada por Andy Samberg, Cristin Milioti ( la madre de Cómo Conocí a Vuestra Madre) y
J.K. Simmons ( el despiadado director de jazz en Whiplash). Otro de los grandes logros de esta cinta independiente es que trata el romance no desde el punto de vista del amor romántico tradicional, sino como algo descarnado, con olor y sabor y alguna copa de vino de más, que hace muy creíble la relación de los protagonistas.

La Estación de la Felicidad (2020). Una mujer joven tiene una relación con otra mujer, joven también. En un momento determinado, invita a su pareja a pasar la Navidad con su familia. Cuando la visita ya es inevitable, le confiesa a su novia que sus padres no saben nada de su homosexualidad. A partir de ese momento comienza un juego de disimulos y disculpas en plenas fiestas navideñas. Lo que no sabe la novia es la particular familia que va a conocer: una madre obsesionada con la Navidad, una hermana peculiar colgada en los mundos de Tolkien, otra hermana competitiva y celosa, un exnovio de su pareja de la época del instituto, la primera novia clandestina, un padre conservador que se presenta a alcalde... Y así se crea una película muy divertida con toques de drama; donde Kristen Stewart hace de Kristen Stewart, que es lo que nos gusta, y
Mackenzie Davis demuestra de nuevo lo gran actriz que es, por lo menos tiene un carisma avasallador, y lo desperdiciada que está. Comedia navideña con un toque original, el toque gay.