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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
7
Fantástico. Terror. Intriga. Romance Una de las tres hijas de un mercader, se adentra en el bosque buscando ayuda para su padre enfermo, hasta que es raptada por una bestia que sufre una maldición. La bestia, cautivada por la belleza de la joven, decide retenerla en su castillo pero no atacarla. La chica, ayudará a la bestia a vencer la maldición. (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2020
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Nadie mejor que Juraj Herz para revisionar el popular cuento de hadas La bella y la bestia, un relato romántico al que agrega los matices de su cine, en ocasiones espeluznante, gótico o retorcido pero, sencillamente, precioso. Calcando el argumento de la novela tantas veces llevadas al cine de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, el director traslada el imaginario fantástico de la autora a su Checoslovaquia natal con un tono muy similar al de Drácula, la novela de Bram Stoker, en cuanto a la concepción lúgubre cargada de una atmósfera incómoda que arrastra desde el comienzo de la película. Tras una arriesgada inversión, el mercader Otec (Václav Voska), por un incidente desconocido, pierde todos los bienes ya costeados en el Bosque Negro, lugar donde pesa una maldición. Como respuesta, decide empeñar todas sus pertenencias para no caer en la hambruna ni él, ni ninguna de sus tres hijas; Júlinka (Zdena Studenková), encarnación de la pureza inmaculada, y Gábinka (Jana Brejchová) y Málinka (Zuzana Kocúriková), prosopopeyas de la codicia más rastrera. Yendo a vender el autorretrato de su difunta esposa, atraviesa el Bosque Negro, donde su montura muere aleatoriamente y pasa la noche en una mansión cercana. El anfitrión, una grotesca criatura, le compra el cuadro a muy alto postor. Pero la arrogancia de Otec lleva a arrancar una rosa del jardín, enfadando a su anfitrión y pactando con su vida que una de sus hijas acudiría desinteresadamente a la morada de la bestia.

La apuesta de Herz por adaptar un cuento de esta temática no podría haber sido más acertada ya que, como vimos en Morgiana (1972), tiene la sobresaliente capacidad de llevar lo fantasioso a un terreno plagado de ocultismo y oscuridad sin que este enlode el resultado pretendido, creando mundos únicos donde el surrealismo onírico corre junto un realismo ficticio a la misma velocidad. Un delicioso espejismo temeroso de una lobreguez melodramática.

Con esta adaptación, Sitges congratuló a un ya experimentado director, cara directa de la Nová Vina, con el galardón a Mejor Director, otorgándole una gran oportunidad de distribución y reconocimiento lejos de su patria, tanto para los más grandes como para los más pequeños. Directores como Tim Burton están altamente influenciados por el hipnotismo visual del checoslovaco, tanto que películas como Sleepy Hollow (1999) poseen un aura similar al de esta producción de Filmové Studio Barrandov.

El resto del guión continua la estructura y trayectoria clásica de cuento de hadas, con ese ambiente característico y de la misma manera que la novela, por lo que tiene mucho interés comentarla. Por otra parte, el diseño de los personajes, con un maquillaje y vestuario excelentes, sí que son de muy esencial relevancia en el argumento. Obviando la concepción popular de la Bestia y sus esbirros, Herz opta por algo más grotesco, próximo a los diseños de los engendros de Jim Henson en películas como Cristal oscuro (1982) o Dentro del laberinto (1986). En lugar de una bestia cánida, se construye un horror andante con forma de pájaro, afiladas zarpas y ropajes azabaches, irradiando aún más la falta de humanidad y la imposible comparación con una persona, pero sí con el reino de las bestias. Con ello, se crea un melodrama más impactante ya que, recordemos, Julie no ve a la Bestia hasta pasado mucho metraje, aumentando el testarazo de impresión que asesta tanto en ella como en nosotros.

Mientras que Julie es presentada como un personaje excesivamente noble y puritano que ni si quiera aprecia la maldad codiciosa de sus hermanas, la Bestia es puesta en escena como una alimaña sedienta de sangre humana (que no titubea en mostrarse de forma clara), irracional y feroz, así como esquizofrénica, manifestado por los diálogos que mantiene con una voz de su interior que pretende eliminar las limitadas vislumbres de humanidad que mantiene, creando un conflicto interno entre dos personalidades tonificada por el sentimiento de soledad. La semejanza más natural de ello es el personaje de Gollum (Sméagol) en las entregas de El señor de los anillos. La antítesis (una vez más, representadas con el color del vestuario; blanco para Julie y negro para la Bestia) es el punto crucial para que el romance platónico fluya y dar el mensaje idílico que de Beaumont pretendía con su obra.

Con una estética sacada de un sueño, los personajes, aunque dispares y casi ajenos a ella, se funden con unos decorados de ensueño elaborados a partir de una muy baja luminosidad y contrastes de negros, marrones y anaranjados, elevando la pretenciosidad de suntuosidad que ostentan unos personajes situados en lo más alto de la pirámide social de la época. Herz sabe jugar muy bien con el espacio, utilizando sus clásicos planos subjetivos en movimiento para que nosotros nos metamos en la plumosa piel de la Bestia, y embriagarnos de esa soledad atisbando a Julie sin que esta nos mire, ya sea con frontales, cenitales o voyeurs, siempre eludiendo el campo visual de Julie, y humanizando a la Bestia por la incapacidad de mostrarse ante ella para no dañarla, todo ello dentro de un escenario relativamente reducido como es la mansión.

Las interpretaciones están correctas, aunque es Václav Voska el que más atención produce por ese registro depresivo y triste que mantiene no por la pérdida económica, sino por el amor hacia Julie y la desilusión por Gábinka y Málinka. No puede tener un veredicto serio sobre Vlastimil Harapes al estar tan abarrotado de efectos especiales y maquillaje que no permiten entrever sus expresiones.

Con todo, es otra indispensable en la filmografía de Juraj Herz, muy amena y bonita de ver, a la que sus 88 minutos benefician para no saturar al espectador de un romance dramática inflado de superficialidad. Aunque el desenlace se muestre demasiado fragoso respecto los demás arcos, es una gran película en forma de carta de amor que sella el checoslovaco con su marca personal y envía a todos los que, como yo, adoramos su cine. (7.5).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tiggy
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