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Argentina Argentina · Lomas de Zamora
Voto de Repoman:
4
Drama. Comedia Dos emprendedores dispares -el innovador Mike Lazaridis y el despiadado empresario Jim Balsillie- unieron sus fuerzas en un proyecto que se convertiría en un éxito mundial en poco más de una década. El dispositivo que uno de ellos inventó y el otro vendió fue BlackBerry, un adictivo teléfono móvil que cambió la forma en que el mundo trabajaba, jugaba y se comunicaba. Pero justo cuando BlackBerry alcanzaba nuevas cimas, también empezó a ... [+]
26 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya bastante mal escribo, y bastante ignorante soy, como para intentar un bosquejo acerca de lo que son los géneros cinematográficos, los subgéneros, las tendencias, etc. Tema éste muy tratado por grandes autores, de los cuáles lejos estoy de formar parte, ya que sólo soy un estúpido y anónimo forista sin mayores pretensiones que la de hacer carburar el cerebro e intentar conectar con alguien allá afuera, mediante estos torpes intentos de escritura.

La película en sí, creo, no deja mucha tela para cortar. Pero si me hizo pensar, justamente, en la cuestión de géneros y tendencias de la industria: ¿Qué pasa con éste, el subgénero biopic empresarial? ¿qué nos motiva a nosotros, humildes trabajadores/consumidores, a excitarnos y apasionarnos con las peripecias de los empresarios en torno a un producto tal, a un logo cual, o a una megamultinacional? ¿Dónde estamos parados, en el mapa de la organización social? ¿qué somos, socialmente? Si nos vemos como consumidores, pareciera que tenemos un rol activo, y la capacidad de elegir. Si, en cambio, nos vemos como trabajadores, pareciera que somos esclavos condenados a trabajar para otro, a no elegir. La idea de "consumidor" parte desde el negocio y, por lo tanto, nos otorga la ilusión de libertad, de elección. La idea de "trabajador", en cambio, parte desde la producción, y reconoce nuestro esforzado aporte a la sociedad, nuestro rol, nuestra utilidad.

Yo consumo, claro que consumo. Mucho cine, como verán, pero no me reconozco consumidor. O, en todo caso, reconozco que sólo desde el punto de vista del negocio soy un consumidor. Pero mi identidad la mido y categorizo, en todo caso, por el rol social que cumplo. Yo trabajo todos los días, y recién luego consumo, con la tranquilidad de haber hecho un aporte, para disfrutar luego del trabajo de los demás. En este caso, de quienes hacen películas.

Entonces, de trabajador a trabajador les pido, por favor, dejen de hacer estas películas de temática empresarial. Romantizando, con actores lindos y música pop, la actividad de frívolos y amorales (por no decir meros hijos de p...) Ceos y sus aventurillas por hacerse o no más millonarios.

Creo que la culpa de todo la tuvo La Red Social (David Fincher, Columbia, 2010), película que desató el interés de la industria por reproducir más películas de este subgénero empresarial hasta darle entidad como tal, y que funciona como retrato generacional: ya no seríamos trabajadores, ni siquiera seríamos clientes. Ahora apenas seríamos usuarios, sin derechos ganados, ni reclamos posibles, de un sistema tecnológico que se postula natural, para que, por lo tanto, naturalicemos sus salvajadas.

Cada tanto se nos permite, sintonizando este despreciable subgénero de biopic de marcas y ceos, saborear el autodesprecio de clase, besándole las sucias y sangrientas, pero bien fotografiadas, manos del amo.

PD: no, decirle a las cosas por su nombre no te vuelve comunista.
Repoman
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