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El caballo de Turín

Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
5 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comprender lo que significa el cine desde la mirada de aquellos espectadores acostumbrados y educados a fijar simplemente los ojos en una pantalla, esperando que lo que allí acontezca les sea contado de forma dirigida, y no permita que sea el propio espectador quien mediante la mirada particular desvele y complete de alguna forma las imágenes que allí, en ese espacio temporal residen, es una tarea realmente ardua.
La mirada se debe reeducar. Las capacidades cognitivas se atrofian a medida que dejan de utilizarse de forma adecuada.
El cine como la pintura, la escultura, la música, las artes en general, tienen unas capacidades intrínsecas de acercarse a la realidad. Es el propio creador quien se acerca a ella, a su verdad, y nos tiende la mano dejando que seamos nosotros que participemos de la obra, de su mirada.
Béla Tarr nos dibuja en el lienzo de luz una historia que para ser mirada no permite prescindir de ninguno de los sentidos, que sin duda alguna se anulan en casi la totalidad de las obras fílmicas que se están generando actualmente. Es por esa razón que una obra maestra trasciende de la propia historia. Va más allá. La forma como se forja, la actitud del creador y la consecución posterior de este trabajo le dan un valor incalculable. Una aportación a la humanidad que sólo está en manos de quien posee esta capacidad de sincerarse con el mundo y consigo mismo.
stalkero
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18 de febrero de 2012
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es esto cine?
¿Todo aquello grabado en cámara y proyectado en forma de película en una sala de cine se puede considerar como cine?
Si el cine es eso, esto es cine, si el cine es el arte de narrar historias mediante una secuencia de imágenes esto no es cine.
¿Por qué? Porque el caballo de Turín no tiene historia, no cuenta nada, no hay ni trama ni nudo ni desenlace. Vale, existen películas así que se pueden considerar cine, los documentales, por ejemplo y son cine, pero es que El caballo de Turín no es documental ni pretende serlo, no es una película hiperrealista como he leído en otras críticas, para empezar nadie se puede creer que la acción transcurra en Italia (ni básicamente en un mundo real) los personajes son totalmente falsos, no existe nada de realismo en lo que hacen ni en lo que son.

El argumento no existe como tal, lo que viene en la sipnosis lo cuenta una voz en off con la pantalla en negro, posteriormente viene la película (la secuencia de imágenes) que no cuentan nada... Parece que sí, hay quizás un pequeño hilo, los días pasan, a veces aparece gente y parece que va a suceder algo.

El director se empeña intentar que la gente se marche del cine, planos de 2 minutos sobre un objeto, ausencia de diálogos casi total y escenas iguales una y otra vez, en las que por fortuna cambia el ángulo de cámara, pero ni siquiera su empeño en aburrirnos consigue su propósito, hay que destacar que pese a ello la película tiene algo, entre atrayente y rechazable. Pero sólo para ver en cine, en casa será algo prácticamente imposible.

En sus puntos positivos una magnífica fotografía en blanco y negro, auténticamente genial, una pena que algo tan hermoso (y feísta a la vez) no cuente absolutamente nada. La magnífica primera media hora, la fuerza de las imágenes y la música te clavan en el asiento, hasta que te das cuenta de que aún quedan dos horas de película y no va a suceder nada más, incluso la música se repetirá hasta la extenuación.
Eso sí la película se somete a muchas reflexiones e interpretaciones, pero no porque procedan de la película en sí misma, es que al no suceder nada el espectador comienza a pensar y a darle vueltas a lo que está viendo, por si está perdiendo el tiempo o puede sacar algo en claro.

Como digo, yo no considero a esta película como cine, la veo más digna en un museo, en una exposición, mientras visitas, en una sala una pantalla emite la película, te sientas a verla, el argumento no importa, simplemente imágenes y música, cuando te empiezas a cansar te vas, así si que se convierte esta película en lo que es, arte contemporáneo pero no cine.
Meinster
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7 de marzo de 2015
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo comprobado que según muchas variables (el estado de ánimo con el que se ve una película, tu situación personal en el momento, etc) una pelicula puede llegar a marcarte, o puede pasar sin pena ni gloria por tí. Por eso cuando veía películas calificadas como obras de arte por amigos o conocidos pero que en un principio no me enganchaban, seguía viéndolas a ver si el problema era mío en ese instante. Ahora ya he comprobado que si una película no te dice nada los primeros minutos, mejor no sigas. Y eso he hecho (le he concedido 20 minutos a este bodrio). Si lo que pretende el director es representar la insoportable levedad del ser, creo que se puede contar en menos de dos horas y media a este ritmo. Si no sabes hacerlo, no lo consideraría yo un artista, sino un mal director. Hacer un plano secuencial de 15 minutos sin ningun comentario y en el que lo único que se hace es meter a un caballo en una cuadra y llamarlo obra maestra es de risa. Estoy cansado de películas con aires de...
alvaro_83
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17 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cuadro de Van Gogh: “Los comedores de patatas”, se presenta una pobre estancia, iluminada por una lámpara de petróleo, en donde los campesinos se ponen a la tarea de comer su ración. En la película de Tarr no hay tetera, todo es más tétrico, pero sus imágenes las podemos considerar inspiradoras del cuadro. Un árbol solitario en mitad de un valle, una casa de piedra con establos, una tormenta de aire interminable, y la música de órgano de Vig, son suficientes para que en seis días, de forma inversa a la creación, lleguemos a la muerte, de forma tranquila y silenciosa, cada vez más débiles. Y en medio una perorata sobre la inexistencia de Dios, perdiendo cada día algo, hasta que la luz se apaga definitivamente.
Cine de la condenación, contrario al trascendental de Tarkovski, pero admirable los dos por ser creadores de lenguajes propios y claramente identificables. Película no apta para los que disfrutan del cine con el plano-contra plano. Aquí nos quedamos sobrecogidos con las secuencias del caballo, del padre y la hija, que sólo nos dan un respiro con la presencia de los gitanos.
félix alonso
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27 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poder acomodarse en una butaca para apreciar una obra de Béla Tarr es un lujo, un bocadillo delicioso que se saborea poco a poco, hay que apreciar a directores como éste porque no abundan (v. g. ya no tenemos a Andrei). No entiendo a los que dicen que ésto no es cine, el poder de las imágenes de éste film es impresionante y obliga a pensar al espectador... y no todos lo pensamos igual, eh ahí la gran riqueza de la obra, que explota al momento de cambiar impresiones sobre ella. Simbólicamente es inconmensurable y visualmente es un constante goce.
Ojalá no sea la última como dicen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cangui
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