Pero, en serio, ¿es que nadie, nadie, nadie ha visto esta película? Me arriesgaré a escribir crítica aunque se quede por aquí perdida sin nadie que la lea. Pobre cine español. Pobre.

Pues os quedáis sin ver, que lo sepáis, una auténtica comedia ácida y negra, aunque con su toque naif de una parte del cine español de los sesenta. La calificación por edades la cataloga para mayores de dieciocho años, sospecho que porque aparecen mujeres infieles, maridos cornudos y alguna que otra señorita joven y soltera liberada sexualmente que no oculta (y hasta hace alarde de) su promiscuidad. Me pregunto yo qué estarían haciendo los censores de la época, esos señores tan temidos por el común. Personalmente, imagino que riéndose, claro.

Sea como sea, la trama nos cuenta los peligros de los celos en una especie de fábula adaptada de la tradición literaria española; ese demonio que lleva a la perdición al científico de mente cuadriculada Anselmo, quien mucho hablar de empirismo y luego se ve atrapado en algo tan irracional y pasional como los celos y el amor. Su mujer tendrá que padecer sus insufribles salidas de tono hasta que al buen señor se le ocurra la brillante idea de poner a prueba a su señora y así quedarse tranquilo en sus aprensiones. El tercero en discordia es el «elemento peligrosamente radioactivo» Maurice Ronet, una metáfora muy adecuada para hacer referencia a su irresistible sex appeal. Lo curioso es que este hombre seduce diga lo que diga, sea como sea y haga lo que haga, aun con ese débil amaneramiento que su personaje demuestra a veces y que, sin cabe, le hace aún más atractivo. Grande Maurice.

Vamos, que «Un demonio bajo la almohada» tiene su punto, siempre y cuando se vea sin prejuicios. Yo me lo pasé muy bien con el desvaríe de son Anselmo y los coqueteos de Lotario. Para reírse de todo. Hasta de uno mismo.