Después de ver esta impactante película lo único que puede hacer uno es resoplar y pensar en lo que acaba de ver. En intentar comprender el sufrimiento inútil que vive siempre el pueblo en una guerra. Un pueblo que siempre no es responsable de las decisiones de unos políticos, y sí que son siempre son los mayores perdedores.
La película está basada en las viviencias que tuvo un periodista del New York Times durante la guerra de Camboya, y que años después ganaría el premio Pulitzer. Él se jugará el cuello cada día con el fin de poder informar al mundo exterior del sufrimiento que se vive en ese país. Junto a él un periodista nativo, que le ayudará a sobrevivir a las matanzas, las cuales son rutina diaria en cualquier calle. Ambos actores realizan unas interpretaciones increíbles, haciendo que el espectador tenga un nudo en el estómago constante, ya que nunca se sabe si alguno de ellos se llevará el siguiente tiro.
Para que este sufrimiento se haga más duro aún, se recrea una ambietación que refleja de manera precisa un campo de batalla. Las imágenes que se exponen son duras porque lo que se ve es puro sufrimiento.
También ayuda a que el nudo se mantenga en el estómago una gran banda sonora, llevada a cabo por Mike Oldfield, el cual compone unas melodías que constantemente avisan al espectador de que lo que se está viendo impacta, pero que luego vendrán situaciones peores.
En fin, una gran película dirigida de manera fantástica, la cual hay que verla sabiendo que uno va a sentarse en el sofá y va a exponerse a ver una guerra en toda su crudeza.