Amigos que se reúnen a cenar de buen rollo y acaban sacando sus miserias debe de ser un subgénero cinematográfico en sí mismo. Al comenzar a ver The Party tengo la impresión de que he visto ya cien películas así. Nada que objetar, igual que he visto cien de época o cien westerns, pero The Party da una sensación de déjà-vu desde la primera escena.

Unas actuaciones para mi gusto flojas, salvando a Patricia Clarkson (¡qué voz tan sugerente!), cuyo personaje es el único que se salva de la quema. Todo me hace pensar en la adaptación de una obra de teatro previa, pero parece ser que no. Y el uso del blanco y negro no sé muy bien a cuento de qué. ¿Para dar un toque más intelectual? ¿Igual que la selección de música del tocadiscos? No me seas posturera, Sally, que no hace falta.

The Party toca muchos temas interesantes de una manera apresurada, al confrontar a sus protagonistas con sus dudas internas (ateísmo vs. espiritualidad, sanidad pública vs. privada,…) y me quedo con ganas de una fiesta donde la bronca hubiera saltado a los postres y no antes del aperitivo.