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España España · Granada
Críticas de Garzía
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Críticas 198
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
14 de mayo de 2024
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Cuando empiezas a ver ‘Marbella’ tardas menos de un minuto en darte cuenta de la serie que se te pone por delante: ostentación, ritmo, alta gama, lujo por doquier, acción… un poquito de esto y de aquello que va creando las mejores situaciones para disfrutar salvajemente de lo que se nos va narrando. Narración que se va creando poquito a poco y con un reposo más que correcto temporalmente entre lo que nos tiene que contar y el ritmo para hacerlo. La historia en término de originalidad podría no ser lo más increíble conocido, pero sí el punto de vista diferente que le otorga al narcotráfico y a sus vivencias diarias, pues lo organiza todo en torno a la figura del abogado, de esa persona encargada de hacer que los delitos que obviamente están pertrechando se queden en minucias de cara a la ley. Es decir, ya que se van a la sombra, que se vayan lo menos posible. Y mientras esto sucede, ese alto voltaje que tiene cada episodio de ‘Marbella’ va haciendo de las suyas en la trama y en el protagonista.

El mismo es César, el abogado que comentamos. Hugo Silva coge ‘Marbella’ y hace de ésta su cortijo; hace de ella un magnífico marco para demostrar sus dotes interpretativas y cargarse a la espalda cada segundo de la misma. Incluso en los breves instantes que no está en pantalla seguimos disfrutando de lo que su presencia ha hecho en los personajes que lo acompañan. Su sentido del humor, las disparatadas situaciones en las que se encuentra en según que ocasiones y una cantidad de carisma abrumadora hacen que Hugo Silva sea absolutamente perfecto para la serie; la cual además está narrada en primera persona, lo que hace que se empatice de una manera mucho más cercana con las vivencias del mismo.

Sin duda ese humor que comentamos es otro de los puntos fuertes de ‘Marbella’, pues lejos de ser vulgar o retorcido, si que es el justo en su perfecta medida para rebajar tensión y mantener el tono delictivo de la serie. Mucho de culpa tiene esto los instantes en los que Hugo Silva rompe la cuarta pared de una manera interesantísima que acerca aun más al espectador a la situación por la que éste está atravesando. Así pues, este ligero desastre de persona que a la vez posee una inteligencia asombrosa es la columna perfecta para mantener el rascacielos de lujo que es ‘Marbella’.

El guion termina también funcionando muchísimo, puesto que al utilizar ese recurso en el que el propio protagonista nos habla directamente, se ha de sostener con sabias palabras y diálogos que resulten interesantes. Aquí entra en juego la acidez y la velocidad; con la primera descubrimos como utilizando las palabras correctas en los momentos indicados, todo fluye a la perfección en la trama, y si se le da un toque de picante irá aun mejor; con la segunda nos damos cuenta que al añadir el ritmo necesario a las palabras, la tensión tampoco disminuye. Así con todo, tenemos risas aseguradas mientras descubrimos la trama con unos episodios que se pasan volando sin que nos demos cuenta. Trabajazo de tres mentes pensantes (Alberto Marini, Nacho Carretero y Arturo Lezcano González) que han hecho de ‘Marbella’ una pequeña gamberrada muy sencilla de digerir.

En definitiva, ‘Marbella’ es muy divertida y, sin que suene a que viene como anillo al dedo por el tema de la trama, muy adictiva. Los episodios irán pasando uno tras otro por delante tuya mientras disfrutas de lo que se nos va contando. Al final esto es una demostración impresionante de lo importante que es poner un personaje de muchísima calidad al frente de algo, que aunque no sea una perfección absoluta en el conjunto, si que lo eleva y hace que con su brillo el resto de los componentes se iluminen. ¡Grande, Silva!

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Garzía
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7
3 de mayo de 2024
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Lo interesantísimo de 'Bellas Artes' reside sobre todo en el hecho de que, creo, se toma a ella muy en serio; se toma muy en serio pero jugando con ese humor tan ácido que poseen sus líneas de guion y que salen a relucir en cada posibilidad que el mismo les deja dentro de la trama. Bien es sabido que el mundo del arte ha originado títulos en el cine que han utilizado sus, digamos, extrañas relaciones y situaciones en ocasiones para generar multitud de momentos hilarantes; véase 'Velvet Buzzsaw' o 'Upgrade: primera clase'. De ahí que en 'Bellas Artes' veamos esto, que sigue funcionando, pero con un grado de madurez y seriedad de lo más interesante que alimenta mucho más aun ese humor que posee, potenciándolo hasta hacerte estar riendo continuamente sin una carcajada forzada de vez en cuando.

Y es que realmente es casi sibilino, y sobre todo focalizado en Antonio Dumas, a quien da vida Oscar Martínez. Su peso en la trama es capital, puesto que da vida a ese nuevo director del prestigioso museo, siendo un conocido historiador de arte y un magnífico gestor cultural. Ya en el primer episodio y con muy poco transcurrido tiene un pequeño monólogo con el que se muestra claramente como será su personaje y como será el guion que lleve en su mochila. Y, por ende, entre peleas con sindicatos, burocracia, obras de arte, activistas y unas cuantas historias secundarias más, nos va dejando disfrutar de su día a día y de los vaivenes museísticos en cuanto a problemas de gestión puedan aparecer dentro del mismo. Normalmente no es nada del otro mundo las situaciones de cada episodio , y eso es así, pero no impide que en su continente sea una constante diversión todos y cada uno de ellos.

Si bien es cierto los secundarios de 'Bellas Artes' son personajes que tampoco tienen excesiva importancia en lo que ocurre, el hecho de que las historias iniciales y secundarias de la serie pasen por este personaje principal hacen que su interpretación sea mirada con lupa. No obstante, y para tranquilidad de creadores y demás, es más que divertido su trabajo.

Lo más interesante que encontramos al final en 'Bellas Artes' es que en su corta duración por episodios tenemos una gran cantidad de comentarios inteligentísimos que se abrazan al humor para hacer más de una crítica de lo más fina; de lo más elegante también, puesto que lo disfraza con chistes, humor negro, mucha sátira y comentarios muy bordes y finalmente una trama con situaciones peculiares y soluciones a las mismas de lo más disparatadas que hacen que sea de una riqueza muy amplia ese guion.

En definitiva, 'Bellas Artes' no es una barbaridad inmensa, pero si que es una serie que se consume a una velocidad enorme y que ofrece, cuanto menos, un buen rato de risas en el espectador, algo que no está nada mal y que de seguro no es sencillo de hacer.

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Garzía
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9
29 de abril de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película se desnuda ante ti y te ofrece, a corazón abierto, todo lo que tiene de la manera en la que lo hace ‘Fallen Leaves’ pocas cosas puedes hacer más allá de quedar deslumbrado. Ya no es la historia, ni la fotografía, ni el guion por separado; que aunque funcionan en unos términos que rozan la perfección quedarían escasos si fuese un trabajo en el que brillasen en solitario; es la cohesión tan perfecta de todas las facetas de la película lo que hacen que estemos ante un trabajo redondo; ante una obra con una maestría gigantesca.

Estamos frente a una comedia atípica; un relato íntimo y gobernado por los dos protagonistas principales que pasan gran parte de la película contándonos sus historias por separado. Por un lado Ansa, un personaje bellamente creado y que va conduciendo por la trama con una seguridad y elegancia admirables. Ella, a quien da vida Alma Pöysti, realiza un ejercicio magnífico de interpretación; lindo, entrañable, cariñoso y digno de aplaudir. En el otro lugar, el otro gran pilar de ‘Fallen Leaves’, es Holappa, un hombre alcohólico que va dando bandazos por la vida sin encontrar un rumbo en el que caminar. Su interpretación posee los mismos positivos comentarios que la de su compañera, pero teniendo como aspectos personales el estado de derrotismo, enfermo y taciturno. ¿La magia? Conocerse.

El guion tiene un tratamiento y un cuidado como pocas veces se han podido ver. Cada palabra está meticulosamente pensada y encajada a la perfección en unos diálogos bellos, cargados de cariño y con unos instantes de un humor tan sibilino que pueda pasar incluso desapercibido. Esto hace que poco a poco, desde el comienzo, y utilizando además una paleta cromática en su fotografía que enternece y crea sensaciones, el sentimiento hacia la situación que ‘Fallen Leaves’ ofrece sea de afecto absoluto. Es una buena mezcla realmente: utilizamos las palabras de manera correcta y ordenada y a la vez creamos con su fotografía e interpretaciones todo lo necesario de manera no verbal para que el enamoramiento no solo surja entre los protagonistas, si no que también sea público-película.

En definitiva, ‘Fallen Leaves’ es preciosa en su máxima expresión. Una inmensa cinta romántica que va desgranándose poco a poco, engalanándose con sus mejores prendas hasta quedar absolutamente preciosa y lista para el baile. Una película absolutamente sobresaliente.

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Garzía
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8
29 de abril de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de ‘Civil War’ ya parecía algo atractivo simplemente con saber su trama. Un futuro cercano, Alex Garland ofreciendo una guerra civil en EEUU y el punto de vista de la misma desde la prensa; todo esto ya ejerce una fuerza gravitacional inmensa para todo amante del cine en cuanto a, por lo menos, sentir curiosidad con lo que se nos puede ofrecer. Lo que pocos podíamos esperar es que estuviésemos claramente ante una de las mejores cintas del año y una película bélica con una factura que roza lo soberbio en todos y cada uno de los aspectos: desde la trama, al ritmo y a un ejercicio brutal de construcción del nudo, su manejo y su maquetación, y un desenlace que, aunque por sacar un pero pueda ser algo más abrupto de lo que debiera, termina dejando escenas absolutamente intensas.

Y es que fotográficamente hay infinidad de momentos durante el metraje en los que ‘Civil War’ nos deja cerca de quedarnos boquiabiertos. Rob Hardy es el culpable de ello, y gracias a su habilidad tenemos algunos fotogramas que parecen un encuadre perfecto de la escena con unos poderosísimos ejercicios de color que otorgan una personalidad brutal. Bien recuerdo -y comento sin spoilers- algunas escenas como una conversación en la camioneta por la noche y la luz en las caras de quienes hablan o de carretera y conducción sobre un puente que se ve bellísima por el uso de la simetría. También es inmenso el trabajo de sonido, y de hecho es llamativo el uso del silencio también, lo que otorga al sonido aun mayor personalidad y potencia dentro de ‘Civil War’.

Kirsten Dunts ya nos dejó alucinados en multitud de ocasiones con trabajos suyos; sin ir más lejos, en ‘Melancolía‘ hace una barbaridad de papel, por lo que podíamos prever que su trabajo funcionase en ‘Civil War’ también. Pero la grandeza de su interpretación reside en una muestra estupenda de una persona hastiada, cansada y agotada de ver todo lo que ve trabajando en la guerra hasta el punto que parece ser totalmente ausente a sentir algo con ciertas imágenes, pero mostrando también una humanidad interesante en determinados momentos. Gran peso de la carga interpretativa de la película está en sus hombros, y esto no es algo que le haya hecho achantarse. Cailee Spaeny realiza también un grandísimo trabajo, dando vida a una joven fotógrafa que pasa por diversos estados durante el metraje y brilla en todos ellos. A ellas se unen un Wagner Moura muy creíble y con un buen puñado de grandes momentos de guion, y mención especial para un Stephen Henderson interesantísimo y para un Jesse Plemons temible. El nivel interpretativo de ‘Civil War’ es de una calidad altísima.

En definitiva, ‘Civil War’ tiene una calidad inmensa y es un trabajo de una riqueza abrumadora. Una vuelta de tuerca interesantísima al cine bélico que aúna una trama intensa, escenas de acción brutales y grabadas de una manera muy imaginativa, agobio… todo aquello que esperarías encontrarte en una película de este calibre, pero con una calidad en su creación que hace levantarte, aplaudir, y pensar que los premios deben de tener muy en cuenta este trabajo de Alex Garland.

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Garzía
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5
24 de marzo de 2024
29 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues al final con ‘Un hipster en la España vacía’ te tiras sonriendo todo el metraje. En el mundo de la comedia, vivir continuamente sacando éxitos abrumadores como ‘Ocho apellidos vascos’ es altamente complejo; de hecho siempre digo que, para mí, lo más difícil que puede conseguir un artista es hacer reír a alguien. Conseguir la risa en el otro me parece algo muy complicado que, cinematográficamente hablando, se consigue en contadas ocasiones. Lo que sí tiene ‘Un hipster en la España vacía’ es una simpatía latente y muy poquitos complejos a la hora de contarnos una tierna historia de apego, alabanzas a la bondad de las personas y pequeños gags que, si bien no saldrán en los libros de historia de la comedia, si que funcionan en los instantes en los que se utilizan. Por así decirlo, la película te tiene sonriendo y en ocasiones te ríes; ni tan mal.

Quique es el típico personaje de ciudad que va con muchos sueños y muy poquita idea de su destino a un pueblo de la España vacía. Trabajar en una oficina siempre es más sencillo que sobre el campo, y nuestro protagonista se da cuenta de ello rápidamente. Le da vida un novato en esto de los largometrajes: Lalo Tenorio, que, si bien es cierto a veces se le ve un poco sobrepasado, cumple con su labor y nos deja a este hipster rural con el que disfrutamos. Macarena García y Paco León no tienen un extenso peso sobre la película, pero son dos artistas inmensos que bordan su papel. Pero las alabanzas aquí, con permiso de otros cuantos conocidos de nuestro cine, son para Berta Vázquez, quien da vida a Lourdes, la camarera del pueblo, y que está brillante, demostrando una vez más la inmensa actriz que es.

Al final cumple la película con uno de los requisitos principales: nos entretiene y divierte. La fotografía está ambientada en ese aspecto rural que la envuelve y nos lleva a disfrutar de los leves paseos por el pueblo, donde cada detalle para ver esa España vacía está perfectamente colocado. No pone de manifiesto de una manera bárbara este aspecto y problemática que es la España vaciada, más allá de cuatro leves apuntes que de vez en cuando se sueltan como perlas en su guion, pero si que sibilinamente está por decreto durante todo el metraje. Guion que, por cierto, está realizado por Daniel Castro y que nos lleva en volandas por la narrativa de la película perfectamente.

En definitiva, ‘Un hipster en la España vacía’ es una entretenida película que divierte, pone de manifiesto una seria problemática y que aunque no vaya a pasar a los anales de la historia cinematográfica española, sí que es lo suficientemente graciosa como para hacer pasar un rato de lo más agradable a todo aquel que le de una oportunidad.

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