El estilo es diferente y atractivo, pero también cansino. La casa de la niña me ha gustado, mucho mejor que las de ¿quién vive ahí? pero... me parece una película demasiado pretenciosa.
Alucino con la de actores de renombre que se prestan a este tipo de proyectos como diciendo "oye, ehh, qué yo también hago cine independiente" y más teniendo en cuenta que esta película no tiene pinta de andar floja de presupuesto precisamente.
Supongo que no soy lo suficientemente inteligente como para apreciarla y disfrutarla en su plenitud.

Hace unos años vi por casualidad la película "An American crime", y definitivamente no estaba preparada para ello. Fue traumatizante. Estaba basada en un caso real, el de Sylvia Likens, al igual que esta película, pero desde un punto de vista menos frívolo y con unas actuaciones brillantes por parte de las dos protagonistas: Ellen Page y Catherine Keener.

Era imposible sacarse el tema de la cabeza, y buscando en internet descubrí que la realidad del sufrimiento de Sylvia Likens superaba la ficción y que Jack Ketchum había escrito un libro basado en el caso: The girl next door y también había una pelicula basada en ese libro, que ya de por si suavizaba algo el caso y cambiaba un poco el enfoque, porque en la realidad los padres de la niña vivían, y la familia adoptiva tenía 6 hijos y no existe ningun David que intentará ayudarla, pero el libro persigue algo más ambicioso que contar los hechos: intenta dar algún tipo de explicación a porque paso lo que paso, y eso en la película no se ve por ninguna parte.

La película no me ha convencido porque no consigue mostrar el espíritu, todo pasa demasiado atropelladamente y no da tiempo a reflejar la evolución de los personajes. Dura hora y media, es cierto, pero en "An american crime" sí que te sumerges más en los personajes y los motivos por los que actúan así.

De todas formas, si os interesáis por lo que le paso realmente a Sylvia Likens tanto las películas como el libro se quedan cortos. Para mi lo espeluznante de esta historia es precisamente eso.

La idea tiene buena pinta: además del típico grupo de jóvenes aparecen más personajes y se cruzan varias historias, aun así todo es demasiado atolondrado. Sabemos que en las películas de miedo los personajes tienen la manía de hacer lo que no deben, pero aquí el sin sentido en algunos casos roza lo ridículo. Quizá es porque también han pretendido unirse a la moda de mezclar terror y comedia, pero yo ni me reí ni pase miedo.

La historia es tierna y conmovedora, nadie lo duda, pero no da para hora y media. Creo que hubiera sido un buen corto.
La historia real sucedió en Japón y hay una película japonesa de 1987 que me imagino será igual de lenta e insustancial, pero los japoneses ya están acostumbrados y a lo mejor ni se dieron cuenta. Los americanos con su crisis de guionistas decidieron hacer el enésimo remake apostando por Richard Gere y soltando unos cuantos millones en publicidad, hasta ahí todo normal, lo que me sorprende es que la gente esté tan entusiasmada con esta película: amantes de los perros, fans de Richard gere... quién sabe.

Entre el barrigón de Bale, los rulos de Bradley Cooper, los moños de lawrence y los megaescotes de Amy Adams tienes entretenimiento suficiente para no estar muy atento al argumento sin sentido salpicado con discusiones absurdas. Personajes extravagantes, situaciones exageradas y todo llevado a un límite tan poco creíble que las cosas buenas de la película no compensan.
Debí de perderme más que algo, porque no me quedó muy claro en que consistía el método de estafar de Bale y Adams, ni cómo se apañaban las transferencias, ni el funcionamiento de esos policías que daban peor impresión que los propios estafadores.
Robert de Niro de mafioso inquieta, pero no precisamente porque su personaje sea temible y respetado, tal como te lo intentan presentar. Del jeque, sin comentarios.
Lo mejor de la película es la lágrima falsa de lawrence que antes de caer ya está en el lagrimal, supongo que de ahí su merecida nominación al Oscar, obviamente y la escena en la que Bradley Cooper, policía profesional donde los haya, llama a su jefe para asuntos de trabajo desde la casa de la estafadora y -a pesar de ser una llamada de fijo a fijo- le pregunta a su superior que dónde está para ir a ajustarle cuentas, en fin, todo demasiado grotesco para ser americano.