Genial corto de animación danés que arremete de forma irónica y mordaz contra el sector de la Iglesia Católica más conservador y reaccionario. La historia se sustenta en tres personajes: un blasfemador bardo que se niega a entrar en la iglesia del pueblo, un siniestro sacerdote que alecciona y moraliza a los parroquianos con los principios más intransigentes y oscuros, y la mismísima muerte personificada en un enigmático y críptico enterrador que llega a Blackwater para llevarse el alma de alguno de los desdichados lugareños. El relato enseña cómo el miedo puede derivar en el odio, y el propio odio llevar al egoísmo y la ira extrema cuando se trata de salvar el pellejo. Y de cómo algún que otro hipócrita prefiere encomendarse antes a una pistola que a una plegaria.

A destacar también la lograda ambientación y la llamativa utilización de los colores por el director, pasando de los tonos grises del comienzo a los marronáceos del desarrollo y alcanzando el clímax de la historia con una paleta de azules visualmente muy atractivos. Por último mencionar los títulos de crédito finales, otra original sorpresa que tiene reservada el amigo Mathorne.

En definitiva, una propuesta a tener en cuenta para todos los que disfrutamos con el género western y con la estética que acompaña al término. Notable.

Noveno largometraje del director madrileño, pionero del eurowestern junto al gran Sergio Leone. De hecho fue el primero en rodar películas del oeste en España, temática que también caracterizaría la filmografía de su hermano Rafael. El estilo de los Marchent está más ligado al western norteamericano de serie B que al de los spaguetti, pero en sus películas también se aprecian elementos caracterísicos del western a la italiana.
"La muerte cumple condena" es un título que sorprenderá a propios y extraños. Está filmado con la brillantez habitual de Joaquín, se aprecia la elegancia y el talento de este director injustamente olvidado. En mi opinión se trata de una de sus mejores cintas, casi llegando al mismo nivel que alcanzó con su obra maestra "Antes llega la muerte" y con la posterior "El sabor de la venganza".
La película se rodó en 1965, el mismo año en el que Leone dirigió "La muerte tenía un precio", coproducida por España e Italia. No es casualidad que el productor fuera el mismo en ambos casos: Alberto Grimaldi, y que uno de los guionistas, Sergio Donati, quizá el más famoso de los guionistas de este subgénero ("Hasta que llegó su hora", "Cara a cara", "El halcón y la presa"), se implicara en el proyecto de Marchent. Almería y La Pedriza acogieron los escenarios por los que transita esta historia de venganza, la fotografía corrió a cargo de Fulvio Testi y de la música se encargó otro de los habituales en lo que a las partituras del género se refiere: Marcello Giombini.
Lo que quizá más llame la atención de los que se atrevan con su visionado es lo bien cuidado que está el guión, algo para nada usual en estas producciones. Los diálogos son una delicia para el espectador. La película también cuenta con algunos gags cómicos y homorísticos que en absoluto estropean el trasfondo de la historia. Los personajes fenomenalmente caracterizados también ayudan; tanto Jesús Puente (Frank) como José Bódalo (Martin) logran un alto nivel interpretativo. Robert Hundar, el actor fetiche de Joaquín, también desarrolla con soltura su papel de cazarrecompensas. Completan el reparto Luigi Pistilli, Roberto Camardiel en un registro más cómico y Pamela Tudor, la viuda y madre de los dos niños que aparecen durante el metraje.
Se trata en definitiva de un magnífico eurowestern que dejará un buen sabor de boca a los amantes de este subgénero. Muy recomendable.

Magistral documental de Jaime Chávarri, que muestra sin medias tintas la vida de los Panero tras la muerte del llamado poeta del franquismo. La viuda y los hijos muestran en sus conversaciones la personificación más absoluta del fracaso; las reflexiones de los hermanos Panero cuando se refieren a sus padres son directas, hirientes, inmisericordes y carentes de tapujos. Quieren ajustar cuentas con un pasado que les pertenece, pero en el que jamás encontraron la felicidad. Y ese tiempo marca su existencia para siempre. Los Panero se consideran unos perdedores, son la consecuencia fatal de una época oscura de cuatro décadas de dictadura y de pertenecer a una familia muy bien asentada en el régimen, que no les permitió disfrutar de esa libertad de acción y pensamiento que ahora llegaba, pero que para ellos lo hacía ya demasiado tarde. Se refugian en la poesía y en el alcohol para intentar olvidar sus sueños frustrados y asumen que el final de la estirpe de los Panero es irremediable.

Magnífica cinta del director de "Incidente en Ox-Bow"; Wellman acaba de demostrarme que no sólo el gran John Ford sabía rodar un western de altos quilates. El film es de una factura impecable en muchos aspectos. Uno de ellos es la espléndida fotografía en blanco y negro; ese desierto de sal que es el Owens Lake alberga unos planos extraordinarios, al igual que el poblado fantasma que da nombre a la película: "Yellow Sky". Pero si a ello añadimos un gran guión y unos actores como Gregory Peck, Richard Widmark y Anne Baxter, el resultado no puede ser mediocre. Tanto el comienzo de la historia como el desenlace son fabulosos, no así la parte central, que en mi opinión decae un poco. Creo que es un film a reivindicar por todos a los que nos gusta el western porque está muy por encima de algún título más conocido. Notable.

Fallida adaptación cinematográfica del famoso relato de Poe. Corman hace una interpretación excesívamente libre de la historia, de la que sólo se salva la genial actuación de Vincent Price en el papel del Príncipe Próspero y la correcta ambientación. Y es que Poe contó muchas más cosas y mejor en 7 páginas que Corman en hora y media. En la película apenas se hace referencia a cómo eran las diferentes estancias del castillo, aspecto que sí se esmera en explicar con minuciosidad Poe. El reloj de péndulo que en el cuento de marras adquiría protagonismo tampoco parece relevante para el director norteamericano. El desenlace de la historia es también algo distinto. En su conjunto queda una cinta plana, aburrida, sin apenas acción, en la que esencia y el sabor que Alan Poe imprimía a sus relatos brilla por su ausencia.