La película más conmovedora que haya visto jamás. Cuando terminas de verla sabes que eres mejor persona. Te enseña a valorar las cosas pequeñas, lo material carece de toda importancia, el amor, la familia y el tiempo es lo único que cuenta, pues cada momento es único e irrepetible. Cinematográficamente hablando, impecable.
Os hará llorar, pero es esencial e imprescindible que la veáis.

Ya podían aprender otras productoras de películas animadas infantiles. Una película en primer lugar entretenida, pero lo más importante con valores, si si con valores, nada de reyes depuestos, príncipes con castillos o bodas por conveniencia, una película fresca y adaptada a los tiempos, que explica con asombrosa sencillez conceptos básicos de la vida política y social tales como el desarrollo del capitalismo de mercado, la des-ruralización o la conquista cultural.

Una auténtica delicia para niños y para no tan niños..

Sin incoherencias de guión, redonda, coral y algo muy escaso en nuestros días, con un final digno, redondo y satisfactorio. Sin florituras, sencilla, directa y a la par profunda, emocional y emocionante, te agarra y no te suelta hasta los créditos finales.

En otro orden de cosas especial mención a Clint Eastwood, quien sin mucha dificultad puede ser y es uno de los mejores cineastas de los últimos 25 años.

Moderadamente graciosa, sin embargo me ha parecido bastante ingeniosa en sus planteamientos y selección de personajes a parodiar, que no en sus desarrollos.

La peli no es muy larga, tiene sus cosas divertidas, y una ración extra de tetas, es de esas que si estas de lunes con dolor de cabeza y sin ganas de saber nada del mundo, pues oye, para echar el rato cumple bien, y te vas a la cama con una sonrisa.

No os perdáis las escenas en créditos a lo resacón, aquí también son de lo mejor de la película

Una serie increíble, una historia seria, con detalles cuidados, con un argumento profundo, y otro aun más profundo, de esas a las que hay que prestar la debida atención mientras está uno viéndola.

Los escenarios bien escogidos, y un reparto en estado de gracia, nos transporta directamente al comienzo del nacimiento de los Estados Unidos y no nos devuelve al asiento hasta que sale el último de los créditos.