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Documental

7,3
3.685
Documental
9
23 de julio de 2015
23 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Polsky, norteamericano de orígenes rusos con la inestimable producción de Werner Herzog, volcado últimamente en el mundo del documental nos regala una lección de historia reciente y del carácter humano, sintetizada en apenas hora y media. Hace tan solo 70 años el escenario mundial en el que algunos hemos pasado toda nuestra vida era muy diferente al que viven y vivirán nuestros hijos. La pétrea solidez de la U.R.S.S. se desmoronó con una rapidez inusitada, dejando al descubierto que los paraísos ya sean rojos o azules dependen del mercado de valores y de la codicia humana por encima de las ideas teóricas.
La visión de un entrenador y la maestría de unos jugadores hicieron brillar un deporte. Dicho brillo fue inmediatamente manipulado, utilizado y explotado por un estado totalitario donde el individuo está al servicio del estado y no al revés. Más o menos como en el resto del mundo. Es en ese "menos" donde el ciudadano tiene ciertos márgenes para la libertad.
Conocemos a sus protagonistas, su gloria y su sufrimiento a cuya cabeza está el gran capitán Slava Fetisov que fue capaz de resistir las últimas bocanadas de presión de un sistema a punto de extinguirse.
Aún queda espacio para poner a prueba la amistad, la camaradería, el orgullo, y una serie de valores ante el embate de la propia felicidad personal y disfrutar del ballet sobre hielo de este quinteto irrepetible.
Fetisov acabó en la política, reciclado por el presidente Putin, antiguo miembro de aquellos que le controlaron. Buena parte del deporte de su país queda en sus manos. Esperemos que aún sea capaz de defender y marcar con el arte que atesoró sobre el hielo, en su nuevo trabajo.
La visión de un entrenador y la maestría de unos jugadores hicieron brillar un deporte. Dicho brillo fue inmediatamente manipulado, utilizado y explotado por un estado totalitario donde el individuo está al servicio del estado y no al revés. Más o menos como en el resto del mundo. Es en ese "menos" donde el ciudadano tiene ciertos márgenes para la libertad.
Conocemos a sus protagonistas, su gloria y su sufrimiento a cuya cabeza está el gran capitán Slava Fetisov que fue capaz de resistir las últimas bocanadas de presión de un sistema a punto de extinguirse.
Aún queda espacio para poner a prueba la amistad, la camaradería, el orgullo, y una serie de valores ante el embate de la propia felicidad personal y disfrutar del ballet sobre hielo de este quinteto irrepetible.
Fetisov acabó en la política, reciclado por el presidente Putin, antiguo miembro de aquellos que le controlaron. Buena parte del deporte de su país queda en sus manos. Esperemos que aún sea capaz de defender y marcar con el arte que atesoró sobre el hielo, en su nuevo trabajo.
6
19 de julio de 2015
19 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi primer y único encuentro con la obra de Virzi fue: "La prima cosa bella" (2010) y acabé más satisfecho que con esta fábula sobre las mezquindades humanas, en un sistema social a su altura. Su planteamiento narrativo no es precisamente original, errática por momentos y con una endeble trama de thriller a modo de macguffin resuelta sin ningún pudor.
Hay sin embargo una conseguida atmósfera de desorientación vital en la que se mueven sus protagonistas, una fragilidad emocional egoísta sumida en un pozo del que cada uno intenta salir como puede y que tiene su mejor expresión en esa mujer interpretada con brillantez por Valeria Bruni que no podía dejar de recordarme a la impagable Carmela Soprano interpretada por Edie Falco en la mítica serie. Es Bruni la que consigue a la postre los mejores momentos de una cinta con la que la Academia italiana perpetró el hecho de adjudicarle el David di Donatello a la mejor película por encima de una obra maestra como "La gran belleza" (Paolo Sorrentino/2013).
Hay sin embargo una conseguida atmósfera de desorientación vital en la que se mueven sus protagonistas, una fragilidad emocional egoísta sumida en un pozo del que cada uno intenta salir como puede y que tiene su mejor expresión en esa mujer interpretada con brillantez por Valeria Bruni que no podía dejar de recordarme a la impagable Carmela Soprano interpretada por Edie Falco en la mítica serie. Es Bruni la que consigue a la postre los mejores momentos de una cinta con la que la Academia italiana perpetró el hecho de adjudicarle el David di Donatello a la mejor película por encima de una obra maestra como "La gran belleza" (Paolo Sorrentino/2013).
17 de julio de 2015
17 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia muy agradable desde la sencillez de su planteamiento sustentada por un gran reparto coral, que hace que empaticemos con sus personajes. Uno tiene la sensación que si proviniese del otro lado del atlántico norte la prensa especializada le hubiera dado algo más de relevancia.
Armero lleva más de dos décadas subsistiendo con dignidad entre cine y televisión, en una profesión difícil, en un país que lo pone más difícil. Merito que hay que reconocerle.
Gentes corrientes con problemas corrientes que buscan su lugar en el mundo, que intentan encontrar el resquicio en los moldes a que nos abocan y ser felices aunque se tengan que bajar de esos trenes veloces que muchas veces no llegan a ninguna parte. Armero lo cuenta sin subrayados graciosos ni melodramáticos, en una justa medida que se agradece.
Armero lleva más de dos décadas subsistiendo con dignidad entre cine y televisión, en una profesión difícil, en un país que lo pone más difícil. Merito que hay que reconocerle.
Gentes corrientes con problemas corrientes que buscan su lugar en el mundo, que intentan encontrar el resquicio en los moldes a que nos abocan y ser felices aunque se tengan que bajar de esos trenes veloces que muchas veces no llegan a ninguna parte. Armero lo cuenta sin subrayados graciosos ni melodramáticos, en una justa medida que se agradece.

6,7
3.518
7
30 de junio de 2015
30 de junio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todos es sabido que A.H. dividió su carrera entre Inglaterra y los USA que son los que le catapultaron a la fama mundial. Pero para ello antes de que Selznick le fichara y pudiera engordar el presupuesto de sus películas, Hitchcock tuvo que hacerlo bien en sus 26 películas en 27 años.
La que nos ocupa fue la número 22 basada en una adaptación libre de la novela de Joseph Conrad, "Agente secreto". Aquí es obligado mencionar el lío curioso de películas y títulos: "Sabotaje" se llama así porque ese mismo año Hitchcock estrenaba otra película con el título de "Agente secreto", el mismo que el de la novela de Conrad. Y para más inri el director, ya en los USA estrena una cinta en el 42 y la titula "Sabotaje", sin que nada tenga que ver con la cinta del 36. Pues eso.
En la inglesa del 36 hay mucho que se sugiere y no sé si en la novela se indaga más sobre ello. El subtitulo de: "La mujer sola" abre una rendija a un drama hábilmente insinuado por Sylvia Sidney. Una mujer que arrastra muchos interrogantes y cuya historia merecería un mayor desarrollo. Hitchcock los sugiere en la medida de lo posible y carga las tinta en un par de escenas marca de la casa donde la tensión se aborda desde dos concepciones diferentes, tanto visual como psicologicamente dignas de estudio en las escuelas de cine y el maestro se luce en ambas dejando las semillas para la posteridad.
El resto acusa su bajo presupuesto aunque la fotografía de Bernard Knowles y el propio director sacan adelante las atmósferas del bullicioso Londres y el recoleto cine vivienda de los protagonistas.
La que nos ocupa fue la número 22 basada en una adaptación libre de la novela de Joseph Conrad, "Agente secreto". Aquí es obligado mencionar el lío curioso de películas y títulos: "Sabotaje" se llama así porque ese mismo año Hitchcock estrenaba otra película con el título de "Agente secreto", el mismo que el de la novela de Conrad. Y para más inri el director, ya en los USA estrena una cinta en el 42 y la titula "Sabotaje", sin que nada tenga que ver con la cinta del 36. Pues eso.
En la inglesa del 36 hay mucho que se sugiere y no sé si en la novela se indaga más sobre ello. El subtitulo de: "La mujer sola" abre una rendija a un drama hábilmente insinuado por Sylvia Sidney. Una mujer que arrastra muchos interrogantes y cuya historia merecería un mayor desarrollo. Hitchcock los sugiere en la medida de lo posible y carga las tinta en un par de escenas marca de la casa donde la tensión se aborda desde dos concepciones diferentes, tanto visual como psicologicamente dignas de estudio en las escuelas de cine y el maestro se luce en ambas dejando las semillas para la posteridad.
El resto acusa su bajo presupuesto aunque la fotografía de Bernard Knowles y el propio director sacan adelante las atmósferas del bullicioso Londres y el recoleto cine vivienda de los protagonistas.
Mediometraje

7,8
3.485
9
27 de junio de 2015
27 de junio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 42 años Renoir separado de su primera mujer y pasado el meridiano de la vida, encuentra en el relato del mismo título del singular escritor parisino Guy de Maupassant el cauce ideal para dar rienda suelta a su lado más poético y existencial a la vez que el contexto le permite rendir un homenaje a la obra pictórica de su padre, con un estilo impresionista cinematográfico en deuda con la excelente fotografía de su sobrino Claude Renoir.
Presumiblemente planteado como un largometraje acaba siendo un mediometraje de apenas 40 minutos, que pasado el tiempo y viendo la joya que resultó, se nos antoja el formato idóneo para el cuento de Maupassant y para potenciar la futilidad de la vida, los sentimientos y el paso del tiempo.
El variopinto grupo humano que se da cita en torno a las orillas de un Sena a las afueras de París no tiene desperdicio, Renoir los manipula con maestría apoyado en unas actuaciones convincentes dentro del marco de la naturaleza que se une al protagonismo como un desencadenante de las fuerzas del ciclo de la vida. La existencia vista desde un caleidoscopio de sentimientos, donde chocan la razón y la pasión, dejando como siempre damnificados sin olvidar el humor en esa pareja que no puede dejar de recordarnos a Oliver y Hardy.
El propio Maupassant, misógino recalcitrante podía haber sido uno de los remeros, afición que desarrolló en su juventud a la par de su vida licenciosa.
Referencias claras a la obra de su padre y una maestría como narrador visual en la mitad de los años 30, década de su apogeo
Presumiblemente planteado como un largometraje acaba siendo un mediometraje de apenas 40 minutos, que pasado el tiempo y viendo la joya que resultó, se nos antoja el formato idóneo para el cuento de Maupassant y para potenciar la futilidad de la vida, los sentimientos y el paso del tiempo.
El variopinto grupo humano que se da cita en torno a las orillas de un Sena a las afueras de París no tiene desperdicio, Renoir los manipula con maestría apoyado en unas actuaciones convincentes dentro del marco de la naturaleza que se une al protagonismo como un desencadenante de las fuerzas del ciclo de la vida. La existencia vista desde un caleidoscopio de sentimientos, donde chocan la razón y la pasión, dejando como siempre damnificados sin olvidar el humor en esa pareja que no puede dejar de recordarnos a Oliver y Hardy.
El propio Maupassant, misógino recalcitrante podía haber sido uno de los remeros, afición que desarrolló en su juventud a la par de su vida licenciosa.
Referencias claras a la obra de su padre y una maestría como narrador visual en la mitad de los años 30, década de su apogeo
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