David Leitch, doble de acción de Brad Pitt en “El club de la lucha” ha demostrado su buen hacer en el cine de acción con títulos como “John Wick (Otro día para magar)”, “Atómica” y “Deadpool 2”. Ahora ha dirigido este largometraje que se inspira en el libro de Kotaro Isaka. Ladybug es un asesino con mala suerte decidido a llevar a cabo sus cometidos de manera pacífica tras demasiados “trabajos” que han descarrilado. El destino, en cualquier caso, tiene otros planes para él al colocarle en su última misión en una vía de colisión con adversarios letales venidos de alrededor del planeta – todos con objetivos conectados, a la vez que enfrentados – en el tren más rápido del mundo... e intentando averiguar cómo bajarse de él. Así, cinco asesinos a sueldo se encuentran a bordo de un tren bala que viaja de Tokio a Morioka con unas pocas paradas intermedias. De sólo un minuto. Descubren que sus misiones no son ajenas entre sí. La pregunta es quién saldrá vivo del tren y qué les espera en la estación final. La película estadounidense es una notable comedia negra de acción que resulta divertida y muy entretenida aunque el género de acción no me apasiona, tiene un ritmo ágil y se escuchan canciones conocidas como “Staying alive”. El punto flaco es en el guion que se empeña en ser un poco enrevesado y contar mediante flashbacks la historia de cada asesino cuando quizás no hacía falta. El film cuenta con un atractivo reparto de actores encabezado por Brad Pitt con el apodo de Mariquita que no intenta ir de gracioso y demuestra su carisma, la joven Joey King en un personaje antipático para ser el único femenino con más relieve, Aaron Taylor-Johnson y Brian Tyree Henry como los gemelos Limón y Mandarina, Hiroyuki Sanada (“El fotógrafo de Minamata”), Michael Shannon, Logan Lerman (al que no había reconocido), el artista Bad Bunny, Sandra Bullock, la breve participación de Channing Tatum y Ryan Reynolds en un cameo. Así pues, “Bullet train” es el mejor blockbuster de acción del verano sin ser una secuela o una entrega de superhéroes de Marvel.

Valoración: 7
Lo mejor: la peli es una evasión que no deja un minuto de respiro.
Lo peor: el guion es enrevesado.

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Este es el debut en el largometraje coescrito y dirigido por Sarim Sadiq. Mientras los Rana —una familia patriarcal y felizmente unida— esperan el nacimiento de un niño para continuar con el linaje familiar, su hijo más joven se une en secreto a una compañía teatral de danza erótica y se enamora de una joven y ambiciosa estrella trans. Su historia de amor imposible termina por avivar las ansias de rebeldía sexual de toda la familia Rana.
Esta coproducción pakistaní es un drama sobre la opresión social, la falta de libertad y que pone en cuestión las normas de género impuestas. Pensaba que la película se centraría sobre todo en la relación entre Haider, que no cumple el prototipo de hombre trabajador y la transexual Biba con las ideas claras pero después tiene más protagonismo Mumtaz la esposa del protagonista y describe en general a una familia en que cada uno sufre las imposiciones de un patriarcado en que las mujeres son las que más problemas tienen. El largometraje tiene un encuadre en formato 4:3 que contribuye al constreñimiento de los personajes, bien interpretados por un reparto en que el triángulo principal está formado por Ali Junejo como Haider, Alina Khan como la transexual Biba y Rasti Farooq como Mumtaz.
El film obtuvo el premio del jurado en la sección Un certain regard en el festival de Cannes, fue nominado al premio Independent Spirit a mejor largometraje extranjero y estuvo en la lista de 15 semifinalistas al Oscar internacional. Esta es una buena oportunidad para ver una propuesta procedente de un país del que no es nada habitual ver su cine.

Valoración: 7
Lo mejor: la descripción de la sociedad conservadora.
Lo peor: que la película pase desapercibida para el público.

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Después de la serie “La peste” el guionista y cineasta Alberto Rodríguez ha vuelto al cine después del notable film “El hombre de las mil caras”. El proyecto se ideó en 2005 pero no puideron rodar hasta que no cerró la cárcel en 2017. En la cárcel Modelo de Barcelona, en el año 1977, Manuel, un joven contable, encarcelado y pendiente de juicio por cometer un desfalco, se enfrenta a una posible pena de entre diez y veinte años, un castigo desproporcionado para la cuantía de su delito. Pronto, junto a su compañero de celda, Pino, se une a un grupo de presos comunes que se está organizando para exigir una amnistía. Se inicia una guerra por la libertad que hará tambalearse al sistema penitenciario español. Si las cosas están cambiando fuera, dentro también tendrán que hacerlo.
El director vuelve a la época de la Transición española que enmarcó la premiada cinta “La isla mínima” en este notable thriller dramático carcelario que aunque no ofrece nada nuevo sobre este subgénero, entrelaza la relación entre los personajes y la creación de la COPEL por parte de los presos para conseguir mejores derechos en la cárcel, la libertad y la amnistía por unos delitos impuestos por unas leyes franquistas que en el inicio de la democracia no sirven. El largometraje está muy bien ambientado y realizado de manera depurada y entretenida con vocación de llegar al gran público, tiene buen ritmo y mantiene siempre el interés si bien hay alguna acción que no se entiende muy bien. Cabe señalar también la dirección artística de finales de los años setenta y la música compuesta por Julio de la Rosa. La película está protagonizada por Miguel Herrán que al principio no me parecía muy convincente como Manuel pero está a la altura de su personaje, acompañado por Javier Gutiérrez como Pino en otra de sus grandes actuaciones; además de contar en papeles secundarios con un destacado Jesús Carroza, Fernando Tejero lejos de la comedia, Xavi Sáez, Alfonso Lara, Catalina Sopelana y Javier Beltrán.
El film es de los más emotivos del director, inauguró el último festival de San Sebastián, está llamado a ser uno de los mejores españoles del año y seguramente esté presente en la temporada de premios y en especial en los Goya en la mayoría de categorías tanto principales, de actuación y técnicas.

Valoración: 8
Lo mejor: todo el elenco de actores incluyendo los secundarios.
Lo peor: no parece muy explicado algún aspecto del guion.

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Se estrenó en la plataforma Movistar + a mediados de octubre esta miniserie creada y coescrita por Alauda Ruiz de Azúa, Eduard Solà (guionista de los films “Casa en flames” y “La virgen roja”) y Julia de Paz y dirigida la primera tras el film “Eras tú” que supone su potente debut en la ficción televisiva, pocos años después de su aclamada ópera prima “Cinco lobitos”. Tras treinta años de matrimonio y dos hijos en común, Miren abandona el domicilio conyugal y denuncia a su marido por violación continuada. Esta grave acusación obliga a los hijos a elegir entre creer a su madre o apoyar a un padre que defiende su inocencia. Un viaje familiar que avanza en paralelo al judicial con un mismo objetivo: conocer la verdad.

Esta miniserie española compuesta de cuatro episodios (con los títulos ‘Querer’, Mentir’, ‘Juzgar’ y ‘Perder’) es un notable drama familiar, realista y duro sobre el abuso sexual continuado y el consentimiento en un matrimonio, una cuestión complicada que es tratada sin sentimentalismo, el guion es sutil donde hay buenos diálogos y una puesta en escena sobria, austera y un poco fría con tonos azules y grises. Destaca el tercer capítulo dedicado al juicio de la demandante con las intervenciones de todas las partes implicadas en un caso complejo que habla del abuso de poder en una relación en que la esposa dependía económicamente del marido como en tantas parejas. Cabe señalar el reparto de actores que hacen buenas interpretaciones formado por Nagore Aramburu y Pedro Casablanc como el matrimonio separado y Miguel Bernardeau e Iván Pellicer (cortometraje “Inútil”) como el hijo mayor y el menor (es interesante la evolución de cada uno con respecto al caso), así como Loreto Mauleón como la abogada de Miren y las intervenciones de Miguel Garcés (serie “Bellas Artes”), Natalia Huarte (cortometraje “Yegua”), Elisabet Gelabert e Itziar Aizpuru.

“Querer” tuvo su preestreno en el pasado festival de San Sebastián, es una de las mejores miniseries españolas del año junto con “Los años nuevos” y merece ser reconocida en los premios nacionales. La producción fue nominada a tres premios Forqué a mejor serie, interpretación femenina para Aramburu y masculina para Casablanc y obtuvo siete nominaciones a los premios Feroz a mejor serie dramática, actriz protagonista y actor principal, acriz de reparto para Mauleón, actor de reparto para Bernardeau y Pellicer y guion en serie.

Valoración: 8’5
Lo mejor: el tratamiento en la realización y el reparto de actores.
Lo peor: no saber el resultado del proceso después del dictamen en el final.

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Tras dirigir la miniserie estadounidense “La chica del tambor” y el cortometraje “Life is but a dream” del año pasado, el coguionista y cineasta Park Chan-wook (uno de los mejores directores de Corea del Sur) ha realizado su último largometraje surcoreano años después del excelente “La doncella”. Hae-Joon, un veterano y responsable detective, casado con una mujer, investiga la sospechosa muerte de un hombre en la cima de una montaña. Pronto, comienza a sospechar de Sore, la joven viuda del difunto, mientras la atracción que siente por ella le desestabiliza.
Esta sobresaliente intriga con componente de drama romántico subvierte los códigos del subgénero de cine negro, sobre todo en lo referente a la figura de la femme fatale y va mucho más allá del dilema entre seguir la investigación del caso criminal o dejarse llevar por la pasión hacia una misteriosa mujer. Esta es una película laberíntica, compleja y misteriosa que puede recordar al cine de suspense de A. Hicthcock en que el espectador tiene que estar atento para entenderla bien pero vale la pena y resulta recompensado; nada es lo que parece, la magnífica realización contiene elegancia, ideas visuales y transiciones que la hacen especial aunque si estuviera montada de otra manera, el efecto seguiría siendo positivo. Y es que después del final dan ganas de volver a verla para cerciorarse de los detalles, verla de otra manera y seguro que gana en matices y recovecos en siguientes visionados. El elemento de la niebla es constante y contribuye a la sensación de intriga. Aparte de la gran realización en que el director vuelve a demostrar su maestría en el manejo de la puesta en escena en las localizaciones (como ya vi en la anterior “La doncella”), cabe destacar la labor de montaje y de fotografía, así como las interpretaciones de la pareja protagonista formada por la actriz Tang Wei (vista en “Deseo, peligro” y “Largo viaje hacia la noche”) y el actor Park Hae-Il (“Alta sociedad”). Hay que añadir que el metraje de más de dos horas no se hace pesado en ningún momento.
El film ganó con merecimiento el premio a mejor dirección en el pasado festival de Cannes y el premio a mejor montaje en la Seminci de Valladolid; ha estado presente en la temporada de premios: seleccionado como uno de los mejores títulos extranjeros del año, obtuvo dos premios a mejor película extranjera y fotografía en la asociación de críticos de Chicago y nominado a mejor largometraje, director y montaje, candidato al premio Gotham y Satellite award a mejor film internacional, así como al Globo de oro y Critic choice award a mejor película de habla no inglesa, además, fue nominada a los premios BAFTA a mejor dirección y película extranjera pero se ha quedado fuera de las cinco candidatas al Oscar a mejor largometraje internacional. Aun así, estamos ante uno de los mejores títulos de Park Chan-wook y ya puede figurar en lo mejor que se ha estrenado en este inicio de año.

Valoración: 9
Lo mejor: la virtuosa y meticulosa realización de la película y la actuación magnética de Tang Wei.
Lo peor: si el espectador no está concentrado en el visionado, es fácil que pueda desconectar.

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