Enésimo retrato de una celebridad venida a menos devastada por el alcohol. Observar a Jeff Bridges tumbado beodo durante la mitad de la peli es desesperante y soporífero. Qué gran actuación, oh sí!! Con El gran Lebowsky JB dibujó un personaje admirable, o en El rey pescador, pero desde luego no aquí. Considero que hasta el ínclito Willy Toledo lo habría clavado. Es una pena que no se haya seguido un camino menos previsible, en la línea de En la cuerda floja, el ejemplo más próximo que se me ocurre de cómo narrar esta historia sin que dé vergüenza ajena. Te vas de gira con la barba de Jeff, que lo único de corazón rebelde que posee es la de ser un puto egoísta con talento que prefiere arruinar su vida y la de los que le rodean a centrarse en lo que mejor sabe hacer. Es todo tan jodidamente previsible, tan mascado y medido que uno no puede sino preguntarse a qué coño juegan últimamente estos directorcillos de jolivú, incapaces de crear un relato decente que consiga obtener la venia del espectador. Faltan huevos y sobra más de lo mismo.

-Perdone, ¿es usted el responsable del circo?
-Así es.
-¿No hicieron el año pasado la misma película pero con Mickey Rourke de luchador indómito?
-No lo recuerdo.
-No me extraña.

Pero claro, lo fácil es poner a Bridges chupando cámara a ver si con un poco de suerte te aparece el Nota y te escribe el guión o mejor aún, igual si está el Nota chupando cámara, el público no se da cuenta de que el guión en realidad no existe.

Faltan ideas, muchas. Y lo que es peor, faltan ideas para desarrollarlas.

Zwick es un director con oficio, conoce el medio y sabe lo que engancha a la gente. Básicamente se le podría considerar un director de masas que posee la difícil virtud de anotarse más tantos de los que le corresponderían por obras de dudoso alcance. Mueve acertadamente la cámara y suele acertar con la banda sonora. En la película que nos ocupa, quizá ha debido intuir que la Academia de los huevos lo iba a nominar casi seguro debido al relato más molón posible a la hora de optar a las estatuillas, que no es otro que los cuentos sobre los valerosos judíos de la época germánica, y el tipo se nos ha agarrotado sirviéndonos un telefilme descafeinado de supuestos héroes en un supuesto bosque en el que sobreviven a base de negar su propia suerte.

La película carece de la garra que se espera. Las escenas más emotivas no emocionan y las secuencias heroicas rebajan el nivel que Zwick ya demostrara en películas como Tiempos de Gloria. Servidor, un tanto hastiado ante el desangelado producto que tenía enfrente, hizo un aparte para salir a echarme un piti justo cuando más armas encima portaban nuestros valerosos judíos. Mientras me escabullía de la sala escuchando los primeros bombazos me preguntaba si la nieve que veía en la calle cuajaría mientras fumaba ese cigarro. Cuando regresé, la sangre alemana teñía de rojo una nieve que sí cuajaba en la mente de Edward Zwick, pero que a mí se me antojaba un aguanieve molesto, cotidiano y resultón, que había hecho acto de presencia porque como todos sabemos, a Oscar le encantaban los paisajes blancos, si no, se hubiese rodado en el desierto de Almería. O no. Muy justito.

Bueno, que más se puede añadir a lo ya anteriormente expuesto...
¿qué Connery ya chochea y fue a por la pasta sin importarle demasiado su reputación, cómo ya hiciese en La roca?
¿Qué estas son el tipo de películas qué consiguen hacer buenas a por ejemplo... El abuelo de Garci?
¿Qué también son del estilo estúpido que generan brillantes y futuras idioteces como Van Helsin o Underworld?
¿Qué nos engañaron a todos entrando en las salas porque habían juntado a unos personajes que no deberían estar allí?
¿Se imaginan en el Congreso de los diputados una gresca entre Azaña, Gil Robles, Alfonso Guerra, Torcuato Luca de Tena, Adolfo Suarez y la Pasionaria?
¿Es qué nos estamos volviendo locos?
¿O sólo yo?
¿Tú no?

Genial tercera obra maestra de Boorman tras Deliverance y Excalibur. Brendan Gleeson interpreta el papel de su vida dándo vida al general, uno de los mejores y más brillantes ladrones que ha parido Irlanda. Un personaje al que por su particular visión de la vida -soy un ladrón- se le coge cariño desde el principio.

Boorman quisó contarnos desde toda la objetividad que fuese posible la vida de Martin Cahill tal y como se la contaron, recogida en multitud de testimonios y realizando un buen trabajo de investigación. El film comienza por la escena final y caben destacar un par de elipsis muy hermosas. La fotografía es un caso aparte: Boorman quisó destacar la interpretación de los actores por encima del color amarillento de las calles irlándesas. Curiosamente, el efecto final otorga al film un colorido que nivela los éxitos y las tragedias personales del elenco.

Jon Boight, quién ya trabajara con Boorman en Deliverance, hace de contrapeso de El General y su situación personal siempre viene condicionada por los golpes y atracos de su antagonista. Buen papel y buena interpretación para un gran actor.

Quiero destacar que El general es la mejor película de ladrones que he visto, y más, habiéndo contemplado últimamente el tipo de cine y de ladrones que nos vende Hollywood. Pierce Brosnan en El último golpe es un patético y absurdo estereótipo de ladrón de élite usado por Hollywood recientemente en las mierdas de Ocean Eleven con los absurdos Brad Pitt y George Clooney de ladrones guays que no se traga ni dios.

También apuntar que en el año 2000 Kevin Spacy rodó esta historia con un resultado lamentable, titulada Criminal y Decente y que dista mucho de alcanzar el genio que imprime Boorman.

Brendan Gleeson parece un ladrón de verdad, actúa como un ladrón de verdad y les da mil vueltos a los mariconcetes estereótipos yankies. Un film para disfrutar de golpes tan ingeniosos como reales. 9.5

"Las cosas no se poseen, te poseen a ti."

Los premios que ha recibido me parecen inmerecidos. Estoy de acuerdo -he leído por ahí-, que los premios de la industria muchas veces van condicionados por el amiguismo y el politiqueo. Sí. Rotundamente. Aún y todo tampoco puede decirse que sea un bodrio. Más bien alterna momentos algo cutres en la dirección con momentos geniales, y luego la mayoría, que van pasando sin ton ni son.

Lo que sí me gustó es el mensaje de que la vida de un espalda mojada vale tanto como la vida de cualquier nazi de ojos azules, aunque al final el nazi se vaya de rositas -libre-, con lo que nos queda un cuento agridulce que te deja una rara sensación por la ambigüedad tanto del mensaje como de la historia. Y por ello baja nota alarmantemente.