Seth Rogen ha desarrollado decenas de películas similares a esta, pero “Chicos buenos” tiene un toque de frescura. Una posible justificación sería que Seth sea solo el productor y otra porque han cambiado el punto de vista. Nuestros protagonistas desconocen el mundo del sexo, el amor… además son muy responsables por lo que rechazan las drogas por ejemplo (estaba bastante harto del apoyo de la marihuana en las películas americanas, esta probado por distintos estudios que produce esquizofrenia) todo esto junto dará lugar a escenas bastante hilarantes que te garantizarán un buen rato de entretenimiento.
En definitiva, gracias a su cambio de perspectiva a uno más inocente, podrás ir descubriendo junto a los protagonistas este mundo de la adolescencia. Yo disfrute viéndola por lo que no dudaría en recomendarla.

Esta película es más disfrutable si ya has visto el anime porque ya conoces a los personajes principales. Es cierto que es esto común en la mayoría de películas de series anime y no te pilla de sorpresa. Pero tampoco es necesario haberlo visto para entender la película.
La trama es muy interesante y los diseños de los nuevos personajes es bastante bueno, tanto su personalidad como su muestra en pantalla. La presentación es excelente, tiene todo tipo de escenas de acción: persecuciones en coches, en aviones, disparos, batallas cuerpo a cuerpo,... y todas son impresionantes.
Si viste el anime y te gusto, aquí tendrás otra dosis de diversión, pero si no lo has visto puede ser una forma de darle una oportunidad a este gran anime.

Si soy sincero, la película en sí no me ha gustado mucho. El único personaje que vale la pena es el de la actriz Sigourney Weaver, el resto no valen mucho la pena, sobre todo sus diálogos y las acciones absurdas que realizan para sobrevivir. Es de las cosas que más odio en este tipo de películas. Respecto a Ripley, no sé porque a las grandes producciones les cuesta tanto en la actualidad hacer un gran personaje femenino, teniendo ejemplos como este. Pero el resto me encanta. El diseño del planeta, el interior de la nave, las diferentes formas de la criatura y sus apariciones en pantalla. Algunas de ellas son las escenas más míticas del cine de ciencia ficción y el terror. Estas características hacen que la película aumente su valor. Esta película es tan parodiada y ha dejado tanta huella en la historia del cine que cualquier cinéfilo debería verla.

No soy un fan acérrimo del famoso bioexorcista, ya que vi la película original hace apenas unas semanas, pero esta nueva entrega ha logrado encontrar una justificación sólida para resucitar al icónico personaje. La película respeta el legado de la primera, a la vez que nos permite disfrutar nuevamente de las alocadas y surrealistas apariciones del personaje que da nombre a la cinta. A pesar del paso de los años, Michael Keaton logra revivir con maestría lo que hizo tan especial a Bitelchús, capturando esa esencia traviesa y rebelde que definió la original.

Un punto clave que mantiene la coherencia entre ambas entregas es la representación del inframundo, que se apoya principalmente en efectos prácticos, logrando así una continuidad visual y atmosférica que encaja perfectamente. Además, la inclusión de escenas musicales es un acierto que refuerza la naturaleza caótica y desenfadada de Winter River, haciéndolas sentir como una parte natural del entorno extravagante.

Sin embargo, la película peca de repetir algunos de los mismos recursos narrativos que la primera, lo que puede hacer que ciertos momentos se sientan demasiado familiares, sobre todo en el clímax. Mi recomendación es no ver la original justo antes, para que las sorpresas tengan mayor impacto en esta segunda parte.

En general, tanto los nostálgicos de la primera como los nuevos espectadores disfrutarán de esta comedia de terror, que resulta accesible para una amplia audiencia. Además, con el título que se le ha dado a esta secuela, parece casi obligatorio que llegue una tercera parte, y yo, por mi parte, la esperaré con entusiasmo, ya que esta "naciente saga" ha logrado hechizarme.

Había pospuesto ver "Bailando con lobos" debido a su extensa duración de cuatro horas (vi la versión del director, que incluye escenas eliminadas cruciales para comprender mejor la trama), pero finalmente, las circunstancias se alinearon para que pudiera disfrutar de esta excepcional película.

Lo que más me cautivó de "Bailando con lobos" es su enfoque atípico dentro del género western. A diferencia de otros westerns que giran en torno a la venganza y la violencia de protagonistas solitarios, aquí, aunque las muertes y batallas están presentes, el peso de la trama recae en temas más profundos como el amor, la reconciliación con la naturaleza y el entendimiento entre culturas. Un ejemplo de ello es cómo se respetan ciertas regiones de caza para permitir que los animales crezcan y vivan libremente, o cómo se aprovecha al máximo cada animal cazado. Además, es conmovedor ver cómo el protagonista busca conocer mejor a sus vecinos, los indios Sioux. La película destaca por la manera en que se desarrollan, de forma gradual y orgánica, las relaciones entre los personajes; pequeños gestos y actos de confianza que siembran la base de amistades genuinas y profundas.

"Bailando con lobos" también posee un tono nostálgico por una época que estaba a punto de desaparecer, y con ella, la cultura del pueblo Sioux. La película actúa como una cápsula del tiempo, ofreciendo un reflejo de cómo vivían los Sioux antes de ser casi exterminados por la expansión estadounidense.

En definitiva, este viaje en el tiempo, aunque idealizado, ofrece una ficción que es más amigable que la cruda realidad histórica que nos revela su trágico desenlace. A pesar de ser una inversión de tiempo considerable, creo que esta película merece ser vista al menos una vez en la vida. Es una experiencia cinematográfica que trasciende el género y nos invita a reflexionar sobre la historia, la naturaleza y la humanidad.