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Críticas 3.351
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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15 de agosto de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada libremente en el sainete de juventud (1825) de Mérimée
fue un encargo italiano a un Renoir recién llegado de su etapa norteamericana , con las imposiciones de ser rodada en inglés para el mercado norteamericano y aprovechar la fama de la Magnani como cabeza de cartel.

El sainete que ya había sido estrenado en época de Mérimée, aunque forma parte de un teatro que escribió solo para lectura, tuvo su estreno también en España con versión de Azaña en 1931 convertido como tantas otras cosas en disputa política por la crítica dependiendo del bando de las dos españas a la que se perteneciera. En la época en que le llegó a Renoir, la Comedie Francaise la había revitalizado con un estreno reciente.

Renoir pasó de su carácter francés y se lo llevó, se supone que por la inclusión de la Magnani, a terreno italiano, a la colorida y farsesca Comedia del Arte que le permitía un mayor juego estético, sobre todo con el color con el que había experimentado en su anterior obra "El rio" (1951), para mayor éxito de su hermano Claude Renoir con la fotografía.

La verdad es que Magnani se salia de los cánones de la famosa Colombina (palomita) criada clásica de la Comedia y se acerca más al tratamiento posterior que del personaje le dio Goldoni. Con todo y sin desmerecer la calidad actoral de Magnani se hace complicado para el espectador verla como el deseo amoroso de sus tres pretendientes (político, militar y torero), cuyos enredos no muy brillantes dentro del género se enmarcan en un guión a cuatro manos que se resiente de ello.

La siempre vistosa Comedia del Arte, el encanto de sus personajes, la ambientación, el tratamiento del color y un arranque divertido cercano al sainete original sustentan el asunto. Añadasele la mano del maestro con la cámara y como maneja los espacios para que la cosa tenga su interés, más allá del homenaje al teatro, al cine y el metalenguaje entre realidad y fantasía.
12 de junio de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los antecedentes presagiaban lo peor. A saber: Disney compra los derechos de la saga y se dispone a exprimir la burra temiéndonos que sin escrúpulos. La primera en la frente: resetear de forma infame, chapucera y descarada todo lo que venía labrándose, de forma irregular eso sí, anteriormente, resucitando sin pudor a los viejos iconos para despedirlos malamente de la mano de J.J. Abrams. Y como guinda elegir para este "flashback satélite" de la saga a un director cuyos dos primeros proyectos abundan en la mediocridad. Pero...

Parece que en este caso, "La Fuerza" que todos llevamos dentro a acompañado a Gareth Edwards y ha parido probablemente la mejor de la saga desde hace años, recuperando un espíritu setentero que nos retrotrae a los inicios y que parecía estar tan perdido y distante como esa galaxia tan lejana donde ocurrieron los hechos o ocurrirán, que con este lió de ir "pa lante y pa tras" en la historia ya no se sabe.

Más adulta, sin perder esa inocencia de las aventuras juveniles, con un reparto entregado y solvente, buena galería de personajes, la dosis justa, necesaria y equilibrada de referencias sin sustentarse en ellas conforman una cinta entretenida de más de dos horas, evocadora, que no teme el sacrificio final en bien de la saga y que nos deja un mensaje de que en la lucha por la libertad son muchos los que caen y son olvidados por el camino sin los cuales nada hubiera sido posible.

Edwards y su equipo han rodado con lentes y escenografías (algunas de ellas originales de los 70) para poder acercarnos a los inicios y lo consiguen.

A veces los "secundarios" le roban el protagonismo a los propios protagonistas. Buen comienzo pues para que la Guerra siga dando guerra en paralelo, aunque lamentablemente, o no, esta propuesta quede cerrada en si misma.

czjc.blogspot.com
10 de junio de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posee uno de los comienzos y finales probablemente más desolados, desgarradores y desasosegantes de la historia del cine. Cuenta además sin lugar a dudas con las mejores interpretaciones infantiles desde Jackie Coogan en "The Kid"(Chaplin/ 1921) de la mano de Georges Poujouly y sobre todo de una Brigitte Fossey en estado de gracia. Ambos prolongarían su carrera profesional con desigual éxito a lo largo de sus vidas.

Lo que en principio iba a ser un corto se convirtió en un largo que le dio a Clément su consagración para la historia llevándose el Oscar a la mejor película extranjera en el 52.

El horror, el amor y el humor (negro) se dan la mano para contarnos desde el punto de vista de la inocencia infantil, quizás llevada al extremo en tono de fábula por ese libro que se abre al principio, que la muerte no puede estar más agusto que entre esta especie descerebrada, envidiosa y egoísta que la invoca y utiliza de forma gratuita con total desprecio sobre la vida que somos los seres humanos, Durante todo el film, la parca, está presente de una u otra manera sin que a nadie parezca importarles sus causas y consecuencias.

Los vecinos en esa Francia rural ocupada por los nazis reflejan en sus conductas básicas el origen de los conflictos humanos. Los niños no tienen más remedio que reconvertir la presencia de la muerte en un juego que les permita dejar espacio a un amor puro donde refugiarse que pronto será destruido por aquellos que han envejecido lo suficiente para aprender a sobrevivir por encima de todo y de todos.

Uno a la vez que sonríe aceptando el humor como único medio balsámico no puede menos que acabar sobrecogido ante este brutal retrato de la pérdida de la inocencia. Clément lo narra con maestría y belleza apoyándose en la excelsa fotografía en blanco y negro de Robert Juillard, sobresaliente director de fotografía que comenzó como cámara su dilatada carrera y que ya había trabajado para Bresson en "Diario de un cura rural" el año anterior.

czjc.blogspot.com
7 de abril de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se estrenó la película que nos ocupa faltaba tan solo un año para que la carrera del consagrado director teatral y cinematográfico se viera empañada a perpetuidad por su delación hacia sus compañeros de profesión durante la "caza de brujas" capitaneada por el senador McCarthy. El resto de su vida intentó justificarse a través de sus obras escritas o en la pantalla, amparándose en su amor por su país (aunque el era de origen otomano) pero no pudo evitar que cuando en el 98 le fue concedido un Oscar honorífico por toda su carrera algunos le recordaran que si su carrera pudo ser brillante, que lo fue, ocurrió en parte gracias a esas delaciones que por el contrario acabaron con las carreras, probablemente tan brillantes como la suya de los compañeros a los que delató. Por no hablar de las veces que fue acusado de acoso sexual.

En fin...; fundador del Actor Studio que revolucionó las técnicas de actuación basándose en las teorías o método de finales del siglo XIX del ruso Konstanstin Stanislavski y cuyo mayor exponente fue Brando precisamente. Teorías que siguen dando que hablar hasta hoy día y que han servido, aparte para que algunos se forraran con ellas en sus clases como si fueran gurús, para establecer una división, a mi juicio absurda, entre aquellos actores y actrices "seguidores del método" y de los que nunca necesitaron ningún método para ejercer su arte.

Como ejemplo en esta misma película tenemos a Vivien Leigh (y por extensión su marido Laurence Olivier que la dirigió en la puesta en escena de la obra en Inglaterra) no seguidores del método y el resto del elenco que conformaban el grupo original con el que se estrenó la obra en el 47 dirigida por el propio Kazan, a excepción de la gran Jessica Tandy en el papel de Blanche que fue sustituida dado que no gozaba en el cine de la fama y popularidad de La Leigh que ya tenía un Oscar en su haber nada menos que por la inmortal Scarlett de "Lo que el viento se llevó" y que hizo que estuviera acompañada en ese Olimpo de inmortales por su Blanche Dubois que le proporciono el segundo Oscar de su carrera.
No obstante el reparto original tuvo otros pretendientes anteriores que por una u otra razones rechazaron (Olivia de Havilland) o no cuajaron (Robert Mitchum no obtuvo el permiso de sus estudio) para encarnar a los futuros mitos. Lo que lo hicieron finalmente lo bordaron. Tres de ellos se llevaron el Oscar y a Brando se lo quitó el, por otro lado estupendo, trabajo de Bogart en "La reina de África" y que Hollywood pecó de conservadurismo ante una interpretación tan moderna de un joven que aún no era una estrella y que marcaría un antes y un después en el mundo de la actuación.
La película bordea con maestría los limites entre el teatro y el cine. Kazan quien en principio pensaba que poco más podía aportar la película a la obra, supo sacarle partido a los decorados, creando un ambiente atmosférico y opresivo con la casa y el entorno de ella, donde las luces y las sombras magníficamente fotografiadas por Harry Stradling junto con la composición de los personajes toca tanto el noir como el terror como ocurría con "El crepúsculo de los dioses" de Wilder estrenada el año anterior.
La censura y la liga católica se lo puso difícil y enmascaró muchas situaciones que en la obra eran explícitas, incluso cambiando el final para que el "malo" pagara su culpa como Dios manda, desvirtuando en buena parte el poder de ese otro dios pagano y poderoso cuyo nombre lleva el tranvía.
El mundo tortuoso, acomplejado y preñado de sexualidad y por ende deseo de Tennessee Williams, consigue aflorar en la película por mucha censura que tuviera. Dos mundos entrechocan, el viejo sur elitista y ensoñador y el nuevo sur proletario y pragmático, ambos encadenados por la pasión y el deseo común a todos los mortales. El paso del tiempo, las expectativas frustradas, la ausencia de auténtico amor, la homosexualidad reprimida y las crueles convenciones sociales bullen en una olla a presión al calor del verano de Nueva Orleans para acabar explotando en nuestras conciencias.
Brando compone un personajes brutal, infantil, machista y desvalido al mismo tiempo, en una actuación memorable pero es Vivian Leigh quien va de más a menos haciéndose con nuestra atención, enganchándose de nuestra alma para desnudar la suya en una espiral angustiosa de una vida truncada, desmadejada, imposible de remendar. Karl Malden y Kim Hunter no les van a la zaga.
Se han hecho y se siguen haciendo muchas versiones con desigual acierto. Aquí esta el molde.
23 de febrero de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Philipps, se ha salido del carril de resacones y pringaos que tan buenos dividendos le ha dado (algunas incluso no estaban mal) y aplica su formula y a algunos de sus actores con producción de Bradley Cooper a la historia (verídica) de un par de jóvenes que en el país donde todo es posible se forraron traficando con armas yendo por libre hasta que el diablo enredó y tuvieron que rendir cuentas con una justicia que tampoco les exigió demasiado.
Philipps y Smilovic guionistas, se traen la historia a su terreno modificando lo que haga falta para hacernos pasar un rato entretenido y de paso denunciar, sin pasarse que tampoco es eso, que las diferentes administraciones USA suministran armamentos a tuti plen como les viene en gana y a quien les viene en gana.
La factura es notable al igual que el ritmo, guiños al "Precio del poder" de Scorsese, cartel incluido, el reparto no desmerece y de vez en cuando algo nos hace reír o nos pica en la conciencia. Todd has cumplido.

PD: Si uno quiere ahondar con más seriedad en el asunto: "El señor de la guerra" (Andrew Niccol / 2005)
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