Cronenberg nos vuelve a demostrar que se encuentra en estado de gracia y en plena forma al ofrecernos su última obra hasta la fecha, "Promesas del este" que retrata el crimen organizado, en este caso, el ruso de una forma en que ningún cineasta se haya atrevido.

El realizador no hace una película de gangsters convencional o al uso, como era de esperar, sino que expone su propio retrato, representando una família rusa situada en Londres. La visión de Cronenberg hacia ese mundo está bastante alejado a la visión que tanto nos tienen acostumbrados realizadores como Scorsese o Coppola. El realizador se aleja del "glamour" y del encanto que estos cineastas imprimían en el género mostrando una vertiente mucho más oscura, sucia, pesimista, dura y sórdida.

La película contiene un nivel de crudeza y de violencia considerables, propio del cine de Cronenberg. Es muy elogiable el reparto escogido para interpretar esta historia, en especial a los segundarios. Viggo Mortensen realiza un buen trabajo, al igual que Naomi Watts, pero sus personajes se ven empañados por los segundarios, que resultan ser mucho más creíbles y sobre todo interesantes. Vincent Cassel está sorprendentemente bien, actúa de forma muy convincente dotando a su personaje de una gran soltura. Sin duda, su carisma es innegable. Pero quien se lleva la palma en cuanto a carisma y calidad interpretativa es Armin Mueller-Stahl, cuya labor de interpretación encarnando al capo de la família es sencillamente sublime. Stahl dota de una presencia única a su personaje, mezclando su lado más bondadoso y tranquilo junto al más frío y calculador asesino.

La historia que se explica esta muy bien llevada a cabo y la película cuenta con unos diálogos sencillos pero que reflejan muy bien su intención y con una exquisita fotografía que nos sumerge de pleno en la ambientación del film. No cabe la menor duda de que "Promesas del este" fue una de las mejores películas del 2007 sobre todo gracias a la gran maestría de Cronenberg en la dirección y por la increíble labor interpretativa de Armin Mueller-Stahl, seguido muy de cerca por Vincent Cassel. No es que ni Mortensen o Watts lo hagan mal, totalmente al contrario, pero sus personajes no desprenden tanto interés ya por las condiciones del guión que si ofrecen sus segundarios.

En pocas palabras, el film nos depara un crudo y muy realista relato acerca del hampa rusa alejada de los convencionalismos o de los puntos de vista que otros films del género nos tienen acostumbrados. Aquí nos encontraremos con una violencia muy directa, una cruel, oscura y sórdida história y con unos personajes con pocas características con las que poder empatizar. Cronenberg lo va a tener difícil para superarse.

No soy un adicto del manga, pero sí que soy un gran amante de la animación, sin importar su estilo o contenido, así que pese a que dispuse a ver este film con muchas ganas y sin ningún tipo de prejuicios, el resultado me dejó muy frío.

Entrando en la animación, diré que el trabajo llevado a cabo es muy bueno, los movimientos, las expresiones son exquisitas y muy cuidadas, pero aún así, el diseño de sus personajes no me convence, los cuales los considero, sobre todo las caras, con una estética demasiado infantil, que a veces da más la impresión de estar viendo una muñeca que a un ser humano.

La trama tampoco fue de mi gusto. El planteamiento, no niego de que no fuera interesante, pero ahí se queda, su trama se desarrolla de forma lenta, muy lenta, a mí gusto por el poco carisma que desprenden sus personajes. Tampoco me gustó demasiado el modo en como tratan de homenajear el clásico de “Metrópolis” de Fritz Lang. Cuyo homenaje me pareció más un insulto por la poca capacidad de sus creadores de estar a la altura en el desarrollo de su trama.

El problema que acarreo al film es que se queda corto en todos sus objetivos, tanto en la animación, con unos diseños poco trabajados, y una trama mal llevada a cabo por su mala ejecución y por unos personajes exentos de carisma que empañan su ritmo. Demasiado larga para lo que finalmente acaba por mostrar.

Son muchas las razones por las que uno pueda considerar “Metrópolis” como una obra imperecedera. Podemos sentirnos atraídos por su bellísimo y contemporáneo mensaje, sus impecables actuaciones, su gran banda sonora o sus increíbles imágenes.

Todas las bazas que dispone la obra de Fritz Lang la convierten en una de las obras más representativas del cine y tal vez una de las mejores para expresar lo que lo que es capaz el lenguaje del cine, como si de una única pieza de museo se tratara para exponer todas las virtudes y logros que puede llegar a abarcar el séptimo arte.

En su época, fue una de las producciones más ambiciosas de la productora alemana UFA, y todo un fracaso comercial. Por si no fuera suficiente, la obra, en contra de la voluntad de Lang, pasó por todo un largo y continúo procesado de recorte provocando la existencia de muchas versiones del film sin llegar a ser la obra cuyo director hubiera deseado presentar al público.

Aunque haya sido una película hostigada y de que hasta el día de hoy no puede ser vista íntegramente, pese a los logros de la restauración cinematográfica, “Metrópolis” es toda una obra maestra y toda una demostración del cine.

De todos sus atributos, me quedo con sus impactantes imágenes, con una fotografía espeluznante e impecable y por la riqueza de su historia, simple pero muy ambigua donde es necesario el corazón junto con el cerebro y las manos, tal y como presenta la moraleja final del film.

Soy consciente de que esta película debió de marcar todo un hito en las adaptaciones del cómic al cine y para aquellos grandes amantes del cine en el momento de su estreno. Entiendo que esta película pueda producir emoción y nostalgia para aquel que fuera un adolescente en los años 80, como hicieran otros clásicos como "Star Wars", "Indiana Jones" o la saga de "James Bond". Sin embargo, a mí no me terminó de convencer, si que es cierto que la película posee ciertos aspectos reseñables, pero el tiempo y la falta de eficacia en su desarrollo empañan absolutamente este producto.

Para comenzar, diré que Schwarzenegger no llega ni a un mínimo de calidad en su interpretación, cosa que almenos si conseguía en "Terminator", dando veracidad y contundencia al personaje a interpretar. Sin embargo, el mayor lastre de la película es su deficiente trabajo en llevar a cabo su historia, no está ni bien estructurada ni hilvanada, no hay motivo alguno para seguirla y que tenga un mínimo de sentido. Sus personajes están mínimamente trabajados, no tienen ni matices ni rasgos caracterizadores, son muy planos, absolutamente todos, ni el carismático James Earl Jones se salva. Además, pese a que cuente con un buen plantel de recursos técnicos, uno tiene la sensación de ver una película de serie B por la ineficacia y el mal uso de su propuesta.

Diré en su defensa, y eso hace que apruebe la película, que está dotada de escenas de acción francamente vistosas y de una banda sonora apabullante. El resto es absolutamente pasable, sin nada a remarcar. Hay otras cintas de la época de capa y espada como "Willow", de Ron Howard que le saben sacar mucho más provecho a su propuesta. Una lástima, pues me esperaba encontrar todo un referente en el género de las aventuras y de la acción.

Anthony Minnghella fue un director apasionado, que trataba y componía sus películas con una total entrega a nivel profesional. En esta película, su realizador hace gala de esas habilidades pero en un menor grado. La culpa no recae precisamente en él, sino en la mala elección de Matt Damon como protagonista.

La película tiene un arranque espectacular y unos 40 minutos iniciales soberbios. La culpa de todo la tiene el increíble Jude Law, que con unos pocos minutos de aparición nos ofrece, tal vez, la mayor interpretación de toda su gran carrera. No creo exagerar demasiado cuando opino que su actuación es equivalente a los grandes actores del cine clásico. Law dota a su personaje de una personalidad apabullante y desbordante. Su trabajo en esta película pasará a la historia del celuloide por su singular magistralidad.

El resto de la película, pese a tener una calidad fuera de toda dudas, no llega a las altas cuotas de sus 40 minutos iniciales. Dispone todavía de momentos realmente intensos e interesantes, pero no tan arrolladores ni con tanta fuerza. En parte, se debe a Matt Damon. Hay que dejar claro que el chico, dentro de lo que cabe, no lo hace mal. Pero no puede medirse ante la magnitud de Jude Law, de Philip Seymor Hoffman o de Cate Blanchett, que le devoran cuando comparten la pantalla.

Estamos ante un thriller más que interesante pero que va perdiendo aceite a medida que avanza. Aún así, tenemos una gran fotografía y banda sonora que nutren muy bien el conjunto. Pero queda esa amarga sensación que el personaje de Ripley es demasiado interesante y está demasiado desaprovechado ante la falta de talento de Damon, una lástima, pese a que el actor no lo hace del todo mal si lo comparamos con otros de sus trabajos. La película vale la pena de ver sobre todo para deleitarnos con la fuerza interpretativa de Jude Law, cuyo talento y carisma atrapa al espectador.