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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
2.766
9
25 de octubre de 2020
25 de octubre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notoria y notable (o casi sobresaliente) película que se desenreda de la serie precursora y que no se asoma del todo, aunque dejando visible un cierto poso, a la serie posterior. Un ejemplo de algo bien hecho, de un producto histórico al que le han sacado bien el jugo y que, de la misma manera, rebota en nosotros en forma de documento pedagógico, entendible, fiel. Una producción excelsa que no deja nada al azar, que magnifica la importancia de la época, que ahonda en los lugares y en el paisaje, en las ropas y costumbres, en el hecho de contar de manera fehaciente un pedacito de la historia tan (y tan) importante.
Los actores destacan, a cada cual más. La seriedad estática de un rey Fernando mostrada por un Rodolfo Sancho correcto; la ambición desmedida, el ansia, la desesperación ante la oportunidad que retrata un Raúl Mérida-Felipe el Hermoso; el desamparo, la frustación, el amor sin igual de una Juana (no tan loca) con la que Irene Escolar brilla de una manera que, he de confesar, no me esperaba. Los secundarios actúan como los acompañantes imprescindibles sin los cuales el resultado jamás hubiese sido posible.
"La corona partida" debe ser el gran orgullo de Jordi Frades, así como de todos los participantes. Aquí no tiene cabida aquello de que "el cine español es...", aquí no tiene cabida lo de referirse a la serie, aquí no tiene cabida el eterno runrún de si es fiel o no a este o aquel libro. Es una película para disfrutarla como si de una superproducción se tratara, porque al fin y al cabo... ¿no lo es?
Los actores destacan, a cada cual más. La seriedad estática de un rey Fernando mostrada por un Rodolfo Sancho correcto; la ambición desmedida, el ansia, la desesperación ante la oportunidad que retrata un Raúl Mérida-Felipe el Hermoso; el desamparo, la frustación, el amor sin igual de una Juana (no tan loca) con la que Irene Escolar brilla de una manera que, he de confesar, no me esperaba. Los secundarios actúan como los acompañantes imprescindibles sin los cuales el resultado jamás hubiese sido posible.
"La corona partida" debe ser el gran orgullo de Jordi Frades, así como de todos los participantes. Aquí no tiene cabida aquello de que "el cine español es...", aquí no tiene cabida lo de referirse a la serie, aquí no tiene cabida el eterno runrún de si es fiel o no a este o aquel libro. Es una película para disfrutarla como si de una superproducción se tratara, porque al fin y al cabo... ¿no lo es?
Serie

7,0
10.351
7
26 de junio de 2017
26 de junio de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y seguimos con la súbita manía de comentar/criticar una serie después de haber visto no ya unos cuantos capítulos, sino simplemente el piloto. De ahí sacar conclusiones me parece muy arriesgado y muy injusto para aquellos que venimos a hacernos una idea de lo que vamos a ver. FilmAffinity debería segar esas críticas maliciosas e incompletas que hablan de una parte (mínima) del todo.
Porque "Taboo" puede ser lenta y dejar al aire varios puntos que se podrían haber explotado mejor, eso es cierto. Pero que es una serie notable también lo es. Y es que Tom Hardy se aúna de responsabilidad ante un personaje oscuro y cuya mente está llena de fantasmas. Habría que ver cómo sería la historia si ese punto de brujería africana y ese pasado que le persigue se hubiera enfocado de una manera más directa, sacándole todo el jugo posible a unos matices que se quedan cojos (por lo menos en esta primera temporada).
La ambientación es sobresaliente, estupenda, gris, en ese Londres sucio y descuidado de un principio del siglo XIX en donde todo aún estaba por hacer. En cuanto a la música, más de lo mismo, a la altura de la serie.
Lo secundarios complemetan a la perfección ese ambiente hostil de una capital europea de otro siglo: David Hayman como el criado servicial pero a la vez directo y pleno poseedor de los secretos familiares; un Michael Kelly caracterizado para la ocasión como un espía estadounidense que trabaja en la sombra pero a la vez con muchos colores; Franka Potente como madame/meretriz de época, cuyo personaje se desdibuja con el paso de los capítulos para aparecer de nuevo en la recta final de la temporada; Edward Hogg como un ambiguo escribano de la Compañía de las Indias Orientales; Stephen Graham, aquel Tommy de "Snatch, Cerdos y diamantes" y esta ocasión un Atticus soberbio y bastón del personaje de Tom Hardy; Jonathan Pryce, el Gorrión Supremo, encarnando otro personaje ladino y conspirador, muy ajustado a su perfil; y quizá, el mejor, ese químico fabricante de pólvora que ofrecerá un personaje de lo mejorcito de la serie. Oona Chaplin es la única que desentona, ya que considero que su nivel no está a la altura del resto del elenco.
En resumen, puede que "Taboo" propusiera algo diferente cuando tan solo era una promesa comercial, pero el resultado es una buena serie con una ambientación espectacular, una historia que quiero creer que irá tomando forma en la segunda temporada y con un reparto de lujo. No se dejen llevar por las críticas de un capítulo, ya que parece que tienen prisa por opinar de algo que ni siquiera han visto.
Porque "Taboo" puede ser lenta y dejar al aire varios puntos que se podrían haber explotado mejor, eso es cierto. Pero que es una serie notable también lo es. Y es que Tom Hardy se aúna de responsabilidad ante un personaje oscuro y cuya mente está llena de fantasmas. Habría que ver cómo sería la historia si ese punto de brujería africana y ese pasado que le persigue se hubiera enfocado de una manera más directa, sacándole todo el jugo posible a unos matices que se quedan cojos (por lo menos en esta primera temporada).
La ambientación es sobresaliente, estupenda, gris, en ese Londres sucio y descuidado de un principio del siglo XIX en donde todo aún estaba por hacer. En cuanto a la música, más de lo mismo, a la altura de la serie.
Lo secundarios complemetan a la perfección ese ambiente hostil de una capital europea de otro siglo: David Hayman como el criado servicial pero a la vez directo y pleno poseedor de los secretos familiares; un Michael Kelly caracterizado para la ocasión como un espía estadounidense que trabaja en la sombra pero a la vez con muchos colores; Franka Potente como madame/meretriz de época, cuyo personaje se desdibuja con el paso de los capítulos para aparecer de nuevo en la recta final de la temporada; Edward Hogg como un ambiguo escribano de la Compañía de las Indias Orientales; Stephen Graham, aquel Tommy de "Snatch, Cerdos y diamantes" y esta ocasión un Atticus soberbio y bastón del personaje de Tom Hardy; Jonathan Pryce, el Gorrión Supremo, encarnando otro personaje ladino y conspirador, muy ajustado a su perfil; y quizá, el mejor, ese químico fabricante de pólvora que ofrecerá un personaje de lo mejorcito de la serie. Oona Chaplin es la única que desentona, ya que considero que su nivel no está a la altura del resto del elenco.
En resumen, puede que "Taboo" propusiera algo diferente cuando tan solo era una promesa comercial, pero el resultado es una buena serie con una ambientación espectacular, una historia que quiero creer que irá tomando forma en la segunda temporada y con un reparto de lujo. No se dejen llevar por las críticas de un capítulo, ya que parece que tienen prisa por opinar de algo que ni siquiera han visto.

5,9
3.405
6
21 de diciembre de 2016
21 de diciembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que intenta ser un recordatorio de ese triste y largo episodio de la dictadura argentina deriva en un homenaje al más puro cine negro con el aliciente de ser una película argentina, con el carácter y aliciente que ese detalle imprime en el resultado final. Además, la sombra de Darín es alargada, y en cuanto sale una película de este magnífico actor, todos vamos predispuestos a asistir a una soberbia interpretación y a una no decepcionante historia.
Pero hay goznes que chirrían y no se pueden pasar por alto: la historia sentimental del protagonista con Nancy (Inma Cuesta) que no aporta nada a la evolución de la historia ni a los demonios internos del personaje de Darín; la opulencia de "disfrazarse" de militar para consumar el trayecto, para cerrar el círculo; el final como karma que se nos presenta de la manera más artificial posible.
Para contextualizar mejor, el intento de introducir el personaje de Nancy en la vida del Capitán Kóblic queda descabezado a las primeras de cambio, ya sea por la falta de química entre ambos actores o porque no hay manera de que ensamble. Todo lo que sucede alrededor de ella pasa a no importar un pimiento a medida que avanza la historia.
Hay que resaltar la estupenda interpretación de Óscar Martínez como el comisario de policía. Está soberbio.
En resumen, una película que intenta que la gente no olvide qué pasó, que pretende rememorar esa dictadura y ese miedo argentino, que a golpe de "flashbacks" nos sitúa en esos aviones de la muerte, pero que al evolucionar se establece en el cine negro tradicional conviertiéndose en una buena película sin más alicientes.
Pero hay goznes que chirrían y no se pueden pasar por alto: la historia sentimental del protagonista con Nancy (Inma Cuesta) que no aporta nada a la evolución de la historia ni a los demonios internos del personaje de Darín; la opulencia de "disfrazarse" de militar para consumar el trayecto, para cerrar el círculo; el final como karma que se nos presenta de la manera más artificial posible.
Para contextualizar mejor, el intento de introducir el personaje de Nancy en la vida del Capitán Kóblic queda descabezado a las primeras de cambio, ya sea por la falta de química entre ambos actores o porque no hay manera de que ensamble. Todo lo que sucede alrededor de ella pasa a no importar un pimiento a medida que avanza la historia.
Hay que resaltar la estupenda interpretación de Óscar Martínez como el comisario de policía. Está soberbio.
En resumen, una película que intenta que la gente no olvide qué pasó, que pretende rememorar esa dictadura y ese miedo argentino, que a golpe de "flashbacks" nos sitúa en esos aviones de la muerte, pero que al evolucionar se establece en el cine negro tradicional conviertiéndose en una buena película sin más alicientes.
Cortometraje

3,4
106
1
13 de octubre de 2016
13 de octubre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojo ejercicio que pretende ser humorístico y se queda a la altura de un sketch mediano. No salva la presentación ni un peso pesado como es Fele Martínez, esta vez en el papel de un camarero harto y cansado del tópico "cuando puedas" que apostilla cada frase que le regalan. Kepa Sojo intenta darle carácter y personalidad con el blanco y negro, pero el mensaje y la historia se difuminan en un sopor que no llega a cuatro minutos.
Olvidable trabajo que, en vista de las votaciones, comparte una misma opinión: flojo, muy flojo.
Olvidable trabajo que, en vista de las votaciones, comparte una misma opinión: flojo, muy flojo.
9
20 de diciembre de 2015
20 de diciembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La brillantez desparramada por Jérémy Clapin en poco más de doce minutos no podría resumirse mejor que viendo el propio cortometraje. "Skhizein" es una soberbia interpretación de la locura, de la pérdida de sí mismo, del concepto lineal del espacio, de las probabilidades... Con una animación bastante conseguida y una música que envuelve a la perfección este estupendo regalo, el concepto y la premisa de los 91 centímetros se nos presenta con un halo de perfección de esos que se nos brinda muy, pero que muy, raramente.
El problema de Henri puede subdividirse en varios: tras la caída del meteorito, y sólo ser alcanzado él y una antena de televisión, pierde la distancia de sí mismo, y se encuentra exactamente a 91 centímetros de donde supuestamente debería estar. Las dificultades derivadas se multiplican al salir de casa: conducir un coche, estar en el trabajo... Por eso, nuestro protagonista se embarca en la búsqueda de la averiguación y/o solución de dicho problema: asistir a un psicólogo y, en última instancia, ir al encuentro del meteorito. Vivir desplazado, aunque sea de manera física y no mental (aunque ésto también se deduzca), produce en Henri una transformación a todos los niveles. Y quizá la búsqueda final sea más la aceptación que la propia solución a ese desplazamiento.
Imprescindible a todos los niveles, "Skhizein" es una soberbia interpretación de la locura llevada a los más altos niveles. Y como dije al comienzo, imposible de resumir más que viendo dicho cortometraje.
El problema de Henri puede subdividirse en varios: tras la caída del meteorito, y sólo ser alcanzado él y una antena de televisión, pierde la distancia de sí mismo, y se encuentra exactamente a 91 centímetros de donde supuestamente debería estar. Las dificultades derivadas se multiplican al salir de casa: conducir un coche, estar en el trabajo... Por eso, nuestro protagonista se embarca en la búsqueda de la averiguación y/o solución de dicho problema: asistir a un psicólogo y, en última instancia, ir al encuentro del meteorito. Vivir desplazado, aunque sea de manera física y no mental (aunque ésto también se deduzca), produce en Henri una transformación a todos los niveles. Y quizá la búsqueda final sea más la aceptación que la propia solución a ese desplazamiento.
Imprescindible a todos los niveles, "Skhizein" es una soberbia interpretación de la locura llevada a los más altos niveles. Y como dije al comienzo, imposible de resumir más que viendo dicho cortometraje.
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