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Críticas 1.477
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
26 de septiembre de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto sí que es tener olfato comercial. Ya no sólo por el hecho de que el pre-estreno de “Piratas del Caribe” se hiciera en un parque temático Disney (que también), sino por conjurar a uno de los productores más espabilados del cine comercial con el imperio Disney. El resultado, el inicio de una franquicia millonaria, una auténtica máquina de hacer dinero.

¿Qué tiene “Piratas del Caribe” para que millones de personas hayan acudido en masa a los cines, sobre todo familias enteras con niños púberes y no tan púberes ávidos de efectos especiales y aventuras? ¿Qué tiene el filme de Gore Verbinski que no tenga cualquier otro blockbuster? Las respuestas vienen solas conforme se desarrolla la película: un misterioso y fantasmal buque negro, una fotografía colorida, una historia de maldiciones precolombinas, un sinfín de batallas espada en mano y cañonazos, un ritmo alegre y desenfrenado, un humor sano … y uno de los personajes más carismáticos y recordados, el pirata Jack Sparrow (Johnny Depp), cuyo “look” y personalidad ya se han convertido en todo un icono cultural.

“Piratas del Caribe” resucita de alguna forma aquellas películas de aventuras de la época dorada de Hollywood, si no con el mismo encanto, sí con el mismo sentido del espectáculo. Además, Verbinski añade un toque siniestro que aumenta el interés, con la historia del capitán Barbossa (Geoffrey Rush) y la tripulación maldita de la Perla Negra. Por este hecho, a “Piratas del Caribe” se la considera la primera película Disney “no recomendada para menores de 13 años”, lo cual no ha evitado que la chiquillada acudiera en masa a los cines.

El enorme éxito del filme llevó a hacer otras dos películas más con el mismo hilo argumental, repitiendo Gore Verbinski al timón, y posteriormente otra entrega dirigida por Rob Marshall que ya no seguía la misma historia pero recuperaba a los personajes de Barbossa y Jack Sparrow, y sustituía a Keira Knightley por nuestra Penélope Cruz.

Cine comercial de calidad absolutamente disfrutable y recomendable.
20 de junio de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las grandes películas del cine bélico de los 60, sobresale una en que la épica y la heroicidad de las grandes historias bélicas deja paso al humor y a la crítica castrense. Es el caso de “Doce del patíbulo”, o la “docena sucia” del título original, donde los protagonistas no se distinguen precisamente por las glorias bélicas.

Robert Aldrich dirige un elenco de actores como jamás se han visto en la gran pantalla, una hilera de estrellas formando filas que, a pesar de la mugre, brillan por sí solas: Lee Marvin, Ernest Borgnine, Charles Bronson, John Cassavetes, Donald Sutherland, Telly Savalas… cualquiera diría que estamos ante la lista de invitados de una fiesta deluxe en Sunset Boulevard, pues es un lujo verlos a todos en una misma película. Lee Marvin es el comandante Reisman, un oficial brillante pero indisciplinado al que le encargan una peligrosa misión: asaltar una mansión nazi donde se celebra una fiesta de altos mandatarios y asesinar al mayor número posible de ellos. Pero su pelotón no estará formado por soldados profesionales, sino por unos reclusos condenados casi todos ellos a muerte y con una amplia variedad de delitos.

El filme se centra principalmente en el período de entrenamiento de los reclusos, sus relaciones entre su comandante y entre ellos. Cada uno tiene su propia personalidad y su propia forma de ver las cosas, lo que provocará peleas, risas y situaciones en las que tendrán que trabajar en grupo para salir airosos. El tono de la cinta es de un humor deliciosamente malvado, poniendo en entredicho la forma de vida militar mediante críticas veladas a su jerarquía y disciplina. Los presos ponen en entredicho las órdenes que reciben, acostumbrados a no recibirlas, y el propio comandante Reisman se permite el lujo de ridiculizar a los altos estamentos en alguna que otra ocasión.

La cinta decae un tanto en su parte final, cuando “los doce” están lo suficientemente preparados para cumplir su misión y atacan la mansión nazi. El cambio de registro es bastante notable, máxime después del falso clímax que Aldrich crea en la conquista simulada del cuartel general del coronel Breed (Robert Ryan), pero no por ello se hace cansino ni aburrido aunque el filme caiga en convencionalismos hacia su parte final. La película es harto entretenida, sin dar lugar al aburrimiento ni a partes de ritmos dispares.

Aldrich creó escuela dotando de originalidad un género demasiado conservador y poco arriesgado. “Doce del patíbulo” es recordada por ello, y es, además, una película imposible de no recomendar no sólo a los amantes del cine bélico, sino a cualquiera que goce viendo una gran película.

Muy recomendable.
11 de junio de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu, con la que cierra la que se ha venido a llamar “Trilogía de la muerte” junto con sus otros dos filmes: “Amores perros” (2000) y “21 gramos” (2003).

“Babel” es la historia de un rifle Winchester que interconecta cuatro historias distintas. Cada relato es un drama humano desarrollado en puntos distintos del globo: USA, México, Marruecos y Japón. Por un lado, tenemos el relato de dos jóvenes marroquíes que juegan con un rifle que les ha regalado su padre. En el mismo país, una turista, Susan (Cate Blanchett), que viaja con su marido, Richard (Brad Pitt), es herida de bala mientras viajan en un autobús. Mientras tanto, en USA, una niñera de origen mexicano, Amelia (Adriana Barraza), se lleva a los niños que cuida a la boda de su hijo para no dejarlos solos, atravesando para ello la frontera con México. Y, por último, en Japón, una niña sordomuda, Chieko (Rinko Kikuchi) se siente ignorada por su padre y necesita sentirse apreciada y querida por todos, pero sobre todo por los chicos que le gustan.

Iñárritu vuelve a repetir el mismo estilo que ya utilizó en la notable “21 gramos”, el de las historias cruzadas, para dirigir con un pulso excelente una película donde la multiculturalidad se muestra como un caleidoscopio de formas de vivir muy distintas y personajes totalmente dispares. Esta diversidad tan acusada acentúa la soledad de una sociedad, la global, que lucha por humanizarse pero que está atada a referentes culturales, sociales y políticos que lo impiden. El hecho de que Chieko tenga un trauma por no poder relacionarse debido a su mutismo, no es más que el producto de una sociedad que valora la pérdida de la virginidad como una subida de status, y no es muy diferente de los prejuicios que tienen unos agentes de aduanas con cualquier mexicano que cruza la frontera. Son aspectos impuestos por la tradición y la cultura, tan distintas en unos lugares y en otros que difícilmente pueden converger en un entendimiento global.

A esas dificultades, Iñárritu le añade la variedad de idiomas que se pueden escuchar como complemento a la sensación de complejidad que la cinta quiere ofrecer. De ahí viene la referencia al título, al “Babel” de idiomas y culturas y la dificultad de su entendimiento. Iñárritu distribuye los tiempos de una forma virtuosa, logrando lo que parece imposible: no hay pérdida de ritmo a pesar de los cambios entre una historia y otra. La tela de araña se teje magistralmente sin que el espectador note ningún altibajo gracias a un espléndido trabajo de montaje y postproducción (incluyendo aquí una notable banda sonora).

Por descontado, las actuaciones son muy importantes en una película de personajes. Destacan entre todas las de Rinko Kikuchi y Adriana Barraza por su realismo, y la de Brad Pitt por un papel dramático que lo aleja acertadamente de su encasillamiento.

Muy recomendable.
9 de abril de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la gran variedad de filmes basados en cómics de éxito, este “Blade” de Stephen Norrington es un ejemplo de libro acerca de cómo hacer una adaptación tan buena que hasta llegue a superar el cómic en la que se basa. Un contraejemplo de lo mismo sería el infame “Spawn” de Dippé, por ilustrar un poco la inmensa diferencia entre ambos casos.

Blade (Wesley Snipes) es un mestizo vampiro-humano, un chupasangre que ha nacido sin las debilidades propias de los vampiros, es decir, puede darle la luz del día sin chamuscarse y no le afecta para nada la esencia de ajo. Lejos de resultar simpático a sus congéneres vampíricos, se dedica a exterminarlos sin piedad, con una brutalidad exenta de cualquier remordimiento. Su extremada violencia la justifica como venganza del mordisco que un vampiro le dio a su madre antes de que él naciera, y su aliado Whistler (Kris Kristofferson) le ayuda a saciar su sed de venganza creando armas anti-vampiros para él, a cual más mortífera.

Los vampiros de Blade están entre nosotros, apenas distinguibles de cualquier ser humano, acaparando elevados puestos sociales y dando a entender que son ellos los que controlan todo el cotarro de las finanzas mundiales y la política exterior. El enemigo de Blade es un ambicioso progresista, Dacon Frost (excelente Stephen Dorff), que pretende convertir una milenaria leyenda vampírica en realidad para ponerle las cosas difíciles a Blade y, por ende, a la humanidad entera. La clásica dualidad del Bien y del Mal se presenta aquí de forma muy clara, y se personifica en los dos antagonistas.

“Blade” es todo un espectáculo visual para los fans del cine de acción y de terror, gracias a su mayúsculo despliegue de efectos especiales y coreografías de artes marciales. El filme tiene una cohesión perfecta, lo que lo hace entretenido y dinámico. Bebe mucho del estilo cyberpunk de “Matrix”, y su estética videoclipera se une a una banda sonora de ritmos electrónicos y oscuros.

Como viene siendo habitual en este tipo de películas, los diálogos se reducen a un sinfín de tópicos y de frases lapidarias pronunciadas por unos personajes planos a rabiar. No hay profundidad ni en el guión ni en la interpretación, pero el espectador que quiera ver “Blade” agradecerá (y mucho) lo que se le ofrece.

Recomendable.
28 de febrero de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acertado debut de James Wong (guionista de "X-Files") con esta cinta de terror adolescente que asombra por lo simple de su planteamiento y su lograda efectividad.

Se cuenta la historia de Alex (Devon Sawa), un estudiante aparentemente normal que tiene un fatal presentimiento sobre el avión que lo llevará a él y a sus compañeros de clase a París. Después de convencer a algunos de ellos para salir del avión antes del despegue, los supervivientes no cuentan con que la Muerte tiene otros planes para ellos, y Alex deberá descubrir ese plan antes de que sea demasiado tarde...

Las artificiales actuaciones de los jóvenes actores se ven convenientemente compensadas con el entretenido ritmo de la película. Destaca sobre todo los minutos iniciales, rodados con buen pulso y marcadores de la tónica general del filme, a pesar de que se haga un tanto repetitivo hacia el final.

Hacen falta más películas como ésta en el insulso cine de terror juvenil estadounidense. Todo un debut, el de Wong.
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