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6,8
12.763
3
18 de mayo de 2014
18 de mayo de 2014
26 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede alegar que en 1990 no había tantas películas sobre la República y la Guerra Civil, pero contadas desde el punto de vista propagandístico más favorable para la izquierda, pero en el 2014 son ya una inmensidad. Así que, mala suerte Carlos Saura. Si la hubiera vista entonces y no ahora quizá no me hubiera resultado, además de falsa, tan pero tan tópica. Como siempre, los republicanos son una gente muy salada incapaz de matar a una mosca mientras que los franquistas son unos malvados que se pasean por ahí con cara de estreñidos, dando voces y fusilando por doquier. El colmo llega en esa representación teatral con un público uniformado en exclusiva. Se ve que en la zona nacional no había civiles, mujeres o niños.
Como "¡Ay, Carmela!" se muestra de lo más complaciente con los republicanos no me queda más remedio que aportar una serie de datos. Los protagonistas empiezan en Aragón, donde los "rojos" llegaron a ejecutar en su parte de la región ocupada, que no fue mucha, al menos a 3.000 personas; pero quieren irse a Valencia, donde la represión revolucionaria acabó con la vida de como mínimo 5.000 seres humanos. Todas cifras de Bartolomé Bennassar, con el agravante nunca lo suficientemente resaltado, que estos crímenes se realizan siempre en retaguardia y en territorios donde no hubo combates. De Enrique Líster, líder comunista al que se piropea, en realidad asesino de anarquistas y demás, mejor ni hablo.
Como "¡Ay, Carmela!" se muestra de lo más complaciente con los republicanos no me queda más remedio que aportar una serie de datos. Los protagonistas empiezan en Aragón, donde los "rojos" llegaron a ejecutar en su parte de la región ocupada, que no fue mucha, al menos a 3.000 personas; pero quieren irse a Valencia, donde la represión revolucionaria acabó con la vida de como mínimo 5.000 seres humanos. Todas cifras de Bartolomé Bennassar, con el agravante nunca lo suficientemente resaltado, que estos crímenes se realizan siempre en retaguardia y en territorios donde no hubo combates. De Enrique Líster, líder comunista al que se piropea, en realidad asesino de anarquistas y demás, mejor ni hablo.

8,1
20.453
1
27 de agosto de 2013
27 de agosto de 2013
48 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Bernardo Bertolucci realiza un groserísimo panfleto marxista que sirve como leña al fuego para avivar las acciones terroristas de este y otras tantos grupos que pulularon en la Europa de los años 60 hasta principios de los 90. "Novecento" no es censurable sólo por la ideología que la anima sino por el descarado ejercicio de manipulación, propaganda, mentira e ignorancia que muestra. Entiendo que diciendo la verdad la izquierda no convertiría a nadie pero no es culpa mía que sea tan poco convincente. Sí es que la película empieza ya tergiversando al escoger la muerte de Verdi en 1901 como comienzo. Que yo sepa el siglo empieza en 1900, de ahí el título pero ¿qué sucedió ese año para que Bertolucci lo cambiara por el siguiente? Pues que los anarquistas, muy revolucionarios ellos también, asesinaron al Rey de Italia, Humberto I, y no conviene que la gente lo sepa.
Partiendo de esta base el pretendido análisis de la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX hace aguas tornándose ridículo. En realidad, Bertolucci reproduce el mismo discurso servido por Stalin en los años 30 y que las mentes más sectarias siguen defendiendo. Sólo desde esta disparatada óptica podemos ver al fascismo como una marioneta del gran capital, a la iglesia como mamporrera del poder o a los socialistas entregados exclusivamente a hacer el bien. Bertolucci parece desconocer que, por ejemplo, el futurismo desembocó en el fascismo, que después de la primera guerra mundial el Partido Popular de raíz católica se hizo tan o más fuerte que el socialista o el gran peso del anarquismo al empezar el siglo. Según él, sólo había fascistas y comunistas, obviando las diversas corrientes ideológicas no dichas, desde nacionalistas a los populares, liberales y republicanos.
"Novecento" es una película sucia con ridículas secuencias sexuales y cuando no lo es, cae en unos estereotipos personales de lo más burdo. Tomad nota que los derechistas son malos, avariciosos, cobardes, iracundos, tontos, sexualmente no dan la talla, golpean a sus hijos, son psicópatas, están locos, envejecen mucho peor y sus mujeres son viciosas. En cambio, los izquierdistas son santos, pero laicos. Sin embargo en cuanto rascaron poder lo primero que hicieron fue asesinar, concretamente durante la "Liberación" de Italia en la que acabaron con muchos miles de supuestos fascistas, a menudo mediante la farsa de los juicios populares aquí bendecidos. Mucho antes la admiración que despertaba la terrorífica Rusia de Lenin y Stalin, su amago de revolución durante el bienio rojo (1919-1920) y sus combates contra los fascistas (caían de los dos lados) delataban ya su siniestra faz.
Partiendo de esta base el pretendido análisis de la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX hace aguas tornándose ridículo. En realidad, Bertolucci reproduce el mismo discurso servido por Stalin en los años 30 y que las mentes más sectarias siguen defendiendo. Sólo desde esta disparatada óptica podemos ver al fascismo como una marioneta del gran capital, a la iglesia como mamporrera del poder o a los socialistas entregados exclusivamente a hacer el bien. Bertolucci parece desconocer que, por ejemplo, el futurismo desembocó en el fascismo, que después de la primera guerra mundial el Partido Popular de raíz católica se hizo tan o más fuerte que el socialista o el gran peso del anarquismo al empezar el siglo. Según él, sólo había fascistas y comunistas, obviando las diversas corrientes ideológicas no dichas, desde nacionalistas a los populares, liberales y republicanos.
"Novecento" es una película sucia con ridículas secuencias sexuales y cuando no lo es, cae en unos estereotipos personales de lo más burdo. Tomad nota que los derechistas son malos, avariciosos, cobardes, iracundos, tontos, sexualmente no dan la talla, golpean a sus hijos, son psicópatas, están locos, envejecen mucho peor y sus mujeres son viciosas. En cambio, los izquierdistas son santos, pero laicos. Sin embargo en cuanto rascaron poder lo primero que hicieron fue asesinar, concretamente durante la "Liberación" de Italia en la que acabaron con muchos miles de supuestos fascistas, a menudo mediante la farsa de los juicios populares aquí bendecidos. Mucho antes la admiración que despertaba la terrorífica Rusia de Lenin y Stalin, su amago de revolución durante el bienio rojo (1919-1920) y sus combates contra los fascistas (caían de los dos lados) delataban ya su siniestra faz.

8,3
95.301
2
4 de marzo de 2012
4 de marzo de 2012
24 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un gran ejemplo de cinta en la que el espectador imagina lo que no se ve en ella. El timo se consigue hábilmente. Ponemos en el título "Cinema", luego es un homenaje al cine; luego "Paradiso" como si fuera paraíso, pues un lugar maravilloso, para tratar de imprimir nostalgia. Luego una imagen de unos chicos besándose lo que transmite una gran historia de amor. Y ¡ya está! Luego da igual lo que salga en pantalla, los mimbres están ahí y la historia queda, el espectador la ve así porque el mensaje subliminal funciona, como gran historia de amor, mirada nostálgica y homenaje al cine. Si añadimos luego la banda sonora del estratosférico Ennio Morricone para dotar de emoción secuencias que no la tienen (un tío viendo una película), el engaño resulta casi perfecto. (Por cierto, debería prohibirse que Morricone pudiera prestar su música para películas tan malas como esta)
Pero si uno se da cuenta de lo que están timando sabrá apreciar que el cine aquí NO SIGNIFICA NADA. Es sólo un marco en el que ubicar a los personajes. La pasión del cine dura unos minutos y una vez crece Salvatore, se olvidan de ella por completo.
Igualmente todo el pueblo, el retrato de los vecinos, no deja de ser simplemente costumbrista pero a despertar nostalgia, al no ser que sea en personas que han tenido una infancia parecida, no llega porque el enfoque es parcial. Las experiencias son tan particulares tan poco universales que el espectador fuera de ese caso que se retrata no puede empatizar con ellas. Por ejemplo, ¿quién de nosotros ha tenido una relación de amistad con un viejo (Alfredo, que se parece una barbaridad a Alfredo Landa en "El Crack") sin hijos que te inicia en el cine, o en algo parecido? Pues yo, y la mayoría de nosotros no, luego ni nostalgia ni porras.
Por último la relación de amor, es demasiado tardía. Llega casi al final y no termina de arrancar para nada. No es que esté mal, mal, pero está pobremente construida. Además el personaje de Salvatore está tan mal construido (de niño chulito, arrojado y fantasioso a joven muy atractivo pero prosaico, vergonzoso y tímido a no poder más) que sus escarceos con la chica no te los crees de ningún modo.
Detectada la impostura, lo forzado de la historia (¿a qué viene el consejo del "filósofo" Alfredo de que no vuelva al pueblo?), "Cinema paradiso" deviene, y una vez más en el cine moderno, en una simple historia de la vida de un tío, lisa y llana, sin ningún interés, profundidad, mensaje, o cualquier cosa que merezca la pena. Uno debiera haber hecho caso del instinto al ver la primera escena de "Cinema Paradiso": una vieja hablando por teléfono, como la de "Átame" de Almodovar, ¡horror! y apagar el televisor. De haberlo seguido hubiera evitado zamparme esta película pretenciosa, cursi, lenta, plomiza y absurda.
Pero si uno se da cuenta de lo que están timando sabrá apreciar que el cine aquí NO SIGNIFICA NADA. Es sólo un marco en el que ubicar a los personajes. La pasión del cine dura unos minutos y una vez crece Salvatore, se olvidan de ella por completo.
Igualmente todo el pueblo, el retrato de los vecinos, no deja de ser simplemente costumbrista pero a despertar nostalgia, al no ser que sea en personas que han tenido una infancia parecida, no llega porque el enfoque es parcial. Las experiencias son tan particulares tan poco universales que el espectador fuera de ese caso que se retrata no puede empatizar con ellas. Por ejemplo, ¿quién de nosotros ha tenido una relación de amistad con un viejo (Alfredo, que se parece una barbaridad a Alfredo Landa en "El Crack") sin hijos que te inicia en el cine, o en algo parecido? Pues yo, y la mayoría de nosotros no, luego ni nostalgia ni porras.
Por último la relación de amor, es demasiado tardía. Llega casi al final y no termina de arrancar para nada. No es que esté mal, mal, pero está pobremente construida. Además el personaje de Salvatore está tan mal construido (de niño chulito, arrojado y fantasioso a joven muy atractivo pero prosaico, vergonzoso y tímido a no poder más) que sus escarceos con la chica no te los crees de ningún modo.
Detectada la impostura, lo forzado de la historia (¿a qué viene el consejo del "filósofo" Alfredo de que no vuelva al pueblo?), "Cinema paradiso" deviene, y una vez más en el cine moderno, en una simple historia de la vida de un tío, lisa y llana, sin ningún interés, profundidad, mensaje, o cualquier cosa que merezca la pena. Uno debiera haber hecho caso del instinto al ver la primera escena de "Cinema Paradiso": una vieja hablando por teléfono, como la de "Átame" de Almodovar, ¡horror! y apagar el televisor. De haberlo seguido hubiera evitado zamparme esta película pretenciosa, cursi, lenta, plomiza y absurda.
3 de agosto de 2011
3 de agosto de 2011
46 de 144 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que la narración no es del todo mala, al final todo se resumen en presentarnos un panfleto lo más propagandístico posible a base de tópicos especialmente cursis. Con la misma cantinela de José Luís Garci que nos dió la lata con el exquisito republicano, José Luís Cuerda, izquierdista de pro, nos vuelve a presentar a un viejo profesor republicano de una honorabilidad intachable cargando todas las tintas contra los derechistas a los que pone más o menos como animales de una cobardía y bajeza difíciles de igualar.
A parte de rancia, la relación con Moncho, el niño, es repipi y cursi y lo que le enseña, en realidad, un conjunto de clichés sacados de un manual "progre". El retrato idílico de la Segunda República no se lo cree nadie y el final es hagiográfico.
Y digo yo, que siempre que hacen una película sobre la Segunda República y la Guerra Civil, el protagonista es izquierdoso, por supuesto, pero siempre de las profesiones más idealizadas posibles, de los que nunca han roto un plato: músico, profesor, escritor, periodista, médico, etc. Para cuando van a poner a un miliciano de una checa, a un agente comunista de Stalin, a un anarquista terrorista, etc. Digo, para que el espectador se entere de las brutalidades, crímenes y asesinatos que cometieron los repúblicanos, ya que nunca salen en películas.
A parte de rancia, la relación con Moncho, el niño, es repipi y cursi y lo que le enseña, en realidad, un conjunto de clichés sacados de un manual "progre". El retrato idílico de la Segunda República no se lo cree nadie y el final es hagiográfico.
Y digo yo, que siempre que hacen una película sobre la Segunda República y la Guerra Civil, el protagonista es izquierdoso, por supuesto, pero siempre de las profesiones más idealizadas posibles, de los que nunca han roto un plato: músico, profesor, escritor, periodista, médico, etc. Para cuando van a poner a un miliciano de una checa, a un agente comunista de Stalin, a un anarquista terrorista, etc. Digo, para que el espectador se entere de las brutalidades, crímenes y asesinatos que cometieron los repúblicanos, ya que nunca salen en películas.

8,4
116.554
2
22 de diciembre de 2011
22 de diciembre de 2011
40 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Por darle una enésima oportunidad a Martin Scorsese, posiblemente el peor director de la historia del cine, al menos en proporción con su reconocimiento. Salvo "El color del dinero" todas las demás películas que he visto son realmente malas pero esta, creo, es la peor de todas.
La cinta tenía una nota excelente, muy recomendada como obra maestra y gran clásico del cine de gangster pero nada más empezar, con sólo los créditos apareciendo como si los viésemos al pasar mientras conducimos y luego la escena con los tres mafiosos en el coche, ya con menos de un minuto de metraje, la sensación de que se trataba de una auténtica porquería de película era imposible de disimular. Podía haber apagado la tele pero ya era tarde para echarse atrás: había que seguir viéndola para opinar con fundamento.
Más adelante, los 148 minutos infumables, aburridos, incoherentes, absurdos, patéticos, sin ningún sentido, ni reflexión, ni valor de ningún tipo, confirman la primera impresión. Scorsese se limita a ir presentándonos episodios de la vida de un mafiosillo, pero con escasísima relación entre los mismos, y por su puesto, sin el más mínimo sentido. Sencillamente el argumento sería "la vida de un mafioso" pero esa manía enfermiza del cine contemporáneo de contarnos la vida de un personaje cualquiera en vez de una historia que interese es que no tiene ni pies de cabeza, no tiene el más mínimo interés la vida de nadie si lo que cuentas (y como lo cuentas) no lo tiene. Y si encima sirviera para reflexionar, para darle profundidad psicológica al personaje, pues sería algo, pero nada de nada.
"Uno de los nuestros" es tan sólo etapas de la vida de Henry Hill: Henry de niño, Henry entre en la organización, Henry se hace "amigo" de Joe Pesci, Henry se enamora, Henry... Y uno con cara de memo pensando "¿Y a mí que me importa?" Porque la idea de la cinta, aberrante por otro lado, es "¡Que guay es ser mafioso!". Y salvo criminales en potencia, psícopatas y desequilibrados de cualquier ralea, no entiendo como una persona en sus sano juicio puede sintonizar o admirar a personajes tan vacios, tan deshumanizados, tan egocéntricos, tan brutales, tan malvados. Por eso todo lo que nos cuenta tiene un aire de fantasía, de depravación, por que yo como espectador siento repugnancia hacia los personajes y todas sus gracias, sus historietas, sus movidas del tres al cuarto no me interesan para nada. Y como encima no hay ni acción, ni una trama, ni reflexión moral, pues la cinta no tiene el más mínimo valor.
Si a eso añadimos una forma de rodar de Scorsese totalmente estúpida, congelando la imagen, sin ton ni son, metiendo voces en off de una forma torpísima e innecesaria, su hiperrealismo, como si se tratara de una obra de un aficionado de "bodas, bautizos y comuniones", la cámaras siguiendo a los personajes como si fuera una cámara oculta; en fin, si añadimos su infumable estilo técnico el resultado final es un producto de lo más prescindible.
La cinta tenía una nota excelente, muy recomendada como obra maestra y gran clásico del cine de gangster pero nada más empezar, con sólo los créditos apareciendo como si los viésemos al pasar mientras conducimos y luego la escena con los tres mafiosos en el coche, ya con menos de un minuto de metraje, la sensación de que se trataba de una auténtica porquería de película era imposible de disimular. Podía haber apagado la tele pero ya era tarde para echarse atrás: había que seguir viéndola para opinar con fundamento.
Más adelante, los 148 minutos infumables, aburridos, incoherentes, absurdos, patéticos, sin ningún sentido, ni reflexión, ni valor de ningún tipo, confirman la primera impresión. Scorsese se limita a ir presentándonos episodios de la vida de un mafiosillo, pero con escasísima relación entre los mismos, y por su puesto, sin el más mínimo sentido. Sencillamente el argumento sería "la vida de un mafioso" pero esa manía enfermiza del cine contemporáneo de contarnos la vida de un personaje cualquiera en vez de una historia que interese es que no tiene ni pies de cabeza, no tiene el más mínimo interés la vida de nadie si lo que cuentas (y como lo cuentas) no lo tiene. Y si encima sirviera para reflexionar, para darle profundidad psicológica al personaje, pues sería algo, pero nada de nada.
"Uno de los nuestros" es tan sólo etapas de la vida de Henry Hill: Henry de niño, Henry entre en la organización, Henry se hace "amigo" de Joe Pesci, Henry se enamora, Henry... Y uno con cara de memo pensando "¿Y a mí que me importa?" Porque la idea de la cinta, aberrante por otro lado, es "¡Que guay es ser mafioso!". Y salvo criminales en potencia, psícopatas y desequilibrados de cualquier ralea, no entiendo como una persona en sus sano juicio puede sintonizar o admirar a personajes tan vacios, tan deshumanizados, tan egocéntricos, tan brutales, tan malvados. Por eso todo lo que nos cuenta tiene un aire de fantasía, de depravación, por que yo como espectador siento repugnancia hacia los personajes y todas sus gracias, sus historietas, sus movidas del tres al cuarto no me interesan para nada. Y como encima no hay ni acción, ni una trama, ni reflexión moral, pues la cinta no tiene el más mínimo valor.
Si a eso añadimos una forma de rodar de Scorsese totalmente estúpida, congelando la imagen, sin ton ni son, metiendo voces en off de una forma torpísima e innecesaria, su hiperrealismo, como si se tratara de una obra de un aficionado de "bodas, bautizos y comuniones", la cámaras siguiendo a los personajes como si fuera una cámara oculta; en fin, si añadimos su infumable estilo técnico el resultado final es un producto de lo más prescindible.
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