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7,3
17.615
2
16 de marzo de 2014
16 de marzo de 2014
14 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
En plena Guerra Civil Española el periódico socialista "Claridad" pedía el exterminio de los cómicos con el argumento de que: "Todos los humoristas acaban al servicio de la barbarie" y también "Hay que desconfiar de los humoristas profesionales. Siempre llevan dentro un contrarrevolucionario”. La fácil imbricación del humor con el derechismo lleva a que generalmente cuando un izquierdista intenta provocar risas, haga el ridículo. Por supuesto, hay excepciones pero la teoría explica por qué tienen tan poca gracia los progres hasta el punto de que en muchas ocasiones, como es el caso de en "La vaquilla", sólo se la encuentran los que son de la misma cuerda. Supongo que por solidaridad ideológica.
El caso es que eso de tomarse a broma una guerra, como cualquier otra tragedia, es siempre de muy dudoso gusto. Berlanga se acerca en clave sátira esperpéntica pero lo que le sale es una especie de guerra de Gila con el agravante de que éste tenía mucha más gracia, que es al final es lo que cuenta. "La Vaquilla" quiere ser retrato de las dos Españas pero, al mismo tiempo que completamente estereotipado y falaz, carece por completo de sentido del humor. Tal vez porque la gracia no deriva de la diferencia ideológica, los rasgos de cada bando o el conflicto bélico en sí, que es la base de la parodia, sino de chascarrillos, a veces soeces, catetadas, frikis y folclore. Tan irreal que acabas por desconectar.
El caso es que eso de tomarse a broma una guerra, como cualquier otra tragedia, es siempre de muy dudoso gusto. Berlanga se acerca en clave sátira esperpéntica pero lo que le sale es una especie de guerra de Gila con el agravante de que éste tenía mucha más gracia, que es al final es lo que cuenta. "La Vaquilla" quiere ser retrato de las dos Españas pero, al mismo tiempo que completamente estereotipado y falaz, carece por completo de sentido del humor. Tal vez porque la gracia no deriva de la diferencia ideológica, los rasgos de cada bando o el conflicto bélico en sí, que es la base de la parodia, sino de chascarrillos, a veces soeces, catetadas, frikis y folclore. Tan irreal que acabas por desconectar.

7,6
77.893
4
15 de septiembre de 2013
15 de septiembre de 2013
11 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nostálgica mirada a la RDA (República Democrática Alemana, no es broma el nombre), aunque al final prima el amor materno-filial en ambas direcciones. De entrada hay que ponerse en situación para tragarse a una agente comunista como heroína cargada de idealismo, casada con la patria socialista como dicen, Christiane (Katrin Saß), la madre de Alexander (Daniel Brühl), sin que te se revuelvan las tripas. Dicho esto, y aunque mi anticomunismo es probado, la natural inclinación reaccionaria a añorar las causas perdidas te hace ver con cierta benignidad un mundo en el que, por supuesto, también habría gente decente. Por ejemplo, la desaparición de un día para otro de un país, una sociedad y una cultura es difícil que no cause pena, independientemente de lo que te repugne, que va a ser que sí, o no el régimen en cuestión.
Algunos piensan que Wolfgang Becker se mantiene neutral en el choque de ideologías que dividía Alemania hasta 1989 pues reparte culpas a un lado y a otro. Sin embargo, como suele pasar en estas terceras vías, la película es un respaldo a ese socialismo humano que si bien no cuajó históricamente, es un hermoso ideal por el que vale la pena seguir luchando. Por supuesto esto es una chorrada pero es lo que defiende nuestro director y también guionista. En concreto la caída del muro parece que lo único que aporta es pérdida de identidad, pornografía, comida basura, invasión extranjera o de la otra Alemania, paro, drogas, fuga de cerebros, huida a occidente o el abandono de la universidad para trabajar de camarera. Se le olvida que junto al capitalismo malvado llegó la democracia y las libertades, ¿o es que las rechaza?
"Good bye, Lenin!" resulta llamativa pero acaba siendo poco creíble. Por ejemplo, ¿en ese telediario grabado nunca dicen el día que es? Entre esto, la poca gracia, un desarrollo superficial y la forzada emotividad la película se estanca. En cambio el deseo de, a través de la mentira, construir la "RDA en la que me hubiera gustado vivir", dice Alexander, en realidad una porquería, incluso reconstruyendo la historia de modo insultante, revela la idea de que el socialismo en el fondo es bueno y el capitalismo horrible, porque nace del egoísmo y la avaricia. Dice uno "no todos quieren formar parte de la espiral consumista y el éxito personal, no todos encajan con la filosofía competitiva del capitalismo". Sí, pero la premisa socialista es falsa pues niega la naturaleza humana. Al querer imponer la bondad y luego la igualdad, causan el terror.
Algunos piensan que Wolfgang Becker se mantiene neutral en el choque de ideologías que dividía Alemania hasta 1989 pues reparte culpas a un lado y a otro. Sin embargo, como suele pasar en estas terceras vías, la película es un respaldo a ese socialismo humano que si bien no cuajó históricamente, es un hermoso ideal por el que vale la pena seguir luchando. Por supuesto esto es una chorrada pero es lo que defiende nuestro director y también guionista. En concreto la caída del muro parece que lo único que aporta es pérdida de identidad, pornografía, comida basura, invasión extranjera o de la otra Alemania, paro, drogas, fuga de cerebros, huida a occidente o el abandono de la universidad para trabajar de camarera. Se le olvida que junto al capitalismo malvado llegó la democracia y las libertades, ¿o es que las rechaza?
"Good bye, Lenin!" resulta llamativa pero acaba siendo poco creíble. Por ejemplo, ¿en ese telediario grabado nunca dicen el día que es? Entre esto, la poca gracia, un desarrollo superficial y la forzada emotividad la película se estanca. En cambio el deseo de, a través de la mentira, construir la "RDA en la que me hubiera gustado vivir", dice Alexander, en realidad una porquería, incluso reconstruyendo la historia de modo insultante, revela la idea de que el socialismo en el fondo es bueno y el capitalismo horrible, porque nace del egoísmo y la avaricia. Dice uno "no todos quieren formar parte de la espiral consumista y el éxito personal, no todos encajan con la filosofía competitiva del capitalismo". Sí, pero la premisa socialista es falsa pues niega la naturaleza humana. Al querer imponer la bondad y luego la igualdad, causan el terror.

7,4
9.946
3
29 de abril de 2012
29 de abril de 2012
6 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo el título de la película de Woody Allen "Toma el dinero y Corre", eso es lo que tenían que haber hecho los profesionales y dejarse de líos, reflexiones, consultas sentimentales y otras zarandajas. Han sido contratados para una misión, deberían cumplirla, cobrar su recompensa y ya está. A fin de cuentas, a ellos qué les importa la relación del marido con su mujer. En fin, metiendo las narices donde no le llaman demuestran ser poco profesionales.
Claro que una misión que se presenta como prácticamente suicida es resuelta con una facilidad pasmosa por lo que tampoco es que se requiere tanta gente ni tan preparados. Por ejemplo, el personaje de Robert Ryan es completamente superfluo y tampoco es que el resto del equipo tenga que esforzarse mucho.
En cambio la que si parece que se está esforzando es la guapa Claudia Cardinale que tiene toda la pinta de estar de verdad agotada, sedienta y maltrecha por andar a caballo por esos desiertos de la frontera mexicana. Por cierto, todo lo que sale sobre ella te disgusta: te molesta su matrimonio, sus amoríos, sus ínfulas revolucionarias y el desastroso final. En un momento dado dice: "antes era joven y estupida". No te preocupes Claudia, sigues siendo joven (bella) y estúpida (SPOILER).
La película te resulta pesada pese a que el comienzo es bastante prometedor. Pero como he dicho antes, el desarrollo es de una simpleza que le quita todo interés. Para hacer más amena la cinta Richard Brooks pretende que reflexionemos sobre los "ideales" de la revolución. En un momento dado Raza viene a decir que la Revolución parece una chica honrada pero que luego resulta una fulana. Corrijo, siempre ha sido una cualquiera pero algunos (muchos) incautos la han querido ver virtuosa. Por ese motivo el desengaño es fruto de la ceguera o las ilusiones despertadas simple ingenuidad.
En el fondo, toda la carga ideológica proclive a la Revolución, te resbala por completo pues para un tradicionalista como yo y, en el fondo, para cualquier persona honorable, nada honroso hay en la Revolución Mexicana (en todas las revoluciones: la inglesa, la americana, la francesa, las hispanoamericanas, las del XIX en Europa, la rusa, etc.) sólo sangre, muerte, dolor y lágrimas. Pero para llegar a esa conclusión, que en ningún modo es la del director, no hace falta ver "Los profesionales".
Claro que una misión que se presenta como prácticamente suicida es resuelta con una facilidad pasmosa por lo que tampoco es que se requiere tanta gente ni tan preparados. Por ejemplo, el personaje de Robert Ryan es completamente superfluo y tampoco es que el resto del equipo tenga que esforzarse mucho.
En cambio la que si parece que se está esforzando es la guapa Claudia Cardinale que tiene toda la pinta de estar de verdad agotada, sedienta y maltrecha por andar a caballo por esos desiertos de la frontera mexicana. Por cierto, todo lo que sale sobre ella te disgusta: te molesta su matrimonio, sus amoríos, sus ínfulas revolucionarias y el desastroso final. En un momento dado dice: "antes era joven y estupida". No te preocupes Claudia, sigues siendo joven (bella) y estúpida (SPOILER).
La película te resulta pesada pese a que el comienzo es bastante prometedor. Pero como he dicho antes, el desarrollo es de una simpleza que le quita todo interés. Para hacer más amena la cinta Richard Brooks pretende que reflexionemos sobre los "ideales" de la revolución. En un momento dado Raza viene a decir que la Revolución parece una chica honrada pero que luego resulta una fulana. Corrijo, siempre ha sido una cualquiera pero algunos (muchos) incautos la han querido ver virtuosa. Por ese motivo el desengaño es fruto de la ceguera o las ilusiones despertadas simple ingenuidad.
En el fondo, toda la carga ideológica proclive a la Revolución, te resbala por completo pues para un tradicionalista como yo y, en el fondo, para cualquier persona honorable, nada honroso hay en la Revolución Mexicana (en todas las revoluciones: la inglesa, la americana, la francesa, las hispanoamericanas, las del XIX en Europa, la rusa, etc.) sólo sangre, muerte, dolor y lágrimas. Pero para llegar a esa conclusión, que en ningún modo es la del director, no hace falta ver "Los profesionales".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De acuerdo que adonde va Claudia Cardinale casada con ese viejo pero la relación con el bandido Raza es mucho peor: asesino, revolucionario y pobretico. Y ella como una perra detrás suya. Vomitivo. Así que Claudia debiera quedarse con el marido y aguantarse con la suerte que le ha tocado. Además siempre la misma historia repetitiva hasta la saciedad. Ella, de familia rica y educada; él, un peón sin cultura, posición o fortuna. ¡Qué novedad! Me pregunto, ¿los padres no pudieron buscarle otro pretendiente más presentable?
Por eso digo que los profesionales deberían haberla entregado al marido y ya está y que esta la meta en cintura si puede o que esta lo deje, pero ellos a cobrar la recompensa. Al dejarla libre, demuestran ser unos tontos y sobre todo, poco profesionales.
Por eso digo que los profesionales deberían haberla entregado al marido y ya está y que esta la meta en cintura si puede o que esta lo deje, pero ellos a cobrar la recompensa. Al dejarla libre, demuestran ser unos tontos y sobre todo, poco profesionales.

8,1
21.443
3
24 de diciembre de 2014
24 de diciembre de 2014
21 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que "Plácido" nace de una campaña navideña del régimen franquista titulada "Siente a un pobre en su mesa". Ahora bien, no he podido encontrar información de la misma en ningún libro, periódico o cartel de la época, absolutamente nada por lo que me inclino a pensar en una frase anecdótica convertida en una burla de vodevil por la progresía autóctona. Sea como fuere, de ahí, Luis García Berlanga monta una película que si como corto ya sería dudoso como largometraje es una tortura por lo repetitivo, cansino y ajetreado de sus 85 minutos, pero que saben a muchos más. Particular hastío causa el número de personajes en escena y la cháchara permanente, que parece italiana. Así que desde el plano cinematográfico, es una castaña que no hace ninguna gracia. Pero es que en el lado crítico es tremendamente esperpéntica, exagerada e irreal. No te crees ningunos de los personajes, ni situaciones, ni diálogos, salvo en algún detallito muy menor.
Decía Hannah Arendt que las personas totalitarias llegaban a creer como ciertas sus propias mentiras. Esto es lo que les pasa a los fanáticos antifranquistas, que hay muchísimos, que no distinguen ya la realidad de la patraña nacida de sus propios engaños. A estos les dibujas a unos franquistas comiéndose a los niños, y les parecerá un "retrato real de la miseria moral del régimen". Bajo este prisma cualquier barbaridad está justificado porque se basa en la absoluta maldad e hipocresía de aquellas gentes, especialmente sí es burguesa y con dinero. La mofa al concepto de caridad es grotesca pero lógica en la izquierda, ya que como decía Lenin, el hambre y la miseria, como son el motor del descontento revolucionario, de ningún modo hay que mitigarlos. Eso sí, os recuerdo un dato: de 1960 a 1975 la convergencia con la Unión Europea subió 20 puntos hasta el 81,4 % del PIB. En cambio en democracia, estamos en niveles de 1998... que eran inferiores a los de 1975.
Decía Hannah Arendt que las personas totalitarias llegaban a creer como ciertas sus propias mentiras. Esto es lo que les pasa a los fanáticos antifranquistas, que hay muchísimos, que no distinguen ya la realidad de la patraña nacida de sus propios engaños. A estos les dibujas a unos franquistas comiéndose a los niños, y les parecerá un "retrato real de la miseria moral del régimen". Bajo este prisma cualquier barbaridad está justificado porque se basa en la absoluta maldad e hipocresía de aquellas gentes, especialmente sí es burguesa y con dinero. La mofa al concepto de caridad es grotesca pero lógica en la izquierda, ya que como decía Lenin, el hambre y la miseria, como son el motor del descontento revolucionario, de ningún modo hay que mitigarlos. Eso sí, os recuerdo un dato: de 1960 a 1975 la convergencia con la Unión Europea subió 20 puntos hasta el 81,4 % del PIB. En cambio en democracia, estamos en niveles de 1998... que eran inferiores a los de 1975.
2 de julio de 2019
2 de julio de 2019
10 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía la leve esperanza de que debajo de tanto maquillaje hubiera algo más que el intento de normalizar la transexualidad. Sin embargo, esa es la única finalidad de Stephan Elliott, supongo que como homosexual declarado es lo único que le interesaba: poner su granito de arena en la consecución de los objetivos del movimiento gay en general, a costa de la realidad y de la naturaleza humana. La película no tiene absolutamente nada y lo raro es que el público lo nota... y le da igual. No hay reflexiones, ni diálogos, ni una visión de sus problemas, ni una historia que no sea una excusa para verlos desfilar. Pese al género, carece por completo de drama y en la parte de comedia es malísima pues en ningún momento te hace gracia. Encima está plagada de situaciones vergonzosas por blandas, falsas y cobardes: los tolerantes aborígenes, el comprensivo niño y el pretendiente enamorado. Lo único bueno que aprecio es la banda sonora y los actores que, la verdad, se meten bastante en sus papeles.
Y ahora un par de cosas. Primero, el espectáculo que hacen estos señores, me parece que les hace falta mucho más para ser considerados mujeres, es harto lamentable. Lo que hacen los Drag Queens, disfrazarse de la forma más llamativa y horrorosa que pueden, hacer coreografías y luego playback se acerca peligrosamente a la tomadura de pelo. No tiene ni mérito, ni arte, ni nada. Segundo, ¿qué es la transexualidad? Pues aquí ha habido cambios desde que escribí esta crítica hace ya varios años. Si hasta el 2018 la Clasificación Internacional de Enfermedades de las Naciones Unidas, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, en su 10ª edición, el CIE-10, consideraba la transexualidad como una enfermedad mental, en su nueva revisión, la 11º edición, CIE-11, publicada el año pasado pero que no entrará en vigor hasta el 2022, la “incongruencia de género” ya no es un trastorno sino una simple disfunción sexual. ¿Motivos para el cambio? Ninguno científico. En realidad es un trágala de la progresía mundial.
Y ahora un par de cosas. Primero, el espectáculo que hacen estos señores, me parece que les hace falta mucho más para ser considerados mujeres, es harto lamentable. Lo que hacen los Drag Queens, disfrazarse de la forma más llamativa y horrorosa que pueden, hacer coreografías y luego playback se acerca peligrosamente a la tomadura de pelo. No tiene ni mérito, ni arte, ni nada. Segundo, ¿qué es la transexualidad? Pues aquí ha habido cambios desde que escribí esta crítica hace ya varios años. Si hasta el 2018 la Clasificación Internacional de Enfermedades de las Naciones Unidas, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, en su 10ª edición, el CIE-10, consideraba la transexualidad como una enfermedad mental, en su nueva revisión, la 11º edición, CIE-11, publicada el año pasado pero que no entrará en vigor hasta el 2022, la “incongruencia de género” ya no es un trastorno sino una simple disfunción sexual. ¿Motivos para el cambio? Ninguno científico. En realidad es un trágala de la progresía mundial.
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