Como todas las buenas películas antiguas esta es un documento sobre Inglaterra en el final de la segunda guerra, y más en concreto de las tierras de Kent y Canterbury, esta famosa por el sepulcro de san Thomas Becket y por la maravillosa obra de Chaucer.
Empieza con algo casi trivial: hay un tipo en el pueblo vecino a Canterbury que se dedica por la noche a arrojar pegamento a la cabeza de las chicas. Nada grave salvo la ofensa y lo pegajoso que se queda el pelo.
Una chica londinense y dos sargentos, uno inglés y otro americano, se dedican a descubrir al culpable. Pero todo esto es lo de menos, Cada uno de los tres tiene su propia historia y el guión dará cada una de ellas un desenlace verosímil.
Además, detalles singulares, personajes pintorescos, gente de entonces, vida corriente. Con mensajes de fondo muy bien diluidos.
En definitiva, una maravilla de los ya legendarios Powell y Pressburguer.

Tu cabeza es hermosa, pero sin seso, le dijo el zorro al busto de mármol.
La condena es hermosa pero sin interés. Apenas cuenta algo y lo que cuenta, con una retórica grandilocuente en el texto, te deja igual.
Eso sí, planos magníficos, una cámara que se mueve como una bailarina y un ambiente de opresión muy logrado.
Y un cierto aburrimiento, al ver, por ejemplo, minutos enteros de una pared.

Normalmente veo con comprensión, por aquello de la libertad de opinión, cuando aquí, en FA, una película excelente cosecha, por parte de algunas críticas, una nota muy baja, hasta un 1. Pero con esta película caigo en la cuenta de que la libertad de opinión puede meter la pata hasta lo más profundo.
La relación y la interpretación de un actor genial y de una actriz sublime es de lo mejor que he visto nunca en cine.
Si se habla de construcción de personajes, pocas veces se ha visto algo tan detallado, matizado y creciente como la estos dos.
Si a eso se une el rodaje en paisajes naturales, que hace más de setenta años estaban más vírgenes que hoy, la belleza de la navegación por el río y los diálogos ajustados y nada redundantes, se verá en esta película no solo una obra de arte del cine de aventuras, sino del cine, sin más.
Es de esas películas que si se vuelven a ver pasados los años no decepciona nunca. Escribo esta crítica cuando veo la película por quinta vez. Es verdad que hoy, con los ordenadores, los efectos especiales serían más espectaculares, pero hay que tener en cuenta que los espectadores de los años cincuenta no estaban tan resabiados como los de hoy. Y ni se daban cuenta de los montajes, porque lo veían todo con mucha imaginación.

Uno de mis directores preferidos, con obras maestras como Roma, cittá aperta, Stromboli, Viaggio in Italia, Paisá… en esta, de encargo, patriótica sin matices, falla.
Los actores están todos como conscientes de hacer algo muy grande y, una vez más patriótico, y resultan casi de cartón piedra.
A veces, cuando hay un grupo, alguno mira para otra parte.
Conozco a bastantes italianos a los que la película les resulta bastante falsa. Paolo Stoppa, que fue un gran actor, aquí sobreactúa.
Y luego la retórica decimonónica resulta rimbombante.
El papel de la mafia en la conquista de Sicilia por Garibaldi tampoco está bien explicado.

De vez en cuando, sin mucha confianza, me arriesgo a ver alguna película española más o menos reciente, a ver qué pasa.
Antes de ver esta miré en FA y me sorprendió, es un decir, que haya 10 y 1, aunque la media sea 4,8
Yo le doy un 2, porque me parece mala. Rodada de modo convencional, con un guión de puro relleno mientras no están en liza los tres del cartel. El grupito de amigos hacen una revista de aficionados. Y de simples aficionados es esta película, hecha con los pies antes que con la cabeza y el corazón.
De los actores solo se salva Álvaro Cervantes, aunque su rol no es muy creíble como no lo es la historia entera.