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Críticas 2.370
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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6 de febrero de 2018 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo los frondosos y bellos bosques de Maine, que se extienden hasta donde alcanza la vista y forman un admirable paisaje, un terrorífico secreto permanece oculto, algo que lleva gestándose durante años, algo abominable...y los responsables son humanos.

Pese a estar escrita por David Seltzer, guionista de la longeva saga de "La Profecía", y contener un título que de primeras puede evocarnos posesiones demoníacas, exorcismos y otros hechos de índole sobrenatural o satánica, "Profecía Maldita" se halla enmarcada en un género de terror diametralmente opuesto. En realidad estamos ante una de esas primeras películas donde el detonante del horror está provocado por una espeluznante mutación, causa, a su vez, de las irresponsabilidades de los seres humanos con respecto al medio ambiente que le rodea.
Teniendo en cuenta que el cine de monstruos estaba ganando popularidad en la década de los '70, gracias sobre todo al tiburón de Steven Spielberg, los de la Paramount vieron con buenos ojos financiar un film que explotara el filón, aunque el guión de Seltzer ahondara más en el tema social que en el terror propiamente dicho, hecho que hiciera interesarse por el proyecto a un John Frankenheimer deseoso de probar en otros géneros cinematográficos, aunque ello coincidió también con el serio problema de alcoholismo que acarreaba.

Por causas aún desconocidas, la flora y la fauna del bosque, junto con los miembros de una de las tribus indígenas allí asentadas, están sufriendo los devastadores efectos de una horrible contaminación; éstos se quejan y se quejan, pero el gobierno les da la espalda, y sólo les faltaba que quisieran construir en el terreno, derribando todos los árboles. El doctor Robert Verne, acompañado de su esposa Maggie, es requerido por la Agencia de Protección del Medio ambiente para investigar en el lugar, donde los nativos mantienen rencillas constantes día sí, día también, con los hombres de las fábricas y los constructores.
La sorpresa de Verne ante la extraña fauna local será sólo el principio ya que, tras algunas investigaciones, descubre que una industria de papel vierte cantidades ingentes de mercurio en el río, lo que está dañando severamente a animales y personas y causando fatales malformaciones en los recién nacidos. Mientras tanto se van sucediendo brutales asesinatos en los alrededores, provocados, según los nativos, por Katahdin, un espíritu vengador que les protege de los males...pero la realidad se va a mostrar mucho más aterradora, y no precisamente en forma de espíritu.

El suspense de "Profecía Maldita" se cuece a fuego lento, situándonos en un ambiente de desencanto social de ese que tanto le gusta al director reflejar en sus obras, y durante aproximadamente toda la mitad de la película, se nos advierte de los peligros de los vertidos tóxicos y de las consecuencias de no tratar la naturaleza como se merece. El terror del film es más aterrador que cualquier película de fantasmas que puedan sacar hoy día, porque es un terror plausible y verosímil; de todas formas, aunque Frankenheimer posea esa destreza de artesano capaz de hacerle abordar cualquier género con eficiencia, no es el indicado para este film, pues deja el horror en segundo plano y centra su atención en el mensaje ecologista.
Una película como esta, en manos de otros realizadores, como Carpenter, Hooper o Craven, habría tomado un cariz muy distinto y, sobre todo, habría sido mil veces más violenta y espantosa; Frankenheimer es muy recatado (él mismo decidió cortar escenas que le parecían demasiado sangrientas). Sin embargo, ciertos momentos consiguen poner los pelos de punta, no especialmente en aquellos donde aparece el monstruo, que impacta lo suyo, sino cuando vemos a la cría de éste; momentos que se aproximan, por lo asqueroso y aberrante de los efectos especiales, a las primeras obras de Cronenberg (en más de una ocasión me acordé de "Cromosoma 3").

Los protagonistas, Rob Foxworth y Talia Shire, no los veo yo muy creíbles, la verdad. Sí destaca la presencia de un joven Armand Assante haciendo de nativo americano y Richard Dysart, quien sería conocido por su posterior aparición en "La Cosa". Eso sí, ojo al dato al absurdo final, que parece sacado de una de esas películas japonesas de monstruos de los '60.
Sin ser un clásico del género por lo menos es interesante, además de que fue influencia para futuros directores, italianos en especial, y la primera de toda esa retahíla de producciones americanas que tendrían lugar en tierras canadienses. Podríamos decir que "Profecía Maldita" fue toda una pionera.

Aquí concluye el director la década de los '70, con muchos problemas. Lo malo aún estaba por llegar...y de qué manera.
Los '80 empezaron con "El Reto del Samurái"...
30 de enero de 2018 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, por desgracia prácticamente desconocida, se trata de uno de los más brillantes "thrillers" modernos realizados en tierras niponas junto a otras pequeñas joyas del género como "Audition", "El Club del Suicidio" o "Cure".
Ignorada e infravalorada, "Chaos" sumerge al espectador en una trama de puro y clásico suspense y lo engancha desde el mismísimo principio hasta el final.

Justo desde que la atractiva Saori Komiyama sale del restaurante donde estaba comiendo con su marido Takayuki y de repente desaparece. Minutos más tarde este último recibe una llamada: su esposa ha sido raptada por un misterioso individuo llamado Kuroda que pide 30 millones de yenes por ella. Hasta aquí el proyecto le sale divinamente al secuestrador...por desgracia cuando llega al piso donde tenía maniatada a Saori se la encuentra tirada en el suelo y muerta.
Y es que las apariencias engañan, porque poco a poco vamos descubriendo un enrevesado y la mar de retorcido plan organizado por la mujer que se supone que es Saori, aunque no es quien dice ser realmente, y el sr. Takayuki, para salir ambos indemnes de un crimen aún más espantoso implicando al pobre Kuroda, que sin duda se hallaba en el lugar menos adecuado y en el momento menos oportuno. Pero esta sucesión de extraños eventos no le impedirán llegar hasta el final para desenmascarar la identidad de la señora Komiyama y, de paso, sacar provecho de ello.

Tras conseguir un éxito sin precedentes con "The Ring" (ni él mismo se lo esperaba), la obra que renovó el cine de terror oriental a finales de los '90 y primera de una larguísima lista de títulos que intentaron seguir su estela, el sr. Hideo Nakata se embarcó en proyectos de muy distinta envergadura. Realizó la segunda parte de las aventuras de Sadako Yamamura, convirtiéndose en ella de manera oficial tras el poco éxito de "The Spiral" (secuela real de la novela de Suzuki dirigida por Joji Iida que tomaba un camino completamente distinto), y luego se decantó por la tragicomedia de toques románticos "Sleeping Bride".
Quizá fue por la explosión que se vivía en Japón en aquel momento con el cine de suspense o porque se lo propusieron los productores Satoshi Kanno y Kimio Hara, pero lo próximo de Nakata iba a ser un "thriller", y además basado en el célebre relato de misterio "La Mujer que Quiso ser Secuestrada", de Shogo Utano (al parecer todos los films del género que salían en la época se inspiraban en novelas). Con "Chaos" el director demostraría su habilidad para manejarse en otros estilos cinematográficos.

El nipón deja patente su amor por el suspense de corte más clásico y de aires misteriosos, desentrañando los muchos secretos que esconde la trama poco a poco, entre "flashbacks" y "flashforwards", con la intención de que resolvamos un puzzle argumental desgajado, donde cada pieza es esencial para el resto. De forma pausada pero directa el director nos presenta el secuestro de esa supuesta Saori, y el tipo que la rapta se nos antoja despreciable...hasta que a los veinte minutos se da un sorprendente giro, el primero de muchos, y desde ese momento sabemos que nada es lo que parece.
Cuando se nos empieza a revelar la identidad de la mujer y sus propósitos y vemos esa secuencia en la que ella aparece muerta en el suelo dándole un vuelco a los planes del secuestrador, quizá podamos pensar que Nakata nos prepara otra de sus películas de fantasmas, reforzado sobre todo por ese momento en que Kuroda se queda de piedra al ver a Saori paseando por la calle cuando se suponía que la había enterrado en un bosque, pero nada más lejos de la realidad; el director nos ha imbuido en una trama de enigmas que hay que descifrar, pese a que estos parezcan expuestos en dos niveles de realidad. Ya que todo es doble en "Chaos", los personajes, las situaciones, las intenciones, y cada elemento no puede percibirse sino en función de una red de correspondencias propias al film.

La existencia de una figura femenina doble (Saori y Satomi) evoca una pesadilla al estilo del "Vértigo" de Hitchcock o al "Doble Cuerpo" de DePalma y remite al enigma absoluto del deseo femenino. Además de esa reconocible influencia, el estilo de Nakata no se aleja mucho del que Kiyoshi Kurosawa y Takashi Ishii imprimen a sus "thrillers" (acercándose al "Cure" del primero y al "A Night in Nude" del segundo), y el argumento se perfila similar al de "Sangre, Fácil" o "Fuego en el Cuerpo", incluso tenemos a la clásica "femme fatale" del "noir" personificada en esa misteriosa, calculadora y sensual Satomi, a la que da vida una irreconocible Miki Nakatani, quien ya colaboró previamente con el director en "The Ring", y que se torna la estrella absoluta del film.
La sigue un correcto Masato Hagiwara (el horripilante villano de la mencionada "Cure"), quien le da credibilidad y una gran versatilidad a su personaje al tomar las riendas y darle un giro a la situación en la que se ve metido forzosamente. Además, contamos con la comedida actuación del veterano Jun Kunimura en la piel del policía encargado de resolver el caso, a quien siempre es un placer ver actuando.

Absorbente, intrigante, agobiante, minuciosamente construida a lo largo de sus 100 minutos, con gotas de retorcido humor negro y un final muy desconcertante hacen de esta película uno de los "thrillers" más poderosos de la cinematografía japonesa del nuevo siglo.
Condenarla al ostracismo es un error, la verdad. La mejor obra de Hideo Nakata de no ser por "The Ring", lo que demuestra que este cineasta debería ser recordado por más cosas aparte de por la espeluznante recreación de la leyenda de Sadako.
11 de enero de 2018 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede haber propósito más humilde y honesto para la Navidad que celebrarla tomando un chocolate caliente y una tarta en casa de tus padres y con toda la familia? Puede que no.
Estas fechas son signo de júbilo, paz y tranquilidad...sin embargo los planes pueden torcerse de vez en cuando.

En no pocas ocasiones hemos oído una sentencia, sobre todo en el mundo del deporte, a cuya sabiduría hemos de rendirnos, y es esa de (en paráfrasis) "es mejor retirarse cuando uno está en la cima que seguir con el riesgo de caerse y no volver a levantarse"; esto lo podemos aplicar al universo cinematográfico en general y a muchos directores en particular, por ejemplo John Frankenheimer, veterano realizador ya consagrado en la década de los '60 gracias a obras como "El Tren", "Plan Diabólico", "El Mensajero del Miedo" o la inmortal "El Hombre de Alcatraz".
Hablamos de uno de los miembros por excelencia de aquella "generación de la televisión" que estableció las pautas de un cine basado en la caracterización y profundidad de los personajes y en la importancia del compromiso político más allá de la mera denuncia, hablamos de un maestro artesano de la industria, poco conocido hoy día ya que nunca buscó el éxito comercial directamente y a quien la suerte parecía haber abandonado a finales de los '70 pese a ciertos golpes de gracia. Su carrera, que había tocado fondo definitivamente con la nueva versión de "La Isla del Dr. Moreau", se recuperó a todos los niveles por obra y gracia de "Ronin", que le puso de nuevo en primera línea cuando nadie daba un dólar por él.

Ésta podría haber sido su perfecta carta de despedida, un digno broche de oro...no obstante el hombre iba a preparar su última obra para el cine aventurándose en el recién iniciado siglo XXI, y todo debido a un proyecto donde se inmiscuyó (por voluntad propia o porque le contrataron para ello, es irrelevante) con un interesante guión firmado por el "lúcido" Ehren Kruger, responsable directo de las vomitivas versiones americanas de "The Ring" o de algunas entregas de la (ídem) saga de "Transformers". "Operación "Reno" " arranca entre las paredes de una fría y asquerosa prisión, uno de los lugares predilectos de la filmografía del director.
Allí, dos convictos se preparan para saborear las delicias de una nueva y redentora vida: Nick Cassidy y Rudy Duncan, ladrón de coches cuya única ambición es regresar a casa de sus padres por Navidad; la trama, como nos irá demostrando a lo largo de su desarrollo, muestra especial predilección por la acidez de los giros del destino y la repugnante catadura de la condición humana. Tras un poderoso prólogo (quizás lo mejor del film) se iniciará la farsa que es el motor de todo el guión. Rudy, desesperado por encontrar a una chica, se hace pasar por Nick, atacado de manera inesperada, para disfrutar de la guapa y dulce Ashley, con la que el anterior se carteaba desde la cárcel.

Suplantación que revela una falta absoluta de ética y desfigura de cara al espectador a un personaje que en un principio resultaba casi entrañable. En efecto es el engaño lo que guía esta historia, y lo que hará a Rudy caer en su propia trampa pues la inocente Ashley se servía de la confianza de Nick para planear un atraco al casino donde aquél trabajaba, llevado a cabo por el supuesto hermano de la joven y sus acólitos, unos transportistas de armas, a todas luces una panda de desgraciados maleantes bendecidos con un golpe de suerte que ni ellos mismos se creen.
Peligroso intercambio de identidades con los que Rudy se mete de cabeza una salsa de mezquindades donde veremos cómo cada personaje se sirve de la manipulación del otro, ya sea psicológica (Ashley) o por medio de la violencia (Gabriel) para su propio beneficio; incluso Frankenheimer se sirve del guión para ir zurciendo los pliegues de una atmósfera tan agresiva y agobiante (el secreto está en hacernos sentir tan acorralados y estafados como Rudy) como afiládamente irónica, alimentada desde la raíz por el cinismo.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Una lástima, todo podría haber acabado mejor con "Ronin", pero el destino quiso que "Operación "Reno" " se convirtiese en el último título de su extensa y dispar filmografía estrenado en cines.
De todas formas no creo que el guión de Kruger hubiese funcionado mejor en manos de otro realizador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo un guión que empieza a mostrar signos de gran inverosimilitud en ese juego de mentiras y medias verdades en el que se enzarzan el protagonista y los cabezas huecas comandados por Gabriel.
Nada o casi nada brinda al espectador la oportunidad de creerse, o de querer creerse, cómo Rudy sale y entra de su falsa identidad por pura supervivencia y el modo en que los villanos, patéticos e idiotas como ellos solos, lo asumen hasta el final (el cuento de la "caja manitú" es para no pestañear...). Hay ingenio en las acciones del protagonista para zafarse de sus secuestradores, pero no en cómo vuelve a los brazos de éstos sin sufrir peores consecuencias.

Lo cierto es que Kruger maneja un guión inevitablemente influenciado en forma y estilo por las intrigas de los hermanos Coen (no pocas similitudes hallamos entre "Fargo" o "Sangre Fácil" y el film que nos ocupa) que es tramposo en sí mismo, tramposo en su modo de avanzar y en su modo de revelar sus giros y sorpresas. Atención a cómo estos llegan tras una ocurrencia soltada o hecha por los personajes en el momento más oportuno (y como perfecto ejemplo ahí tenemos el del mechero y la pistola cargada de licor o la revelación de la verdadera identidad de Ashley y la aparición de un resucitado Cassidy, que no habría sucedido de no ser por el arrebato sentimental de Rudy en el último momento).
Como bien dice éste a Nick, "sabes que el plan podría haber tenido más de 100 errores". El guión también, pero gracias a las tramposas maniobras de su creador esto no sucede, claro. Entre medias, la inexorable figura de la "femme fatale" de turno (su misteriosa identidad será uno de los más interesantes puntos) y una desafección cruda y terrible por la imagen de la Navidad, con Santa Claus, su perfecto símbolo, transformado en un grupo de descerebrados atracadores que se esconden tras su entrañable atuendo para cometer el golpe.

Un último tramo de esencia "tarantiniana" que vuelve a demostrar el nervio y oficio de Frankenheimer tras la cámara para manejar el suspense y la acción más desenfrenada y no así desnuda de innecesarios artificios logra arreglar un film que resulta infalible en términos técnicos y estéticos, pero no gracias a la lógica y verosimilitud de su guión, pues por ningún sitio podremos hallarla.
Unos jóvenes Ben Affleck y Charlize Theron encabezan con sus muy correctas actuaciones un plantel en el que únicamente se salva el siempre carismático Dennis Farina; Danny Trejo, James Frain, Donal Logue y el mítico Isaac Hayes resultan detestables en extremo. Intriga y acción de manual, humor negro del más amargo, dobles identidades al más puro estilo Hitchcock y un metraje que al final resulta entretenido. El veterano dirige la mirada a su "thriller" más negro, seco, bruto y desencantado de antaño ("Domingo Negro", "The French Connection II") además de al menos profundo y al más simple y entretenido ("52: Vive o Muere", "Tiro Mortal").

Es decir, al de su etapa de los '70 y los '80, pero esta vez fracasando de cara a la crítica y a la taquilla (la misma Charlize Theron diría que fue la peor película de su carrera; declaración en la que se excedió teniendo en cuenta las cosas que hizo después...).
7 de diciembre de 2017 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, ¿quién no ha querido ir alguna vez a visitar una ciudad totalmente nueva y desconocida para empaparse de su cultura y costumbres y admirar sus bellos paisajes?
El turismo, como bien promulgaba el sr. Lazaga, es un gran invento, y yo, si tuviera más dinero, me encantaría hacerlo, la verdad...lo malo es que en tu grupo haya un puñetero psicópata que se dedica a matar gente de forma horrible...

Como el que aparece en esta película: una variopinta pandilla de sanos americanos pertenecientes a la misma ciudad que se encuentran en pleno viaje guiado por la maravillosa Barcelona del año en que la dictadura llegaría a su fin por la muerte de Francisco Franco (aquella Barcelona en la que aún no había manifestaciones independentistas...sí, esa), americanos que se quedan embobados mirando la Sagrada Familia, la basílica de la Santa Cruz o la estatua de Cristóbal Colón, que no, no era italiano, como muchos piensan, sino un "español de pura sangre"...y menos mal que nos lo dice el guía, porque si no jamás lo hubiéramos sabido.
Es en plena excursión cuando una chica de repente es asesinada en un parque, siéndole extirpado el ojo izquierdo; a partir de ese momento todos sospechan de todos, pero en el que parecen recaer las miradas en el publicista Mark Burton, quien tiene la idea de conocer la verdadera identidad del criminal. Nadie está a salvo ni libre de sospecha mientras más jóvenes mujeres van perdiendo la vida y sus globos oculares.

El artesano Umberto Lenzi volvía en 1.975 a acomodarse en el género del "giallo" tras algunos títulos más enfocados en la pura acción policíaca y, además, a las castizas calles de Cataluña tres años después de haber estado rodando por esos parajes para "Detrás del Silencio". Lenzi es uno de esos realizadores a los que no se les caen los anillos si han de inmiscuirse en multitud géneros (y anda que la lista es corta...), bien lo ha demostrado a lo largo de su dilatada carrera, moviéndose como pez en el agua en el "giallo" y sacándose de la manga películas tan interesantes como "Un Lugar Ideal para Matar" o "Siete Orquídeas Manchadas de Rojo", películas que cumplían con los estándares de una corriente que no podía estar más acusada en aquellos '70, gracias a la influencia de Mario Bava y al impulso que le dio Dario Argento.
Efectivamente, "El Ojo en la Oscuridad" es otra de las muchas muestras del género con todo lo que este podía llevar entonces: grandes dosis de sangre, cierto humor negro, erotismo de ese que nos indicaba la época de liberaciones que atravesaba el cine y una trama que el director sabe trazar hábilmente con un suspense que se va intensificando y una serie de trampas argumentales de manual.

De primeras nos podríamos poner en una arriesgada situación, porque a mitad de los '70 ya habían salido tantísimos "giallos"/"slashers" que no encontrar semejanzas entre unos y otros sería tarea imposible, pero el sr. Lenzi despliega los múltiples enredos del guión de Tusell con mano firme y guarda la identidad del asesino en secreto hasta el mismísimo final (ese donde crees que las razones del asesino pueden tener cierta lógica...¡pero no!) mientras nos lleva por las calles, playas y ciudades de nuestra España cercana a la transición junto a esos turistas que tienen tanto de americanos como la bailaora de flamenco que Lenzi añade para que al público le quede claro el país en el que esta rodado el film.
El plantel que tenemos aquí consigue ser más carismático de lo que uno piensa, y no falta el protagonista misterioso encargado de resolvernos la trama (al que da vida un eficiente John Richardson), el policía que se dedica a dar más vueltas que otra cosa (Andrés Mejuto), el hombre de aspecto inocente que se lleva todas las papeletas para ser el culpable, en este caso el sacerdote (Jorge Rigaud), el gracioso y desvergonzado de turno (Raf Baldassarre) y las damas que dan el toque erótico-festivo a la cinta brindándonos instantes de relación homointerracial (una joven Mirta Miller e Inés Pellegrini, la chica afroamericana que está ahí para añadir una nota de color).

No hay un gran trabajo de fotografía, los efectos especiales no son nada del otro mundo, ni siquiera destacan grandes alardes técnicos y además el final, también típico del género, nos ofrece una "explicación" con tan poco sentido que cualquiera diría que es una parodia de sí mismo...
Sí, pero consigue ser lo suficientemente entretenida y morbosa durante su hora y media como para verla hasta el final, sin mencionar lo bien que se lo pasa uno poniéndose a merced de los constantes engaños y trucos con los que nos honra la historia.
13 de noviembre de 2017 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Este es mi fusil, hay otros muchos, pero este es el mío, mi fusil es mi mejor amigo y es mi vida!...¡Tengo que acertar con mi fusil, tengo que disparar a dar al enemigo que quiere matarme! ¡Lo haré, esto que digo lo juro ante Dios, mi fusil y yo somos los defensores de mi patria, así sea, hasta que en el frente enemigo haya paz!...¡Amén!".
Se le encogen a uno los cojones, ¿eh?

Desde que "Platoon" arrasara en todos los cines los '80 se convirtieron por méritos propios en la década de las películas sobre Vietnam. Había referentes anteriores como la obra maestra "Apocalypse Now", "El Cazador" o "Los Chicos de la Compañía "C" ", de Sidney Furie, toda una influencia para lo que vendría después; incluso la exagerada "Acorralado" hacía alusiones a esa guerra que fue sin duda una batalla perdida antes de tiempo, pero a mitad de década ese era el panorama: buscando buscando aparecían mil películas iguales...que no quiere decir que no hubiera buenas.
Ahí estaban las brillantes "Corazones de Hierro", "La Colina de la Hamburguesa" o el "thriller" "Saigón", de Christopher Crowe, pero sin duda la más memorable, en mi opinión, fue y seguirá siendo "La Chaqueta Metálica", del maestro Kubrick. Habían pasado siete años, nada menos, desde que el director nos aterrorizara con "El Resplandor" nada más empezar la década, y justo después su intención era hacer una película sobre el Holocausto, pero se decidió por Vietnam, aunque transcurrió mucho tiempo porque él mismo decía que no tenía una historia para desarrollar.

Finalmente fue iluminado cuando se encontró leyendo la novela autobiográfica "The Short-timers", escrita por Gustav Hasford, veterano del cuerpo de marines, donde narraba sus propias experiencias como soldado. Kubrick se sintió tan entusiasmado con aquella lectura que ya empezaba a planificar su siguiente film. El director se vio trabajando directamente en el guión junto al propio escritor del libro y al corresponsal de guerra Michael Herr, respetando muchas partes de la novela original pero dándose también bastantes cambios, dividiéndose en tres fragmentos: el primero correspondiente a la despiadada instrucción de los soldados, y el segundo y el tercero ya estaba totalmente situado en el campo de batalla.
Una curiosidad la mar de interesante es que para "La Chaqueta Metálica" Kubrick se inspiró en "Los Chicos de la Compañía "C" ", y mucho, la verdad, no sólo porque la trama de aquella también se separara en dos partes de iguales esquemas o porque estuviera narrada con voz "en off", sino porque el director tuvo las narices de contratar a R. Lee Ermey, antiguo instructor marine reciclado en actor, para que hiciera exactamente el mismo papel que hizo en la de Furie, sólo que con un nombre distinto (en aquella era Loyce, aquí es Hartman). Efectivamente, el film está dividido en tres partes bien diferenciadas.

Bajo la narración del Sargento "Bufón" Davis, la 1.ª corresponde a los tres iniciales cuartos de hora, donde se recuerda "Doce del Patíbulo" y la segunda entrega de "La Condición Humana" (de la que se roba sin piedad) y asistimos a la durísima instrucción de los reclutas, comandada por el impasible Hartman. El protagonista es Leonard, el "Recluta Patoso", quien desde el primer momento se enzarza en un cara a cara con Hartman, cuyo odio crece a medida que es maltratado por él y hasta por sus mismos compañeros. La crítica antimilitarista es demoledora (esa escena donde el instructor dice que asesinos como Oswald y Whitman primero fueron soldados del cuerpo de marines lo deja claro), aunque lo que aquí destaca es cómo se logra rayar el terror psicológico.
Y esto queda escenificado en esa paulatina degradación mental del "Recluta Patoso", cuyo sobrecogedor clímax llega con su venganza tomada contra Hartman en la escena de los aseos que ya todos nos conocemos. En la 2.ª parte ya estamos en el lugar del conflicto y nos centramos en "Bufón", convertido en un corresponsal de guerra que día a día ve una ciudad caída en la corrupción y la más absoluta desgracia y a sus compatriotas marchar a las líneas enemigas sin poder hacer nada. Se podría decir que esto es un paréntesis para conocer a nuevos personajes y ver la situación de la destruida Vietnam.

Aquí veremos a Kubrick cogiendo su cámara y actuando como si de un periodista de guerra se tratara (aunque en realidad las escenas se rodaron en campos y áreas industriales de Inglaterra), siendo incluso partícipes de entrevistas a los mismos soldados, manteniendo un claro mensaje antibelicista. La 3.ª parte cambia de tercio, y esta última media hora es lo mejor de la película, donde lo que domina es un suspense conducido por el enigma de si ese francotirador va a lograr matar a todo el pelotón, asediado en zona de guerra. El desasosiego llega hasta la extenuación cuando no dejan de caer soldados uno tras otro sin que sepamos desde donde demonios disparan.
Brutal la caída de "Cowboy" (con referencia accidental a "2.001: Una Odisea del Espacio") y captura del enemigo, donde se da, de algún modo, un cambio en la personalidad de "Bufón". Visceral, demoledoramente cínica y salvaje, cuajada de humor negro y un reparto inspiradísimo, desde Matthew Modine al gran R. Lee Ermey, pero destacando Vincent D'Onofrio entre todos, una banda sonora alucinante y secuencias espectaculares filmadas con pulso y nervio, como sólo un veterano como Kubrick sabe hacer.

Aunque fuese sepultada por la crítica en su momento y las comparaciones con las obra de Furie, Kobayashi y "Hoodlum Soldier" sean odiosas, "La Chaqueta Metálica" seguirá siendo una de las más implacables representaciones de Vietnam junto al "Apocalypse Now" de Coppola, un trato brutal de lo que fue esa guerra que tan impopular se volvió para EE.UU. en la que innumerables jóvenes dieron sus vidas por una causa que desde el primer momento era la crónica de una muerte anunciada.
Las duras palabras que profiere el artillero en el helicóptero revelan una verdad irrevocable: "¡Qué puta es la guerra!".
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