Trainspotting es una película muy peculiar, lo que hace que hablar de ella pueda resultar un tanto complejo y ambiguo. La cinta tiene muchos rasgos: Aborda lo cómico y lo trágico pero no se llega a una moraleja o mensaje final. Es una película que no dejará indiferente a nadie gracias a su magnífico guión, sus personajes, su fotografía, su cuidada banda sonora, su atrevida puesta en escena, su retrato hacia las drogas…

Creo que muchos estarán de acuerdo conmigo al afirmar que la película tiene un inicio realmente explosivo y espectacular con uno de los monólogos mejor construidos en una película. El film combina momentos realmente cómicos que harán que soltemos más de una carcajada, con momentos grandiosamente trágicos que en algunos momentos pueden llegar a rozar lo desagradable. Creo que estamos ante una de esas películas que a uno le puede llegar a gustar mucho o bien detestarla. El reparto está sabiamente escogido, donde encontraremos a un iniciado Ewan McGregor en la piel de Renton, un drogadicto que tratará de dejar de consumir heroína pese a las dificultades que ello supone debido a su convivencia con un grupo de drogadictos como él que harán que su iniciativa se convierta en toda una odisea.

Por si a alguien todavía no le ha quedado claro, diré que a mí la película me gustó, sobre todo por su inicio y desenlace, que considero una lección de puro cine gracias a sus monólogos y unos diálogos muy ingeniosos presentes durante todo el metraje. Aún así, tampoco la considero una obra maestra, pese a su atrevido retrato de la droga. El problema que tiene esta película es que muchos que la han visionado no la han comprendido llegando a distorsionar su imagen y mensaje. Pese a todo ello, es una película que recomiendo encarecidamente de ver.

Es difícil poder llegar a determinar la bajada de calidad de esta secuela en comparación con la muy notable primera parte. Está compuesta por el mísmo équipo técnico y reparto pero el conjunto ya no da tanto de sí. Quizá sea por un guión no tan trabajado o por lo menos, no tan ácido y original como su predecesora. Robert De Niro y Billy Crystal vuelven a estar divertidísimos, como en la primera parte, al igual que el gran segundario Joe Viterelli. Este trio de actores ya hace que valga la pena ver la cinta pero no llega ni mucho menos al nivel de su predecesora. Una "comedieta" amena y que ya vale la pena de ver por el talento de su reparto.

Hacía tiempo que no salía del cine tan pleno y lleno de satisfacción. Ver esta película no ha hecho más que reafirmarme en mi opinión de que Clint Eastwood es un maestro. Tiene un talento innato para explicar todo tipo de historias plasmándolas en pantalla con gran maestría.
“El intercambio” narra la lucha de una mujer fuerte que hará lo posible por recuperar a su hijo desaparecido pese a que tenga a todas las fuerzas de la ley en su contra. La historia brilla por su sencillez, pero con una fuerza e intensidad en su desarrollo aplastante y arrollador. Todo ello gracias a la increíble habilidad de dirección de Eastwood sin caer en tópicos demasiado melodramáticos y a la intensa y maravillosa interpretación de Angelina Jolie como la madre del chico, cuyo afán de encontrarlo no tiene límites. Y es que Angelina Jolie dota a su personaje de una fuerza y personalidad chocantes, creando un personaje deslumbrante, al nivel de la película. También hay que mencionar el gran trabajo de segundarios que componen el film, todos ellos geniales, sobre todo el gran John Malkovich. Por si esto fuera poco, la película cuenta con una extraordinaria ambientación que nos sumerge plenamente en la década de los años treinta gracias a su maravillosa fotografía y banda sonora.
Sinceramente, para mí esta película merece el título de obra maestra, “El intercambio” es ya un clásico instantáneo, un nuevo ejemplo de la gran etapa de madurez profesional que vive su director. Es una película espléndida que nos depara un viaje lleno de emociones de lo más intensas donde es imposible no empatizar con el personaje de Angelina Jolie. Eastwood lo ha vuelto a hacer mostrando de nuevo a público que es uno de los mayores cineastas de su generación cuyo legado dejará huella.

Hay algo que en vuelve la cinta de Craig Brewer, autenticidad, factor casi esencial que no acostumbra a respirarse en muchos largometrajes. Las mayores bazas de “Hustle & Flow” es su profunda inmersión a un mundo desarraigado y desasosegado, fácilmente vislumbrable en cualquier sociedad, que margina a todo aquel que no lo haya tenido nada fácil.

Los personajes de este film no son más que unos perdedores que tratan por todos los medios sobrevivir en una opresiva sociedad que les ha marginado por su condición. No obstante, hay unos inconformistas que a la vez son fieros y luchadores, como el personaje de Terrence Howard, que tratan ser algo más y de salir del atolladero en que están metidos.

De esta idea parte Brewer para relatarnos una dramática historia donde términos como la lucha y la auto superación son los pilares básicos para sujetar su pesada estructura. Es un film sincero y directo, nos habla sin rodeos y sin ningún tipo de concesiones, con escenas duras que muestran sus complicadas desventuras y vivencias.

Sería un tremendo error hablar de “Hustle & Flow” sin hacer inciso alguno sobre la música, pues es el alma de la película, la llave que sus protagonistas usan para salir de su precaria situación y el eje clave que le da autenticidad y rumbo a la trama. Son pocas, pero sus melodías son las que consiguen derrochar fuerza al largometraje cuando éste no se vale por su cuenta, aunque en pocas ocasiones.

Sus actores, como el resto de aspectos del guión, son puros, auténticos. Es imposible no sentir empatía alguna por ellos. La odisea de Craig Brewer va más allá de ser una historia de perdedores, son personas que no han gozado de la suerte y que deben hacer lo imposible para vivir. No obstante, saben que pueden llegar a más y usan todo lo que conocen, su empeño y pasión para conseguirlo.

Es una cinta sencilla, sin demasiados alardes técnicos o meramente cinematográficos pero con una fuerza notoria por la personalidad de sus personajes, en especial Terrence Howard, un actor de lo más inspirado y poco reconocido que nos arrastra a ese cruel mundo del que no queremos oír hablar y aún menos entrar. Eficaz y real.

Como fanático que soy del cine fantástico, no puedo negar que esperaba la llegada del nuevo proyecto de Alex Proyas después de su notable “Yo, Robot”. El nuevo trabajo del cineasta se hizo bastante rogar, pero finalmente tenemos entre nosotros el nuevo proyecto del realizador de “El Cuervo”, un film que narra como un astrónomo viudo consigue una hoja con combinaciones de número que pertenecen a fechas donde acontecerán catástrofes que acabarán con la vida de muchas personas.

La premisa del film es bastante interesante, aunque Proyas no haya sabido exprimir al máximo su interés. Es un film más que correcto y bien realizado que hubiera sido mucho más redondo si Alex no hubiera tropezado en bastantes agujeros que empañan la calidad del film.

Después de “Yo, Robot”, donde Proyas sabía combinar un interesante thriller con acción y efectos visuales espectaculares, aquí se queda corto en la narrativa. No se puede negar que el film se siga con gran interés, pero le falta más nervio y pulso narrativo, la película se deja ver pero no de forma demasiado tensa, el director nos sumerge en un viaje que empieza muy intersante pero donde progresivamente va decayendo nuestra atención quizá porque se vuelva un tanto previsible y repetitivo.

Otro punto flojo son sus actores, los niños se hacen un tanto irritables debido a su imparcialidad y Cage no consigue transmitir nada, el actor no logra dar una imagen de padre viudo afectado por la muerte de su esposa y con la única pretensión de proteger a su hujo. No es que intente ser un héroe, pero sean cuales sean sus intenciones, está claro que no las consigue.

A pesar también de una falta más que notoria en el sentido del ritmo, hay que admitir que sus escenas de acción y efectos especiales son geniales. El problema es que además de poco abundantes, saben a poco, debido a su gran espectacularidad dan ganas de más. Otro punto donde Alex Proyas se desenvuelve muy bien es en su parte final, todo finalmente acaba encajando de forma lógica y sin estupideces o revelaciones ridículas, con u8nn final muy digno y notable, además.

Finalmente “Señales del Futuro” se convierte en una extraña combinación de géneros que para su desgracia no sabe entrar en demasiada profundidad. El regreso de Proyas nos deja con un sabor un tanto agridulce, con la maldita idea de que podría ser mejor. No obstante, el film entretiene bastante y tiene un puñado de imágenes para el recuerdo.