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6,7
1.945
8
16 de agosto de 2024
16 de agosto de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película francesa que retrata la vida de una madre que cuida sola a sus hijos, trabaja una parva de horas y está en bancarrota. Consigue tan buen ritmo que el día a día de este personaje es siempre una aventura.
Por Nicolás Bianchi
El rasgo más saliente de À plein temps, dirigida por Eric Gravel, es que transforma un drama en otra cosa, en algo más. Si bien lo que le sucede al personaje principal y el contexto son importantes, lo que se hace en esta película es algo más parecido a un relato de género. Por momentos, se trata de un film de acción sin escenas de peleas ni estallidos, con una madre trabajadora desesperada corriendo por París.
Julie (Laure Calamy) es una mujer de mediana edad que tiene dos hijos y un trabajo que, para ella, no es el ideal. Si bien es la jefa de mucamas de un hotel 5 estrellas, en el pasado ha tenido mejores puestos en oficinas de marketing o actividades similares. En su vida, todos son problemas: su ex marido no le pasa dinero ni le atiende el teléfono, desde el banco la llaman por cuotas adeudadas de la hipoteca y, además, en París hay una huelga de trabajadores que afecta a los servicios de transporte público.
Esto último es un elemento central de la película. Julie vive alejada del centro de París y depende del tren para llegar y volver de su trabajo. Mientras tanto, deja a sus hijos con Madame Lusigny (Geneviève Mnich). Este vínculo no queda claro. Se trata de una señora mayor, que es vecina de Julie y oficia como niñera. No está claro si hay un pago de por medio o es todo buena voluntad. En cualquier caso, cuando las cosas se compliquen esta señora también es un foco de conflictos.
Cada día en la vida de este personaje es presentado como una odisea. La huelga afecta el servicio de trenes y esto, a su vez, perjudica a Julie, que llega tarde al trabajo, debe correr por las calles de París, hacer auto-stop e intentar otras peripecias. Esto no solo afecta su relación con su jefa, que se comienza a inquietar, sino también con la niñera, que empieza a perder la paciencia.
Para agregar vértigo a esta situación, À plein temps cuenta con música prácticamente constante que agrega vértigo a lo que sucede. Con respecto a esto, la puesta en escena de la película permite contar todos los conflictos sociales que se entreveran en esta historia con un dinamismo difícil de encontrar en narraciones de este tipo. Es decir, el film señala la crisis social que atraviesa Francia y la vida sumamente compleja de una mujer de clase media que debe deslomarse para no caer en la pobreza, pero lo hace de una manera no tan convencional.
En definitiva, À plein temps es un drama social con algo más, con un dinamismo bien logrado que mantiene al espectador en tensión hasta el último momento. Gravel logra plantar la idea de que Julie puede tener un final trágico que sería lógico. Cuando uno anda a tanta velocidad por la vida se puede descarrilar. O no. En cualquier caso, esta película demuestra que los conflictos sociales se pueden contar sin solemnidad y sin perder nada de impacto.
Está online. Se titula A tiempo completo en castellano y Full time en inglés. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
El rasgo más saliente de À plein temps, dirigida por Eric Gravel, es que transforma un drama en otra cosa, en algo más. Si bien lo que le sucede al personaje principal y el contexto son importantes, lo que se hace en esta película es algo más parecido a un relato de género. Por momentos, se trata de un film de acción sin escenas de peleas ni estallidos, con una madre trabajadora desesperada corriendo por París.
Julie (Laure Calamy) es una mujer de mediana edad que tiene dos hijos y un trabajo que, para ella, no es el ideal. Si bien es la jefa de mucamas de un hotel 5 estrellas, en el pasado ha tenido mejores puestos en oficinas de marketing o actividades similares. En su vida, todos son problemas: su ex marido no le pasa dinero ni le atiende el teléfono, desde el banco la llaman por cuotas adeudadas de la hipoteca y, además, en París hay una huelga de trabajadores que afecta a los servicios de transporte público.
Esto último es un elemento central de la película. Julie vive alejada del centro de París y depende del tren para llegar y volver de su trabajo. Mientras tanto, deja a sus hijos con Madame Lusigny (Geneviève Mnich). Este vínculo no queda claro. Se trata de una señora mayor, que es vecina de Julie y oficia como niñera. No está claro si hay un pago de por medio o es todo buena voluntad. En cualquier caso, cuando las cosas se compliquen esta señora también es un foco de conflictos.
Cada día en la vida de este personaje es presentado como una odisea. La huelga afecta el servicio de trenes y esto, a su vez, perjudica a Julie, que llega tarde al trabajo, debe correr por las calles de París, hacer auto-stop e intentar otras peripecias. Esto no solo afecta su relación con su jefa, que se comienza a inquietar, sino también con la niñera, que empieza a perder la paciencia.
Para agregar vértigo a esta situación, À plein temps cuenta con música prácticamente constante que agrega vértigo a lo que sucede. Con respecto a esto, la puesta en escena de la película permite contar todos los conflictos sociales que se entreveran en esta historia con un dinamismo difícil de encontrar en narraciones de este tipo. Es decir, el film señala la crisis social que atraviesa Francia y la vida sumamente compleja de una mujer de clase media que debe deslomarse para no caer en la pobreza, pero lo hace de una manera no tan convencional.
En definitiva, À plein temps es un drama social con algo más, con un dinamismo bien logrado que mantiene al espectador en tensión hasta el último momento. Gravel logra plantar la idea de que Julie puede tener un final trágico que sería lógico. Cuando uno anda a tanta velocidad por la vida se puede descarrilar. O no. En cualquier caso, esta película demuestra que los conflictos sociales se pueden contar sin solemnidad y sin perder nada de impacto.
Está online. Se titula A tiempo completo en castellano y Full time en inglés. Contacto: [email protected]

6,8
1.185
8
9 de agosto de 2024
9 de agosto de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente drama de Luis Buñuel basado en un relato de Peter Matthiessen. Segunda y última película en inglés del director español.
Por Nicolás Bianchi
Como película, The young one es un espécimen raro e interesante. Esta obra está filmada como una producción estadounidense, está hablada en inglés, cuenta con actores que desarrollaron su carrera en Hollywood y aborda un tema central en la historia de aquel país: el racismo. Ahora bien, su frontalidad y su mirada descarnada son impropias de esta industria (de hecho, se trata de una producción mexicana).
El cine estadounidense fue durante mucho tiempo perezoso para abordar el tema del racismo que a fines de los 60 puede comenzarse a ver en films tan diferentes como In the heat of the night (1967) y Night of the living dead (1968), entre otros. De a poco, la larga marcha del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos habilitó nuevas miradas.
Pero ni The Young one ni Buñuel cargan con esas mochilas, por lo que la película aborda el racismo con cierta libertad. El punto de partida está dado por un encuentro algo fortuito de distintos personajes. En una isla usada como coto de caza por gente rica habitan el guardián Hap Miller (Zachary Scott) y la niña de 13 años Evalyn (Key Meersman) que, por la muerte de su abuelo, ha quedado sin quien la cuide. En este espacio, estos personajes viven como en el campo, sin electricidad ni servicios básicos.
Además, a esta isla llega el negro Traver (Bernie Hamilton), un fugitivo que escapa de una acusación de violación. En principio, los personajes ocupan tres lugares distintos. Evalyn es completamente inocente e ingenua. A su vez, Hap es desagradable, maltrata a la pequeña y, peor aún, parece interesado en intimar con ella, a pesar de la extensa diferencia de edad. A su vez, sobre Traver la película tiende cierta duda. Está acusado, pero el espectador no sabe si es culpable o no.
Una ida de Hap al continente sirve para que Traver y la pequeña Evalyn se encuentren. A partir de estas escenas, el hombre que huye se revela como una buena persona, sobre todo en comparación con lo que se había visto de Hap. En The young one siempre está pasando algo. En este sentido, es una narración de gran ritmo, con diálogos acotados pero precisos. Desde la primera hasta la última escena la historia se desarrolla de manera dinámica y fluida.
Cuando Hap y Traver se encuentran el racismo florece y pasa a ser el tema central del film, más allá de la situación de la pequeña Evalyn. Por último, para complicar más las cosas, a este trío se suman Jackson (Crahan Denton) y el cura Fleetwood (Claudio Brook), que necesitan pasar unas noches en la isla. Jackson es una bestia aún más racista que Hap y literalmente quiere cazar a Trevor. A su vez, el reverendo aparece como un personaje que representa a la justicia, algo inusual en Buñuel, siempre crítico con la iglesia y sus representantes.
En definitiva, The young one funciona como alegato contra el racismo y también como drama tenso, con gran suspenso con respecto al desenlace. Es una historia sobre Estados Unidos en un tiempo en el que la industria de ese país no podía o no quería realizar estos relatos. Buñuel, como observador externo de esta sociedad, no tiene ningún problema en señalar lo brutal de esos hombres blancos que se comportan como bestias.
Está online. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
Como película, The young one es un espécimen raro e interesante. Esta obra está filmada como una producción estadounidense, está hablada en inglés, cuenta con actores que desarrollaron su carrera en Hollywood y aborda un tema central en la historia de aquel país: el racismo. Ahora bien, su frontalidad y su mirada descarnada son impropias de esta industria (de hecho, se trata de una producción mexicana).
El cine estadounidense fue durante mucho tiempo perezoso para abordar el tema del racismo que a fines de los 60 puede comenzarse a ver en films tan diferentes como In the heat of the night (1967) y Night of the living dead (1968), entre otros. De a poco, la larga marcha del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos habilitó nuevas miradas.
Pero ni The Young one ni Buñuel cargan con esas mochilas, por lo que la película aborda el racismo con cierta libertad. El punto de partida está dado por un encuentro algo fortuito de distintos personajes. En una isla usada como coto de caza por gente rica habitan el guardián Hap Miller (Zachary Scott) y la niña de 13 años Evalyn (Key Meersman) que, por la muerte de su abuelo, ha quedado sin quien la cuide. En este espacio, estos personajes viven como en el campo, sin electricidad ni servicios básicos.
Además, a esta isla llega el negro Traver (Bernie Hamilton), un fugitivo que escapa de una acusación de violación. En principio, los personajes ocupan tres lugares distintos. Evalyn es completamente inocente e ingenua. A su vez, Hap es desagradable, maltrata a la pequeña y, peor aún, parece interesado en intimar con ella, a pesar de la extensa diferencia de edad. A su vez, sobre Traver la película tiende cierta duda. Está acusado, pero el espectador no sabe si es culpable o no.
Una ida de Hap al continente sirve para que Traver y la pequeña Evalyn se encuentren. A partir de estas escenas, el hombre que huye se revela como una buena persona, sobre todo en comparación con lo que se había visto de Hap. En The young one siempre está pasando algo. En este sentido, es una narración de gran ritmo, con diálogos acotados pero precisos. Desde la primera hasta la última escena la historia se desarrolla de manera dinámica y fluida.
Cuando Hap y Traver se encuentran el racismo florece y pasa a ser el tema central del film, más allá de la situación de la pequeña Evalyn. Por último, para complicar más las cosas, a este trío se suman Jackson (Crahan Denton) y el cura Fleetwood (Claudio Brook), que necesitan pasar unas noches en la isla. Jackson es una bestia aún más racista que Hap y literalmente quiere cazar a Trevor. A su vez, el reverendo aparece como un personaje que representa a la justicia, algo inusual en Buñuel, siempre crítico con la iglesia y sus representantes.
En definitiva, The young one funciona como alegato contra el racismo y también como drama tenso, con gran suspenso con respecto al desenlace. Es una historia sobre Estados Unidos en un tiempo en el que la industria de ese país no podía o no quería realizar estos relatos. Buñuel, como observador externo de esta sociedad, no tiene ningún problema en señalar lo brutal de esos hombres blancos que se comportan como bestias.
Está online. Contacto: [email protected]

6,1
540
7
1 de agosto de 2024
1 de agosto de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de Luis Buñuel basada en una novela de Henri Castillou. Protagonizada por María Félix y Gérard Philipe.
Por Nicolás Bianchi
La fiebre sube al Pao, en España, o Los ambiciosos, en México, son los títulos alternativos de este film que se centra en la relación amorosa entre dos personajes de las clases altas. Como es habitual en Buñuel, este mundo está presentado de manera ácida y fulminante. Al igual que La mort en ce jardin (1956), esta historia transcurre en un país latinoamericano ficticio que está asolado por un gobierno autoritario.
En El Pao, que es una isla, la actividad principal es agrícola, para exportar materias primas. Buena parte de estos campos se nutren de mano de obra semi esclava, ya que los presos de la penitenciaría del lugar están obligados a trabajar. Para agregar un elemento más, hay reclusos comunes y otros que son políticos. Estos últimos están vinculados con intentos de derrocar al gobierno. Cabe destacar que 1959 fue el año de la Revolución Cubana, un tiempo de efervescencia en la región.
La película presenta a Inés (María Félix) en su primera escena. Esta mujer sumamente atractiva se está besando con un coronel que no es su marido en una gran estancia. El secretario Ramón (Gérard Philipe) los viene a buscar porque el gobernador, que es el esposo de Inés, demanda su presencia. O sea, estos personajes son presentados en una escena donde lo más importante es la infidelidad.
El gobernador en cuestión, Vargas (Miguel Ángel Ferriz), es asesinado por un insurgente. Esto abre una disputa por su sucesión, pero también por Inés. De un lado, el veterano Gual (Jean Servais), del otro Ramón. El primero es un político y militar de carrera, cínico y perverso. El segundo es un joven abogado que todavía conserva algunos valores humanos. La película muestra esto último no solo a través del carácter del personaje, sino también por medio de sus gestiones para que los presidiarios no vivan en condiciones tan exigentes.
En definitiva, La fièvre monte à El Pao gira en torno a una serie de intrigas palaciegas entre personajes de una elite que buscan hacerse con la mayor cuota de poder posible. A su vez, Inés es una actora en este juego pero también es parte del botín. A propósito de esto, la presencia de Félix en pantalla es magnética. Su actuación, además de ser sólida, desprende sensualidad.
Por último, el film es muy dinámico y en él puede advertirse a un director ya maduro. Esas pequeñas observaciones de Buñuel sobre militares y políticos poderosos están muy presentes, aunque siempre el centro de la película es la trama. La fièvre monte à El Pao es una muy digna hermana menor de varias de las obras maestras de este realizador español.
Está online. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
La fiebre sube al Pao, en España, o Los ambiciosos, en México, son los títulos alternativos de este film que se centra en la relación amorosa entre dos personajes de las clases altas. Como es habitual en Buñuel, este mundo está presentado de manera ácida y fulminante. Al igual que La mort en ce jardin (1956), esta historia transcurre en un país latinoamericano ficticio que está asolado por un gobierno autoritario.
En El Pao, que es una isla, la actividad principal es agrícola, para exportar materias primas. Buena parte de estos campos se nutren de mano de obra semi esclava, ya que los presos de la penitenciaría del lugar están obligados a trabajar. Para agregar un elemento más, hay reclusos comunes y otros que son políticos. Estos últimos están vinculados con intentos de derrocar al gobierno. Cabe destacar que 1959 fue el año de la Revolución Cubana, un tiempo de efervescencia en la región.
La película presenta a Inés (María Félix) en su primera escena. Esta mujer sumamente atractiva se está besando con un coronel que no es su marido en una gran estancia. El secretario Ramón (Gérard Philipe) los viene a buscar porque el gobernador, que es el esposo de Inés, demanda su presencia. O sea, estos personajes son presentados en una escena donde lo más importante es la infidelidad.
El gobernador en cuestión, Vargas (Miguel Ángel Ferriz), es asesinado por un insurgente. Esto abre una disputa por su sucesión, pero también por Inés. De un lado, el veterano Gual (Jean Servais), del otro Ramón. El primero es un político y militar de carrera, cínico y perverso. El segundo es un joven abogado que todavía conserva algunos valores humanos. La película muestra esto último no solo a través del carácter del personaje, sino también por medio de sus gestiones para que los presidiarios no vivan en condiciones tan exigentes.
En definitiva, La fièvre monte à El Pao gira en torno a una serie de intrigas palaciegas entre personajes de una elite que buscan hacerse con la mayor cuota de poder posible. A su vez, Inés es una actora en este juego pero también es parte del botín. A propósito de esto, la presencia de Félix en pantalla es magnética. Su actuación, además de ser sólida, desprende sensualidad.
Por último, el film es muy dinámico y en él puede advertirse a un director ya maduro. Esas pequeñas observaciones de Buñuel sobre militares y políticos poderosos están muy presentes, aunque siempre el centro de la película es la trama. La fièvre monte à El Pao es una muy digna hermana menor de varias de las obras maestras de este realizador español.
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6,0
94
6
30 de julio de 2024
30 de julio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida y protagonizada por Kit Zauhar. Una joven estudiante está a punto de graduarse, pero, por distintos motivos, su vida se complica.
Por Nicolás Bianchi
Esta primera película de la directora de This closeness (2023) es una especia de coming of age tardío. Por lo general, este tipo de relato narra el pasaje entre la niñez y la adolescencia, o entre esta etapa y la juventud. En cambio, Actual people cuenta las peripecias de una joven de 22 años que, en sus propias palabras, está a punto de convertirse en adulta. Supuestamente, esto lo va a conseguir cuando se gradúe.
Riley (Zauhar) está a una semana de finalizar con la universidad pero comienzan a surgir problemas. En primer lugar, es aplazada en la última materia. Por lo tanto, tiene que recursar. Al mismo tiempo, no consigue consolidar una relación con su deseado Leo (Scott Mun). Como si todo esto fuera poco, sufre de una infección urinaria (candidiasis) que le hace ver las estrellas cada vez que va al baño.
Puntualmente, Actual people refleja un momento de transición en la vida de este personaje. Por momentos, priman la incertidumbre y la angustia. Riley no tiene claro que va a hacer de su vida después de la universidad. Ni siquiera sabe en qué ciudad va a vivir. Lo cierto es que quiere conseguir un departamento para ella sola. Sobre todo, porque con su roomate Benji (Henry Fulton Winship) no ha tenido una buena experiencia.
Estos dos personajes protagonizan la que quizás es la escena más incómoda del film. De la nada, Benji le pide a Riley, en el living de la casa en la que conviven, que deje de andar en ropa interior por la casa (en ese momento la muchacha viste solo una remera). Esto lo confunde porque ellos se han acostado una vez, dice. Riley se sorprende y contesta como puede.
En este tipo de cruces se ven pequeñas observaciones de Zauhar sobre las relaciones entre los personajes jóvenes que muestra el film. Algo similar sucede entre la protagonista y sus amigas, su hermana menor, y otros personajes. Hay algo generacional. A estos jóvenes les cuesta relacionarse sinceramente. Muchos de ellos están como encerrados en sí mismos. Por ejemplo, uno de ellos dice algo así como “en este momento no me estoy expresando bien”. O sea, ni siquiera pueden decir con precisión qué es lo que quieren.
La película es interesante y tiene algunas secuencias que funcionan mejor que otras. Las virtudes de esta primera película de la directora están potenciadas en la segunda, This closeness. Esta historia también presenta una mirada sobre las formas de ser y de relacionarse de una generación de jóvenes. En definitiva, Zauhar es una directora que ha mostrado una evolución y que genera expectativas sobre su próximo paso.
Está en Mubi. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
Esta primera película de la directora de This closeness (2023) es una especia de coming of age tardío. Por lo general, este tipo de relato narra el pasaje entre la niñez y la adolescencia, o entre esta etapa y la juventud. En cambio, Actual people cuenta las peripecias de una joven de 22 años que, en sus propias palabras, está a punto de convertirse en adulta. Supuestamente, esto lo va a conseguir cuando se gradúe.
Riley (Zauhar) está a una semana de finalizar con la universidad pero comienzan a surgir problemas. En primer lugar, es aplazada en la última materia. Por lo tanto, tiene que recursar. Al mismo tiempo, no consigue consolidar una relación con su deseado Leo (Scott Mun). Como si todo esto fuera poco, sufre de una infección urinaria (candidiasis) que le hace ver las estrellas cada vez que va al baño.
Puntualmente, Actual people refleja un momento de transición en la vida de este personaje. Por momentos, priman la incertidumbre y la angustia. Riley no tiene claro que va a hacer de su vida después de la universidad. Ni siquiera sabe en qué ciudad va a vivir. Lo cierto es que quiere conseguir un departamento para ella sola. Sobre todo, porque con su roomate Benji (Henry Fulton Winship) no ha tenido una buena experiencia.
Estos dos personajes protagonizan la que quizás es la escena más incómoda del film. De la nada, Benji le pide a Riley, en el living de la casa en la que conviven, que deje de andar en ropa interior por la casa (en ese momento la muchacha viste solo una remera). Esto lo confunde porque ellos se han acostado una vez, dice. Riley se sorprende y contesta como puede.
En este tipo de cruces se ven pequeñas observaciones de Zauhar sobre las relaciones entre los personajes jóvenes que muestra el film. Algo similar sucede entre la protagonista y sus amigas, su hermana menor, y otros personajes. Hay algo generacional. A estos jóvenes les cuesta relacionarse sinceramente. Muchos de ellos están como encerrados en sí mismos. Por ejemplo, uno de ellos dice algo así como “en este momento no me estoy expresando bien”. O sea, ni siquiera pueden decir con precisión qué es lo que quieren.
La película es interesante y tiene algunas secuencias que funcionan mejor que otras. Las virtudes de esta primera película de la directora están potenciadas en la segunda, This closeness. Esta historia también presenta una mirada sobre las formas de ser y de relacionarse de una generación de jóvenes. En definitiva, Zauhar es una directora que ha mostrado una evolución y que genera expectativas sobre su próximo paso.
Está en Mubi. Contacto: [email protected]

5,2
1.166
5
28 de julio de 2024
28 de julio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se centra en la gestión de la Guerra de Yom Kipur por parte de Golda Meir, primer ministro de Israel. Es algo reiterativa y busca enaltecer la imagen de su protagonista.
Por Nicolás Bianchi
En la Guerra de Yom Kipur, en 1973, se entrelazan los conflictos entre Israel y los países árabes con la Guerra Fría. Egipto y Siria deciden atacar, y sus movimientos tienen el visto bueno del Kremlin. Por otro lado, Estados Unidos respalda, como puede, a Israel. La avanzada en conjunto por el sur y por el norte del país hace tambalear al estado hebreo. Son horas de máxima tensión en las que hay que tomar decisiones que, por una u otra razón, van a costar vidas.
La película dirigida por Guy Nattiv es esmera por construir ese ambiente de máximo estrés en lo más elevado del círculo de poder israelí. En este sentido, Golda es una película que retrata lo que se vive en el palacio. Los personajes se mueven entre oficinas, salas de reuniones, búnkeres y la casa de la primer ministro. Hay, además, algunas pocas escenas que reflejan el conflicto bélico.
Golda Meir (Helen Mirren) no para de fumar, está enferma y apenas puede caminar por la hinchazón que sufre en sus pies. La película intenta construir en todo momento a una líder humana y sensible. Su fuerte es la política y su debilidad es lo militar. Para esto último cuenta con el ministro de Defensa Moshe Dayan (Rami Heuberger) y el coronel Dado Elazar (Lior Ashkenazi).
Más allá de que el tema es interesante y el personaje está bien actuado por Mirren, a la película le cuesta ser atractiva. Con respecto a esto, las escenas son muy repetitivas. Los mismos personajes están en una oficina o un búnker y discuten posibles alternativas para repeler los ataques de sirios y egipcios. En los momentos más terribles, escuchan en vivo como los árabes matan a sus jefes en el campo de batalla. Pero todo esto no está del todo logrado.
Además, en esta dinámica se pierde la importancia de la protagonista. Golda a duras penas comprende el panorama que le plantean sus subalternos e intenta tomar siempre la decisión que le indican como la más adecuada. Ahora bien, el personaje y la película se lucen un poco más cuando la primer ministro dialoga y negocia con Henry Kissinger (Liev Schrieber).
Finalmente, el film es condescendiente con ambos. A pesar de sus cálculos y decisiones los muestra como actores de la paz, no de la guerra. En este sentido, el desenlace resulta exagerado. Lo que se busca es construir el monumento de Golda, no reflejar su papel en este conflicto. Por último, las últimas imágenes del film funcionan como un espejo invertido de lo que sucede actualmente. Golda finalmente logra negociar la paz con los líderes árabes. Su gran logro es que reconozcan a Israel como interlocutor, y por lo tanto, como estado. Medio siglo después el que no reconoce al otro es Israel.
Está en Amazon Prime Video. Contacto: [email protected]
Por Nicolás Bianchi
En la Guerra de Yom Kipur, en 1973, se entrelazan los conflictos entre Israel y los países árabes con la Guerra Fría. Egipto y Siria deciden atacar, y sus movimientos tienen el visto bueno del Kremlin. Por otro lado, Estados Unidos respalda, como puede, a Israel. La avanzada en conjunto por el sur y por el norte del país hace tambalear al estado hebreo. Son horas de máxima tensión en las que hay que tomar decisiones que, por una u otra razón, van a costar vidas.
La película dirigida por Guy Nattiv es esmera por construir ese ambiente de máximo estrés en lo más elevado del círculo de poder israelí. En este sentido, Golda es una película que retrata lo que se vive en el palacio. Los personajes se mueven entre oficinas, salas de reuniones, búnkeres y la casa de la primer ministro. Hay, además, algunas pocas escenas que reflejan el conflicto bélico.
Golda Meir (Helen Mirren) no para de fumar, está enferma y apenas puede caminar por la hinchazón que sufre en sus pies. La película intenta construir en todo momento a una líder humana y sensible. Su fuerte es la política y su debilidad es lo militar. Para esto último cuenta con el ministro de Defensa Moshe Dayan (Rami Heuberger) y el coronel Dado Elazar (Lior Ashkenazi).
Más allá de que el tema es interesante y el personaje está bien actuado por Mirren, a la película le cuesta ser atractiva. Con respecto a esto, las escenas son muy repetitivas. Los mismos personajes están en una oficina o un búnker y discuten posibles alternativas para repeler los ataques de sirios y egipcios. En los momentos más terribles, escuchan en vivo como los árabes matan a sus jefes en el campo de batalla. Pero todo esto no está del todo logrado.
Además, en esta dinámica se pierde la importancia de la protagonista. Golda a duras penas comprende el panorama que le plantean sus subalternos e intenta tomar siempre la decisión que le indican como la más adecuada. Ahora bien, el personaje y la película se lucen un poco más cuando la primer ministro dialoga y negocia con Henry Kissinger (Liev Schrieber).
Finalmente, el film es condescendiente con ambos. A pesar de sus cálculos y decisiones los muestra como actores de la paz, no de la guerra. En este sentido, el desenlace resulta exagerado. Lo que se busca es construir el monumento de Golda, no reflejar su papel en este conflicto. Por último, las últimas imágenes del film funcionan como un espejo invertido de lo que sucede actualmente. Golda finalmente logra negociar la paz con los líderes árabes. Su gran logro es que reconozcan a Israel como interlocutor, y por lo tanto, como estado. Medio siglo después el que no reconoce al otro es Israel.
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