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6,8
17.556
10
31 de diciembre de 2024
31 de diciembre de 2024
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Todo aquel que dice "No supera a la de Murnau" es pura pedantería, es querer decir que la ha visto, la valora por sus méritos pero tiene una mente cero flexible y reflexiva, pues no se trata de superar nada, más bien se trata de adaptar a los nuevos tiempos y Eggers lo hace de forma sublime.
Al igual que Fincher, Lynch, Cronenberg y otros autores, Eggers crea atmósferas asfixiantes, gélidas, para que sientas el frío, pero en sus films siempre hay fuego, esa lucha entre la vida y la muerte, el bien y el mal. La condena por el deseo excesivo, la necesidad de placer, el instinto salvaje, que nos lleva a la autodestrucción todo eso reflejado en su protagonista que ella misma materializa encarnado en el Conde Orlok, (Un Bill Skarsgard apabullante).
Su fotografía, dirección artística e interpretaciones, bajo la dirección de Eggers me han parecido de un diez absoluto, un detalle en cada escena digno de enmarcar. Con un desarrollo creciente donde de repente parece convertirse en una línea plana y donde mucha gente dice que la cinta decae, pero que es necesario pasar por ahí para llegar a un final climáticamente orgásmico, nunca mejor dicho.
Me retiro ante mis palabras para no pasarme de elogios, pero me cuesta ser subjetivo cuando un director con cuatro películas me lleva al Valhalla del cine y supera cada vez más mis expectativas. Sí, amo a Robert Eggers.
Al igual que Fincher, Lynch, Cronenberg y otros autores, Eggers crea atmósferas asfixiantes, gélidas, para que sientas el frío, pero en sus films siempre hay fuego, esa lucha entre la vida y la muerte, el bien y el mal. La condena por el deseo excesivo, la necesidad de placer, el instinto salvaje, que nos lleva a la autodestrucción todo eso reflejado en su protagonista que ella misma materializa encarnado en el Conde Orlok, (Un Bill Skarsgard apabullante).
Su fotografía, dirección artística e interpretaciones, bajo la dirección de Eggers me han parecido de un diez absoluto, un detalle en cada escena digno de enmarcar. Con un desarrollo creciente donde de repente parece convertirse en una línea plana y donde mucha gente dice que la cinta decae, pero que es necesario pasar por ahí para llegar a un final climáticamente orgásmico, nunca mejor dicho.
Me retiro ante mis palabras para no pasarme de elogios, pero me cuesta ser subjetivo cuando un director con cuatro películas me lleva al Valhalla del cine y supera cada vez más mis expectativas. Sí, amo a Robert Eggers.
3
28 de julio de 2024
28 de julio de 2024
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¿Es que nadie se da cuenta de que esto va de prostitución? Y peor todavía, pre-madurez, porque se supone que son menores de edad... Llamadme conservador pero no veo nada positivo en semejante ideología. Si el progresismo es asesinato, prostitución, drogas y fiesta... Estamos creando un futuro más oscuro que el lugar del que venimos.
Cierto que en su mayoría los actores están correctos y los director sabem utilizar la cámara, pero tampoco es un trabajo brillante aunque sí reconocible. Por lo demás, un guión endeble.
Cierto que en su mayoría los actores están correctos y los director sabem utilizar la cámara, pero tampoco es un trabajo brillante aunque sí reconocible. Por lo demás, un guión endeble.
8
24 de febrero de 2021
24 de febrero de 2021
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Es cierto que cuando te conviertes en una leyenda de la música, pasas a ser objetivo de mitos. Bob no es una excepción, y Kevin MacDonald decide devolverle la humanidad que poseemos todos, seamos buenos, malos o reguleros, porque seamos sinceros, no creo que exista el ser humano ejemplar al 100%.
Era harto necesario, poder escuchar en primera persona, no sólo su voz, también la de sus allegados. Y aunque ahora parece que se haya puesto de moda realizar documentales sobre artista musicales, cierto es que nunca ha dejado de serlo, sólo que los artistas que se estaban documentando, eran nuevas estrellas o que sólo llevaban medio recorrido, y no las voy a citar, pues son más bien absolutamente relevantes para la historia de la música, sí, me refiero a la oleada de princesas pop. Marley es sin lugar a dudas lo que muchos llamarían el "Documental definitivo" pues durante más de dos horas el señor MacDonald nos invade a entrevistas de archivo interesantísimas sobre la manera de ser y pensar de este genio de la música ska y reggae.
Unas de los detalles es que un servidor no tiene la sensación de estar viendo un documental televisivo, más bien se queda con la buena sensación de haber pagado justamente una entrada de cine.
La vida de Bob Marley fue un constante cúmulo de éxitos, tantos que se convirtió en influencia masiva para otros grupos, especialmente británicos. Padre, esposo, devoto pero ante todo músico. Uno no puede evitar vivir su música y menos observando cómo la vivía él, porque el arte es creación, crear, es vivir, así que el arte ha de transmitir vida, y lo más llamativo que tienen una de las artes que es la música, es la voz, esa herramienta tan poderosa que posee el ser humano para hacer el bien o el mal, él lo hizo para transmitir mensajes religiosos, sí, pero de amor al fin y al cabo. No podemos reprocharle su fanatismo por la Biblia, pues predicaba con el buen ejemplo hacia sus seres, hacia su público, y sobre todo hacia su arte. Bob era alguien generoso, con su talento y su beneficio, y, ¿Qué es la vida y la felicidad sin ser compartida? ¿Para qué nos sirve? Él, se convierte en referente personal de mucha gente, pues no todas las estrellas musicales reconocidas como leyendas, tuvieron la misma actitud, per se, ni la misma suerte.
La narrativa de MacDonald consigue clavar tus ojos en la pantalla para querer conocer más sobre alguien que ha despertado la adoración mundial especialmente por su música, pero convirtiéndose en un icono a la altura del Che o Marilyn. Lo más admirable, es la humanización de este personaje, pues no hubo nadie que haya sido un semidios, o semidiosa, todas esas fábulas, las creamos los espectadores, los megalómanos, y los fans que idealizan la imagen de alguien para entronarla cuando en realidad, tienen los mismos miedos e inseguridades que todos nosotros, la única diferencia, es que se atrevieron a ser, quienes querían ser. Bravo señor Bob, por su talento, su generosidad y su música, y gracias por no haber sido perfecto, pues ninguno lo somos.
Era harto necesario, poder escuchar en primera persona, no sólo su voz, también la de sus allegados. Y aunque ahora parece que se haya puesto de moda realizar documentales sobre artista musicales, cierto es que nunca ha dejado de serlo, sólo que los artistas que se estaban documentando, eran nuevas estrellas o que sólo llevaban medio recorrido, y no las voy a citar, pues son más bien absolutamente relevantes para la historia de la música, sí, me refiero a la oleada de princesas pop. Marley es sin lugar a dudas lo que muchos llamarían el "Documental definitivo" pues durante más de dos horas el señor MacDonald nos invade a entrevistas de archivo interesantísimas sobre la manera de ser y pensar de este genio de la música ska y reggae.
Unas de los detalles es que un servidor no tiene la sensación de estar viendo un documental televisivo, más bien se queda con la buena sensación de haber pagado justamente una entrada de cine.
La vida de Bob Marley fue un constante cúmulo de éxitos, tantos que se convirtió en influencia masiva para otros grupos, especialmente británicos. Padre, esposo, devoto pero ante todo músico. Uno no puede evitar vivir su música y menos observando cómo la vivía él, porque el arte es creación, crear, es vivir, así que el arte ha de transmitir vida, y lo más llamativo que tienen una de las artes que es la música, es la voz, esa herramienta tan poderosa que posee el ser humano para hacer el bien o el mal, él lo hizo para transmitir mensajes religiosos, sí, pero de amor al fin y al cabo. No podemos reprocharle su fanatismo por la Biblia, pues predicaba con el buen ejemplo hacia sus seres, hacia su público, y sobre todo hacia su arte. Bob era alguien generoso, con su talento y su beneficio, y, ¿Qué es la vida y la felicidad sin ser compartida? ¿Para qué nos sirve? Él, se convierte en referente personal de mucha gente, pues no todas las estrellas musicales reconocidas como leyendas, tuvieron la misma actitud, per se, ni la misma suerte.
La narrativa de MacDonald consigue clavar tus ojos en la pantalla para querer conocer más sobre alguien que ha despertado la adoración mundial especialmente por su música, pero convirtiéndose en un icono a la altura del Che o Marilyn. Lo más admirable, es la humanización de este personaje, pues no hubo nadie que haya sido un semidios, o semidiosa, todas esas fábulas, las creamos los espectadores, los megalómanos, y los fans que idealizan la imagen de alguien para entronarla cuando en realidad, tienen los mismos miedos e inseguridades que todos nosotros, la única diferencia, es que se atrevieron a ser, quienes querían ser. Bravo señor Bob, por su talento, su generosidad y su música, y gracias por no haber sido perfecto, pues ninguno lo somos.

7,4
43.375
10
25 de octubre de 2019
25 de octubre de 2019
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La violencia, el gran dilema moral de nuestra enfermiza sociedad. Vivimos en la dualidad del buenismo y el infantilismo en contra de su propia contradicción. Cualquier ideología radical es fascista, incluso el pacifismo, porque la naturaleza es violenta. Si quieres anular la violencia de la vida anulas directamente la naturaleza, nuestra querida y hermosa madre creadora, esa misma a la que, gracias a ella, tú estás leyendo ahora esto. Esto no es una reflexión para justificar cualquier acto violento, sino para comprender, que cada vez que sucede uno, es por un motivo, una razón, que justa o injusta nos lleva a aprender sobre algo de nosotros mismos. Cuando vives un acto violento puedes adoptar dos bandos radicales, uno es vivir en el llanto del mártir, o volverte causante de esa misma violencia, en cambio hay una tercera opción, que la escoge la minoría de la población, y es aceptar y aprender de lo sucedido. Eso no significa converirse en un pusilánime sin personalidad, al vez sea la mayor representación de una personalidad madura y forjada por devenires indeseados, pero que nos hacen comprender el para qué uno vive lo que vive, sea justo o injusto.
Si por algo se caracteriza Michal Haneke es por hurgar en la herida abierta y sangrarla hasta gritar de dolor. Juega a manipularnos como maestro indiscutible de un cine maquiavélico, radical y brillante, hace honor al título porque debe ser divertido jugar a ser Dios, y engañar intencionadamente al espectador, haciéndolo cómplice poco a poco hasta desmontar su hipócrita moral de pacifisa y justiciero al mismo tiempo. Los juegos no son igual de divertidos, ni para los protagonistas ni para el espectador, pues estamos delante de uno de los mejores films de terror que en mucho tiempo el cine nos haya regalado. La violencia como entretenimiento es cosa de pirados mentales, independientemente de su riqueza o pobreza, quien está enfermo, lo está con más o menos billetes en su bolsillo. El juego se trata de sobrevivir, con desventajas, pero luchar contra el miedo de estar delante de la muerte, aquella experiencia natural que tanto nos gusta dramatizar. En este juego no es precisamente la muerte el horror, más bien el sufrimiento que se vive hasta llegar a ella.
Imposible no crear controversia ante el aluvión de crueldad y frialdad por parte de su director, pero no es más que empatía con el juego de los torturadores, y así redirigir al espectador a territorio hostil, creado por sí mismo reflejado en una película de terror psicológico. Un terror que no e má que mirarnos al espejo para ver quienes somos en realidad y cuál es nuestra verdadera naturaleza. El ser humano es capaz de infundir el amor más grande como el desprecio más profundo, no por ello somos buenos o malos, sólo somos lo que somos para entender lo que nos rodea, para ver todas nuestras capacidades y aprender de ellas, para conocer nuestros límites, o ausencia de ellos, para nivelar nuestra empatía o nuestra psicopatía. Haneke nos invita a autoanalizarnos, criticarnos, una vez hemos juzgado y criticado al malo de la película y a su director, que nos ha compinchado a base de primeros planos de mirada hacia cámara y guiños, o meramente dirigirse al espectador extrayéndose de la ficción para inmersionarnos en su mundo para luego dejarnos noqueados.
Si te gusta que te desmonten, que te hagan dudar, que te obliguen a reestructurarte, a ponerte en jaque, que te estimulen... Esta película es un imprescindible, no apta para sensibleros o buenistas. Haneke no hace cine para entretener, hace cine para destruirte, y así, como quien va a terapia, puedas volver a crearte, cre-arte.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Si por algo se caracteriza Michal Haneke es por hurgar en la herida abierta y sangrarla hasta gritar de dolor. Juega a manipularnos como maestro indiscutible de un cine maquiavélico, radical y brillante, hace honor al título porque debe ser divertido jugar a ser Dios, y engañar intencionadamente al espectador, haciéndolo cómplice poco a poco hasta desmontar su hipócrita moral de pacifisa y justiciero al mismo tiempo. Los juegos no son igual de divertidos, ni para los protagonistas ni para el espectador, pues estamos delante de uno de los mejores films de terror que en mucho tiempo el cine nos haya regalado. La violencia como entretenimiento es cosa de pirados mentales, independientemente de su riqueza o pobreza, quien está enfermo, lo está con más o menos billetes en su bolsillo. El juego se trata de sobrevivir, con desventajas, pero luchar contra el miedo de estar delante de la muerte, aquella experiencia natural que tanto nos gusta dramatizar. En este juego no es precisamente la muerte el horror, más bien el sufrimiento que se vive hasta llegar a ella.
Imposible no crear controversia ante el aluvión de crueldad y frialdad por parte de su director, pero no es más que empatía con el juego de los torturadores, y así redirigir al espectador a territorio hostil, creado por sí mismo reflejado en una película de terror psicológico. Un terror que no e má que mirarnos al espejo para ver quienes somos en realidad y cuál es nuestra verdadera naturaleza. El ser humano es capaz de infundir el amor más grande como el desprecio más profundo, no por ello somos buenos o malos, sólo somos lo que somos para entender lo que nos rodea, para ver todas nuestras capacidades y aprender de ellas, para conocer nuestros límites, o ausencia de ellos, para nivelar nuestra empatía o nuestra psicopatía. Haneke nos invita a autoanalizarnos, criticarnos, una vez hemos juzgado y criticado al malo de la película y a su director, que nos ha compinchado a base de primeros planos de mirada hacia cámara y guiños, o meramente dirigirse al espectador extrayéndose de la ficción para inmersionarnos en su mundo para luego dejarnos noqueados.
Si te gusta que te desmonten, que te hagan dudar, que te obliguen a reestructurarte, a ponerte en jaque, que te estimulen... Esta película es un imprescindible, no apta para sensibleros o buenistas. Haneke no hace cine para entretener, hace cine para destruirte, y así, como quien va a terapia, puedas volver a crearte, cre-arte.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
9
30 de septiembre de 2019
30 de septiembre de 2019
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Iván es un joven de doce años que vuela por el cielo cual pajarillo libre y feliz, aterrizando para beber agua del cubo de su madre, una mujer sonriente y alegre que transmite esa libertad de épocas anteriores en la que los niños juegan libres por el campo. Poco dura esa felicidad, pues recae en los sueños de lo que ahora se transformó en un espía de los nazis que atacan la fría Rusia. Esa frialdad y crueldad de la guerra es el presente de un niño cazado al otro lado de un gélido río, donde impondrá contactar con sus superiores. Uno, ante esa escena de actitud adulta y perseverancia no puede dejar de sorprenderse ante semejante madurez de golpe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Iván ya no es un niño alegre, es un niño valientemente temeroso, decidido, guiado por la venganza de su orfandad. La amputación de la infancia por causa de una guerra, la amputación de muchas cosas por conflictos es horripilante, pero qué habrá más horrible que la anulación de una infancia feliz. Los sueños son su vía de escape, un lugar donde poder reunirse con sus seres queridos y donde fugar esa necesidad del ser humano de ser feliz. En ellos podremos observar metáforas como el camión de manzanas en el que juega con su hermana bañándose bajo la lluvia, como unos Adán y Eva divirtiéndose en el paraíso. Su doble visión del pozo donde se ve a sí mismo y donde cayendo en él, es la manera en la que consigue salvarse de la muerte. O corriendo por el río sin profundidad, como el mesías por las aguas.
La épica manera de rodar de Tarkovsky hace de una pequeña historia un panorama gigante donde observar no sólo diferentes matices, también su amor por la naturaleza, tan hermosamente retratada en una fotografía en blanco y negro de una belleza sublime. Su religiosidad por la naturaleza, por la psique humana y sus doctrinas, navegan entre magníficas escenas de planos generales, amplios y pictóricos. Sus personajes secundarios, que bien podrían ser igual de co-protagonistas que Iván el terrible, muestran sus debilidades, como la mujer vulnerable, el hombre atosigante o el capitán de índole intransigente. Este es un film que se graba en la retina, este es el principio del sello Tarkovsky, un maestro de la dirección cinematográfica.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
La épica manera de rodar de Tarkovsky hace de una pequeña historia un panorama gigante donde observar no sólo diferentes matices, también su amor por la naturaleza, tan hermosamente retratada en una fotografía en blanco y negro de una belleza sublime. Su religiosidad por la naturaleza, por la psique humana y sus doctrinas, navegan entre magníficas escenas de planos generales, amplios y pictóricos. Sus personajes secundarios, que bien podrían ser igual de co-protagonistas que Iván el terrible, muestran sus debilidades, como la mujer vulnerable, el hombre atosigante o el capitán de índole intransigente. Este es un film que se graba en la retina, este es el principio del sello Tarkovsky, un maestro de la dirección cinematográfica.
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