You must be a loged user to know your affinity with avanti
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
Episodio

6,0
247
7
9 de mayo de 2018
9 de mayo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No time to die (Sin tiempo para morir) es un telefilm dirigido por Alan J. Levi en 1992, es el segundo telefilm de la undécima temporada y sesenta de la serie, anteriormente había dirigido Frágil yace la corona en 1990 y Colombo: El asesinato de una estrella de rock en 1991. No siempre las ceremonias matrimoniales y los actos posteriores finalizan el glorioso día de la manera más brillante incluso teniendo entre los invitados al teniente Colombo (Peter Falk).
Entre planos de ambientación, generales y primerísimos planos, la modelo Melissa Alexandra Hayes (Joanna Going) y el detective Andy Parma (Thomas Calabro) celebran sus primeros minutos como reciencasados, reflejando en sus rostros la diversidad de los invitados, entre los cuales el teniente Colombo, tío del reciencasado. Un plano de retroceso nos permite ver la ambientación del momento, donde se producen generosos contrastes envueltos en la felicidad de la pareja.
Dos secuencias en paralelo en tiempo real nos muestra la felicidad de Andy enfrascado en su aseo personal mientras que, el realizador nos muestra las acciones de un desconocido que determinará para todos las horas posteriores, provocando la inexplicable y angustiosa desaparición de su esposa, lo que hace que intervenga Colombo, tío del novio. La aceleración de los acontecimientos convierte ‘Sin tiempo para morir’, en una carrera de obstáculos que deberá de resolverse para recuperar a la desaparecida Melissa Alexandra Hayes.
En un interesante y extenso montaje a modo gran plano secuencia de larga duración entre multitud de planos intercalados que refuerzan las acciones, Alan J. Levi convierte el momento en los prolegómenos de un largo dinamismo para identificar posibles sospechosos asistentes al banquete de boda. La tensión y el alarmismo aportan inestabilidad emocional y mucha inquietud a las horas posteriores, narradas con gran acierto en tiempo real en una larga y alarmante madrugada, sin el menor atisbo de solución final.
Esclarecido y contrastados los primeros datos, las aportaciones de Alex Varrick (Daniel Davis) el fotógrafo de la boda, y de su editora Eileen Hacker (Juliet Mills), además del carismático Bailey (David Byrd) empleado de mantenimiento en el hotel y casual testigo parcial de los acontecimientos, todo se acelera: para Melissa el tiempo se esfuma, para Colombo vuela, completando con los datos aportados por el soplon Tubby Comfort (Cliff Emmich) la necesaria información logrando dar con el paradero del psicópata secuestrador antes de que sea demasiado tarde. Algunas horas después de los hechos, Alan J. Levi nos da la respuesta.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en dos ocasiones, otro personaje lo hace en dos ocasiones, también cita Colombo a una hermana de él, a la madre de su mujer y a un sobrino en una ocasión.
Entre planos de ambientación, generales y primerísimos planos, la modelo Melissa Alexandra Hayes (Joanna Going) y el detective Andy Parma (Thomas Calabro) celebran sus primeros minutos como reciencasados, reflejando en sus rostros la diversidad de los invitados, entre los cuales el teniente Colombo, tío del reciencasado. Un plano de retroceso nos permite ver la ambientación del momento, donde se producen generosos contrastes envueltos en la felicidad de la pareja.
Dos secuencias en paralelo en tiempo real nos muestra la felicidad de Andy enfrascado en su aseo personal mientras que, el realizador nos muestra las acciones de un desconocido que determinará para todos las horas posteriores, provocando la inexplicable y angustiosa desaparición de su esposa, lo que hace que intervenga Colombo, tío del novio. La aceleración de los acontecimientos convierte ‘Sin tiempo para morir’, en una carrera de obstáculos que deberá de resolverse para recuperar a la desaparecida Melissa Alexandra Hayes.
En un interesante y extenso montaje a modo gran plano secuencia de larga duración entre multitud de planos intercalados que refuerzan las acciones, Alan J. Levi convierte el momento en los prolegómenos de un largo dinamismo para identificar posibles sospechosos asistentes al banquete de boda. La tensión y el alarmismo aportan inestabilidad emocional y mucha inquietud a las horas posteriores, narradas con gran acierto en tiempo real en una larga y alarmante madrugada, sin el menor atisbo de solución final.
Esclarecido y contrastados los primeros datos, las aportaciones de Alex Varrick (Daniel Davis) el fotógrafo de la boda, y de su editora Eileen Hacker (Juliet Mills), además del carismático Bailey (David Byrd) empleado de mantenimiento en el hotel y casual testigo parcial de los acontecimientos, todo se acelera: para Melissa el tiempo se esfuma, para Colombo vuela, completando con los datos aportados por el soplon Tubby Comfort (Cliff Emmich) la necesaria información logrando dar con el paradero del psicópata secuestrador antes de que sea demasiado tarde. Algunas horas después de los hechos, Alan J. Levi nos da la respuesta.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en dos ocasiones, otro personaje lo hace en dos ocasiones, también cita Colombo a una hermana de él, a la madre de su mujer y a un sobrino en una ocasión.
6
23 de marzo de 2018
23 de marzo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Make me a perfect murder (Hazme un asesinato perfecto) (1978), dirigido por James Frawley es el tercer telefilm de la séptima temporada y cuarenta y tres de la serie. Un plano general de seguimiento junto a primeros planos intercalados nos muestra el irregular arranque del telefilm completado con algún plano detalle, una secuencia inicial con poco o nulo sentido argumental si no es otro que el de contrariar los tradicionales comienzos en la serie. Toda la parafernalia de la secuencia inicial no tiene otra aparente intención que la de presentar a nuestro querido Colombo entre situaciones rayano lo cómico y algún incidente menor, nada excepcional.
Después de la gratuita traca inicial, el realizador nos lleva hasta los entresijos en las historias de poder y ascensos en la cadena CNC entre sus responsables creativos y de dirección. Es el caso de una de sus responsables, un deseo largo tiempo anhelado apoyándose en su socio. Por otro lado y desde su posición, Frank Flanagan (Patrick O’Neal), directivo de la cadena nos proporciona en plano medio y algún primer plano intercalado, los elementos necesarios que dan pie a la sorpresa envuelta en forma de inesperada buena noticia para uno y dura realidad para otra, dotando así a la trama los elementos necesarios que desencadenarán los inesperados desencuentros entre Kay Freestone (Trish Van Devere) y Mark McAndrews (Laurence Luckinbill.
Las cosas no siempre salen como se desean, presentándose la realidad ante la ambiciosa y desencantada Kay, a la que solo le cabe una respuesta, cuyo resultado hará entrar en acción al teniente Colombo (Peter Falk) quien en el esquivo juego de los despistes entre las dos partes, acapara los hechos y sus iniciales pruebas que darán pie a conocer las interioridades de la CNC que, como toda cadena del ramo, se mueve por los porcentajes de las audiencias y sus resultados en cualquier sentido, así, con todo el peso mediático, el esquivo juego de la protagonista por evitar al omnipresente Colombo resulta poco menos que inocuo para las investigaciones de este, tomados en largos plano secuencia a base de pequeños fragmentos a modo de continuidad argumental.
Después de su turbulenta relación con Mark, Kay da por hecho su ascenso en la escala directiva, que le planteará discretamente a Frank Flanagan, convirtiéndose así su deseo en un complicado camino de obstáculos para sus ambiciones, agravándose con la turbulenta relación mantenida junto a la desafortunada actriz Valerie Kirk (Lainie Kazan) en un sobreactuado rol poco convincente, a lo que debemos añadir, en un alarde de sagacidad a la que nos tiene acostumbrados, la exasperante presencia de Colombo en vida ajena, los resultados de una trampa cebo a la principal sospechosa que le hace ver la realidad, tras haber llegado al límite de la simulación, del silencio, de la venganza por haberse sentido apartada en un proyecto de previsible incumplimiento.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en cinco ocasiones, otro personaje lo hace en una ocasión. Además, Colombo cita también en una ocasión a un hermano suyo, a un sobrino en dos ocasiones, otro personaje lo cita (al sobrino) en una ocasión y, finalmente, Colombo cita en una ocasión a sus cinco hermanos y una hermana.
Después de la gratuita traca inicial, el realizador nos lleva hasta los entresijos en las historias de poder y ascensos en la cadena CNC entre sus responsables creativos y de dirección. Es el caso de una de sus responsables, un deseo largo tiempo anhelado apoyándose en su socio. Por otro lado y desde su posición, Frank Flanagan (Patrick O’Neal), directivo de la cadena nos proporciona en plano medio y algún primer plano intercalado, los elementos necesarios que dan pie a la sorpresa envuelta en forma de inesperada buena noticia para uno y dura realidad para otra, dotando así a la trama los elementos necesarios que desencadenarán los inesperados desencuentros entre Kay Freestone (Trish Van Devere) y Mark McAndrews (Laurence Luckinbill.
Las cosas no siempre salen como se desean, presentándose la realidad ante la ambiciosa y desencantada Kay, a la que solo le cabe una respuesta, cuyo resultado hará entrar en acción al teniente Colombo (Peter Falk) quien en el esquivo juego de los despistes entre las dos partes, acapara los hechos y sus iniciales pruebas que darán pie a conocer las interioridades de la CNC que, como toda cadena del ramo, se mueve por los porcentajes de las audiencias y sus resultados en cualquier sentido, así, con todo el peso mediático, el esquivo juego de la protagonista por evitar al omnipresente Colombo resulta poco menos que inocuo para las investigaciones de este, tomados en largos plano secuencia a base de pequeños fragmentos a modo de continuidad argumental.
Después de su turbulenta relación con Mark, Kay da por hecho su ascenso en la escala directiva, que le planteará discretamente a Frank Flanagan, convirtiéndose así su deseo en un complicado camino de obstáculos para sus ambiciones, agravándose con la turbulenta relación mantenida junto a la desafortunada actriz Valerie Kirk (Lainie Kazan) en un sobreactuado rol poco convincente, a lo que debemos añadir, en un alarde de sagacidad a la que nos tiene acostumbrados, la exasperante presencia de Colombo en vida ajena, los resultados de una trampa cebo a la principal sospechosa que le hace ver la realidad, tras haber llegado al límite de la simulación, del silencio, de la venganza por haberse sentido apartada en un proyecto de previsible incumplimiento.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en cinco ocasiones, otro personaje lo hace en una ocasión. Además, Colombo cita también en una ocasión a un hermano suyo, a un sobrino en dos ocasiones, otro personaje lo cita (al sobrino) en una ocasión y, finalmente, Colombo cita en una ocasión a sus cinco hermanos y una hermana.
Episodio

6,7
361
7
20 de marzo de 2018
20 de marzo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Try and catch me (A que no me coges) (1977) es un telefilm dirigido por James Frawley, primero de la séptima temporada y cuarenta y uno de la serie, donde se trata de poner en su lugar los excesivos y proteccionistas afectos hacia los sobrinos por parte de alguna longeva y bella dama con el propósito de arreglar algún asuntillo, no contemplando la posibilidad del error en el tránsito de los acontecimientos. Así, en un escueto primer plano realizado además con algún intercalado plano detalle, James Frawley nos proporciona las coordenadas necesarias para adentrarnos en el turbulento mundo de la longeva Abigail Mitchell (Ruth Gordon).
La afamada y augusta escritora de relatos detectivescos, se las habrá de ver con otro (no tan afamado) pero sí augusto detective Colombo (Peter Falk), en un caso que derivará en acontecimientos irreversibles para algún protagonista del argumento, lo que se intuye por medio de una fotografía y la reacción, en un breve pero intenso flashback emocional de Abigail Mitchell al recordar a su sobrina Phyllis.
Con una rápida y certera elipsis en exteriores el realizador nos muestra las dos caras de la situación, enlazada con un breve plano general de seguimiento con la protagonista en casa después de haber sido avisada con urgencia por su secretaria personal Veronica (Mariette Hartley). Desde un plano general interior, el realizador nos muestra el conjunto de especialistas que al mando del teniente de policía, intentan encontrar pistas en el lugar de los hechos y otros lugares.
Los estados de ánimo de la famosa escritora de crimen y misterio se alteran desde el mismo momento en el que Colombo, atraído por las extrañas circunstancias que rodean las incógnitas, afloran los primeros planos de preocupación en el rostro de Abigail. El incomprensible galimatías inicial del extraño accidente, con resultado de muerte de difícil lectura lógica, lo refleja Colombo en su sorprendido rostro después de los primeros análisis en el lugar de los hechos y los primeros intercambios de palabras entre los augustos personajes.
La resbaladiza escritora en el intento por despejar toda duda sobre su no implicación en lo que finalmente se considera asesinato, queda cuestionado por el investigador en agiles planos contra planos con la protagonista; su esfuerzo por tratar de acomodar las circunstancias que rodean el asesinato de Edmund, parece que se debilita desde el momento en el que una pista circunstancial encontrada por Annie (Mary Jackson) la doncella de Abigail Mitchell, aportará las pistas necesarias para aclarar el caso del asesinado.
A la espera que las investigaciones arrojen sus conclusiones finales sobre las divergencias entre la preclara Abigail y el gentil Colombo, así como sobre alguna velada advertencia al investigador por parte de Martin Hammond (G.D. Spradlin) abogado de la escritora, un conjunto de planos medios, americanos y planos detalle, derivan finalmente en el sorprendente resultado que ni la más insigne escritora hubiese imaginado y es que a veces, la incontenible sed de venganza dan resultados inesperados con la necesaria ayuda del más allá.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en cuatro ocasiones; también en una ocasión Colombo cita a sus padres.
La afamada y augusta escritora de relatos detectivescos, se las habrá de ver con otro (no tan afamado) pero sí augusto detective Colombo (Peter Falk), en un caso que derivará en acontecimientos irreversibles para algún protagonista del argumento, lo que se intuye por medio de una fotografía y la reacción, en un breve pero intenso flashback emocional de Abigail Mitchell al recordar a su sobrina Phyllis.
Con una rápida y certera elipsis en exteriores el realizador nos muestra las dos caras de la situación, enlazada con un breve plano general de seguimiento con la protagonista en casa después de haber sido avisada con urgencia por su secretaria personal Veronica (Mariette Hartley). Desde un plano general interior, el realizador nos muestra el conjunto de especialistas que al mando del teniente de policía, intentan encontrar pistas en el lugar de los hechos y otros lugares.
Los estados de ánimo de la famosa escritora de crimen y misterio se alteran desde el mismo momento en el que Colombo, atraído por las extrañas circunstancias que rodean las incógnitas, afloran los primeros planos de preocupación en el rostro de Abigail. El incomprensible galimatías inicial del extraño accidente, con resultado de muerte de difícil lectura lógica, lo refleja Colombo en su sorprendido rostro después de los primeros análisis en el lugar de los hechos y los primeros intercambios de palabras entre los augustos personajes.
La resbaladiza escritora en el intento por despejar toda duda sobre su no implicación en lo que finalmente se considera asesinato, queda cuestionado por el investigador en agiles planos contra planos con la protagonista; su esfuerzo por tratar de acomodar las circunstancias que rodean el asesinato de Edmund, parece que se debilita desde el momento en el que una pista circunstancial encontrada por Annie (Mary Jackson) la doncella de Abigail Mitchell, aportará las pistas necesarias para aclarar el caso del asesinado.
A la espera que las investigaciones arrojen sus conclusiones finales sobre las divergencias entre la preclara Abigail y el gentil Colombo, así como sobre alguna velada advertencia al investigador por parte de Martin Hammond (G.D. Spradlin) abogado de la escritora, un conjunto de planos medios, americanos y planos detalle, derivan finalmente en el sorprendente resultado que ni la más insigne escritora hubiese imaginado y es que a veces, la incontenible sed de venganza dan resultados inesperados con la necesaria ayuda del más allá.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en cuatro ocasiones; también en una ocasión Colombo cita a sus padres.
16 de marzo de 2018
16 de marzo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The bye-bye sky high I.Q. murder case (El asesinato más inteligente del mundo) dirigido por Sam Wanamaker en 1977 es el tercer telefilm, último de la sexta temporada y, cuarenta de la serie, pilotos incluidos, en el que se narra el hastío crónico que siente Bertie Hastings (Sorrell Booke) sobre las pesadas bromas que su amigo Oliver Brandt (Theodore Bikel) reitera en su insoportable, larga y prolongada pesadez. Ambos pertenecen al selecto Club Sigma dedicado a las personas superdotadas con C.I. Durante el cruce de dos escenas paralelas y múltiples planos detalle, el realizador nos familiariza en un generoso plano secuencia con los recursos materiales necesarios para liberarse de la amenaza que atenaza a Oliver.
En una de las presentaciones más cinematográficas que de Colombo (Peter Falk) se hayan podido hacer en la serie, el realizador recurre a elementos cuasi de obligada aplicación: penumbra, silueteado y desgarbado personaje en semioscuridad entornada, tenue contraluz agudizada por el vaporoso humo del cigarro, rematado con el sobresalto del posible sospechoso tras presenciar la inesperada aparición del detective en la escena del crimen: la biblioteca. Sam Wanamaker vuelca sobre la secuencia conocidos recursos escénicos y de iluminación: escrutadoras miradas, silencios valorativos y acercamiento precavido entre investigador y sospechoso.
En su desconocimiento inicial, un sorprendido Colombo entra en contacto con el selecto Club Sigma para personas superdotadas. En su ignorancia no cabe la sorpresa, sí la admiración por lo nuevo conocido, como no podía ser de otra manera. Colombo es invitado por el mejor amigo del asesinado Bertie: Oliver Brandt, según primeras informaciones recabadas por el sargento Burke (Todd Martin), a una prueba de lógica. De esta manera entra en juego el desconocido CI de Colombo frente al CI del Club Sigma, entre verdades a medias, mentiras premeditadas, juegos de deducción surgidos de las preclaras mentes de sus socios contrastando sus sesudas deducciones con las del detective entre las sublimes melodías de Tchaikovsky.
Deducción tras deducción, fracaso tras fracaso en cada una de las teorías sugeridas por los miembros del club, hacen que la observación y la sutil asociación del espacio-tiempo aplicado al entorno de los hechos, den finalmente la respuesta al crimen entre cambios de escena, plano general de exterior, americano, primer plano y algún brevísimo primerísimo primer plano, recabando finalmente en la descuidada torpeza del sospechoso y la de sobre quien inicialmente le recibió bañado en una contradictoria mezcla de halagos y dudas le ofreciera juegos de cálculo y le adulara o le ignorara más de lo que normalmente suele suceder.
Breve temporada finalizada entre juegos de razonamiento lógico para superdotados (Colombo incluido, con inestimable ayuda desde la sombra de su deductiva mujer), precedido por un desfasado teniente Lucerna venido a menos en su cada vez menos aclamada serie y, el fracasado intento de vivir de la cultura museística gobernado por una idealista directora desapareciendo por el fondo de la escena cogida del brazo de un respetuoso acompañante.
Complemento genealógico. Colombo cita en cuatro ocasiones a su mujer, otro personaje lo hace en una ocasión; además, Colombo cita a su sobrino (ahijado de su mujer en dos ocasiones, otros personajes también lo citan (al sobrino) en tres ocasiones.
En una de las presentaciones más cinematográficas que de Colombo (Peter Falk) se hayan podido hacer en la serie, el realizador recurre a elementos cuasi de obligada aplicación: penumbra, silueteado y desgarbado personaje en semioscuridad entornada, tenue contraluz agudizada por el vaporoso humo del cigarro, rematado con el sobresalto del posible sospechoso tras presenciar la inesperada aparición del detective en la escena del crimen: la biblioteca. Sam Wanamaker vuelca sobre la secuencia conocidos recursos escénicos y de iluminación: escrutadoras miradas, silencios valorativos y acercamiento precavido entre investigador y sospechoso.
En su desconocimiento inicial, un sorprendido Colombo entra en contacto con el selecto Club Sigma para personas superdotadas. En su ignorancia no cabe la sorpresa, sí la admiración por lo nuevo conocido, como no podía ser de otra manera. Colombo es invitado por el mejor amigo del asesinado Bertie: Oliver Brandt, según primeras informaciones recabadas por el sargento Burke (Todd Martin), a una prueba de lógica. De esta manera entra en juego el desconocido CI de Colombo frente al CI del Club Sigma, entre verdades a medias, mentiras premeditadas, juegos de deducción surgidos de las preclaras mentes de sus socios contrastando sus sesudas deducciones con las del detective entre las sublimes melodías de Tchaikovsky.
Deducción tras deducción, fracaso tras fracaso en cada una de las teorías sugeridas por los miembros del club, hacen que la observación y la sutil asociación del espacio-tiempo aplicado al entorno de los hechos, den finalmente la respuesta al crimen entre cambios de escena, plano general de exterior, americano, primer plano y algún brevísimo primerísimo primer plano, recabando finalmente en la descuidada torpeza del sospechoso y la de sobre quien inicialmente le recibió bañado en una contradictoria mezcla de halagos y dudas le ofreciera juegos de cálculo y le adulara o le ignorara más de lo que normalmente suele suceder.
Breve temporada finalizada entre juegos de razonamiento lógico para superdotados (Colombo incluido, con inestimable ayuda desde la sombra de su deductiva mujer), precedido por un desfasado teniente Lucerna venido a menos en su cada vez menos aclamada serie y, el fracasado intento de vivir de la cultura museística gobernado por una idealista directora desapareciendo por el fondo de la escena cogida del brazo de un respetuoso acompañante.
Complemento genealógico. Colombo cita en cuatro ocasiones a su mujer, otro personaje lo hace en una ocasión; además, Colombo cita a su sobrino (ahijado de su mujer en dos ocasiones, otros personajes también lo citan (al sobrino) en tres ocasiones.
Episodio

6,5
416
6
11 de enero de 2018
11 de enero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
1973. Double Shock (Doble shock) dirigida por Robert Butler es el octavo telefilm de la segunda temporada y diecisiete de la serie (incluidos pilotos) donde se pone en juego una herencia en la que intervendrán (con los escrúpulos necesarios) los intereses materiales de los hermanos gemelos Dexter y Norman Paris (Martin Landau), la gruñona aunque adorable ama de llaves señora Peck (Jeanette Nolan) y la joven Lisa Chambers (Julie Newmar) prometida de Clifford Paris (Paul Stewart) tío de los gemelos.
El amor que Lisa siente por el maduro Clifford es considerado por sus sobrinos como un impedimento para hacer peligrar la posible herencia del tío al casarse con la joven, habiendo quedado demostrado que lo que menos le interesa a Lisa es el dinero de su futuro marido; una situación como la que se les presenta a los gemelos resulta inadmisible para su futura estabilidad económica por lo que deciden sin el menor atisbo de compasión asesinar a tío Clifford antes de la boda, heredando así la fortuna que dejaría después de su muerte, hecho que para Colombo supondrá un nuevo caso después de hacer las primeras pesquisas y comprobar que nada es lo que parece.
Un atrezzo de complementos necesarios imprescindibles para la consumación del delito como la novedosa y espléndida batidora eléctrica, capaz de dejar frito de la sorpresa a cualquiera después de conocer sus múltiples usos, así como toallas de baño mojadas, algún televisor en emisión o, alarmas oportunamente desconectadas, forman parte del macabro conjunto de elementos implicados en la acción criminal que el realizador nos presenta en un conjunto de secuencias en plano detalle además de los habituales primer plano, contraplano, medio, general, o americano entre algunos otros para mostrarnos la interacción criminal entre hermanos en víspera de la boda así como el estilo que caracteriza a Colombo el incansable fisgón, siempre inmiscuyéndose en cualquier situación o ambiente independientemente del nivel social al que pertenezcan el o los personajes investigados.
La indiscreción le hace plantarse lo mismo delante de un abogado, que de un ejecutivo, de un médico que de una enfurecida ama de llaves, empatizando con el medio en el que hace su trabajo, sin interferir más de lo necesario en sus pesquisas, utilizándolo generalmente como pista para su aparente desordenada investigación que junto a su bloc de notas y un lápiz que rara vez tiene, resulta ser absolutamente calculada desde su personal intuición.
Con ‘Doble shock’ finaliza la segunda y exitosa temporada del genial personaje que nos ha llevado por los caminos de la música y las clavellinas, invernaderos algo malsanos, algún partido con final inesperado, teatro al más puro estilo inglés, la decadencia de una estrella venida a menos, algún malvado cirujano, un jaque mate de un ajedrecista algo sordo, y la avaricia de dos gemelos capaces de todo…hasta de cobrar una herencia cueste lo que cueste.
Complemento genealógico: Colombo se refiere a su mujer en tres ocasiones.
El amor que Lisa siente por el maduro Clifford es considerado por sus sobrinos como un impedimento para hacer peligrar la posible herencia del tío al casarse con la joven, habiendo quedado demostrado que lo que menos le interesa a Lisa es el dinero de su futuro marido; una situación como la que se les presenta a los gemelos resulta inadmisible para su futura estabilidad económica por lo que deciden sin el menor atisbo de compasión asesinar a tío Clifford antes de la boda, heredando así la fortuna que dejaría después de su muerte, hecho que para Colombo supondrá un nuevo caso después de hacer las primeras pesquisas y comprobar que nada es lo que parece.
Un atrezzo de complementos necesarios imprescindibles para la consumación del delito como la novedosa y espléndida batidora eléctrica, capaz de dejar frito de la sorpresa a cualquiera después de conocer sus múltiples usos, así como toallas de baño mojadas, algún televisor en emisión o, alarmas oportunamente desconectadas, forman parte del macabro conjunto de elementos implicados en la acción criminal que el realizador nos presenta en un conjunto de secuencias en plano detalle además de los habituales primer plano, contraplano, medio, general, o americano entre algunos otros para mostrarnos la interacción criminal entre hermanos en víspera de la boda así como el estilo que caracteriza a Colombo el incansable fisgón, siempre inmiscuyéndose en cualquier situación o ambiente independientemente del nivel social al que pertenezcan el o los personajes investigados.
La indiscreción le hace plantarse lo mismo delante de un abogado, que de un ejecutivo, de un médico que de una enfurecida ama de llaves, empatizando con el medio en el que hace su trabajo, sin interferir más de lo necesario en sus pesquisas, utilizándolo generalmente como pista para su aparente desordenada investigación que junto a su bloc de notas y un lápiz que rara vez tiene, resulta ser absolutamente calculada desde su personal intuición.
Con ‘Doble shock’ finaliza la segunda y exitosa temporada del genial personaje que nos ha llevado por los caminos de la música y las clavellinas, invernaderos algo malsanos, algún partido con final inesperado, teatro al más puro estilo inglés, la decadencia de una estrella venida a menos, algún malvado cirujano, un jaque mate de un ajedrecista algo sordo, y la avaricia de dos gemelos capaces de todo…hasta de cobrar una herencia cueste lo que cueste.
Complemento genealógico: Colombo se refiere a su mujer en tres ocasiones.
Más sobre avanti
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here