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Críticas 235
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
13 de mayo de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y para desentumecerme un poco los sentidos después de tanto neorrealismo me zampé esta maravillosa comedia en torno al mundo del boxeo con el sello inconfundible de Raoul Walsh impreso en cada fotograma. Un Errol Flynn arrollador y encantador da vida a James Corbett, un púgil real de finales del siglo diecinueve que partió la pana en la época y trajo consigo, por lo que parece, el juego de piernas, inédito hasta entonces. La magnífica labor de Walsh, con su impresionante dinamismo habitual, hace que cada segundo de la película sea un verdadero disfrute de humor y entretenimiento. Como se suele decir, de las que ya no se hacen. Qué grande era Walsh, por el amor de Millán Salcedo.
19 de abril de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable film de la primera época de Sayles que, no sé muy bien por qué, no es muy recordado a día de hoy. Lo cierto es que no he visto sus películas anteriores a ésta pero tampoco hace falta para deducir que con esta obra Sayles se hizo, digamos, mayor, y empezó a madurar ese estilo que tan buenos dividendos le daría años después. Y aunque aquí sus constantes ya están presentes, sobre todo ese idealismo rabioso del que siempre ha hecho gala, todavía no estamos ante una obra puramente Sayles. Ateniéndose a los hechos de un acontecimiento real, el nacimiento de los sindicatos en la industria minera americana de los años 20, Sayles factura una obra que rebosa clasicismo, y que trae a la memoria la también más que notable Arde Mississipi de Alan Parker. De factura impecable y con un ritmo que no decae, pese a sus 130 minutos, se le puede achacar a Sayles que transite por veredas ya conocidas, aunque quizás no tanto en 1987, ese año, y que el conjunto no tenga la fuerte personalidad de su obra posterior. Supongo que ceñir el guión a los hechos reales dio lugar a un Sayles más contenido, aunque de todos modos la película lleva su firma de cabo a rabo. Y es grande volver a encontrarse, aquí por vez primera, con todas esas caras: Chris Cooper, David Strathairn o Mary McDonnell, que luego colaborarían en sus películas más memorables. Pero se echan en falta esas gotas de azufre en los diálogos y algo más de aliño a la Sayles. Por contra, Sayles alecciona, entretiene, pincha el Get Up, Stand Up de Marley e incita a rebanar los pescuezos de los tipos de arriba, en el utópico caso de que tuviéramos los brazos tan desorbitadamente largos. Y también da la justa medida, de refilón, de la rueda más del engranaje en que se han convertido los sindicatos a día de hoy. Pero sigue reconfortando, el idealismo de Sayles, aunque cada vez más se sienta como la niebla, etéreo y evanescente. En fin. Get Up...
21 de marzo de 2010
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable intriga cocinada a fuego vivo y con mucho mimo en la que uno se siente cual Halford en el Rectum en la hora feliz. Siguiendo el esquema típico americano de este tipo de arañazos en la pizarra, pero con un inequívoco sabor francés, Duvivier, un tipo del que recomiendo hasta el delirio su olvidada y memorable Seis Destinos, muy probablemente la mejor película episódica que he visto jamás, o al menos la mejor que ahora mismo logro recordar. Apabullante Gabin dando vida a un Artie Bucco francés, de buen fondo y confiado, como si hubiera vivido siempre entre fogones, con una naturalidad pasmosa. Y una inédita, en mi pantalla, Danièle Delorme está soberbia como paradigma de la femme fatale manipuladora que invita a lanzar juramentos contra la pantalla, uno puede imaginársela perfectamente en todos los televisores durante el minuto de odio de Orwell. Duvivier está fantástico, dotando la insidia de un ritmo sin cuartel cuyas piezas van cayendo como si un enfermo del Tetris estuviera a los mandos, recreando los ambientes de la ciudad y de los fogones del Vesuvio que regenta Gabin. Buena prueba de ello es el hambre que me entró pese a acabar de despacharme un solomillo de 400 gramos sin atisbo de compasión hacía poco más de una hora. Todos los secundarios, exceptuando, quizá, al amigo de Gabin, servido aquí demasiado crudo, están realmente fantásticos. El único pero que se le puede poner a este menú es que llega un punto donde uno empieza a sentir que esto es jauja, el Master Of Puppets suena de fondo, y pareciera que todos son simples títeres, presas demasiado fáciles en manos de la titiritera. Entonces el guión parece, y digo parece, que se precipite, como un títere más, tan manipulado como Gabin y compañía, y el pincel de Duvivier torna en brocha por momentos. Pero cuando uno está a punto de llamar al maitre y aducir cualquier pelambrera para no pagar la cuenta, Duvivier te plantifica un postre que te hace olvidar cualquier peaje pasado, como ocurre a veces en el Bernabeu, y finaliza la función de un modo tan desquiciado y bizarro que uno comenzaría una batalla de tartas si hubiera tenido compañía. Y tartas a mano.
13 de mayo de 2009
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya, memorable navajazo en las sienes que pasó totalmente inadvertido. De hecho, de no ser por la recomendación de caramuro ni me hubiera enterado de su existencia. Película dura donde las haya, de un realismo espeluznante, agobiante y extrema en grado sumo. Los actores están soberbios, especialmente el tipo que da vida al esquizofrénico, hay que verlo para creerlo. Incomprensible las malas puntuaciones que atesora por esos mundos de dios. Y cuando acaba la función, dedicada, al parecer, a la esposa y al hijo del tipo que la escribe y la dirige, se le ponen los pelos a uno de punta ante la idea de que esté basada en la propia experiencia del tipo. Tremebunda.
4 de febrero de 2007
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda muestra de cine negro patrio.
Reune todos los deliciosos tópicos del género de manera acertada; boxeadores, policías corruptos, perderdores, amores imposibles y redención. La gente habla mucho, llora y muere, como hacemos todos. Como debe ser. Algún diálogo falla pero los actores los escupen con tanta convicción que no me importó. De ritmo ágil y de cierto tono comercial muy bien llevado, con el suficiente desgarro para empañar los cristales. La dirige un tan Dorronsoro, otro debutante, y es que parece que en España algo está bullendo, esperemos que sea así. El chaval protagonista no lo hace nada mal, y las escenas de cuadrilátero poseen un realismo que para sí quisieran Balboa y sus compinches. Pero la gloria se la llevan Lluís Homar y especiálmente José Coronado, uno de los mejores actores que tenemos en este país y que aquí vuelve a dar sobrada muestra de ello. Las escenas que comparten echan chispas.
De esta película dijeron algo en los Goya?
Qué más da.
De lo mejorcito salido del país de la pandereta en los últimos años junto a la espléndida La Noche De Los Girasoles
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