You must be a loged user to know your affinity with cinedeautor
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,3
49.164
7
28 de enero de 2016
28 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto Spotlight como Todos los hombres del presidente podrían ser proyectadas en una doble sesión en la facultad de periodismo, pues ambas suponen una radiografía fiel de las líneas a seguir para realizar una investigación periodística; y sin caer en la morbosidad o en el sensacionalismo que tanto gusta a ciertos medios y, por qué no decirlo, a los lectores también. Las dos películas tienen muchos lazos en común que se hacen patentes al comenzar. Cada una empieza con personajes que no van a volver a ser vistos otra vez pero que son necesarios para mostrarnos los hechos. Spotlight inicia con una comisaría en los años 70, donde un cura ha sido detenido por abusar de una niña pequeña. Por su parte, el film de Alan decide meternos tensión en el cuerpo enseñándonos a varios sujetos colándose en el edificio Watergate, sede del partido demócrata. Así, a partir de dos hechos a los que a priori no se les da mucha importancia -o quedan olvidados años después como es el caso de los curas- , una serie de periodistas se verán envueltos en una trama que llega hasta las altas esferas que rigen la sociedad: La Iglesia y el Gobierno.
En Todos los hombres del presidente eran dos personas las que estaban contra el mundo; aquí el equipo de investigación está formado por cuatro periodistas, y también deberán remar a contra corriente si quieren sacar a la luz el escándalo. Como si fuera un documental, la película se desarrolla lentamente, con pequeñas indagaciones que se van haciendo y contrastando unas con otras. Si uno se equivoca, vuelve atrás y revisa todos los datos de nuevo. Además, se realizan reuniones con el fin de determinar si la información recolectada puede ver la luz, ya que hay peces gordos dentro de los periódicos que echan para atrás las propuestas y obligan a que abandonen la investigación. Los motivos pueden ser las presiones que reciben desde arriba o el encubrimiento que un día se les dio a los que son investigados ahora. Pero, haciendo caso omiso, el bolígrafo y el papel avanzan a un primer plano para convertirse en los absolutos protagonistas de la película; porque rara es la escena en la que ninguno de estos héroes aparezca sin apuntar datos o testimonios. Despachos de redacción, pasillos de estanterías, bibliotecas, sótanos llenos de documentos y Tribunales de Justicia son los escenarios que veremos en todo momento, mientras que entrevistas con delicadas preguntas y respuestas se repiten una y otra vez sin parar. Sacerdotes, víctimas, abogados o testigos son interrogados minuciosamente. Al igual que Redford o Hoffman, dan con una lista llena de nombres. ¿Será esa la solución a los interrogantes? Para ello deberán ir puerta por puerta intentando hacer hablar a los que saben mucho pero callan por miedo a represalias; ya sea una mujer que fue contable del partido republicano o un sacerdote arrepentido.
Thomas McCarthy, arraigado al cine independiente, siempre ha sido un director que ha sabido muy bien contener las emociones en aquellas historias que piden a gritos explotar de sentimentalismo. En la genial Vías cruzadas, uno de sus puntos fuertes era la nula exteriorización de los sentimientos de los protagonistas. De este modo la película navegaba entre la comedia y el drama con delicadeza. Un trabajo exquisito que era divertido pero triste a la vez. Con la irregular The visitor volvió a utilizar la contención a la hora de tratar otro tema delicado como es la inmigración. En Spotlight solo se atisban elementos emocionales en las entrevistas que son hechas a las víctimas de los abusos. Pero, a pesar de las duras declaraciones que hace cada uno, en ellas reina la frialdad, puesto que la película no quiere lanzar juicios morales, ni culpar a todos por igual; tan solo poner sobre la mesa los testimonios. Y esto se pone de manifiesto desde el principio cuando el personaje interpretado por Rachel McAdams se resiste a hablar sobre la investigación a su propia abuela, católica practicante, que está muy unida a la Iglesia. El problema que adquiere el film es que su estilo casi tan documental, basado exclusivamente en la recogida de datos, puede resultar lento para muchos espectadores. Lo cierto es que, por ejemplo, en Todos los hombres del presidente el tono rozaba en ciertas partes la intriga, al ser conscientes los dos periodistas de la gravedad del asunto. “Podemos estar en peligro” decía en una escena Robert Redford a su jefe en el jardín de su casa. Y es que hay varias secuencias que meten cierta tensión al cuerpo; como cuando se reúne con su informador secreto en un garaje a oscuras mientras se escuchan sonidos sospechosos. Spotlight evita también eso, y su gancho radica precisamente en las revelaciones que se irán haciendo lentamente, las cuales harán que el caso parezca un pozo sin fondo. Esa profundidad afectará incluso a la conducta de los propios periodistas.
Cada personaje está construido de una forma limitada para no llevar consigo subtramas personales que distraigan innecesariamente la atención. De esta manera, el pasado de los cuatro apenas lo conocemos al igual que la situación personal de cada uno. Esa falta de información está compensada con el exquisito ahondamiento en los sucesos, pues en la realidad fue una tarea más que complicada sacar a la luz el artículo. Los actores están fantásticos todos y sería injusto mencionar a uno por encima del otro; aunque no es menos cierto que Mark Ruffalo tuvo que cambiar en la forma de hablar y de caminar para interpretar a su personaje. Un elenco en estado de gracia que se pone al servicio de la investigación, personaje principal de la película.
http://www.cineautorweb.com/2016/01/27/spotlight/
En Todos los hombres del presidente eran dos personas las que estaban contra el mundo; aquí el equipo de investigación está formado por cuatro periodistas, y también deberán remar a contra corriente si quieren sacar a la luz el escándalo. Como si fuera un documental, la película se desarrolla lentamente, con pequeñas indagaciones que se van haciendo y contrastando unas con otras. Si uno se equivoca, vuelve atrás y revisa todos los datos de nuevo. Además, se realizan reuniones con el fin de determinar si la información recolectada puede ver la luz, ya que hay peces gordos dentro de los periódicos que echan para atrás las propuestas y obligan a que abandonen la investigación. Los motivos pueden ser las presiones que reciben desde arriba o el encubrimiento que un día se les dio a los que son investigados ahora. Pero, haciendo caso omiso, el bolígrafo y el papel avanzan a un primer plano para convertirse en los absolutos protagonistas de la película; porque rara es la escena en la que ninguno de estos héroes aparezca sin apuntar datos o testimonios. Despachos de redacción, pasillos de estanterías, bibliotecas, sótanos llenos de documentos y Tribunales de Justicia son los escenarios que veremos en todo momento, mientras que entrevistas con delicadas preguntas y respuestas se repiten una y otra vez sin parar. Sacerdotes, víctimas, abogados o testigos son interrogados minuciosamente. Al igual que Redford o Hoffman, dan con una lista llena de nombres. ¿Será esa la solución a los interrogantes? Para ello deberán ir puerta por puerta intentando hacer hablar a los que saben mucho pero callan por miedo a represalias; ya sea una mujer que fue contable del partido republicano o un sacerdote arrepentido.
Thomas McCarthy, arraigado al cine independiente, siempre ha sido un director que ha sabido muy bien contener las emociones en aquellas historias que piden a gritos explotar de sentimentalismo. En la genial Vías cruzadas, uno de sus puntos fuertes era la nula exteriorización de los sentimientos de los protagonistas. De este modo la película navegaba entre la comedia y el drama con delicadeza. Un trabajo exquisito que era divertido pero triste a la vez. Con la irregular The visitor volvió a utilizar la contención a la hora de tratar otro tema delicado como es la inmigración. En Spotlight solo se atisban elementos emocionales en las entrevistas que son hechas a las víctimas de los abusos. Pero, a pesar de las duras declaraciones que hace cada uno, en ellas reina la frialdad, puesto que la película no quiere lanzar juicios morales, ni culpar a todos por igual; tan solo poner sobre la mesa los testimonios. Y esto se pone de manifiesto desde el principio cuando el personaje interpretado por Rachel McAdams se resiste a hablar sobre la investigación a su propia abuela, católica practicante, que está muy unida a la Iglesia. El problema que adquiere el film es que su estilo casi tan documental, basado exclusivamente en la recogida de datos, puede resultar lento para muchos espectadores. Lo cierto es que, por ejemplo, en Todos los hombres del presidente el tono rozaba en ciertas partes la intriga, al ser conscientes los dos periodistas de la gravedad del asunto. “Podemos estar en peligro” decía en una escena Robert Redford a su jefe en el jardín de su casa. Y es que hay varias secuencias que meten cierta tensión al cuerpo; como cuando se reúne con su informador secreto en un garaje a oscuras mientras se escuchan sonidos sospechosos. Spotlight evita también eso, y su gancho radica precisamente en las revelaciones que se irán haciendo lentamente, las cuales harán que el caso parezca un pozo sin fondo. Esa profundidad afectará incluso a la conducta de los propios periodistas.
Cada personaje está construido de una forma limitada para no llevar consigo subtramas personales que distraigan innecesariamente la atención. De esta manera, el pasado de los cuatro apenas lo conocemos al igual que la situación personal de cada uno. Esa falta de información está compensada con el exquisito ahondamiento en los sucesos, pues en la realidad fue una tarea más que complicada sacar a la luz el artículo. Los actores están fantásticos todos y sería injusto mencionar a uno por encima del otro; aunque no es menos cierto que Mark Ruffalo tuvo que cambiar en la forma de hablar y de caminar para interpretar a su personaje. Un elenco en estado de gracia que se pone al servicio de la investigación, personaje principal de la película.
http://www.cineautorweb.com/2016/01/27/spotlight/

6,7
29.045
6
13 de enero de 2016
13 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay especialista mejor preparado que Tom Hooper para llevar al cine un drama de época basado en hechos reales y que cuenta con, a priori, una historia emocionante. La transexualidad sigue siendo un tema tabú en la sociedad de nuestros días y todavía parece haber ciertas reticencias hacia las personas que deciden cambiar de sexo. A pesar de ello, no hace falta irse muy lejos para encontrar películas que traten este problema. Mismamente, en 2015, ha triunfado en el circuito independiente la cinta americana Tangerine, que contaba la odisea de una prostituta travesti. Una cinta más cercana a La chica danesa vendría siendo Laurence Anyways, de Xavier Dolan, cuyo tema principal era el de un profesor que de repente un día decide cambiarse de sexo. Claro que no podemos pasar por alto al director por excelencia que, probablemente, haya creado más travestis en la ficción. No es otro que el español Pedro Almodóvar. La ley del deseo, Todo sobre mi madre o La mala educación son algunos de sus títulos que cuentan con un personaje de este estilo. Tampoco podemos olvidar a Neil Jordan y su Juego de lágrimas, film que le valió a Jaye Davidson su única nominación a los Oscars por ese hombre transformado en mujer.
Eina y Gerda Wegener fueron un matrimonio de pintores daneses que vivían en Copenhague allá por los años 20. En un mundo donde los hombres seguían teniendo más poder que las mujeres, Gerda veía cómo las alabanzas del éxito entre los círculos artísticos recaían sobre su marido, a pesar de que ella ponía más esfuerzos y ganas. Él pintaba paisajes de su infancia y ella retrataba a todas las personas que podía. Eran la pareja perfecta causando incluso envidia entre los más allegados. La mejor amiga de ellos, Ulla, no puede asistir a su casa para que Gerda concluya el retrato de una bailarina. Así pues, le pide a su marido que se ponga unos zapatos de danza y unas medias. Mientras ella dibuja, él empieza a ver cómo le queda esa indumentaria. Su cara petrificada lo dice todo. Poco tiempo después, es otra vez Gerda la que le propone que se disfrace de mujer para que vaya con ella a una fiesta, ya que no quiere ir sola y había dicho que Eila no vendría por no gustarle esos actos. El proceso de metamorfosis ya ha comenzado. Al acudir a la reunión, y Gerda desaparecer entre la muchedumbre, Eina, o Lili mejor dicho, es obligada a hablar con un joven (Ben Whishaw) que no para de darle la lata. Tras un breve diálogo y un rechazo inicial por parte de él, terminan besándose bajo la atenta mirada de Gerda. Lili había cobrado vida dentro de Eine y poco a poco se iba comiendo a su yo masculino.
Es imposible no pararse a pensar en La teoría del todo cuando vemos La chica danesa porque no solo coinciden en tener al mismo protagonista. Las comparaciones van más allá del mero actor. Tanto Stephen Hawking como Eina Wegener/Lili Elbe son dos personajes que sufren una transformación física poco a poco. El físico inglés ve cómo su cuerpo empieza a fallar lentamente hasta dejarle sentado en una silla de ruedas sin apenas moverse. Por su parte, para Einar, lo que comienza como una broma, se acaba convirtiendo en una doble vida a escondidas de su mujer hasta que ya no puede ocultarlo. Son dos seres débiles que pasan la mayor parte de su tiempo en hospitales o clínicas esperando a que determinados doctores saquen la varita mágica y resuelvan sus problemas. Lo que no se dan cuenta es que es irreversible. Ambos encuentran en sus mujeres un arma de apoyo para continuar adelante. Eddie Redmayne realiza así dos interpretaciones desde la limitación de lo físico. No solo se pueden sacar comparaciones del protagonista, pues la figura femenina en ambos casos juega un papel muy importante. Son un enorme homenaje a aquellas mujeres que no abandonan a sus maridos en las batallas más difíciles de sus vidas. El año pasado fue el turno de Felicity Jones, la cual mostró mucha madurez a la hora de interpretar el papel de esposa del físico británico. Su peso en pantalla iba aumentando a la vez que disminuía el de su marido. Tenía que lidiar con todos los problemas al mismo tiempo que le cuidaba a él y a sus hijos. Esa gran carga que llevaba consigo para muchos no sería vida, pero ella se mantenía fiel a aquel de quien se enamoró con la esperanza de que hubiera alguna remota oportunidad de que se curase. Lamentablemente eso no ocurrió y se vio con la difícil decisión de aceptar que operaran a Stephen para que siguiera viviendo aunque eso supusiera no poder hablar jamás. Y esta operación que no dependía de ella podríamos ponerla en el mismo lugar que la del cambio de sexo a la que se tiene que enfrentar Lili para conseguir una nueva vida. Gerda decide mantenerse a su lado desde el principio porque es el hombre del que se enamoró en unas escaleras. Y al igual que podemos sacar una conclusión de la frase que le dice Gerda a un cliente ("Es difícil para un hombre
ser mirado por una mujer."), podemos hacerlo con los cuadros que pintaban cada uno. Él, un precioso paisaje; ella, magníficos retratos de personas. La humanidad (Gerda) debe cuidar de la naturaleza (Eina) para que el mundo no deje de funcionar.
El sufrimiento que vemos en pantalla depende absolutamente de la magnífica interpretación de Alicia Vikander, que es la que se apropia de la película y de la que podríamos decir que es "La chica danesa" de la que el título hace referencia. El dolor que hay dentro de ella es tan intenso que, al igual que Felicity Jones, duda sobre si abandonar a su compañero de viaje y encontrar el amor en otra persona (Matthias Schoenaerts). Redmayne hace una actuación sólida y muy contenida que navega entre el borde de una masculinidad afeminada y una feminidad exagerada. Para algunos será convincente y para otros será el sinónimo de cursilería.
- Continúa en spoilers sin spoilers -
Eina y Gerda Wegener fueron un matrimonio de pintores daneses que vivían en Copenhague allá por los años 20. En un mundo donde los hombres seguían teniendo más poder que las mujeres, Gerda veía cómo las alabanzas del éxito entre los círculos artísticos recaían sobre su marido, a pesar de que ella ponía más esfuerzos y ganas. Él pintaba paisajes de su infancia y ella retrataba a todas las personas que podía. Eran la pareja perfecta causando incluso envidia entre los más allegados. La mejor amiga de ellos, Ulla, no puede asistir a su casa para que Gerda concluya el retrato de una bailarina. Así pues, le pide a su marido que se ponga unos zapatos de danza y unas medias. Mientras ella dibuja, él empieza a ver cómo le queda esa indumentaria. Su cara petrificada lo dice todo. Poco tiempo después, es otra vez Gerda la que le propone que se disfrace de mujer para que vaya con ella a una fiesta, ya que no quiere ir sola y había dicho que Eila no vendría por no gustarle esos actos. El proceso de metamorfosis ya ha comenzado. Al acudir a la reunión, y Gerda desaparecer entre la muchedumbre, Eina, o Lili mejor dicho, es obligada a hablar con un joven (Ben Whishaw) que no para de darle la lata. Tras un breve diálogo y un rechazo inicial por parte de él, terminan besándose bajo la atenta mirada de Gerda. Lili había cobrado vida dentro de Eine y poco a poco se iba comiendo a su yo masculino.
Es imposible no pararse a pensar en La teoría del todo cuando vemos La chica danesa porque no solo coinciden en tener al mismo protagonista. Las comparaciones van más allá del mero actor. Tanto Stephen Hawking como Eina Wegener/Lili Elbe son dos personajes que sufren una transformación física poco a poco. El físico inglés ve cómo su cuerpo empieza a fallar lentamente hasta dejarle sentado en una silla de ruedas sin apenas moverse. Por su parte, para Einar, lo que comienza como una broma, se acaba convirtiendo en una doble vida a escondidas de su mujer hasta que ya no puede ocultarlo. Son dos seres débiles que pasan la mayor parte de su tiempo en hospitales o clínicas esperando a que determinados doctores saquen la varita mágica y resuelvan sus problemas. Lo que no se dan cuenta es que es irreversible. Ambos encuentran en sus mujeres un arma de apoyo para continuar adelante. Eddie Redmayne realiza así dos interpretaciones desde la limitación de lo físico. No solo se pueden sacar comparaciones del protagonista, pues la figura femenina en ambos casos juega un papel muy importante. Son un enorme homenaje a aquellas mujeres que no abandonan a sus maridos en las batallas más difíciles de sus vidas. El año pasado fue el turno de Felicity Jones, la cual mostró mucha madurez a la hora de interpretar el papel de esposa del físico británico. Su peso en pantalla iba aumentando a la vez que disminuía el de su marido. Tenía que lidiar con todos los problemas al mismo tiempo que le cuidaba a él y a sus hijos. Esa gran carga que llevaba consigo para muchos no sería vida, pero ella se mantenía fiel a aquel de quien se enamoró con la esperanza de que hubiera alguna remota oportunidad de que se curase. Lamentablemente eso no ocurrió y se vio con la difícil decisión de aceptar que operaran a Stephen para que siguiera viviendo aunque eso supusiera no poder hablar jamás. Y esta operación que no dependía de ella podríamos ponerla en el mismo lugar que la del cambio de sexo a la que se tiene que enfrentar Lili para conseguir una nueva vida. Gerda decide mantenerse a su lado desde el principio porque es el hombre del que se enamoró en unas escaleras. Y al igual que podemos sacar una conclusión de la frase que le dice Gerda a un cliente ("Es difícil para un hombre
ser mirado por una mujer."), podemos hacerlo con los cuadros que pintaban cada uno. Él, un precioso paisaje; ella, magníficos retratos de personas. La humanidad (Gerda) debe cuidar de la naturaleza (Eina) para que el mundo no deje de funcionar.
El sufrimiento que vemos en pantalla depende absolutamente de la magnífica interpretación de Alicia Vikander, que es la que se apropia de la película y de la que podríamos decir que es "La chica danesa" de la que el título hace referencia. El dolor que hay dentro de ella es tan intenso que, al igual que Felicity Jones, duda sobre si abandonar a su compañero de viaje y encontrar el amor en otra persona (Matthias Schoenaerts). Redmayne hace una actuación sólida y muy contenida que navega entre el borde de una masculinidad afeminada y una feminidad exagerada. Para algunos será convincente y para otros será el sinónimo de cursilería.
- Continúa en spoilers sin spoilers -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y si hasta ahora solo hemos hablado de las actuaciones es porque indudablemente es lo que más destaca. Tom Hooper, bien arraigado al estilo academicista británico, vuelve a dirigir con solvencia y exquisitamente. Podría incluso formar parte de una trilogía compuesta por las dos obras ya mencionadas y The imitation game. Ambas británicas y ambas con personajes que tienen grandes obstáculos. El problema de Hooper en esta película viene precisamente del guión. Comienza de una forma potente, presentándonos todo claramente y con un lirismo palpable. En apenas diez minutos ya ha salido el nombre de Lili en la película, pero después de eso se mete de lleno en una obra tan contenida como reiterativa. Parece que quiere ser fiel al bienquedismo y se mantiene dentro de los límites de lo seguro, intentando gustar a todo el público y emocionar en aquellas secuencias donde Eina o Gerda se derrumban, a la vez que la banda sonora sube de tono para que toque el alma del espectador. Y en las que no, pierde el tiempo en mostrar una y otra vez a Redmayne mirándose al espejo, vistiéndose o intentando imitar a toda mujer a la que ve. Hooper, de esta forma, se centra más en la intimidad de la pareja y pierde la oportunidad perfecta de tratar más en profundidad el tema de la homosexualidad en una sociedad que aun no era tolerante ante dicha forma de ser. Focaliza más en lo estilístico de la época que en lo doloroso y crudo del asunto. Tal vez el tono con el que adorna la obra no era el adecuado para una historia de superación, que termina, por ende, en algo un tanto superficial y redundante. Y ello unido a un final forzado descaradamente con el único objetivo de ser emocional.
Como viene siendo habitual, en el apartado técnico y artístico no se puede poner ninguna pega. La recreación de París y Copenhague es fascinante y cuya principal culpable es la fotografía a cargo de Danny Cohen, fiel colaborador de Hooper, que impregna a los paisajes de un color pastel casi a la altura de una obra pictórica. Y de Alexandre Desplat poco hay que hablar. Aunque en esta ocasión destaque un poco menos de lo normal, aprueba con una gran nota a la hora de ambientar los momentos de más carga emocional. Parece mentira que siga siendo igual de efectivo tras componer la banda sonora de diez películas en apenas dos años.
La chica danesa es un trabajo entretenido y que está realizado con el propósito de buscar el aplauso fácil con la llegada de los créditos. Pero esta vez Hooper ha hecho un trabajo que no será recordado más que cuando haya que sacar una lista de las películas que traten la transexualidad. Del dúo protagonista, nada que reprochar. Alicia Vikander hace uno de los papeles del año y que afortunadamente está siendo reconocido, en forma de nominación, en todas los lugares.
http://www.cineautorweb.com/2016/01/13/la-chica-danesa/
Como viene siendo habitual, en el apartado técnico y artístico no se puede poner ninguna pega. La recreación de París y Copenhague es fascinante y cuya principal culpable es la fotografía a cargo de Danny Cohen, fiel colaborador de Hooper, que impregna a los paisajes de un color pastel casi a la altura de una obra pictórica. Y de Alexandre Desplat poco hay que hablar. Aunque en esta ocasión destaque un poco menos de lo normal, aprueba con una gran nota a la hora de ambientar los momentos de más carga emocional. Parece mentira que siga siendo igual de efectivo tras componer la banda sonora de diez películas en apenas dos años.
La chica danesa es un trabajo entretenido y que está realizado con el propósito de buscar el aplauso fácil con la llegada de los créditos. Pero esta vez Hooper ha hecho un trabajo que no será recordado más que cuando haya que sacar una lista de las películas que traten la transexualidad. Del dúo protagonista, nada que reprochar. Alicia Vikander hace uno de los papeles del año y que afortunadamente está siendo reconocido, en forma de nominación, en todas los lugares.
http://www.cineautorweb.com/2016/01/13/la-chica-danesa/
Documental

6,6
4.015
7
12 de noviembre de 2015
12 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jafar Panahi vive un infierno. En 2010 fue condenado a 6 años de cárcel y a 20 de inhabilitación para hacer cine y salir de Irán, su país natal. Finalmente, y tras una gran presión internacional (Personas muy importantes del mundo del cine de la talla de Robert Redford, Martin Scorsese,Steven Spielberg, Robert De Niro o Ethan y Joel Coen, firmaron una carta para su liberación inmediata) y una huelga de hambre de por medio, salió de la cárcel tras 88 días entre rejas y sufriendo maltrato por parte de los guardias de seguridad.
Los motivos que daba el Gobierno iraní a su encarcelación era la de “actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el estado”. Y es que Jafar es un tipo que nunca se ha callado para sacar a la luz las injusticias que se viven en su país. Siempre con un estilo neorrealista, entre el documental y la ficción, sus películas adquieren una voz crítica que representa a aquellos que no tienen las agallas suficientes para denunciar. En Offside (Fuera de juego), su último film ficcionado, criticaba duramente a la ley absurda que existe de que las mujeres no pueden entrar en los estadios de fútbol porque es inmoral que escuchen insultos y se junten con hombres. Pero no solo se limita a esta última obra, su filmografía siempre ha estado marcada por una clara denuncia social y la mayoría de las veces ha ido dirigida hacia las restricciones que tienen las mujeres en cuanto a libertad se refiere. Que en todas sus películas el protagonismo siempre recaiga en el género femenino, no ha gustado mucho a las autoridades.
El director iraní se resiste a vivir sin el cine. No puede vivir sin él, y eso quedó patente en su último trabajo realizado en 2011: Esto no es una película. Tirando de sarcasmo en el título, este documental relataba el día a día de Jafar, que estaba recluido en su casa a la espera de la sentencia final sobre su caso. En esos duros momentos, y acompañado de un amigo, grababa absolutamente todo, incluida una pequeña representación de una fallida película suya que no pudo ser hecha debido a que no pasó los requisitos que el Ministerio de cultura les puso. Hundido, exclamaba qué sentido tendría hacer una película si pudiera explicarse simplemente con las palabras.
Al igual que en aquella película, con Taxi Teherán vuelve ser el protagonista para reflexionar sobre la sociedad y los temas tabús que nadie se atreve a hablar. Siguiendo la estela de Esto no es una película o Closed Curtain, la película se desarrolla completamente en un interior. En la primera fue en su propio apartamento, la segunda se rodó en una casa aislada y en esta última lo hace en un taxi. De esta forma, podríamos decir que Jafar ha hecho una especie de trilogía sobre la restricción de la libertad. Compone una humilde metáfora sobre su situación actual; la de ver el mundo a través de un cristal y sin poder moverse libremente. Y qué mejor manera que rodar una película en el interior de un taxi, donde todo lo que se cuenta no sale a la luz y todos pueden expresarse sin tener miedo a las represalias.
En Taxi Teherán no sabes si lo que ves es real o es ficcionado. Con una pequeña cámara en el salpicadero del coche (en realidad son varias las que están grabando, incluidos varios móviles), los pasajeros se suben y bajan con naturalidad. Algunos reconocen al conductor y se dan cuenta de la cámara que hay delante mientras que otros no hacen ninguna mención a ello. Pasan todo tipo de personajes, desde un señor que se está desangrando hasta un conocido de Jafar que se dedica a vender películas piratas. Ficcionado o no, lo importante son los temas que tratan. Debates sobre la condena de muerte, la piratería, la libertad de la mujer, la censura del cine o incluso las creencias divinas que tienen dos entrañables abuelas. No se la puede criticar de ser maniqueísta puesto que el director propone un debate continuo en todas las conversaciones. No se dedica a lanzar lecciones morales sobre lo que es justo o no, eso nos lo deja a nosotros que juzgaremos en base a las argumentos que den cada uno. Basta con poner de ejemplo el grandioso primer plano secuencia donde una mujer y un hombre debaten sobre si es justo la condena a muerte de unos ladrones. Aunque eso no quita para que meta ciertas puyas, pero eso sí, de una manera indirecta. Sus críticas se las deja a los pasajeros, como su sobrina (real), que critica las directrices que ha puesto su profesora para grabar un corto que tienen que realizar; o de una amiga abogada que dice “esto es como una cárcel” refiriéndose al vehículo. Además, la película está relatada desde el humor, a pesar de la gravedad de los asuntos. Porque no hay una crítica más feroz que la tratada a través de la comedia y del simbolismo siempre presente en el cine de este director.
También, a falta de reconocimiento por parte de las altas esferas de su país, se permite homenajear su propia filmografía con citas directas a sus películas y alabanzas que recibe de varias personas durante el largo trayecto por las calles de Teherán. Es injusto el poco reconocimiento que tiene cuando en Europa es de los directores más respetados.
Taxi Teherán supone un canto a la libertad y un mensaje de apoyo a todas las personas que hacen cine en Irán pero que se ven limitados a las reglas que les ponen. De esta forma, el final, como en su anterior obra, se traduce como una metáfora de lo que desea el director y no puede conseguir. La película termina con una letras de agradecimiento a todas las personas que han ayudado al director a sacar adelante este proyecto. No necesita más, puesto que esto no es una película.
https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/11/12/taxi-teheran/
Los motivos que daba el Gobierno iraní a su encarcelación era la de “actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el estado”. Y es que Jafar es un tipo que nunca se ha callado para sacar a la luz las injusticias que se viven en su país. Siempre con un estilo neorrealista, entre el documental y la ficción, sus películas adquieren una voz crítica que representa a aquellos que no tienen las agallas suficientes para denunciar. En Offside (Fuera de juego), su último film ficcionado, criticaba duramente a la ley absurda que existe de que las mujeres no pueden entrar en los estadios de fútbol porque es inmoral que escuchen insultos y se junten con hombres. Pero no solo se limita a esta última obra, su filmografía siempre ha estado marcada por una clara denuncia social y la mayoría de las veces ha ido dirigida hacia las restricciones que tienen las mujeres en cuanto a libertad se refiere. Que en todas sus películas el protagonismo siempre recaiga en el género femenino, no ha gustado mucho a las autoridades.
El director iraní se resiste a vivir sin el cine. No puede vivir sin él, y eso quedó patente en su último trabajo realizado en 2011: Esto no es una película. Tirando de sarcasmo en el título, este documental relataba el día a día de Jafar, que estaba recluido en su casa a la espera de la sentencia final sobre su caso. En esos duros momentos, y acompañado de un amigo, grababa absolutamente todo, incluida una pequeña representación de una fallida película suya que no pudo ser hecha debido a que no pasó los requisitos que el Ministerio de cultura les puso. Hundido, exclamaba qué sentido tendría hacer una película si pudiera explicarse simplemente con las palabras.
Al igual que en aquella película, con Taxi Teherán vuelve ser el protagonista para reflexionar sobre la sociedad y los temas tabús que nadie se atreve a hablar. Siguiendo la estela de Esto no es una película o Closed Curtain, la película se desarrolla completamente en un interior. En la primera fue en su propio apartamento, la segunda se rodó en una casa aislada y en esta última lo hace en un taxi. De esta forma, podríamos decir que Jafar ha hecho una especie de trilogía sobre la restricción de la libertad. Compone una humilde metáfora sobre su situación actual; la de ver el mundo a través de un cristal y sin poder moverse libremente. Y qué mejor manera que rodar una película en el interior de un taxi, donde todo lo que se cuenta no sale a la luz y todos pueden expresarse sin tener miedo a las represalias.
En Taxi Teherán no sabes si lo que ves es real o es ficcionado. Con una pequeña cámara en el salpicadero del coche (en realidad son varias las que están grabando, incluidos varios móviles), los pasajeros se suben y bajan con naturalidad. Algunos reconocen al conductor y se dan cuenta de la cámara que hay delante mientras que otros no hacen ninguna mención a ello. Pasan todo tipo de personajes, desde un señor que se está desangrando hasta un conocido de Jafar que se dedica a vender películas piratas. Ficcionado o no, lo importante son los temas que tratan. Debates sobre la condena de muerte, la piratería, la libertad de la mujer, la censura del cine o incluso las creencias divinas que tienen dos entrañables abuelas. No se la puede criticar de ser maniqueísta puesto que el director propone un debate continuo en todas las conversaciones. No se dedica a lanzar lecciones morales sobre lo que es justo o no, eso nos lo deja a nosotros que juzgaremos en base a las argumentos que den cada uno. Basta con poner de ejemplo el grandioso primer plano secuencia donde una mujer y un hombre debaten sobre si es justo la condena a muerte de unos ladrones. Aunque eso no quita para que meta ciertas puyas, pero eso sí, de una manera indirecta. Sus críticas se las deja a los pasajeros, como su sobrina (real), que critica las directrices que ha puesto su profesora para grabar un corto que tienen que realizar; o de una amiga abogada que dice “esto es como una cárcel” refiriéndose al vehículo. Además, la película está relatada desde el humor, a pesar de la gravedad de los asuntos. Porque no hay una crítica más feroz que la tratada a través de la comedia y del simbolismo siempre presente en el cine de este director.
También, a falta de reconocimiento por parte de las altas esferas de su país, se permite homenajear su propia filmografía con citas directas a sus películas y alabanzas que recibe de varias personas durante el largo trayecto por las calles de Teherán. Es injusto el poco reconocimiento que tiene cuando en Europa es de los directores más respetados.
Taxi Teherán supone un canto a la libertad y un mensaje de apoyo a todas las personas que hacen cine en Irán pero que se ven limitados a las reglas que les ponen. De esta forma, el final, como en su anterior obra, se traduce como una metáfora de lo que desea el director y no puede conseguir. La película termina con una letras de agradecimiento a todas las personas que han ayudado al director a sacar adelante este proyecto. No necesita más, puesto que esto no es una película.
https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/11/12/taxi-teheran/

6,6
33.148
8
7 de diciembre de 2015
7 de diciembre de 2015
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yorgos Lanthimos volvió tras cuatro años de parón. El director griego sigue en su línea de odiar al ser humano. O al menos esa es la impresión que uno tiene cuando termina de ver sus películas. Sus ideas macabras le han convertido en un directores más raros más raros y más interesantes del panorama actual. En 2009 se dio a conocer internacionalmente con la todavía celebrada Canino. Con ella, ganó el premio “Una cierta mirada” en Cannes y fue nominada a mejor película de habla no inglesa. Un estreno por la puerta grande, sin duda, y eso que en Hollywood, bien es sabido, que no les gusta mucho aquellos trabajos que traspasen lo políticamente correcto. Porque solo a una mente perversa se le ocurriría hacer una película sobre un matrimonio que tiene encerrado a sus hijos en su casa para que no reciban ninguna influencia del exterior. El éxito recibido le llevó a seguir fabricando más ideas tan realistas como tenebrosas. Apenas dos años después, proyecta Alps en Venecia, lugar donde compitió con otra de las películas más polémicas de los últimos años como es Shame, dirigida por Steve McQueen. Aunque la crítica estuvo dividida, esto no le prohibió de que volviera a salir triunfante de uno de los festivales más importantes del mundo, ya que consiguió el premio a mejor guión. Alps trataba de una secta que se encargaba, a cambio de dinero, de sustituir a los muertos en la vida diaria de las familias. Tan descolocante como brillante, el griego no defraudó aunque injustamente fue infravalorada por gran parte del público. Ahora, Lanthimos sale por fin de su país natal y vuela hasta Irlanda para dirigir Langosta. Ha vuelto a descolocar al público y ha vuelto a conseguir un premio en el Festival de Cannes. Lanthimos just being Lanthimos.
Si nos paramos a pensar en sus películas, podemos ver que todas ellas se centran en los grandes temas de una sociedad: La familia, la muerte y el amor. En Canino hablaba de la protección de la familia; en Alps quería mostrar la actitud hacia la muerte; y, finalmente, con Langosta pretende poner de relieve el aparente fracaso que supone estar soltero en el mundo. Partiendo de estas ideas a priori normales, decide construir algo original y nunca antes hecho. Y es por ello que recurre a la hiperbolización con el fin de conseguir películas absurdas e irracionales, pero siempre desde la óptica del realismo, pues en todas ellas los personajes llevan una vida normal y rutinaria. Desde el padre que va a su fábrica a trabajar todos los días hasta la enfermera que compagina su trabajo en un hospital con la secta donde imita a los muertos. La novedad de Langosta viene precisamente por situarse en un mundo paralelo -que no futuro- donde la soltería está prohibida.
Es muy bonito cuando desde niños nos educan para el amor. Aquellos cuentos de hadas donde la princesa conoce al hombre de su vida o esos dramas románticos, típicos de Hollywood, en donde una pareja se ama perdidamente y parece que ni el fin del mundo puede separarles. La búsqueda del amor no es más que una tontería debió pensar Yorgos Lanthimos. ¿Qué tiene de malo ser soltero? ¿Acaso es un delito querer vivir tu propia vida sin tener que compartirla con nadie? Ser soltero conlleva vivir con las restricciones impuestas por la sociedad, y como bien dice el director griego, “La idea para esta película nació de la observación de cómo las personas sienten la continua necesidad de tener una relación amorosa; de la forma en que la gente ve a quienes están solteros; del fracaso que supone el no conseguir estar con nadie; de las cosas que las personas están dispuestas a hacer para estar con alguien; del miedo; y de todas las cosas que nos suceden cuando intentamos encontrar pareja”.El modelo de la pareja perfecta que parece existir en este extraño mundo no es más que una mera actuación de aquellos que, temorosos de ser castigados por vivir en la soledad, prefieren llevar la carga de las falsas apariencias. ¿Prefieres ser convertido en un animal en vez de golpearte la nariz de vez en cuando? Esto es lo que le dice su amigo “El cojo” a David cuando está a punto de ligarse a una joven que sufre hemorragias nasales frecuentemente. Pero Lanthimos no condena el amor en sí, y es por ello que gracias a una hora de sátira en el hotel, da paso a un romance que no es artificial sino natural. Se entienden el uno al otro incluso sin comunicarse verbalmente y no necesitan aparentar lo que no son. Pero la respuesta a si este amor verdadero triunfará en un mundo lleno de artificios, se la guarda para el plano final. ¿Hasta dónde es capaz de llegar uno por la persona a la que supuestamente quiere?
Lanthimos también habla de los estamentos en los que se sustenta el mundo. Nos muestra las dos caras de una moneda. Primero aquel régimen que nos tiene a todos controlados y donde no hay libertad. Donde hagamos lo que hagamos -como masturbarnos- siempre va a haber alguien vigilándonos y castigándonos sin piedad. Una oligarquía tan utópica como real. Y luego, tras conseguir escapar de él, viene el grupo formado por los oprimidos. Aquellos que pregonan la libertad- representada en un bosque-, pero que en realidad son un fiel reflejo del régimen totalitario. Mientras prometen una falsa democracia, el líder revolucionario impone leyes que obligatoriamente deben cumplir todos, como la que se prohíbe bailar en pareja, enamorarse o tener relaciones sexuales. Así pues, el oprimido espera su turno para sentarse en el trono y poder actuar de la misma manera que aquellos que le habían censurado. Para Lanthimos los seres humanos son tan mentirosos como hipócritas.
- Sigue en spoiler -
Si nos paramos a pensar en sus películas, podemos ver que todas ellas se centran en los grandes temas de una sociedad: La familia, la muerte y el amor. En Canino hablaba de la protección de la familia; en Alps quería mostrar la actitud hacia la muerte; y, finalmente, con Langosta pretende poner de relieve el aparente fracaso que supone estar soltero en el mundo. Partiendo de estas ideas a priori normales, decide construir algo original y nunca antes hecho. Y es por ello que recurre a la hiperbolización con el fin de conseguir películas absurdas e irracionales, pero siempre desde la óptica del realismo, pues en todas ellas los personajes llevan una vida normal y rutinaria. Desde el padre que va a su fábrica a trabajar todos los días hasta la enfermera que compagina su trabajo en un hospital con la secta donde imita a los muertos. La novedad de Langosta viene precisamente por situarse en un mundo paralelo -que no futuro- donde la soltería está prohibida.
Es muy bonito cuando desde niños nos educan para el amor. Aquellos cuentos de hadas donde la princesa conoce al hombre de su vida o esos dramas románticos, típicos de Hollywood, en donde una pareja se ama perdidamente y parece que ni el fin del mundo puede separarles. La búsqueda del amor no es más que una tontería debió pensar Yorgos Lanthimos. ¿Qué tiene de malo ser soltero? ¿Acaso es un delito querer vivir tu propia vida sin tener que compartirla con nadie? Ser soltero conlleva vivir con las restricciones impuestas por la sociedad, y como bien dice el director griego, “La idea para esta película nació de la observación de cómo las personas sienten la continua necesidad de tener una relación amorosa; de la forma en que la gente ve a quienes están solteros; del fracaso que supone el no conseguir estar con nadie; de las cosas que las personas están dispuestas a hacer para estar con alguien; del miedo; y de todas las cosas que nos suceden cuando intentamos encontrar pareja”.El modelo de la pareja perfecta que parece existir en este extraño mundo no es más que una mera actuación de aquellos que, temorosos de ser castigados por vivir en la soledad, prefieren llevar la carga de las falsas apariencias. ¿Prefieres ser convertido en un animal en vez de golpearte la nariz de vez en cuando? Esto es lo que le dice su amigo “El cojo” a David cuando está a punto de ligarse a una joven que sufre hemorragias nasales frecuentemente. Pero Lanthimos no condena el amor en sí, y es por ello que gracias a una hora de sátira en el hotel, da paso a un romance que no es artificial sino natural. Se entienden el uno al otro incluso sin comunicarse verbalmente y no necesitan aparentar lo que no son. Pero la respuesta a si este amor verdadero triunfará en un mundo lleno de artificios, se la guarda para el plano final. ¿Hasta dónde es capaz de llegar uno por la persona a la que supuestamente quiere?
Lanthimos también habla de los estamentos en los que se sustenta el mundo. Nos muestra las dos caras de una moneda. Primero aquel régimen que nos tiene a todos controlados y donde no hay libertad. Donde hagamos lo que hagamos -como masturbarnos- siempre va a haber alguien vigilándonos y castigándonos sin piedad. Una oligarquía tan utópica como real. Y luego, tras conseguir escapar de él, viene el grupo formado por los oprimidos. Aquellos que pregonan la libertad- representada en un bosque-, pero que en realidad son un fiel reflejo del régimen totalitario. Mientras prometen una falsa democracia, el líder revolucionario impone leyes que obligatoriamente deben cumplir todos, como la que se prohíbe bailar en pareja, enamorarse o tener relaciones sexuales. Así pues, el oprimido espera su turno para sentarse en el trono y poder actuar de la misma manera que aquellos que le habían censurado. Para Lanthimos los seres humanos son tan mentirosos como hipócritas.
- Sigue en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Junto a los elementos de ciencia ficción que introduce, también apuesta más descaradamente por la comedia negra y la mezcla con el drama psicológico que siempre le ha caracterizado. Toques de humor crueles que le vienen como anillo al dedo a una trama divertidamente absurda que hacen conseguir pequeñas sonrisas en escenas tan salvajes como el suicidio de una mujer o el asesinato de un perro. La atmósfera perturbadora se mantiene controlada dentro de las cuatro paredes del hotel, que recuerda mucho al de El gran hotel Budapest por la disposición ordenada tanto de los elementos como de los encuadres realizados por el director. En la segunda parte del film, la que tiene que ver con el bosque y la ciudad, los cimientos que le daban equilibrio empiezan a balancearse hasta convertirla en una obra salvaje y fuera de control. Madurando en su estilo, se permite el lujo de usar la cámara lenta para las escenas de cacería. La banda sonora, algo de lo que se había prácticamente privado en sus anteriores trabajos, aquí está muy presente en la trama aportando mediante la repetición de las mismas partituras agobio y tensión.
Colin Farrell está simplemente excepcional caracterizando a un personaje que parece incapaz de tener sentimientos de cualquier tipo a la vez que su ingenuidad presente al principio va desapareciendo para sobrevivir en el caos. Al igual de frío que él, tenemos a la griega y fiel colaboradora de Lanthimos, Aggeliki Papoulia, que da incluso miedo por la inexpresividad que mantiene en su actuación. Ambos mantendrán una pequeña estancia juntos en el hotel pero de la que no saldrán bien parados. A Rachel Weisz, por su parte, siempre se le ha dicho que tiene una de las voces más sexys de Hollywood y, casualidad o no, su voz es la narradora de la historia, de modo que la película está estructurada casi como si fuera un libro dividido en capítulos. Y la que más respeto da, paradójicamente, es el personaje de Léa Seydoux, edil de la libertad, con el papel más conservador que se le recuerda. De esta forma, Yorgos Lanthimos sigue teniendo las cosas claras a la hora de plasmar su visión pesimista del mundo desprovisto de sentimientos y emociones, y lo hace de una manera mucho más entendible y menos hermética que Canino o Alps. Así, Langosta se perfila como una de las mejores películas de lo que va de año y muestra que el griego sigue haciendo de las suyas, aunque cuente con un proyecto internacional que nos podía hacer pensar que se iba a ablandar y censurar ciertos rasgos que han hecho que tenga la fama que merecía. Esperemos que la influencia Hollywoodense no le haga sustituir sus macabras ideas por encargos comerciales.
http://www.cineautorweb.com/2015/12/06/langosta/
Colin Farrell está simplemente excepcional caracterizando a un personaje que parece incapaz de tener sentimientos de cualquier tipo a la vez que su ingenuidad presente al principio va desapareciendo para sobrevivir en el caos. Al igual de frío que él, tenemos a la griega y fiel colaboradora de Lanthimos, Aggeliki Papoulia, que da incluso miedo por la inexpresividad que mantiene en su actuación. Ambos mantendrán una pequeña estancia juntos en el hotel pero de la que no saldrán bien parados. A Rachel Weisz, por su parte, siempre se le ha dicho que tiene una de las voces más sexys de Hollywood y, casualidad o no, su voz es la narradora de la historia, de modo que la película está estructurada casi como si fuera un libro dividido en capítulos. Y la que más respeto da, paradójicamente, es el personaje de Léa Seydoux, edil de la libertad, con el papel más conservador que se le recuerda. De esta forma, Yorgos Lanthimos sigue teniendo las cosas claras a la hora de plasmar su visión pesimista del mundo desprovisto de sentimientos y emociones, y lo hace de una manera mucho más entendible y menos hermética que Canino o Alps. Así, Langosta se perfila como una de las mejores películas de lo que va de año y muestra que el griego sigue haciendo de las suyas, aunque cuente con un proyecto internacional que nos podía hacer pensar que se iba a ablandar y censurar ciertos rasgos que han hecho que tenga la fama que merecía. Esperemos que la influencia Hollywoodense no le haga sustituir sus macabras ideas por encargos comerciales.
http://www.cineautorweb.com/2015/12/06/langosta/

5,8
795
6
1 de octubre de 2015
1 de octubre de 2015
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queen of earth se presenta como una especie de cruce entre Persona (Ingmar Bergman) y Repulsión (Polanski). Es imposible que no se te vengan a la mente estas dos obras cuando ves la película. Al igual que el director sueco, Perry decide que sus dos protagonistas pasen un tiempo en una casa, alejadas de toda civilización, a modo de viaje purificador. Pero será durante esta estancia cuando se den cuenta del distanciamiento y enfriamiento que ha habido en la amistad. Pullas, resquemores, acciones del pasado; saldrá todo al descubierto y, lo que parecía unas plácidas vacaciones, se convertirá en un infierno. Y aquí es donde entra en juego su similitud con Repulsión. El degradamiento pisocológico del personaje de Elisabeth Moss, que llegará a la locura prácticamente, puede ser comparable con el que sufría la mítica Catherine Deneuve en la película de Polanski.
La película abarca los dos años seguidos que las amigas deciden pasar un tiempo juntas. Así, mediante flashbacks, la película va y viene del pasado hasta la actualidad para mostrarnos cómo era la relación entre ambas. Observamos cómo en un principio Moss aun no lo había dejado con su pareja o que Waterson tiene como novio a un vecino suyo, el cual va a ser mas tarde uno de los motivos de la degradación mental de la protagonista.
Como reza el título, “Queen of earth”, ambos personajes quieren ser todo el rato el centro de atención. Llevar la iniciativa y mostrar una superioridad frentre a la otra. De este modo, vemos cómo Waterson se lleva a su vecino a la casa a pesar de que su amiga le dijo que este viaje era para que estuvieran las dos juntas. Envidia, odio y resentimiento es lo que que va a surgir entre las dos.
Moss experimenta un extenso abanico de sentimientos. Desde la felicidad hasta la locura, pero de manera desordenada debido a los flashbacks, que pueden llegar a confundirnos y preguntarnos el porqué de determinado comportamiento. El personaje de Waterson es más contenido y más difícil de seguir en su desarrollo, pues no apreciamos un cambio tan abrupto como en el de su compañera.
Perry aprovecha los primeros planos para mostrar a modo de introspección el estado psicológico de ambas. Cabe decir que es Elisabeth la que sale ganando en todas las batallas mientras que su compañera nos deja un poco fríos.
La música, tan tranquila como siniestra, convierte este drama casi en un thriller psicológico del que llegamos a pensar que tanto trastorno puede acabar en algo menos que en una matanza. Claro que en este punto Perry no se olvida de meter alguna dosis de comedia para que no pensemos que, del examen de la personalidad de una mujer, pasamos a algo parecido a un slasher digno de los años 80.
El film es interesante en su planteamiento pero no consigue hacer un ejercicio completo de los sentimientos de la protagonista. En algunas conversaciones sacamos cosas del pasado de Moss que la traumatizaron, como su relación con su padre, pero se queda ahí. Durante la mayor parte del metraje, asistimos a cambios en el temperamento de las dos jóvenes en medio de un pequeño embrollo del qué no sabemos muy bien a qué se debe.
https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/10/01/60/
La película abarca los dos años seguidos que las amigas deciden pasar un tiempo juntas. Así, mediante flashbacks, la película va y viene del pasado hasta la actualidad para mostrarnos cómo era la relación entre ambas. Observamos cómo en un principio Moss aun no lo había dejado con su pareja o que Waterson tiene como novio a un vecino suyo, el cual va a ser mas tarde uno de los motivos de la degradación mental de la protagonista.
Como reza el título, “Queen of earth”, ambos personajes quieren ser todo el rato el centro de atención. Llevar la iniciativa y mostrar una superioridad frentre a la otra. De este modo, vemos cómo Waterson se lleva a su vecino a la casa a pesar de que su amiga le dijo que este viaje era para que estuvieran las dos juntas. Envidia, odio y resentimiento es lo que que va a surgir entre las dos.
Moss experimenta un extenso abanico de sentimientos. Desde la felicidad hasta la locura, pero de manera desordenada debido a los flashbacks, que pueden llegar a confundirnos y preguntarnos el porqué de determinado comportamiento. El personaje de Waterson es más contenido y más difícil de seguir en su desarrollo, pues no apreciamos un cambio tan abrupto como en el de su compañera.
Perry aprovecha los primeros planos para mostrar a modo de introspección el estado psicológico de ambas. Cabe decir que es Elisabeth la que sale ganando en todas las batallas mientras que su compañera nos deja un poco fríos.
La música, tan tranquila como siniestra, convierte este drama casi en un thriller psicológico del que llegamos a pensar que tanto trastorno puede acabar en algo menos que en una matanza. Claro que en este punto Perry no se olvida de meter alguna dosis de comedia para que no pensemos que, del examen de la personalidad de una mujer, pasamos a algo parecido a un slasher digno de los años 80.
El film es interesante en su planteamiento pero no consigue hacer un ejercicio completo de los sentimientos de la protagonista. En algunas conversaciones sacamos cosas del pasado de Moss que la traumatizaron, como su relación con su padre, pero se queda ahí. Durante la mayor parte del metraje, asistimos a cambios en el temperamento de las dos jóvenes en medio de un pequeño embrollo del qué no sabemos muy bien a qué se debe.
https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/10/01/60/
Más sobre cinedeautor
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here