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8
18 de enero de 2021
18 de enero de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una gran primera temporada y ya con los personajes principales presentados y asentados, esta segunda temporada del space western de Jon Fraveau dentro del universo de fantasía espacial de Star Wars puede centrarse en avanzar la historia de Mando y el Niño, y en explorar y expandir el vasto lore de Star Wars en una producción muy cuidada en todos sus apartados, entretenida y con algún momento que resulta hasta emotivo, que es más de lo que se puede decir de la trilogía de secuelas.
Esta tanda de 8 capítulos continúa con los viajes de Din Djarin (aka "Mando") y Grogu (aka "el Niño", conocido popularmente como Baby Yoda) por la galaxia bajo la amenaza de los remanentes del Imperio con Moff Gideon (y su sable oscuro) al frente. Una aventura que mantiene el espíritu de western de la primera temporada (algo característico de la trilogía original) recuperando el misticismo que define a la franquicia representado por la Fuerza (inciso: Star Wars es fantasía), dando forma a una epopeya espacial en busca de los Jedi mientras se va forjando un estrecho y entrañable vínculo paternofilial entre Mando y el Niño, y que enlazará de diversas formas y con distintas intensidades con otras muchas tramas y personajes de este amplio universo.
Por supuesto, encontramos múltiples conexiones con la trilogía original (normal, pues se ambienta sólo cinco años después), pero también con las precuelas (a menudo olvidadas), las secuelas (quien sabe, quizá hasta las mejore un poco), las series de animación The Clone Wars y Rebels e incluso el spin-off Rogue One. Sin embargo, esto trae un pequeño problema (para alguna gente) que no presentaba la primera temporada, que es que, aunque The Mandalorian sigue funcionando (hasta cierto punto) como serie independiente, empieza a ser necesario el visionado de otras obras para entender completamente el contexto y ciertos detalles de la historia y el lore. De todas formas era algo esperable y nunca se ocultó que esto no fuera otra cosa que una serie para fans.
A causa de lo anterior, obviamente hay abundante fanservice, pero siempre pertinente y coherente con lo que nos está contando, es decir, del tipo de la justificada aparición de Darth Vader en Rogue One, lo que me lleva además al hecho de que la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de esta temporada es un reflejo de la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de Rogue One, y funciona tan bien aquí como en esa película al cumplir también en ambos casos con un propósito narrativo y argumental, por lo que están lejos de ser momentos tan gratuitos como pueden parecer en un primer vistazo y simplemente se ha aprovechado para hacerlos más molones. O lo que es lo mismo: tenemos fanservice que cumple con su función de agradar.
The Mandalorian presenta un par de planteamientos interesantes, como el hecho de que humaniza a los enemigos, desde las fuerzas imperiales (para ser justos, la trilogía de secuelas lo intentaba con los troopers de la Primera Orden, como Finn y Jannah, pero aquí se logra sin cambiarlos de bando) a los bandidos Tusken, pero tampoco es una serie que pretenda darle la vuelta a todo o arriesgue demasiado. Ni lo necesita. Fraveau muestra un respeto absoluto por Star Wars (y sus fans) sin recurrir a copiar los esquemas e ideas de las películas originales una y otra vez, y se mueve por una zona familiar para desarrollar una trama sencilla, también con subtramas episódicas, que poco a poco se va complicando (no mucho) y conectando con otros productos de la franquicia de una forma tan natural que a veces pasa casi desapercibida. Por ejemplo, puede permitirse el lujo de aludir a los midiclorianos sin que nadie se lleve las manos a la cabeza.
Además, el diseño de producción es colosal y muchas veces parece que estamos viendo una película de alto presupuesto (aunque eso es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde Juego de Tronos), Pedro Pascal es expresivo incluso con la cara cubierta, Favreau y los demás directores (Filoni, Reed, Dallas Howard, Weathers, Famuyiwa y sobre todo Robert Rodriguez) dan la talla y la acción está bien rodada, desde los duelos de pistola, que nos retrotraen a los referentes de Star Wars, y las peleas cuerpo a cuerpo, con espada láser o lanza de beskar, mejor coreografiadas que cualquiera de los duelos de la trilogía original (las limitaciones de la época) y de la de secuelas (aquí poca excusa hay), a las escenas con naves. Y también vuelve el efecto de sonido más alucinante de la franquicia.
Evidentemente no todo es perfecto. El guion es un poco el paraíso de la conveniencia en lo que a encuentros se refiere pese a andar moviéndose por una galaxia, pero esto es algo a lo que hay que acostumbrarse en Star Wars porque lleva ocurriendo desde sus inicios. Más de lo mismo con el tema de la ineptitud de los stormtroopers, pues lo que desentonaría sería lo contrario. Tampoco se libra del recurrente cliché sobre la ayuda que llega en el último momento, un golpe de efecto que mucha gente considera un deus ex machina, aunque no lo es siempre y cuando no rompa las normas de la propia obra y aquí incluso se han preocupado por anticipar la llegada de dicha ayuda en el mismo episodio o en alguno anterior (introduciendo previamente a los personajes que van a aparecer, enviando un mensaje...).
Como he adelantado, estas series también sirven para aclarar lo que quedó pendiente en la trilogía de secuelas (obviando enciclopedias, novelas, cómics y novelizaciones que no interesan a todo el mundo), como puede ser el ascenso de la Primera Orden y alguna que otra cosa más que me callaré por los sopilers, lo que no es malo en sí (al contario), pero deja un poco la inevitable y amarga sensación de que se intenta parchear la trilogía de secuelas desesperadamente como última opción para salvarla del linchamiento de los fans que piden borrarla del canon (lo que no va a hacerse y menos tras la prematura muerte de Carrie Fisher).
(Sigue sin spoilers)
Esta tanda de 8 capítulos continúa con los viajes de Din Djarin (aka "Mando") y Grogu (aka "el Niño", conocido popularmente como Baby Yoda) por la galaxia bajo la amenaza de los remanentes del Imperio con Moff Gideon (y su sable oscuro) al frente. Una aventura que mantiene el espíritu de western de la primera temporada (algo característico de la trilogía original) recuperando el misticismo que define a la franquicia representado por la Fuerza (inciso: Star Wars es fantasía), dando forma a una epopeya espacial en busca de los Jedi mientras se va forjando un estrecho y entrañable vínculo paternofilial entre Mando y el Niño, y que enlazará de diversas formas y con distintas intensidades con otras muchas tramas y personajes de este amplio universo.
Por supuesto, encontramos múltiples conexiones con la trilogía original (normal, pues se ambienta sólo cinco años después), pero también con las precuelas (a menudo olvidadas), las secuelas (quien sabe, quizá hasta las mejore un poco), las series de animación The Clone Wars y Rebels e incluso el spin-off Rogue One. Sin embargo, esto trae un pequeño problema (para alguna gente) que no presentaba la primera temporada, que es que, aunque The Mandalorian sigue funcionando (hasta cierto punto) como serie independiente, empieza a ser necesario el visionado de otras obras para entender completamente el contexto y ciertos detalles de la historia y el lore. De todas formas era algo esperable y nunca se ocultó que esto no fuera otra cosa que una serie para fans.
A causa de lo anterior, obviamente hay abundante fanservice, pero siempre pertinente y coherente con lo que nos está contando, es decir, del tipo de la justificada aparición de Darth Vader en Rogue One, lo que me lleva además al hecho de que la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de esta temporada es un reflejo de la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de Rogue One, y funciona tan bien aquí como en esa película al cumplir también en ambos casos con un propósito narrativo y argumental, por lo que están lejos de ser momentos tan gratuitos como pueden parecer en un primer vistazo y simplemente se ha aprovechado para hacerlos más molones. O lo que es lo mismo: tenemos fanservice que cumple con su función de agradar.
The Mandalorian presenta un par de planteamientos interesantes, como el hecho de que humaniza a los enemigos, desde las fuerzas imperiales (para ser justos, la trilogía de secuelas lo intentaba con los troopers de la Primera Orden, como Finn y Jannah, pero aquí se logra sin cambiarlos de bando) a los bandidos Tusken, pero tampoco es una serie que pretenda darle la vuelta a todo o arriesgue demasiado. Ni lo necesita. Fraveau muestra un respeto absoluto por Star Wars (y sus fans) sin recurrir a copiar los esquemas e ideas de las películas originales una y otra vez, y se mueve por una zona familiar para desarrollar una trama sencilla, también con subtramas episódicas, que poco a poco se va complicando (no mucho) y conectando con otros productos de la franquicia de una forma tan natural que a veces pasa casi desapercibida. Por ejemplo, puede permitirse el lujo de aludir a los midiclorianos sin que nadie se lleve las manos a la cabeza.
Además, el diseño de producción es colosal y muchas veces parece que estamos viendo una película de alto presupuesto (aunque eso es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde Juego de Tronos), Pedro Pascal es expresivo incluso con la cara cubierta, Favreau y los demás directores (Filoni, Reed, Dallas Howard, Weathers, Famuyiwa y sobre todo Robert Rodriguez) dan la talla y la acción está bien rodada, desde los duelos de pistola, que nos retrotraen a los referentes de Star Wars, y las peleas cuerpo a cuerpo, con espada láser o lanza de beskar, mejor coreografiadas que cualquiera de los duelos de la trilogía original (las limitaciones de la época) y de la de secuelas (aquí poca excusa hay), a las escenas con naves. Y también vuelve el efecto de sonido más alucinante de la franquicia.
Evidentemente no todo es perfecto. El guion es un poco el paraíso de la conveniencia en lo que a encuentros se refiere pese a andar moviéndose por una galaxia, pero esto es algo a lo que hay que acostumbrarse en Star Wars porque lleva ocurriendo desde sus inicios. Más de lo mismo con el tema de la ineptitud de los stormtroopers, pues lo que desentonaría sería lo contrario. Tampoco se libra del recurrente cliché sobre la ayuda que llega en el último momento, un golpe de efecto que mucha gente considera un deus ex machina, aunque no lo es siempre y cuando no rompa las normas de la propia obra y aquí incluso se han preocupado por anticipar la llegada de dicha ayuda en el mismo episodio o en alguno anterior (introduciendo previamente a los personajes que van a aparecer, enviando un mensaje...).
Como he adelantado, estas series también sirven para aclarar lo que quedó pendiente en la trilogía de secuelas (obviando enciclopedias, novelas, cómics y novelizaciones que no interesan a todo el mundo), como puede ser el ascenso de la Primera Orden y alguna que otra cosa más que me callaré por los sopilers, lo que no es malo en sí (al contario), pero deja un poco la inevitable y amarga sensación de que se intenta parchear la trilogía de secuelas desesperadamente como última opción para salvarla del linchamiento de los fans que piden borrarla del canon (lo que no va a hacerse y menos tras la prematura muerte de Carrie Fisher).
(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los efectos visuales de esta serie son un tema curioso. Se emplean efectos prácticos que parecen sacados de 1983, pero no quedan mal del todo pese a verse anticuados. Por otra parte, aunque solvente, el acabado del CGI no siempre es tan bueno como el de las secuelas (lo que tiene sentido por cuestiones de presupuesto), especialmente con personajes, pero tampoco se abusa mucho de estos; hay un humano CG fotorrealista al estilo de Tarkin en Rogue One (aunque la técnica se parecería más a lo visto en El Irlandés) y si bien queda peor integrado en la imagen (cosa de la iluminación) tampoco es algo que moleste. Al menos se han mejorado los ojos del uncanny valley que parecen mirar al infinito tan característicos de los humanos digitales, aunque falta pulir la animación de la boca cuyos movimientos siguen sin ser naturales del todo.
Y por último toca hablar de algo tan importante en Star Wars como lo es su banda sonora. Es difícil concebir la saga sin la legendaria música de John Williams, pero Ludwig Göransson ha creado, en un estilo diferente y con una instrumentación que va más allá de la orquesta sinfónica, un tema principal igualmente icónico que comienza evocando a la música de Ennio Morricone para una película de Sergio Leone y se termina transformando en algo más parecido al trabajo de Williams. Además, cuando procede, pueden escucharse ciertos temas de las películas, como el inconfundible tema de la Fuerza. No será insuperable, pero, anime aparte, pocas series pueden presumir de una música incidental tan rica y potente (de nuevo, se me ocurre Juego de Tronos); y, por supuesto, siempre ayuda mucho a la ambientación e incluso en algunos momentos logra destacar sobre la imagen. El tema principal (que conforma el leitmotiv de Mando) es el motivo por el que tanta gente deja los créditos (eso y el espectacular arte conceptual que suele acompañarlos) y es ya un tema tan representativo de Star Wars como el mismísimo tema de Luke.
Concluyo confesando que he esperado un mes para escribir esta reseña para no dejarme llevar por el hype tras el final de temporada, y es ahora cuando puedo decir sin condicionamientos que The Mandalorian es lo mejor que ha dado Star Wars desde el Episodio V. No sólo ha reconciliado a muchos fans con la franquicia, al menos con la era Disney (de hecho quería escribir algo positivo después de la decepción por el Episodio IX), sino que demuestra que Star Wars aún tiene un potencial enorme como uno de los universos de fantasía más grandes y complejos que se han creado (insisto, ciencia ficción son Interstellar o Jurassic Park; Star Wars es espada y brujería en el espacio y eso no la hace peor en absoluto, al contrario, la fantasía es un género que merece más reconocimiento, al menos siempre que da una buena obra y no sólo en animación a la que se le puede y suele colgar la etiqueta de infantil). Favreau, Filoni y compañía han logrado algo que parecía imposible en una franquicia que pasaba por su peor momento, así que sólo puedo decir: J. J. Abrams, Rian Johnson, ¿tan difícil era?
Aspectos positivos: Diseño de producción. Los personajes principales, destacando el dúo Din Djarin y Grogu. La banda sonora, especialmente el inconfundible tema principal. Muchos momentos alcanzan un nivel de epicidad que no se veía en la franquicia desde hacía muchos años. Lejos de lanzarse a meter referencias forzadas, lo oportuno del fanservice. Y, sobre todo, el amor que se demuestra por Star Wars sin recurrir a copiar la misma fórmula.
Aspectos negativos: Hay algunas escenas que podrían mejorar mucho con muy poco (como pequeñas mejoras en el CGI). Aunque funciona bien en sí misma (obviamente habiendo visto la temporada anterior), para entender bien a algunos personajes y subtramas es necesario conocer las películas, The Clone Wars y Rebels. Después de una impecable presentación al final de la temporada anterior, Moff Gideon no termina siendo un antagonista tan memorable como apuntaba.
Puntuación: 8
Y por último toca hablar de algo tan importante en Star Wars como lo es su banda sonora. Es difícil concebir la saga sin la legendaria música de John Williams, pero Ludwig Göransson ha creado, en un estilo diferente y con una instrumentación que va más allá de la orquesta sinfónica, un tema principal igualmente icónico que comienza evocando a la música de Ennio Morricone para una película de Sergio Leone y se termina transformando en algo más parecido al trabajo de Williams. Además, cuando procede, pueden escucharse ciertos temas de las películas, como el inconfundible tema de la Fuerza. No será insuperable, pero, anime aparte, pocas series pueden presumir de una música incidental tan rica y potente (de nuevo, se me ocurre Juego de Tronos); y, por supuesto, siempre ayuda mucho a la ambientación e incluso en algunos momentos logra destacar sobre la imagen. El tema principal (que conforma el leitmotiv de Mando) es el motivo por el que tanta gente deja los créditos (eso y el espectacular arte conceptual que suele acompañarlos) y es ya un tema tan representativo de Star Wars como el mismísimo tema de Luke.
Concluyo confesando que he esperado un mes para escribir esta reseña para no dejarme llevar por el hype tras el final de temporada, y es ahora cuando puedo decir sin condicionamientos que The Mandalorian es lo mejor que ha dado Star Wars desde el Episodio V. No sólo ha reconciliado a muchos fans con la franquicia, al menos con la era Disney (de hecho quería escribir algo positivo después de la decepción por el Episodio IX), sino que demuestra que Star Wars aún tiene un potencial enorme como uno de los universos de fantasía más grandes y complejos que se han creado (insisto, ciencia ficción son Interstellar o Jurassic Park; Star Wars es espada y brujería en el espacio y eso no la hace peor en absoluto, al contrario, la fantasía es un género que merece más reconocimiento, al menos siempre que da una buena obra y no sólo en animación a la que se le puede y suele colgar la etiqueta de infantil). Favreau, Filoni y compañía han logrado algo que parecía imposible en una franquicia que pasaba por su peor momento, así que sólo puedo decir: J. J. Abrams, Rian Johnson, ¿tan difícil era?
Aspectos positivos: Diseño de producción. Los personajes principales, destacando el dúo Din Djarin y Grogu. La banda sonora, especialmente el inconfundible tema principal. Muchos momentos alcanzan un nivel de epicidad que no se veía en la franquicia desde hacía muchos años. Lejos de lanzarse a meter referencias forzadas, lo oportuno del fanservice. Y, sobre todo, el amor que se demuestra por Star Wars sin recurrir a copiar la misma fórmula.
Aspectos negativos: Hay algunas escenas que podrían mejorar mucho con muy poco (como pequeñas mejoras en el CGI). Aunque funciona bien en sí misma (obviamente habiendo visto la temporada anterior), para entender bien a algunos personajes y subtramas es necesario conocer las películas, The Clone Wars y Rebels. Después de una impecable presentación al final de la temporada anterior, Moff Gideon no termina siendo un antagonista tan memorable como apuntaba.
Puntuación: 8
5
7 de abril de 2020
7 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando descubrí esta serie me resultó curioso que hubiera un anime que abordara de forma seria el incesto, un asunto tan tabú en Japón como en Occidente (una aversión que, más allá de ser una simple cuestión cultural, tiene una explicación biológica), aunque se exhibe con cierta frecuencia en el anime (creadores como Kunihiko Ikuhara parecen tener cierta fijación con el tema). Lo cierto es que parecía que al menos habían intentado, pero desafortunadamente se queda en eso simplemente: un intento.
Todo comienza con Koshiro, un tipo apático de 27 años que acaba de ser dejado por su novia. Ese mismo día se encuentra con Nanoka, una adolescente de 15 años que le resulta atractiva. Pronto descubre que es su hermana, a la que no ve desde que era un bebé y que va a mudarse con él y su padre porque la casa en la que viven le pilla más cerca del instituto. Aquí ya empiezan las cosas raras: los padres están divorciados y Nanoka se quedó con su madre, mientras que Koshiro con el padre, pero ¿de verdad quieren hacernos creer que no se han visto en tantos años pese a no vivir muy lejos (literalmente a unas paradas de metro)? ¿Ninguno de los padres tenía el más mínimo interés en ver a su otro hijo? Y de ser así, ¿cómo es que Nanoka se va de repente a vivir con su padre? La única respuesta posible es "por conveniencia del guion", porque si no, no tendríamos historia.
La trama, en general bastante sencilla, es estirada durante 13 episodios, por lo que, sin duda, habría dado un resultado mucho mejor como una película de un par de horas, pues abundan los tiempos muertos que frenan la progresión de la historia. No es, sin embargo, algo necesariamente negativo puesto que ha sido realizado de forma deliberada y un ritmo narrativo pausado, junto a la estética y la música, sirve para dotar de cierta sensibilidad a esta historia (intentarlo al menos, porque rara vez se consigue), pero muchas veces resulta excesivamente lento.
Como he dicho, Koi Kaze pretende tocar el tema del incesto de una forma seria y realista, lo que queda desvirtuado por la presencia de situaciones estúpidas que caen en la parodia involuntaria por lo usadas y repetidas que están en el anime (especialmente en series muy diferentes a esta, tipo comedias románticas y momentos de fanservice), como cuando un personaje cae sobre otro para forzar un momento de contacto físico, o clichés sensibleros como cuando la chica (casi siempre) le regala a quien le gusta una prenda tejida por ella o le prepara un bento. Es difícil pasar por alto estos detalles en una obra de estas características, pues le restan toda verosimilitud (en serio, ¿alguien alguna vez se ha caído "casualmente" sobre la persona que le gusta al abrir una puerta?) y al final la convierten en otro anime que parece una fantasía lolicon (adulto perdedor enamora sin pretenderlo a adolescente aniñada y complaciente).
Los personajes son otro punto débil de Koi Kaze, y eso es especialmente preocupante en una serie en la que los personajes y las relaciones entre ellos son todo. Koshiro se distancia bastante de, bueno, la inmensa mayoría de protagonistas de anime de prácticamente cualquier género. Está bien que se muestren distintos tipos de personajes y que se pretenda (aunque sea sin lograrlo del todo) huir de los estereotipos más vistos. Sin embargo, eso no hace que Koshiro sea un personaje menos siniestro (más aún por el tema edad que por el parentesco, si bien esto apenas se tiene en cuenta y no parece suponer mucho impedimento, porque... Japón.) y, aunque esta serie pugne por ello, resulta muy difícil comprenderlo y empatizar con él.
Nanoka, por otra parte, presenta muy poco desarrollo, lo que no sería un problema si fuera un personaje, por así decirlo, pasivo desde el punto de vista narrativo, que está ahí sólo para convertirse en el interés de su hermano sin ser consciente de ello; pero es en cambio un personaje que toma parte activa en la trama, porque por algún motivo a ella también le atrae su hermano. Nos la presentan como una "esposa perfecta" que friega los platos mientras su amado holgazanea delante de la tele (efectivamente, escena que aparece tal cual), lo que unido a su ingenuidad (a veces directamente parece tonta), lo infantil que es (con osito de peluche y todo) y lo incomprensible de su obsesión con su hermano, la hacen un personaje sumamente aburrido; y dejar sin definir su personalidad, por mucho que la historia esté desde la perspectiva de Koshiro, es un tremendo error.
Por lo demás, no hay muchos personajes destacables: las amigas de Nanoka y otros compañeros de instituto aparecen poco, Chidori, compañera de trabajo de Koshiro, tiene alguna escena memorable hacia el final de la serie, porque parece el único personaje algo sensato (quizá el mejor de la serie, porque es el único con cierta importancia que no da vergüenza ajena) y, aunque todo lo que dice es bastante obvio, alguien tenía que decirlo. Por otra parte, la presencia de los padres es poco menos que anecdótica (prácticamente no intervienen significativamente en la trama y no se llegan a enterar de lo que pasa ente sus hijos).
Sólo hay una excepción, no porque sea un personaje importante en sí (que no lo es en absoluto), sino porque destaca demasiado y no para bien: Odagiri. Dicho energúmeno es otro de los compañeros de trabajo de Koshiro, un sujeto completamente odioso que se jacta de ser un pedófilo que fantasea con tener una hermana pequeña, lo que incomprensiblemente se emplea de forma humorística. Un ejemplo de sus intervenciones es cuando obsserva la foto de una chica, pero pierde el interés al descubrir que tiene 20 años (sí, ese es el nivel de "comedia"). Poner semejante alivio cómico en una historia que toca estos temas es una de las peores ocurrencias que pudo tener Motoi Yoshida (autor del manga), especialmente cuando Koi Kaze parece tener un objetivo tan claro y un tono tan definido. Es como hacer chistes sobre el holocausto en La Lista de Schindler.
(Continúa sin spoilers)
Todo comienza con Koshiro, un tipo apático de 27 años que acaba de ser dejado por su novia. Ese mismo día se encuentra con Nanoka, una adolescente de 15 años que le resulta atractiva. Pronto descubre que es su hermana, a la que no ve desde que era un bebé y que va a mudarse con él y su padre porque la casa en la que viven le pilla más cerca del instituto. Aquí ya empiezan las cosas raras: los padres están divorciados y Nanoka se quedó con su madre, mientras que Koshiro con el padre, pero ¿de verdad quieren hacernos creer que no se han visto en tantos años pese a no vivir muy lejos (literalmente a unas paradas de metro)? ¿Ninguno de los padres tenía el más mínimo interés en ver a su otro hijo? Y de ser así, ¿cómo es que Nanoka se va de repente a vivir con su padre? La única respuesta posible es "por conveniencia del guion", porque si no, no tendríamos historia.
La trama, en general bastante sencilla, es estirada durante 13 episodios, por lo que, sin duda, habría dado un resultado mucho mejor como una película de un par de horas, pues abundan los tiempos muertos que frenan la progresión de la historia. No es, sin embargo, algo necesariamente negativo puesto que ha sido realizado de forma deliberada y un ritmo narrativo pausado, junto a la estética y la música, sirve para dotar de cierta sensibilidad a esta historia (intentarlo al menos, porque rara vez se consigue), pero muchas veces resulta excesivamente lento.
Como he dicho, Koi Kaze pretende tocar el tema del incesto de una forma seria y realista, lo que queda desvirtuado por la presencia de situaciones estúpidas que caen en la parodia involuntaria por lo usadas y repetidas que están en el anime (especialmente en series muy diferentes a esta, tipo comedias románticas y momentos de fanservice), como cuando un personaje cae sobre otro para forzar un momento de contacto físico, o clichés sensibleros como cuando la chica (casi siempre) le regala a quien le gusta una prenda tejida por ella o le prepara un bento. Es difícil pasar por alto estos detalles en una obra de estas características, pues le restan toda verosimilitud (en serio, ¿alguien alguna vez se ha caído "casualmente" sobre la persona que le gusta al abrir una puerta?) y al final la convierten en otro anime que parece una fantasía lolicon (adulto perdedor enamora sin pretenderlo a adolescente aniñada y complaciente).
Los personajes son otro punto débil de Koi Kaze, y eso es especialmente preocupante en una serie en la que los personajes y las relaciones entre ellos son todo. Koshiro se distancia bastante de, bueno, la inmensa mayoría de protagonistas de anime de prácticamente cualquier género. Está bien que se muestren distintos tipos de personajes y que se pretenda (aunque sea sin lograrlo del todo) huir de los estereotipos más vistos. Sin embargo, eso no hace que Koshiro sea un personaje menos siniestro (más aún por el tema edad que por el parentesco, si bien esto apenas se tiene en cuenta y no parece suponer mucho impedimento, porque... Japón.) y, aunque esta serie pugne por ello, resulta muy difícil comprenderlo y empatizar con él.
Nanoka, por otra parte, presenta muy poco desarrollo, lo que no sería un problema si fuera un personaje, por así decirlo, pasivo desde el punto de vista narrativo, que está ahí sólo para convertirse en el interés de su hermano sin ser consciente de ello; pero es en cambio un personaje que toma parte activa en la trama, porque por algún motivo a ella también le atrae su hermano. Nos la presentan como una "esposa perfecta" que friega los platos mientras su amado holgazanea delante de la tele (efectivamente, escena que aparece tal cual), lo que unido a su ingenuidad (a veces directamente parece tonta), lo infantil que es (con osito de peluche y todo) y lo incomprensible de su obsesión con su hermano, la hacen un personaje sumamente aburrido; y dejar sin definir su personalidad, por mucho que la historia esté desde la perspectiva de Koshiro, es un tremendo error.
Por lo demás, no hay muchos personajes destacables: las amigas de Nanoka y otros compañeros de instituto aparecen poco, Chidori, compañera de trabajo de Koshiro, tiene alguna escena memorable hacia el final de la serie, porque parece el único personaje algo sensato (quizá el mejor de la serie, porque es el único con cierta importancia que no da vergüenza ajena) y, aunque todo lo que dice es bastante obvio, alguien tenía que decirlo. Por otra parte, la presencia de los padres es poco menos que anecdótica (prácticamente no intervienen significativamente en la trama y no se llegan a enterar de lo que pasa ente sus hijos).
Sólo hay una excepción, no porque sea un personaje importante en sí (que no lo es en absoluto), sino porque destaca demasiado y no para bien: Odagiri. Dicho energúmeno es otro de los compañeros de trabajo de Koshiro, un sujeto completamente odioso que se jacta de ser un pedófilo que fantasea con tener una hermana pequeña, lo que incomprensiblemente se emplea de forma humorística. Un ejemplo de sus intervenciones es cuando obsserva la foto de una chica, pero pierde el interés al descubrir que tiene 20 años (sí, ese es el nivel de "comedia"). Poner semejante alivio cómico en una historia que toca estos temas es una de las peores ocurrencias que pudo tener Motoi Yoshida (autor del manga), especialmente cuando Koi Kaze parece tener un objetivo tan claro y un tono tan definido. Es como hacer chistes sobre el holocausto en La Lista de Schindler.
(Continúa sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por otra parte, la estética de Koi Kaze es agradable, aunque los diseños de los personajes son también bastante típicos: Nanoka es pequeñita, bonita y de aspecto frágil, diseñada para ser exhibida como alguien a proteger; mientras que Koshiro es enorme (por mucho que sus padres sean de talla exigua) para darle una apariencia de protector y eso, aunque su aura de perdedor le da cierto aire de torpe y bobalicón que probablemente haya sido intencionado. Y, para ser un seinen, resulta algo pobre en cuanto al uso de simbología (un recurso muy frecuente en el anime, incluso en series tan mainstream como Naruto). Un ejemplo son las naranjas del episodio 12 que aparecen durante tanto tiempo en pantalla (como diciendo "¿lo pillas, no?") que llega a hacerse ridículo. Las metáforas más elaboradas son las que, en el último episodio, nos sugieren cómo puede acabar todo tras el final de la serie (que es algo abierto), y tampoco son gran cosa.
Como he comentado, Koi Kaze se esfuerza en ser bella y emotiva, y en hacer alarde de una delicadeza que pocas veces alcanza. Durante buena parte de la serie, las escenas que se enfocan más descaradamente en ese sentido muchas veces quedan deslucidas por el hecho de que Nanoka es completamente boba y dependiente, y a Koshiro lo vemos en situaciones un tanto turbias (el momento masturbación es bastante patético, aunque se entiende en cuanto a que se intenta mostrar todos los aspectos de su personalidad). Pero Koi Kaze no siempre trata de agradar (precisamente el momento masturbación rancia es anticipo de ello) y hacia el final, cuando se atreve a cruzar la línea, consigue impactar algo. Es decir, el tono sensiblero suele quedar forzado y aún ridículo, pero cuando se trata de generar incomodidad (suponiendo que sea intencional), este anime da en el clavo (como el final del episodio 12 o la escena de los álbumes de fotos del 13, precisamente tras lo ocurrido en el anterior).
Por último, sólo me resta advertir que después del ending, en todos los capítulos salvo el último, aguarda un bochornoso omake que no sólo no aporta nada, sino que dificulta (todavía más) que este anime pueda tomarse en serio. Es como si no importara de lo que haya tratado el episodio, al final nos dan una bofetada.
Resumiendo, Koi Kaze es sólo una historia de amor más, lenta, poco interesante y con situaciones vistas mil veces, con la única rareza (en el anime, no tan rara) del factor incesto (y el hecho de que ella es una cría, algo que se pasa casi completamente por alto). Tiene alguna escena rescatable, algún momento destacable, pero también hay mucho elemento sobrante, empezando por un supuesto alivio cómico que no tiene ninguna gracia y destroza el tono de la serie cada vez que aparece. Los clichés románticos y el escaso desarrollo de Nanoka le restan interés y no ayudan a que resulte una historia adulta o verosímil. Además, el hecho de que ella sea tan joven distrae del hecho de que son hermanos. El dibujo y la animación son correctos, pero poco destacables, y la música funciona, con algunas piezas a piano que ayudan bastante, pero no basta para levantar el conjunto. Por todo ello considero que aunque la idea era buena, el resultado no lo es en absoluto, y una premisa interesante queda diluida en anime anodino y prescindible.
Aspectos positivos: Estética y música acertadas. El intento de acercarse a un tema tan polémico (y a menudo tabú) de una forma sobria y atreviéndose a mostrar tanto.
Aspectos negativos: La diferencia de edad entre Koshiro y Nanoka desvía el foco del incesto (de lo que trata la serie) a la pederastia (asunto que no toca seriamente). El uso de clichés y recursos gastados. Los personajes principales son algo flojos, especialmente Nanoka. El insoportable personaje pedófilo que sirve de (mal) alivio cómico y el lamentable efecto como de burla que se crea cada vez que aparece. Los innecesarios y contraproducentes omake.
Puntuación: 4.75
Como he comentado, Koi Kaze se esfuerza en ser bella y emotiva, y en hacer alarde de una delicadeza que pocas veces alcanza. Durante buena parte de la serie, las escenas que se enfocan más descaradamente en ese sentido muchas veces quedan deslucidas por el hecho de que Nanoka es completamente boba y dependiente, y a Koshiro lo vemos en situaciones un tanto turbias (el momento masturbación es bastante patético, aunque se entiende en cuanto a que se intenta mostrar todos los aspectos de su personalidad). Pero Koi Kaze no siempre trata de agradar (precisamente el momento masturbación rancia es anticipo de ello) y hacia el final, cuando se atreve a cruzar la línea, consigue impactar algo. Es decir, el tono sensiblero suele quedar forzado y aún ridículo, pero cuando se trata de generar incomodidad (suponiendo que sea intencional), este anime da en el clavo (como el final del episodio 12 o la escena de los álbumes de fotos del 13, precisamente tras lo ocurrido en el anterior).
Por último, sólo me resta advertir que después del ending, en todos los capítulos salvo el último, aguarda un bochornoso omake que no sólo no aporta nada, sino que dificulta (todavía más) que este anime pueda tomarse en serio. Es como si no importara de lo que haya tratado el episodio, al final nos dan una bofetada.
Resumiendo, Koi Kaze es sólo una historia de amor más, lenta, poco interesante y con situaciones vistas mil veces, con la única rareza (en el anime, no tan rara) del factor incesto (y el hecho de que ella es una cría, algo que se pasa casi completamente por alto). Tiene alguna escena rescatable, algún momento destacable, pero también hay mucho elemento sobrante, empezando por un supuesto alivio cómico que no tiene ninguna gracia y destroza el tono de la serie cada vez que aparece. Los clichés románticos y el escaso desarrollo de Nanoka le restan interés y no ayudan a que resulte una historia adulta o verosímil. Además, el hecho de que ella sea tan joven distrae del hecho de que son hermanos. El dibujo y la animación son correctos, pero poco destacables, y la música funciona, con algunas piezas a piano que ayudan bastante, pero no basta para levantar el conjunto. Por todo ello considero que aunque la idea era buena, el resultado no lo es en absoluto, y una premisa interesante queda diluida en anime anodino y prescindible.
Aspectos positivos: Estética y música acertadas. El intento de acercarse a un tema tan polémico (y a menudo tabú) de una forma sobria y atreviéndose a mostrar tanto.
Aspectos negativos: La diferencia de edad entre Koshiro y Nanoka desvía el foco del incesto (de lo que trata la serie) a la pederastia (asunto que no toca seriamente). El uso de clichés y recursos gastados. Los personajes principales son algo flojos, especialmente Nanoka. El insoportable personaje pedófilo que sirve de (mal) alivio cómico y el lamentable efecto como de burla que se crea cada vez que aparece. Los innecesarios y contraproducentes omake.
Puntuación: 4.75
CortometrajeAnimación

5,5
2.147
7
7 de junio de 2016
7 de junio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jennifer Lee y Chis Buck junto a su equipo vuelven en la segunda entrega de la serie Frozen, esta vez en forma de corto; y eso es algo que tengo muy en cuenta a la hora de valorarlo, porque no se le puede exigir una gran complejidad argumental a una producción que no dura ni 8 minutos, créditos incluidos.
El planteamiento es simple: es el cumpleaños de Anna y, aunque su hermana ha planeado hasta el último detalle, los poderes de Elsa amenazan con arruinar el día. Eso es todo. Siete minutos y medio tampoco dan para más.
No hay presentación de los personajes porque se da por sentado que ya son suficientemente conocidos. La trama se centra en las dos hermanas, aunque no deja de lado al resto del grupo (hasta el carismático Oaken hace una breve pero memorable aparición), y en seguida deviene un número musical que ocupa casi todo el corto: "Making Today a Perfect Day" (también obra de Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez) es una canción con todo el encanto de Frozen, aunque en ningún momento iguala a los grandes números de la película.
Según los directores, Frozen Fever va dirigido a los seguidores de Frozen y eso es cierto con todo lo que implica. Completamente saturado de referencias a la película, incluso con pequeños detalles que sólo los más duchos en este mundillo percibirán, como la inclusión de los primeros compases de la canción "Life's Too Short" (la más popular de entre la media docena de canciones de Frozen que fueron descartadas), este corto satisfará a su público objetivo, pero ni de lejos va a convencer a quienes ya les desagradara la película que lo precede.
Efectivamente, estamos ante un corto simpático que constituye un buen epílogo para la cinta previa y que, sin duda, contentará a todo fan de Frozen, tenga la edad que tenga.
Aspectos positivos: Mantiene el nivel de dibujo y animación de Frozen, conserva ese espíritu de cuento musical y centra todo el protagonismo en Elsa y Anna.
Aspectos negativos: Muy breve. Y, como la propia película, la absurda y desproporcionada cantidad de merchandising que se ha generado alrededor, aunque, sea algo ajeno al corto y a la película en sí.
Puntuación: 7
El planteamiento es simple: es el cumpleaños de Anna y, aunque su hermana ha planeado hasta el último detalle, los poderes de Elsa amenazan con arruinar el día. Eso es todo. Siete minutos y medio tampoco dan para más.
No hay presentación de los personajes porque se da por sentado que ya son suficientemente conocidos. La trama se centra en las dos hermanas, aunque no deja de lado al resto del grupo (hasta el carismático Oaken hace una breve pero memorable aparición), y en seguida deviene un número musical que ocupa casi todo el corto: "Making Today a Perfect Day" (también obra de Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez) es una canción con todo el encanto de Frozen, aunque en ningún momento iguala a los grandes números de la película.
Según los directores, Frozen Fever va dirigido a los seguidores de Frozen y eso es cierto con todo lo que implica. Completamente saturado de referencias a la película, incluso con pequeños detalles que sólo los más duchos en este mundillo percibirán, como la inclusión de los primeros compases de la canción "Life's Too Short" (la más popular de entre la media docena de canciones de Frozen que fueron descartadas), este corto satisfará a su público objetivo, pero ni de lejos va a convencer a quienes ya les desagradara la película que lo precede.
Efectivamente, estamos ante un corto simpático que constituye un buen epílogo para la cinta previa y que, sin duda, contentará a todo fan de Frozen, tenga la edad que tenga.
Aspectos positivos: Mantiene el nivel de dibujo y animación de Frozen, conserva ese espíritu de cuento musical y centra todo el protagonismo en Elsa y Anna.
Aspectos negativos: Muy breve. Y, como la propia película, la absurda y desproporcionada cantidad de merchandising que se ha generado alrededor, aunque, sea algo ajeno al corto y a la película en sí.
Puntuación: 7

5,8
9.410
6
31 de julio de 2024
31 de julio de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientemente me reencontré por Disney+ con este Clásico Disney que no había visto desde los tiempos del VHS. La verdad es que la recordaba mejor.
Dinosaurio es el 39º Clásico Disney (esa colección de películas sin relación entre sí, salvo unas pocas excepciones en forma de secuelas de otros Clásicos, que Walt Disney Animation Studios reúne bajo esta marca diferenciándolas de otras producciones de The Walt Disney Company) estrenado en el año 2000 que, como gran novedad, combinaba entornos en imagen real (siendo una rareza entre los Clásicos Disney) con criaturas y otros elementos en CGI (tecnología que empezaba a ser frecuente por aquellos años), lo que serviría de anticipo y escuela para toda la interminable lista de remakes que llegarían años después.
Vaya por delante que Dinosaurio, como película, está bien: la historia es sencilla pero correcta, la fotografía y los paisajes logran secuencias espectaculares, pese a que al CGI se le notan los años no duele verlo, y la música de James Newton Howard supone un gran acompañamiento. Sin embargo, no todo destaca para bien, así que voy a ir desglosando algunos aspectos que deslucen mucho el resultado (por lo menos respecto a lo que podría haber sido).
A estas alturas, la premisa es sobradamente conocida: un grupo de dinosaurios trata de sobrevivir a su propia extinción. Sí, resulta sospechosamente parecida a la película animada En Busca del Valle Encantado/The Land Before Time estrenada 12 años antes, si bien la trama presenta las suficientes diferencias como para que no parezca una copia descarada (siendo que a esas alturas Disney ya tenía cierta fama de plagiar con películas que vendían como “originales”, como El Rey León o Atlantis), por lo que paso a comentar el argumento en más detalle, obviamente, sin meter spoilers.
La historia sigue a Aladar, el único Iguanodon superviviente de su nidada criado por una manada de lémures, quien tras el impacto de un asteroide deberá iniciar un viaje junto a su familia adoptiva en busca de algún lugar que siga siendo habitable (esto del evento cataclísmico y el éxodo posterior es algo que no solo comparten Dinosaurio y En Busca del Valle Encantado, sino que es común a muchas otras obras). En su aventura se unirán a otros dinosaurios que persiguen el mismo objetivo y deberán superar algunas adversidades como la falta de agua y los depredadores. Viaje aparte, Dinosaurio trata sobre un Iguanodon criado por una familia de lémures que tendrá que tratar después con los de su propia especie, si bien es algo a lo que se le podría haber sacado muchísimo más partido, por ejemplo, haciendo que hablaran idiomas diferentes, pero eso complicaría la trama y Dinosaurio va a lo fácil.
Los personajes en sí son un poco, bueno, meh. Pasables, predecibles, sin nada innovador ni original, pero funcionan en su historia. Aladar es el prota, los lémures su familia y su colega, tiene un rival, un interés romántico, etc. También hay un trío de sidekicks conformado por una Brachiosurus, una Styracosaurus y un Ankylosaurus que por el motivo que sea se decidió que fuera como un perrito y queda absurdo de narices (o sea, todos son dinosaurios pero uno es como la mascota del grupo).
Dejando a un lado la falta de originalidad, lo único reprochable de la trama es que, en varios momentos, Aladar toma decisiones terribles que le habrían causado serios problemas a él y a quienes le siguen si esto fuera una historia realista (tipo actuar de forma ilógica ante un contratiempo o resolver un problema de manera imposible), pero por la magia del guion no solo terminan siendo acertadas, sino que la película se esfuerza en hacer que Aladar quede bien (por ejemplo, volviendo al resto de personajes unos ineptos testarudos, cuando deberían tener más experiencia). Todo esto parece una chorrada, y al tratarse de una obra enfocada al público infantil seguramente lo sea, pero como sobreanalizar es divertido diré que enturbia un poco el mensaje de unión frente a las adversidades: al final Aladar toma una decisión random por su cuenta, todo sale bien por casualidad y a otra cosa.
Por otro lado, y es lo único realmente molesto del filme, no resulta exagerado afirmar que durante la mayor parte de su metraje Dinosaurio es una película visualmente fea, lo que resulta irónico pues también incluye algunas secuencias realmente bellas (por ejemplo, el prólogo rodado, entre otros espectaculares lugares, en el parque nacional de Canaima en Venezuela, famoso por la cascada más alta del mundo, el Salto Ángel, que aparece brevemente en dicha secuencia); pero es que no hay un término medio, cada escena, cada plano, o es precioso o es horrendo.
Gran parte del viaje transcurre por un desierto que aporta unos paisajes monótonos y aburridos. No parece un escenario postapocalíptico causado por el meteorito sino dunas y pedregales marrones, seguramente porque las limitaciones de la época harían sumamente costoso el recrear con efectos especiales las junglas arrasadas y quemadas (que solo vemos brevemente y queda perfecto) o incluso cráteres de impacto o volcanes reactivados (que estarían inspirados en las erupciones fisurales del Deccan), así que lo que tenemos durante media película son arena, pedruscos y poco más. No es algo terrible y, sin duda, a la mayor parte del público no le importará en absoluto, pero quería comentarlo.
Sin embargo, lo que sí afea la cinta (y mucho) es que está plagada de unos primeros planos espantosos, tanto de dinosaurios como de lémures, y en ninguno de los casos los diseños resultan agradables. Por el contrario, todos los bichos son horrorosos (salvo a los Carnotaurus que, sin ser muy exactos, molan bastante y algunas especies de nulo protagonismo como los Pachyrinosaurus) y gesticulan de forma extraña y exagerada en un intento de recrear expresiones humanas, todo ello sumado al hecho de que el CGI, bueno en su día, se ve anticuado.
(Continúa abajo sin spoilers)
Dinosaurio es el 39º Clásico Disney (esa colección de películas sin relación entre sí, salvo unas pocas excepciones en forma de secuelas de otros Clásicos, que Walt Disney Animation Studios reúne bajo esta marca diferenciándolas de otras producciones de The Walt Disney Company) estrenado en el año 2000 que, como gran novedad, combinaba entornos en imagen real (siendo una rareza entre los Clásicos Disney) con criaturas y otros elementos en CGI (tecnología que empezaba a ser frecuente por aquellos años), lo que serviría de anticipo y escuela para toda la interminable lista de remakes que llegarían años después.
Vaya por delante que Dinosaurio, como película, está bien: la historia es sencilla pero correcta, la fotografía y los paisajes logran secuencias espectaculares, pese a que al CGI se le notan los años no duele verlo, y la música de James Newton Howard supone un gran acompañamiento. Sin embargo, no todo destaca para bien, así que voy a ir desglosando algunos aspectos que deslucen mucho el resultado (por lo menos respecto a lo que podría haber sido).
A estas alturas, la premisa es sobradamente conocida: un grupo de dinosaurios trata de sobrevivir a su propia extinción. Sí, resulta sospechosamente parecida a la película animada En Busca del Valle Encantado/The Land Before Time estrenada 12 años antes, si bien la trama presenta las suficientes diferencias como para que no parezca una copia descarada (siendo que a esas alturas Disney ya tenía cierta fama de plagiar con películas que vendían como “originales”, como El Rey León o Atlantis), por lo que paso a comentar el argumento en más detalle, obviamente, sin meter spoilers.
La historia sigue a Aladar, el único Iguanodon superviviente de su nidada criado por una manada de lémures, quien tras el impacto de un asteroide deberá iniciar un viaje junto a su familia adoptiva en busca de algún lugar que siga siendo habitable (esto del evento cataclísmico y el éxodo posterior es algo que no solo comparten Dinosaurio y En Busca del Valle Encantado, sino que es común a muchas otras obras). En su aventura se unirán a otros dinosaurios que persiguen el mismo objetivo y deberán superar algunas adversidades como la falta de agua y los depredadores. Viaje aparte, Dinosaurio trata sobre un Iguanodon criado por una familia de lémures que tendrá que tratar después con los de su propia especie, si bien es algo a lo que se le podría haber sacado muchísimo más partido, por ejemplo, haciendo que hablaran idiomas diferentes, pero eso complicaría la trama y Dinosaurio va a lo fácil.
Los personajes en sí son un poco, bueno, meh. Pasables, predecibles, sin nada innovador ni original, pero funcionan en su historia. Aladar es el prota, los lémures su familia y su colega, tiene un rival, un interés romántico, etc. También hay un trío de sidekicks conformado por una Brachiosurus, una Styracosaurus y un Ankylosaurus que por el motivo que sea se decidió que fuera como un perrito y queda absurdo de narices (o sea, todos son dinosaurios pero uno es como la mascota del grupo).
Dejando a un lado la falta de originalidad, lo único reprochable de la trama es que, en varios momentos, Aladar toma decisiones terribles que le habrían causado serios problemas a él y a quienes le siguen si esto fuera una historia realista (tipo actuar de forma ilógica ante un contratiempo o resolver un problema de manera imposible), pero por la magia del guion no solo terminan siendo acertadas, sino que la película se esfuerza en hacer que Aladar quede bien (por ejemplo, volviendo al resto de personajes unos ineptos testarudos, cuando deberían tener más experiencia). Todo esto parece una chorrada, y al tratarse de una obra enfocada al público infantil seguramente lo sea, pero como sobreanalizar es divertido diré que enturbia un poco el mensaje de unión frente a las adversidades: al final Aladar toma una decisión random por su cuenta, todo sale bien por casualidad y a otra cosa.
Por otro lado, y es lo único realmente molesto del filme, no resulta exagerado afirmar que durante la mayor parte de su metraje Dinosaurio es una película visualmente fea, lo que resulta irónico pues también incluye algunas secuencias realmente bellas (por ejemplo, el prólogo rodado, entre otros espectaculares lugares, en el parque nacional de Canaima en Venezuela, famoso por la cascada más alta del mundo, el Salto Ángel, que aparece brevemente en dicha secuencia); pero es que no hay un término medio, cada escena, cada plano, o es precioso o es horrendo.
Gran parte del viaje transcurre por un desierto que aporta unos paisajes monótonos y aburridos. No parece un escenario postapocalíptico causado por el meteorito sino dunas y pedregales marrones, seguramente porque las limitaciones de la época harían sumamente costoso el recrear con efectos especiales las junglas arrasadas y quemadas (que solo vemos brevemente y queda perfecto) o incluso cráteres de impacto o volcanes reactivados (que estarían inspirados en las erupciones fisurales del Deccan), así que lo que tenemos durante media película son arena, pedruscos y poco más. No es algo terrible y, sin duda, a la mayor parte del público no le importará en absoluto, pero quería comentarlo.
Sin embargo, lo que sí afea la cinta (y mucho) es que está plagada de unos primeros planos espantosos, tanto de dinosaurios como de lémures, y en ninguno de los casos los diseños resultan agradables. Por el contrario, todos los bichos son horrorosos (salvo a los Carnotaurus que, sin ser muy exactos, molan bastante y algunas especies de nulo protagonismo como los Pachyrinosaurus) y gesticulan de forma extraña y exagerada en un intento de recrear expresiones humanas, todo ello sumado al hecho de que el CGI, bueno en su día, se ve anticuado.
(Continúa abajo sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por citar un par de ejemplos, los Iguanodon presentan el rostro humanizado, con unos labios que les aportan cierto aire simiesco, mientras que los lémures directamente son terroríficos (no deja de ser irónico –y gracioso- que escogieran a estos primates que evolucionaron durante el Paleoceno en lugar de a mamíferos que realmente vivieron en el Cretácico, porque los responsables consideraron a estos como “horribles”). Además, al diseño de personajes hay que sumarle las expresiones grotescas que suelen hacer, casi siempre, en unos primerísimos primeros planos muy incómodos (en cierto punto de la película hay uno de estos cada pocos segundos), lo que resulta una decisión artística harto cuestionable que desmejora bastante el aspecto del filme. Sin duda, Dinosaurio es muchísimo más atractiva cuando muestra planos amplios.
Algo a destacar es que esta fue la película con mayor variedad de dinosaurios y demás paleofauna, con una veintena de especies (cifra superada por Jurassic World: Dominion 22 años después y, por cierto, un error intencionado común a ambas es el mezclar especies de distintas épocas y lugares). Aparte de las ya mencionadas, en la manada se pueden ver otros géneros (Struthiomimus, Microceratus, Parasaurolophus, Pachycephalosaurus…) que están un poco para hacer bulto y también aportar algo de diversidad, lo que se agradece. De “malos” menores hay un grupo de Velociraptor con un diseño que busca diferenciarse de los de Jurassic Park, aunque tampoco es correcto, y como amenaza principal está la pareja de Carnotaurus, que resultan realmente amenazadores, pues esa era la idea (literalmente, fueron escogidos por tener cuernos) aunque sacrificaran para ello la precisión científica (se aumentó su tamaño para hacerlos aún más grandes que Tyrannosaurus, siendo que Carnotaurus era más pequeño y mucho más grácil). Durante el prólogo aparecen otras muchas especies animales que no volvemos a ver en toda a película con un aspecto razonablemente bueno para la época: Nodosaurus, Geosternbergia y un cameo de la salamandra gigante Koolasuchus que poco antes había ganado cierta notoriedad gracias a la serie documental Caminando Entre Dinosaurios. También hay un par de Oviraptor representados (mal) sin plumas y robando huevos, pero el peor diseño con diferencia y que, sin embargo, ha pasado bastante desapercibido es el del Icarosaurus (un pequeño animalillo planeador del triásico, pariente de los lagartos, que aparece recreado como un camaleón con alas como de insecto; un completo espanto).
Sintetizando, estamos ante un filme de argumento sencillo, entretenido pese a su previsibilidad y con buen ritmo, además de un excelente acompañamiento musical. Sin embargo, visualmente presenta unos contrastes extremos, pues fue rodada en unos paisajes de gran belleza (aunque hay demasiado desierto en el segundo acto) pero con unos personajes que resultan más horrendos cuanto más humanizadas están sus caras que, encima, tienen la costumbre de lucir en unos primeros planos de pesadilla. Tampoco es una película que destaque por su precisión científica, ni lo pretende, aunque, visto lo que hay por ahí (ejem, 65), podría haber sido muchísimo peor.
Aspectos positivos: Pese a ser simple y poco novedosa, la trama está decente y no se resiente por mostrar incoherencias ni agujeros especialmente molestos y evidentes (dejando a un lado el enaltecimiento de Aladar y el rigor científico que obviamente jamás fue una prioridad). Aunque es una película infantil, no trata de forma condescendiente a su público. La banda sonora de James Newton Howard. Como apertura de película, el prólogo es magnífico prácticamente en todos los sentidos.
Aspectos negativos: Después del espléndido inicio, la película se vuelve visualmente monótona y está plagada de unos primeros planos horrorosos a los que nada ayuda el diseño de los animales, la forma exagerada en la que gesticulan, ni el hecho de que al CGI, bastante bueno en su día, se le noten mucho los años.
Puntuación: 5.5
Algo a destacar es que esta fue la película con mayor variedad de dinosaurios y demás paleofauna, con una veintena de especies (cifra superada por Jurassic World: Dominion 22 años después y, por cierto, un error intencionado común a ambas es el mezclar especies de distintas épocas y lugares). Aparte de las ya mencionadas, en la manada se pueden ver otros géneros (Struthiomimus, Microceratus, Parasaurolophus, Pachycephalosaurus…) que están un poco para hacer bulto y también aportar algo de diversidad, lo que se agradece. De “malos” menores hay un grupo de Velociraptor con un diseño que busca diferenciarse de los de Jurassic Park, aunque tampoco es correcto, y como amenaza principal está la pareja de Carnotaurus, que resultan realmente amenazadores, pues esa era la idea (literalmente, fueron escogidos por tener cuernos) aunque sacrificaran para ello la precisión científica (se aumentó su tamaño para hacerlos aún más grandes que Tyrannosaurus, siendo que Carnotaurus era más pequeño y mucho más grácil). Durante el prólogo aparecen otras muchas especies animales que no volvemos a ver en toda a película con un aspecto razonablemente bueno para la época: Nodosaurus, Geosternbergia y un cameo de la salamandra gigante Koolasuchus que poco antes había ganado cierta notoriedad gracias a la serie documental Caminando Entre Dinosaurios. También hay un par de Oviraptor representados (mal) sin plumas y robando huevos, pero el peor diseño con diferencia y que, sin embargo, ha pasado bastante desapercibido es el del Icarosaurus (un pequeño animalillo planeador del triásico, pariente de los lagartos, que aparece recreado como un camaleón con alas como de insecto; un completo espanto).
Sintetizando, estamos ante un filme de argumento sencillo, entretenido pese a su previsibilidad y con buen ritmo, además de un excelente acompañamiento musical. Sin embargo, visualmente presenta unos contrastes extremos, pues fue rodada en unos paisajes de gran belleza (aunque hay demasiado desierto en el segundo acto) pero con unos personajes que resultan más horrendos cuanto más humanizadas están sus caras que, encima, tienen la costumbre de lucir en unos primeros planos de pesadilla. Tampoco es una película que destaque por su precisión científica, ni lo pretende, aunque, visto lo que hay por ahí (ejem, 65), podría haber sido muchísimo peor.
Aspectos positivos: Pese a ser simple y poco novedosa, la trama está decente y no se resiente por mostrar incoherencias ni agujeros especialmente molestos y evidentes (dejando a un lado el enaltecimiento de Aladar y el rigor científico que obviamente jamás fue una prioridad). Aunque es una película infantil, no trata de forma condescendiente a su público. La banda sonora de James Newton Howard. Como apertura de película, el prólogo es magnífico prácticamente en todos los sentidos.
Aspectos negativos: Después del espléndido inicio, la película se vuelve visualmente monótona y está plagada de unos primeros planos horrorosos a los que nada ayuda el diseño de los animales, la forma exagerada en la que gesticulan, ni el hecho de que al CGI, bastante bueno en su día, se le noten mucho los años.
Puntuación: 5.5

5,7
93.946
3
10 de octubre de 2020
10 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera incursión en el género de catástrofes del director Michael Bay, el famoso nacionalista estadounidense entusiasta de las explosiones, de las banderas ondeando dramáticamente a la puesta de sol y de las mujeres florero; con guion de J. J. Abrams, conocido por ser el responsable de Star Wars Episodio IX. ¿El resultado? Pues baste decir que ni el título está bien puesto, porque Armagedón es un lugar (el monte Megido) nombrado en el Apocalipsis y no el día del "fin de todas las cosas" según la Biblia, como afirman en esta película. Y no me importa mucho que las referencias bíblicas sean erróneas, pero es que Bay no da una.
Aparte de entretener, lo mínimo que puede pedírsele a una película de ciencia ficción es que, en el probable caso de que emplee algún concepto o término científico, no insulte descaradamente a su público, más aún si basa en ello todo su argumento; y Armageddon parte de la premisa de cómo detener el impacto de un asteroide, lo que además de ser interesante puede dar un muy buen resultado (científico y cinematográfico) si se hace bien. Sin embargo, este filme es tan absurdo que a su lado Deep Impact parece un episodio de Cosmos. El astronauta Chris Hadfield definió la ciencia de Armageddon como "atrozmente mala", en una película tan terrible que resulta "trágicamente cómica". Creo que nadie lo ha expresado mejor.
En fin, una vez más, la Tierra está en peligro y sólo una panda de auténticos tipos duros de la América más profunda puede salvarla... haciendo explotar cosas. Todo comienza cuando medio planeta recibe el impacto de millares de meteoritos. Por supuesto, en pantalla sólo vemos el efecto de este bombardeo en Nueva York, porque, por lo visto, antes del 11-S molaba ver los rascacielos de Manhattan estallar y derrumbarse. El motivo es la aproximación de un gigantesco asteroide. O cometa, porque tiene cola. En realidad, de todos los pormenores de la película éste es el más insignificante, pues no son pocos los asteroides con actividad cometaria (los centauros, por ejemplo) y la frontera entre lo que es estrictamente un cometa y un asteroide es algo difusa. Por otra parte, lo de causar ese bombardeo de meteoritos por atravesar el cinturón de asteroides sí es un disparate y no será el último.
Resulta que el pedrusco espacial es del "tamaño de Texas", lo que significa más de 1200 km (se supone que) de diámetro (sensiblemente mayor que Ceres, Orco, Salacia e incluso Sedna, y comparable a Makemake, Haumea, Gonggong y Quaoar). Con semejante tamaño su propia gravedad le habría conferido una forma esférica, cosa que no ocurre porque Bay no sabe lo que es el equilibrio hidrostático. Además, nos dicen que si impactara en el Pacífico produciría un tsunami de 5 km de altura. En realidad, cayera donde cayera, atravesaría la litosfera y la ola sería de roca fundida y vaporizada.
El gobierno de Estados Unidos (según la filmografía de Bay, el único país civilizado del mundo y gran esperanza de la humanidad) recurre a la NASA (y de paso le recriminan que no haya detectado el asteroide antes, algo meritorio teniendo en cuenta que tiene el tamaño de un planeta enano) y esta a su vez acude a Bruce Willis versión perforador de pozos petroleros. Lo típico, vamos.
En menos de dos semanas, las buenas gentes de la NASA preparan al equipo de colegas de Willis (una panda de gañanes de los que exhiben con orgullo sus carnés de la NRA y harían a Trump presidente vitalicio del mundo) para una misión que en cualquier universo remotamente parecido al nuestro sería un suicidio. El plan consiste en mandar a este pintoresco grupo al asteroide/cometa/planemo/loquesea en dos transbordadores espaciales (que aún se usaban) llamados Libertad e Independencia, porque nombres como Challenger, Discovery o Endeavour deben ser demasiado sutiles para Bay. Bueno, supongo que tienen que reivindicar que son libres e independientes ante una roca gigante. Una vez allí, no tendrán más que perforar 800 pies (para el mundo bárbaro, unos 240 metros), es decir, apenas arañar un poco la cáscara del pedrusco, y colocar una bomba nuclear para reventarlo. O sea, que la explosión se producirá a más de 600 km del centro y esperan partirlo en dos perfectas mitades ferruginosas que deberían separarse a más de 1000 km/h para evitar la colisión con la Tierra. Ya.
Por lo demás, pues lo esperable: deflagraciones en ausencia de oxígeno, sonido en un medio (la heliosfera) insuficientemente denso como para propagarlo, transbordadores que maniobran como un caza... y la velocidad en todas las pantallas en millas por hora. A la mierda el Sistema Internacional, ¡qué son americanos, hostia!
Creo que ha quedado claro que Bay se caga en la ciencia, vomita sobre ella, y vuelve a cagarse después. Y aunque no lo parezca no soy de echar a la hoguera a ninguna película de ciencia ficción sólo por tomarse algunas licencias (o habría que quemarlas todas), pero esto es reescribir la realidad de la forma más peregrina (y conveniente). Sobre todo porque era tan sencillo como poner un asteroide más pequeño, no ridiculizar a los científicos y respetar algunos detalles básicos. El caso es que hubo por ahí un consultor técnico al que Bay decidió no hacer ningún caso (sí, eso ocurrió).
Además y casi peor, no puede decirse que el resto de los componentes de la película funcionen (al menos no lo suficiente como para tapar todas las estupideces). Como no podía ser de otra forma con este cineasta, el montaje es un puñetero caos y el ritmo es frenético, tanto que llega a cansar. Bay no para de cambiar de plano y de escena para evitar que alguien tenga un segundo para pararse a pensar en lo que está viendo. Y todas y cada una de las escenas tienen varios (muchos, de hecho) de los siguientes elementos: frase lapidaria, chiste, referencia, explosión, música épica. El resultado es que Armageddon parece más un tráiler muy largo que una verdadera película.
(Sigue con algún spoiler poco importante porque la trama es tan predecible como parece)
Aparte de entretener, lo mínimo que puede pedírsele a una película de ciencia ficción es que, en el probable caso de que emplee algún concepto o término científico, no insulte descaradamente a su público, más aún si basa en ello todo su argumento; y Armageddon parte de la premisa de cómo detener el impacto de un asteroide, lo que además de ser interesante puede dar un muy buen resultado (científico y cinematográfico) si se hace bien. Sin embargo, este filme es tan absurdo que a su lado Deep Impact parece un episodio de Cosmos. El astronauta Chris Hadfield definió la ciencia de Armageddon como "atrozmente mala", en una película tan terrible que resulta "trágicamente cómica". Creo que nadie lo ha expresado mejor.
En fin, una vez más, la Tierra está en peligro y sólo una panda de auténticos tipos duros de la América más profunda puede salvarla... haciendo explotar cosas. Todo comienza cuando medio planeta recibe el impacto de millares de meteoritos. Por supuesto, en pantalla sólo vemos el efecto de este bombardeo en Nueva York, porque, por lo visto, antes del 11-S molaba ver los rascacielos de Manhattan estallar y derrumbarse. El motivo es la aproximación de un gigantesco asteroide. O cometa, porque tiene cola. En realidad, de todos los pormenores de la película éste es el más insignificante, pues no son pocos los asteroides con actividad cometaria (los centauros, por ejemplo) y la frontera entre lo que es estrictamente un cometa y un asteroide es algo difusa. Por otra parte, lo de causar ese bombardeo de meteoritos por atravesar el cinturón de asteroides sí es un disparate y no será el último.
Resulta que el pedrusco espacial es del "tamaño de Texas", lo que significa más de 1200 km (se supone que) de diámetro (sensiblemente mayor que Ceres, Orco, Salacia e incluso Sedna, y comparable a Makemake, Haumea, Gonggong y Quaoar). Con semejante tamaño su propia gravedad le habría conferido una forma esférica, cosa que no ocurre porque Bay no sabe lo que es el equilibrio hidrostático. Además, nos dicen que si impactara en el Pacífico produciría un tsunami de 5 km de altura. En realidad, cayera donde cayera, atravesaría la litosfera y la ola sería de roca fundida y vaporizada.
El gobierno de Estados Unidos (según la filmografía de Bay, el único país civilizado del mundo y gran esperanza de la humanidad) recurre a la NASA (y de paso le recriminan que no haya detectado el asteroide antes, algo meritorio teniendo en cuenta que tiene el tamaño de un planeta enano) y esta a su vez acude a Bruce Willis versión perforador de pozos petroleros. Lo típico, vamos.
En menos de dos semanas, las buenas gentes de la NASA preparan al equipo de colegas de Willis (una panda de gañanes de los que exhiben con orgullo sus carnés de la NRA y harían a Trump presidente vitalicio del mundo) para una misión que en cualquier universo remotamente parecido al nuestro sería un suicidio. El plan consiste en mandar a este pintoresco grupo al asteroide/cometa/planemo/loquesea en dos transbordadores espaciales (que aún se usaban) llamados Libertad e Independencia, porque nombres como Challenger, Discovery o Endeavour deben ser demasiado sutiles para Bay. Bueno, supongo que tienen que reivindicar que son libres e independientes ante una roca gigante. Una vez allí, no tendrán más que perforar 800 pies (para el mundo bárbaro, unos 240 metros), es decir, apenas arañar un poco la cáscara del pedrusco, y colocar una bomba nuclear para reventarlo. O sea, que la explosión se producirá a más de 600 km del centro y esperan partirlo en dos perfectas mitades ferruginosas que deberían separarse a más de 1000 km/h para evitar la colisión con la Tierra. Ya.
Por lo demás, pues lo esperable: deflagraciones en ausencia de oxígeno, sonido en un medio (la heliosfera) insuficientemente denso como para propagarlo, transbordadores que maniobran como un caza... y la velocidad en todas las pantallas en millas por hora. A la mierda el Sistema Internacional, ¡qué son americanos, hostia!
Creo que ha quedado claro que Bay se caga en la ciencia, vomita sobre ella, y vuelve a cagarse después. Y aunque no lo parezca no soy de echar a la hoguera a ninguna película de ciencia ficción sólo por tomarse algunas licencias (o habría que quemarlas todas), pero esto es reescribir la realidad de la forma más peregrina (y conveniente). Sobre todo porque era tan sencillo como poner un asteroide más pequeño, no ridiculizar a los científicos y respetar algunos detalles básicos. El caso es que hubo por ahí un consultor técnico al que Bay decidió no hacer ningún caso (sí, eso ocurrió).
Además y casi peor, no puede decirse que el resto de los componentes de la película funcionen (al menos no lo suficiente como para tapar todas las estupideces). Como no podía ser de otra forma con este cineasta, el montaje es un puñetero caos y el ritmo es frenético, tanto que llega a cansar. Bay no para de cambiar de plano y de escena para evitar que alguien tenga un segundo para pararse a pensar en lo que está viendo. Y todas y cada una de las escenas tienen varios (muchos, de hecho) de los siguientes elementos: frase lapidaria, chiste, referencia, explosión, música épica. El resultado es que Armageddon parece más un tráiler muy largo que una verdadera película.
(Sigue con algún spoiler poco importante porque la trama es tan predecible como parece)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Exceptuando las escenas de destrucción, la primera mitad de la película se reduce a la surrealista situación de un hatajo de garrulos que aprovechan para extorsionar al gobierno pidiendo por anticipado un montón de privilegios para no dejar morir a todo el mundo (y nadie es capaz de contestarles "pues moriréis vosotros también, gilipollas"), interrumpida por escenas aleatorias en clubes de striptease o en ranchos al atardecer (muy inspirador todo). Mientras que la segunda consiste en el mismo grupo, pero haciendo el cafre por el espacio. Posteriormente se une a ellos el único tripulante de la MIR (edición especial giratoria) que, obviamente es un cosmonauta ruso, o lo que Bay entiende por un ruso: un desequilibrado que arregla las cosas a golpes. Su papel responde al del alivio cómico molesto porque, por lo visto, en el grupo de perforadores no había bastantes.
Como puede adivinarse, ningún personaje se salva de ser un estereotipo, pero chirría especialmente que todos los personajes femeninos o sean jóvenes atractivas (Liv Tyler y Jessica Steen) de las que los hombres se pasarán la película comentando lo buenas que están, o sean amas de casa que descargan su amargura con sus sufridos maridos que se refieren a ellas por títulos tan cariñosos como "cruel y detestable harpía"; y cuando parece que el nivel de misoginia no puede ir a más, uno de los perforadores le suelta a una trabajadora de la NASA que debería dedicarse al sado-maso.
Ciertamente, los diálogos no son ninguna maravilla, en buena medida por esos intentos de humor metidos a la fuerza, y prácticamente hasta que despegan hay una gilipollez a cada minuto por cortesía de los perforadores. Eso sí, hay un chiste bastante gracioso (seguramente el único de toda la película): el cameo del propio Bay como científico de la NASA. Diálogos aparte, la trama en general es flojilla, sin que ocurra nada que sorprenda en ningún momento, excepto el incoherente desarrollo de personajes, como que Bruce Willis irrumpa en la película disparando a Ben Affleck y luego sean tan amigos (obviamente sus respectivos personajes, cuyos nombres no recuerdo); aunque le reconozco el mérito al equipo de guionistas de haber inventado el Willis ex machina: literalmente, pasan cosas porque Bruce Willis quiere, "porque si no, la hemos cagado". Pues vale.
En un desesperado intento de crear algún suspense, tenemos un último giro innecesario (por lo previsible de su resolución) referente a la bomba que los lleva a tener que cortar un cable en un dilema nivel Matrix: "¿Rojo o azul?" Claro, ¿por qué no? Llegados a ese punto habremos desconectado el córtex para evitar daños irreversibles. Y menos mal que las rocas gigantes del espacio (y la paciente humanidad) se esperan a que Bruce Willis termine de soltar su discurso. Sobredosis de sentimentalismo idiota, el mundo maravillado ante el heroísmo de USA y fin. Hemos sobrevivido a otra de Bay.
Resumiendo, Armageddon roza el completo desastre al tratarse de poco más que un tráiler estirado, vacuo, zafio y ruidoso, que supura americanismo y misoginia. Bay se luce durante 2 horas de explosiones, astropaletos, pseudoepicidad y frases ridículas en el que fue uno de sus primeros atentados audiovisuales y sentaría las bases del estilo de su cine (por llamarlo de alguna manera). A los fanáticos de la destrucción gratuita igual les entretiene, pero para el resto del público Armageddon tiene poco que ofrecer. Lo único salvable son los efectos visuales (decentes para 1998, aunque no han envejecido muy bien) y el trabajo de los actores y actrices que, a pesar de todo, no lo hacen mal.
Síntesis final "special Bay's edition":
Mola: Los símbolos de Estados Unidos, los discursos rimbombantes, los estereotipos, los tipos duros que hacen las cosas a su manera, las referencias bíblicas inoportunas, las tías buenas, el petróleo y las explosiones.
No mola: La ciencia, los planos de más de 3 segundos y las mujeres de más de 30 años.
Puntuación: ¡¡¡BOOM!!!
Como puede adivinarse, ningún personaje se salva de ser un estereotipo, pero chirría especialmente que todos los personajes femeninos o sean jóvenes atractivas (Liv Tyler y Jessica Steen) de las que los hombres se pasarán la película comentando lo buenas que están, o sean amas de casa que descargan su amargura con sus sufridos maridos que se refieren a ellas por títulos tan cariñosos como "cruel y detestable harpía"; y cuando parece que el nivel de misoginia no puede ir a más, uno de los perforadores le suelta a una trabajadora de la NASA que debería dedicarse al sado-maso.
Ciertamente, los diálogos no son ninguna maravilla, en buena medida por esos intentos de humor metidos a la fuerza, y prácticamente hasta que despegan hay una gilipollez a cada minuto por cortesía de los perforadores. Eso sí, hay un chiste bastante gracioso (seguramente el único de toda la película): el cameo del propio Bay como científico de la NASA. Diálogos aparte, la trama en general es flojilla, sin que ocurra nada que sorprenda en ningún momento, excepto el incoherente desarrollo de personajes, como que Bruce Willis irrumpa en la película disparando a Ben Affleck y luego sean tan amigos (obviamente sus respectivos personajes, cuyos nombres no recuerdo); aunque le reconozco el mérito al equipo de guionistas de haber inventado el Willis ex machina: literalmente, pasan cosas porque Bruce Willis quiere, "porque si no, la hemos cagado". Pues vale.
En un desesperado intento de crear algún suspense, tenemos un último giro innecesario (por lo previsible de su resolución) referente a la bomba que los lleva a tener que cortar un cable en un dilema nivel Matrix: "¿Rojo o azul?" Claro, ¿por qué no? Llegados a ese punto habremos desconectado el córtex para evitar daños irreversibles. Y menos mal que las rocas gigantes del espacio (y la paciente humanidad) se esperan a que Bruce Willis termine de soltar su discurso. Sobredosis de sentimentalismo idiota, el mundo maravillado ante el heroísmo de USA y fin. Hemos sobrevivido a otra de Bay.
Resumiendo, Armageddon roza el completo desastre al tratarse de poco más que un tráiler estirado, vacuo, zafio y ruidoso, que supura americanismo y misoginia. Bay se luce durante 2 horas de explosiones, astropaletos, pseudoepicidad y frases ridículas en el que fue uno de sus primeros atentados audiovisuales y sentaría las bases del estilo de su cine (por llamarlo de alguna manera). A los fanáticos de la destrucción gratuita igual les entretiene, pero para el resto del público Armageddon tiene poco que ofrecer. Lo único salvable son los efectos visuales (decentes para 1998, aunque no han envejecido muy bien) y el trabajo de los actores y actrices que, a pesar de todo, no lo hacen mal.
Síntesis final "special Bay's edition":
Mola: Los símbolos de Estados Unidos, los discursos rimbombantes, los estereotipos, los tipos duros que hacen las cosas a su manera, las referencias bíblicas inoportunas, las tías buenas, el petróleo y las explosiones.
No mola: La ciencia, los planos de más de 3 segundos y las mujeres de más de 30 años.
Puntuación: ¡¡¡BOOM!!!
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