Es evidente que esta película no tiene punto de comparación con la de Hooper. El espectador no puede concebirla como lo que no es, como lo que nunca pretendió ser, como lo que nunca podría ser: una continuación REAL de la película que en la década de los 70 impactó a todos con la introducción de quien para muchos fue el primer slasher de la historia del cine (Leatherface), con aquel ambiente lúgubre, con personajes no muy desarrollados pero sí lo suficientemente bien logrados para generar perturbación en unos casos y risa en otros. Nada de eso hay en esta cinta. Nada, literalmente. La película cumple su OBJETIVO con creces: DIVERTIR. Slasher típico, cine prácticamente de serie B pero con presupuesto, risas a causa de situaciones ridículas, mucho gore, violencia fácil y muchas escenas incluso desagradables. Es lo que hay. Es lo que Netflix ofrece y es lo que el espectador tiene que esperar. Algo sí que es distinto en esta película y es el trasfondo políticamente INcorrecto. Sí, leen bien, políticamente INcorrecto: algo poco usual en Netflix, pero que aquí se puede observar. Recomendada si quieren pasar un buen rato y nada más.

Decepcionante adaptación de una de las novelas más originales, atrevidas y magistralmente escritas de la historia mundial: El retrato de Dorian Gray. No sabemos cómo sería el excéntrico autor irlandés, siempre adelantado a su época, si se encontrara aún entre nosotros. No obstante, quienes admiramos la obra literaria de Oscar Wilde tenemos derecho a sospechar que este intento de adaptar su obra maestra le habría parecido digno de dedicarle una crítica feroz. Imagino a Wilde, con su pluma áspera, sus metáforas siempre oportunas, su estilo sarcástico y su enorme ingenio, escribiendo una reseña de semejante despropósito. Una película que no debes ver si amas la literatura en particular y el cine en general.