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Críticas ordenadas por utilidad
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8,2
149.862
9
7 de marzo de 2009
7 de marzo de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginen a Harry el sucio de mayor, ya retirado de la Policía (posiblemente expulsado) y viudo, con hijos de los que pasa tres kilos, con nietos que lo único que quieren es sacarle todo lo que puedan, cascarrabias como siempre, igual de duro que en sus años mozos, capaz de disparar a un chavalín que intentaba robarle el coche. Si Harry Callahan hubiera envejecido, se parecería muchísimo a Walt Kowalski, este veterano de la guerra de Corea que guarda con extremado celo un Gran Torino de 1972 en su garaje y protagonista de una cinta que vuelve a dejar al espectador con el cuerpo cortado.
Eastwood tiene una facilidad asombrosa para hacer que salga uno del cine con un escalofrío, para atrapar al espectador con la historia que te cuenta, ya sea del oeste, de astronautas, de boxeadoras o de madres a las que le han cambiado su hijo por otro. Quizás lo consiga porque hace un cine muy honesto, muy de verdad, muy cercano. Sin ser su mejor film, Gran Torino es una muy buena película porque afronta casi todos los temas del cine de Eastwood mirándolos a la cara con la misma sinceridad y decencia que lo hizo siempre.
En la relación entre Kowalski y sus vecinos hay lealtad, amistad, racismo, dignidad, violencia y, por supuesto, venganza. Harry el viejo ha dejado su San Franciso para quedarse en un barrio que empieza a ser controlado por bandas de chinos y mexicanos. Odia a sus vecinos amarillos, no soporta a sus hijos y menos a sus nietos y hasta se encara con el cura que dio el sermón en la muerte de su mujer. No desvelo nada porque esto ocurre en los primeros tres minutos. A partir de aquí, se entabla una más que curiosa relación entre Eastwood y sus vecinos chinos.
Eastwood tiene una facilidad asombrosa para hacer que salga uno del cine con un escalofrío, para atrapar al espectador con la historia que te cuenta, ya sea del oeste, de astronautas, de boxeadoras o de madres a las que le han cambiado su hijo por otro. Quizás lo consiga porque hace un cine muy honesto, muy de verdad, muy cercano. Sin ser su mejor film, Gran Torino es una muy buena película porque afronta casi todos los temas del cine de Eastwood mirándolos a la cara con la misma sinceridad y decencia que lo hizo siempre.
En la relación entre Kowalski y sus vecinos hay lealtad, amistad, racismo, dignidad, violencia y, por supuesto, venganza. Harry el viejo ha dejado su San Franciso para quedarse en un barrio que empieza a ser controlado por bandas de chinos y mexicanos. Odia a sus vecinos amarillos, no soporta a sus hijos y menos a sus nietos y hasta se encara con el cura que dio el sermón en la muerte de su mujer. No desvelo nada porque esto ocurre en los primeros tres minutos. A partir de aquí, se entabla una más que curiosa relación entre Eastwood y sus vecinos chinos.
15 de octubre de 2008
15 de octubre de 2008
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy capaz de juzgar esta película como si fuera otra cualquiera, no soy capaz de valorar si hay demasiado plano subjetivo y sobra desenfoque, no soy capaz de criticar si se abusa de los flashbacks y de los viajes mentales del protagonista. Ante todo, las películas tienen que contar historias y la planificación, la fotografía, el montaje y demás elementos narrativos deben estar al servicio de la historia que se quiera contar. Ocurre que en esta película la historia es tan poderosa que no hace falta mucho más para que emocione, conmueva y atrape al más duro.

7,3
24.421
6
8 de octubre de 2008
8 de octubre de 2008
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Erika es una profesora de piano arisca, distante, cortante, amargada, triste, controlada por su madre y con una vida completamente anodina. Tras esa fachada impasible se esconde una solterona que no encuentra a nadie que le profese un mínimo de cariño, que la hace ser autodestructiva y le confiere un concepto de la sexualidad absolutamente perverso. Realmente se trata de una persona enferma que siente placer autolesionándose y lesionando a otros.
La pianista es el vivo retrato del desequilibrio, de una persona aparentemente normal por fuera pero con un conflicto interior brutal. Es también una historia de amor imposible, una interpretación realmente magistral de Isabelle Hupert y un estudio más que interesante de las relaciones entre una hija y su madre y hasta qué punto esto puede influir decisivamente en la personalidad y el comportamiento de las personas. Aquí, por ejemplo, la hija escapa al control de la madre buscando consuelo en la pornografía o en unas prácticas sexuales masoquistas.
Hasta ahí todo bien. Para mí el lenguaje cinematográfico de Haneke lastra el desarrollo de la película, le corta el ritmo y la hace a veces soporífera. Esos planos larguísimos, esas secuencias enteras en las que los personajes se pasan más de un minuto mirando a alguna parte sin decir ni pío y sin hacer una mueca, van echándole el freno de mano a una cinta que se hace larga y a ratos aburrida. Será muy europeo, pero también muy pesado. En fin, es el estilo de este hombre y hay que respetarlo.
La pianista es el vivo retrato del desequilibrio, de una persona aparentemente normal por fuera pero con un conflicto interior brutal. Es también una historia de amor imposible, una interpretación realmente magistral de Isabelle Hupert y un estudio más que interesante de las relaciones entre una hija y su madre y hasta qué punto esto puede influir decisivamente en la personalidad y el comportamiento de las personas. Aquí, por ejemplo, la hija escapa al control de la madre buscando consuelo en la pornografía o en unas prácticas sexuales masoquistas.
Hasta ahí todo bien. Para mí el lenguaje cinematográfico de Haneke lastra el desarrollo de la película, le corta el ritmo y la hace a veces soporífera. Esos planos larguísimos, esas secuencias enteras en las que los personajes se pasan más de un minuto mirando a alguna parte sin decir ni pío y sin hacer una mueca, van echándole el freno de mano a una cinta que se hace larga y a ratos aburrida. Será muy europeo, pero también muy pesado. En fin, es el estilo de este hombre y hay que respetarlo.

6,4
22.194
6
13 de febrero de 2011
13 de febrero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los chicos están bien es una comedia independiente americana, muy en la línea de pelis como Juno o Pequeña Miss Sunshine, más creíble que la primera y menos divertida que la segunda, pero que quizás pretende ir algo más allá que estas dos y roza incluso la provocación hacia los más conservadores colocando en el centro del argumento a una pareja de lesbianas y sus dos hijos. Éstos se empeñan en conocer a su 'padre' y a partir de ahí la situación se enreda tanto que hace tambalear la estabilidad de esa atípica familia feliz.
La película es una defensa del matrimonio homosexual, que puede ser tan apasionante o tan caótico como el heterosexual. Es decir, aquí hay una pareja con sus amores, sus buenos momentos, sus crisis y sus peleas. Da igual que el matrimonio esté formado por dos mujeres de mediana edad que por un hombre y una mujer.
Los niños no están locos ni presentan taras ni están acomplejados por tener dos madres. Ni nadie los putea tampoco en el colegio ni en el instituto. Son casi tan maduros como sus madres y sus problemas son los de cualquier adolescente de su edad.
Por todo ello, y por un buen guión con sus buenos diálogos, Los chicos están bien supone un soplo de frescura. Es una peli divertida, amena, que por momentos puede resultar dramática. Es indie, sí, pero sigue siendo americana, por lo que contiene algunos trazos comunes con el cine comercial, sobre todo en determinadas situaciones amorosas y estudiantiles.
Eso sí, como dice Boyero en su crítica de El País, da gusto ver a dos estrellas al servicio de una historia, es decir, mostrando sus arrugas, sin maquillaje, repletas de naturalidad. Tampoco está mal Ruffalo, el donante de semen, un tipo atractivo para las lesbianas que hace temblar los cimientos de la familia.
La película es una defensa del matrimonio homosexual, que puede ser tan apasionante o tan caótico como el heterosexual. Es decir, aquí hay una pareja con sus amores, sus buenos momentos, sus crisis y sus peleas. Da igual que el matrimonio esté formado por dos mujeres de mediana edad que por un hombre y una mujer.
Los niños no están locos ni presentan taras ni están acomplejados por tener dos madres. Ni nadie los putea tampoco en el colegio ni en el instituto. Son casi tan maduros como sus madres y sus problemas son los de cualquier adolescente de su edad.
Por todo ello, y por un buen guión con sus buenos diálogos, Los chicos están bien supone un soplo de frescura. Es una peli divertida, amena, que por momentos puede resultar dramática. Es indie, sí, pero sigue siendo americana, por lo que contiene algunos trazos comunes con el cine comercial, sobre todo en determinadas situaciones amorosas y estudiantiles.
Eso sí, como dice Boyero en su crítica de El País, da gusto ver a dos estrellas al servicio de una historia, es decir, mostrando sus arrugas, sin maquillaje, repletas de naturalidad. Tampoco está mal Ruffalo, el donante de semen, un tipo atractivo para las lesbianas que hace temblar los cimientos de la familia.

7,7
123.051
8
6 de enero de 2010
6 de enero de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco puedo añadir yo, que he visto la película varios meses después de su estreno. Que el Tosar se sale haciendo de Malamadre, que hace que la película crezca y con él tanto la historia como el resto de personajes se vienen arriba, que es un monstruo de la interpretación y que estamos ante posiblemente el papel más complejo y redondo del cine español en los últimos años.
Resulta que este tipo, Malamadre, un asesino, tiene un código ético, tiene palabra, tiene más credibilidad que un grupo de altos funcionarios del Gobierno que vienen a negociar con él para poner fin a un motín. Malamadre es un delincuente, pero es un hombre íntegro. Y eso es lo que más me gusta de la película: que los buenos no son tan buenos y venden a su madre si hace falta y los malos son malos pero no tanto como para ser desleales. Algunos, también los hay, son tan malos que se venden por cualquier cosa.
Celda 211 tiene al espectador en vilo durante el tiempo que dura, que ni me molesté en mirarlo porque se me pasó realmente volando. Y todo ocurre básicamente en dos escenarios: la galeria de presos peligrosos en la que se ha desatado el motín y la sala de mando de la cárcel. Ahí se teje una historia que parte de un funcionario que se ha quedado encerrado y tiene que sobrevivir haciéndose pasar por preso y deriva en un retrato complejo de varios personajes que van evolucionando con la película.
Quizás tenga algunas partes de pasteleo en forma de flashbacks para rebajar un poco la tensión y quizás algún giro del guión sea efectista, pero ninguna de las dos circunstancias le hace flaquear. Incluso la presencia de etarras, con crítica incluida al Gobierno vasco, es bienvenida. Se le podrá criticar que los terroristas no comparten celda en la realidad y están mucho más protegidos, pero esto es sólo una película inspirada en una novela, y como tal hay que disfrutarla.
Resulta que este tipo, Malamadre, un asesino, tiene un código ético, tiene palabra, tiene más credibilidad que un grupo de altos funcionarios del Gobierno que vienen a negociar con él para poner fin a un motín. Malamadre es un delincuente, pero es un hombre íntegro. Y eso es lo que más me gusta de la película: que los buenos no son tan buenos y venden a su madre si hace falta y los malos son malos pero no tanto como para ser desleales. Algunos, también los hay, son tan malos que se venden por cualquier cosa.
Celda 211 tiene al espectador en vilo durante el tiempo que dura, que ni me molesté en mirarlo porque se me pasó realmente volando. Y todo ocurre básicamente en dos escenarios: la galeria de presos peligrosos en la que se ha desatado el motín y la sala de mando de la cárcel. Ahí se teje una historia que parte de un funcionario que se ha quedado encerrado y tiene que sobrevivir haciéndose pasar por preso y deriva en un retrato complejo de varios personajes que van evolucionando con la película.
Quizás tenga algunas partes de pasteleo en forma de flashbacks para rebajar un poco la tensión y quizás algún giro del guión sea efectista, pero ninguna de las dos circunstancias le hace flaquear. Incluso la presencia de etarras, con crítica incluida al Gobierno vasco, es bienvenida. Se le podrá criticar que los terroristas no comparten celda en la realidad y están mucho más protegidos, pero esto es sólo una película inspirada en una novela, y como tal hay que disfrutarla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para un final feliz, esperaremos el remake de Hollywood.
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