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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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23 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Con esta comedia mediocre que tanto se aleja de “Es por tu bien”, Carlos Therón director del film cae estrepitosamente. A pesar del elogio del público en relación a su recaudación en cines superando los 11 millones de euros. El éxito se repite con una nueva comedia macarra de trama cómica y simplona con una gran cantidad de guiños a “Breaking Bad” a la que tanto se parece en algunos aspectos.

Los actores se desenvuelven perfectamente, sobretodo el trio protagonista que juegan muy bien con su carrera cómica. No obstante, el regreso de Carlos Santos al mundo cinematográfico pasa medianamente desapercibido. Eso sí, vendernos a este trío cómo personas de 30 años cuesta bastante de digerir y echa para atrás desde el primer momento. Todo ello compensado por el conjunto secundario de Miren Ibarguren, Cristina Castaño y Amaia Salamanca que no decepciona. A Ibaguren la vemos en un papel poco visto para la actriz tanto como el de Ernesto Alterio que brilla con un papel tan desternillante nunca visto en su carrera.

El guion, como ya hemos dicho anteriormente es básico y busca la risa fácil, la cual consigue en muchos momentos. No tiene nada de especial, ni ningún momento reseñable aunque la fotografía consigue destacar junto con la colorimetría de la película. Forman un tándem perfecto, sobre todo en las escenas nocturnas donde reluce a toda costa. Gracias a estos aspectos, la película va ganando, evitando que se sea plana y cautivando al espectador. La música también está bastante conseguida y es que gran parte del éxito ha sido contratar a la cantante Lola Índigo la cual está en pleno auge, para ponerle ritmo.

El clímax es lo que más llama la atención ya que es lo que de verdad engancha al público (no hecho anteriormente). Lo malo que cuando lo consigue el film se acaba y deja con las ganas a los espectadores. Se resuelve de una manera muy cómica, un tanto inesperada pero nada antológica. “Lo dejo cuando quiera” falla más que acierta y es que no consigue que cobre verdadera personalidad.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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23 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Siete años después de su último film, Daniel Sánchez Arévalo estrena “Diecisiete”, propuesta que llega de la mano de Netflix. Es un regreso a los orígenes de su cine, donde priman la cercanía y la sencillez, tanto en la trama como en la puesta en escena. Siete años que le han servido para meditar y redireccionar su carrera, construyendo un relato a través de unos personajes cercanos, cotidianos y reales que logran impactar directamente en el corazón del público. Netflix sigue apostando por contenidos locales y posiblemente estemos ante uno de los mejores o imprescindibles estrenos de 2019.

El director, sabe conjugar todos los elementos, tanto en guion como en dirección, para crear una obra que interese y conmueva a partes iguales. Se aleja de los artificios con el fin de reflejar la pureza del amor entre dos hermanos que perfectamente podrían ser los nuestros. Es todo lo que le podemos pedir a una película que escapa del drama común, siendo divertida, interesante y reflexiva.

En relación a los actores, sólo podemos elogiar la acertada elección alejándose de las caras conocidas de nuestro cine como había hecho anteriormente. Cuenta con una química exquisita entre los hermanos protagonistas, dirigiendo a actores tan jóvenes como desconocidos. Ambos son, la base de la historia y su punto más fuerte. Por un lado, tenemos a Héctor, un personaje contenido, casi inexpresivo, con falta de comunicación y al que no tardaremos en vincular con un trastorno de asperger o similar. Por otro lado, tenemos a Ismael, el hermano mayor con problemas de alcoholismo y desesperado ante la incapacidad de no saber cómo ayudar a un hermano, ni siquiera a sí mismo. Este último, con bastantes posibilidades de alzarse con la estatuilla en los Premios Goya.

El resultado, es un conjunto de escenas tratadas con la naturalidad de la vida misma, haciéndonos partícipes de esa caravana con la que recorren sus sentimientos. Lo acompaña la banda sonora de Julio de la Rosa, suave y plácida para ser un compañero más en el camino, un elemento fundamental para que nos introduzcamos en esa atmósfera intimista de la que somos incapaces de apartar la vista.

“Diecisiete”, pese a no tener un argumento sorprendente, resulta entretenida e interesante por la cercanía que desprenden sus personajes y las situaciones que plantean. Es un film más que solvente, con toques conmovedores y humorísticos que culminarán en la sensibilidad del espectador.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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23 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Abrimos el 2020 con una de los logros cinematográficos más impresionantes de este año. “1917”, es el primer largometraje dirigido por Sam Mendes, desde que se alejó del universo de James Bond. Ha creado un drama de la Primera Guerra Mundial como nunca antes la habíamos visto, paralelamente horrible y hermoso. El director ha encontrado un enfoque original y diferente sobre un tema familiar, alejado de las películas “War Horse” o “All Quiet on the Western Front".

Los movimientos de la cámara son magistrales. La acertada elección de la toma única o plano secuencia, atraen la atención del público como si de un personaje más se tratase. Los horrores del campo de batalla son muy diferentes, y el movimiento aparentemente sin cortar es asombroso. Pese a ello, el ritmo resulta acelerado, relajándose cuando la ocasión lo requiere moviéndose en un espacio ininterrumpido. A su favor los impresionantes escenarios naturales convirtiéndose en un terrible viaje emprendido por dos niños. El diseño visual de Mendes se retiene meticulosamente y no te dejará despegar los ojos de la pantalla compartiendo su ansiedad y traspasando la frontera de la proeza técnica.

“1917” es la historia de una misión imposible llevada por dos actores con un arco muy distinto. Mckay es capaz de mostrar la perfección a través de la expresión corporal, desapareciendo los diálogos en beneficio de la acción. Por su parte, Chapman, interpreta a un personaje suave, intimidado por la misión y demasiado joven para ser alistado. Ambos van revelando continuamente información vital sobre los alrededores exponiéndose algo más allá de la misión.

Nominada a tres Globos de Oro, entre ellos a Mejor Película Dramática y con una narración asombrosamente audaz, se convierte en una grandiosa película con un peso emocional, una innovación técnica y unas imágenes que se grabarán en las retinas. Ofrece una visión diferente del conflicto y metiéndonos de lleno en sólo 120 minutos de metraje. Este film es un clásico de guerra moderno, en el que las náuseas y la euforia se compaginan con gran exquisitez consiguiendo un resultado más que notable.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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23 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Bloodshot aspira a igualarse al nivel de películas como Marvel o DC desde la primera elección que emprende el personaje. Tiene todos los protagonistas que necesitan para entrar de cabeza en el mundo Marvel aunque se queda muy a las puertas de conseguirlo. Las formas y los recursos de conseguirlo se alejan mucho de este mundo, acercándose más al mundo de la ciencia ficción con nanobots y poderes mágicos que no son reconocidos por parte del espectador.

Vin Diesel se mete en la ficción para dar vida al indestructible Ray Garrison, personaje con el que pierde todo ápice de realidad. Una idea interesante rodeada de grandes efectos visuales formados a través de realidad virtual. Los acontecimientos y experimentos que forman a este superhéroe funcionan a ratos y con cierta intensidad mediocre que tropieza en el mismo problema, la repetición constante de la trama. Bloodshot aprovecha bastante bien la búsqueda de identidad de Ray usándola como seña reconocible de esta propuesta y convirtiendo especial a un personaje tan excéntrico.

Las escenas de acción que encadenan los diferentes momentos del film provocan un montaje vertiginoso e incomprensible dando saltos temporales ilógicos en escenarios mil veces usados como son los almacenes, callejones, aparcamientos,… La variedad de escenarios y personajes hace que Bloodshot pierda espectacularidad respecto a otras películas del mismo género.

Lo que mejor funciona es el discurso final haciendo uso del clímax y transformando la idea del espectador sobre Ray buscando nuevos héroes para los nuevos tiempos que acontecen. El resultado final no es una adaptación revolucionaria ni relevante en el mundo de la ciencia ficción, aunque no me extrañaría que se abriera un nuevo punto de partida para el universo de Valiant, todo depende de la taquilla y de la productora.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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23 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Un grupo de adolescentes se atreve a explorar la casa encantada de Mill Valley y descubren en su interior un libro que resulta tener poderes sobrenaturales. De inmediato, el libro de la familia Bellows cambia sus destinos y las historias de terror de la joven Sarah empiezan a cobrar realidad. Ellos deberán resolver el misterio que rodea una serie de repentinas y macabras muertes que suceden en el pueblo.

Dirigida por André Øvredal, Historias de miedo para contar en la oscuridad pertenece al imaginario de su productor y autor del argumento: el meticuloso Guillermo del Toro. A pesar de estar apadrinada por una persona tan reconocida en el mundo audiovisual, la brillante dirección se sobrepone para deleitarnos con un malicioso género. Las escenas que componen el film transmiten una exquisita continuidad de cada una de ellas mezclada con unos grandes planos reveladores que cautivarán al espectador. Todo ello en detrimento de la empalagosa segunda parte.

La actriz Zoe Margaret Colletti y el actor Michael Garza llevan a cabo una interpretación anodina a la que le falta verdad desde su extraño primer encuentro. A pesar de ser los grandes protagonistas, no han conseguido congeniar mucho con sus personajes; en cierta medida por las inexplicables subtramas amorosas o prófugas. El resto del equipo actoral tampoco consigue relanzar las bajas de los protagonistas con interpretaciones mediocres pero mínimamente creíbles.

Lo que más impresiona de Historias de miedo para contar en la oscuridad junto a la magnífica dirección es la potente puesta en escena y la cuidada fotografía. La primera de ellas se ve reforzada por las diferentes localizaciones que recorre el film desde un inicio característico que muestra el gran equipo que hay detrás. Por su parte la fotografía combina muy bien el cambio de espacios así como los diferentes momentos del día e incluso del ritmo. Juega de manera correcta con los colores y los combina con una maravillosa composición.

La película no brilla ni por su guion ni por sus actores, es decir, la trama es demasiado lineal, predecible y cansada después de una primera parte muy llamativa e innovadora. A pesar de esto, el resto de elementos encajan tan bien que consigue convertir un film perdido en uno admirable técnicamente hablando. Historias de miedo para contar en la oscuridad mezcla aspectos únicos y aterradores que lo convierten en una película digna de ver.

CARLOS ANTOLÍN
Blog: TuCineCrítico
https://tucinecritico.blogspot.com/
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