Magnífico y a la vez pasional western, que nos muestra con un crudo realismo como los celos pueden llegar a consumir a una persona, hasta el punto de cometer la más atroz imprudencia.
Al frente del reparto, un Glenn Ford en sus años de esplendor cinematográfico encarna el papel de Jubal, un enigmático vaquero que sólo busca un trabajo con el que sobrevivir, congeniando pronto con su benefactor Ernest Borgnine, el propietario del rancho en el que trabaja, marido de una atractiva y maliciosa mujer, (Valerie French), que junto a un notable Rod Steiger, arrastrará a ambos hombres hacia una situación límite que pondrá a prueba la amistad mantenida hasta entonces.
Junto a ellos, completan el reparto la guapa Felicia Farr, un por entonces desconocido Charles Bronson, el eterno villano Jack Elam, y Noah Beery Jr, un rostro habitual en la pequeña pantalla, (Los casos de Rockford, Colombo).
Una película sólida y bien construida que merece la pena visionar.

Memorable y, en algunos aspectos autobiográfica película de acción/drama, donde Charles Bronson en la recta final de su carrera, (en cuanto a éxitos se refiere), interpreta a un rudo hombre al que la vida ha puesto en más de un apuro. Sólo su constancia y tenacidad le harán sobrevivir en un mundo despiadado y cruel, un mundo que no acepta a los débiles y sí a los luchadores.
Junto a Bronson, el desaparecido James Coburn y la también desaparecida Jill Ireland, quien fuera mujer del intérprete, conforman el elenco de una impactante y triste película.

Rutinario aunque efectivo western de finales de los sesenta, cuya mayor peculiaridad consiste en ver juntos, a dos titanes de la gran pantalla, el siempre omnipresente, (para el género del western), John Wayne, y el robusto y tenaz Kirk Douglas, en una aventura plagada de acción y múltiples sorpresas, en donde ambos intérpretes dan vida a dos bandidos sin demasiada fortuna en su "profesión".
Notable partitura de Dimitri Tiomkin, (Río Bravo, El póquer de la muerte), buena fotografía, interpretaciones correctas, y una solvente dirección del irregular Burt Kennedy, conforman este western, como uno de los mejores realizados en los últimos años sesenta.

Sí, reconozco que la película puede resultar infantil, (que lo es, aunque menos de lo que parece), facilona y algo absurda por momentos, pero mirandolo con ojos de niño, para mi resultó muy agradable a la vez que entrañable, puesto que además de ser una de las primeras películas que vi del genial John Candy, fue la primera vez que fui con mis padres a un autocine.
Pero lejos de ponerme sentimental, voy a romper una lanza en favor de la cinta, que además de ser una comedia, inculca valores tan universales como pueden ser la familia, y el amor hacia nuestros semejantes, además de mostrarnos a un personaje tan patoso y cachondo como el tío Buck, el mejor amigo que un niño quisiera tener en su infancia.
Agradable cinta que hará las delicias de los más pequeños sin duda alguna.

Nuevamente Andrew McLaglen, un irregular realizador que no pasará a la historia por sus grandes obras, pero al que, rompiendo una lanza a su favor, nos regaló películas notables y entretenidas como es este "Bandolero", con dos intérpretes tan diferentes, como entrañables.
Por un lado James Stewart, cuya personalidad más seria nos ofrece un personaje pícaro pero moderado, y por otro lado el "juerguista" Dean Martin, cuya interpretación de "pistolero saltatrenes", va muy acorde con su alocada personalidad.
Junto a ellos una escultural, (cuerpazo el de esta señora en aquellos años), Raquel Welch, quien pone la nota femenina en el reparto, y el siempre estimable y laborioso George Kennedy, aportan vigor e interés a un western pobre en ideas y contenido.
Los amantes del género quedarán algo decepcionados, pero la sola presencia de James Stewart disipará a buen seguro, esa decepción.