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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de enero de 2012
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez me convenzo más de que a los norteamericanos se les acabaron los guionistas y las ideas. Este filme francés es un ejemplo de resurgimiento del cine europeo en general. No tiene nada que envidiarle a los trhiller antiguos de los EE.UU, cuando todavía eran originales.
Muy buena dirección, excelentes efectos especiales, prolijísima edición y buenos actores, especialmente Roschdy Zem, que para mí logra un "malo" de antología, con códigos de lealtad y comprensión humana.
Es para verlo. Seguramente, como leí en otro comentario, va a ser objeto de un remake por parte de los estadounidenses, que arruinan todo el encanto de un éxito con sus copias y sus actores de madera (véase, si no, "Sin reservas" que tan bien interpretara Sergio Castellito en la versión alemana; "Criminal": esperpento de la "Nueve reinas" argentina; la película japonesa "Bailamos", luego arruinada por Jennifer López y Richard Gere, entre tantas otras)-
Véanla, vale la pena.
25 de junio de 2016 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Genial y agotadora?. ¿Esquisitez suprema?.¡Cómo juegan con nosotros los críticos profesionales, mostrándonos como verdaderos burros que no sabemos apreciar el séptimo arte!.
Son casi cinco horas de tedio, que por suerte pude superar retirándome una hora antes de su proyección.
Esta película se estrenó en mi país tardíamente (filmada en 2010). Ahora comprendo el por qué tardaron tanto en exhibirla. Es un confuso relato de amoríos en la clase aristocrática portuguesa con "misterios" que se van develando y que al hacerlo nada nos dicen. Una estática puesta en escena propia de una función teatral de aficionados, donde no pasa nada, sólo el tiempo (y malgastado). Con el respeto que me merece su director, que ya no puede defenderse, voy a concluir aquí mis comentarios: Uno no sabe nunca si se hizo en serio o se la filmó para ver cómo reaccionábamos quienes, supuestamente, no tenemos idea de lo que es cine verdadero.
1 de diciembre de 2013 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás el tema básico de la película pueda llevar equívocamente a la conclusión de que es intrascendente hasta su desenlace final.
Yo creo que no. Posee para mí una fuerza narrativa dentro de la lentitud del "aquí no pasa nada" aparente que sube en intensidad a medida que se desarrolla el metraje.
Uno ya percibe, ya avanzada la proyección, de que algo no está bien. Algo no está funcionando en esa pareja idílica del comienzo que decide compartir su vida matrimonial con un tercero, una especie de mecenas que les va a ir resolviendo todos los problemas materiales hasta que aparece lo que no puede variarse ni con todo el dinero del mundo: el hastío, la rutina, el sacrificio personal y todo lo que puede implicar, para muchas personas, llevar adelante su matrimonio en la vida real.
En esta espera de que algo ocurra, el espectador puede gozar (y lo remarco para los que priorizan el despeño actoral) de tres interpretaciones principales de lujo: Émilie Dequenne, una sonriente, linda y tierna novia que cualquiera desearía haber tenido y que va paulatinamente y sin tropiezos hacia un cambio de personalidad sorprendente, afectada por el enorme peso de la vida cotidiana; Tahar Rahim, un presunto "carilindo" que te demuestra con creces no ser un Ben Affleck, con una expresión facial poco frecuente en la generalidad de actores que no pueden superar con talento su estigmatización y encasillamiento de galanes (deténganse, por ejemplo, en su reacción ante el anuncio del cuarto hijo de su mujer) y un talentoso Niels Arestrup, cara conocida del cine francés, al que ya que está de más elogiar porque lo dice todo con su sola presencia.
El director Lafosse conduce todo con acabada solvencia, para darnos un producto que llama a ser visto más de una vez, luego de que uno se reponga del tocante final donde genialmente contrasta una situación límite y de sugerido horror con la inocencia de un dibujo animado de una televisión encendida. Creo que merece, en mi criterio, la nota que he elegido.
31 de marzo de 2025 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía escalofriado por el impacto de esta miniserie que podría constituirse en un antes y un después de un ignoto asunto al que generalmente casi todos eludimos por no llegar a descifrar su tremenda dimensión –incluso juristas, sociólogos, psicólogos y demás especímenes que pueden relacionarse con esta materia compleja materia tan difícil de mensurar para aportar verdaderas y sólidas soluciones a esta inquietante e indescifrable etapa de la vida humana- pienso que los responsables de esta producción han tenido el prioritario mérito de comenzar a clarificar esta compleja cuestión.

Percibo que arribo tarde para agregar estos comentarios, pues la obra, aún a relativamente poco tiempo de su estreno, continuó y aun continúa siendo objeto de diversísimas interpretaciones, pero que en su generalidad convergen en destacar su excelencia. Nada novedoso para agregar de mi parte, porque casi todo se ha dicho y desmenuzado.

Pero este fenómeno, pocas veces originado por un servicio de streaming, merece que se lo destaque por su infrecuente calidad y desde ya, con la nota máxima que es otorgada en raras ocasiones por parte de los exigentes críticos profesionales o improvisados, como es mi caso.

“Adolescencia” acarrea también el mérito de haber promovido intensos debates en otros escenarios ajenos a la cinematografía, entre ellos el que atañe a las ciencias jurídicas, para tratar desde este prisma la problemática que suscita el tratamiento de la adolescencia, especialmente el ámbito penal, donde tanta divergencia existe en los distintos regímenes legales de la minoridad en el mundo.

Allí a polémica radica esencialmente en cuál es la edad adecuada para que un adolescente responda por su responsabilidad en asuntos de índole criminal. No es discutible que el acusado del film es considerado legalmente ni más ni menos que un niño (para la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, de la cual el Reino Unido es signataria “…se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”. Sin embargo, el trato que se le brinda, desde que el sistema coercitivo policial inglés comienza a ejecutar los actos que le competen ante el grave suceso que se le imputa desde el inicio de la historia, es propio de los que se le aplican a un sospechoso etariamente mayor.

Mas no habré de ahondar en este aspecto que puede resultar fatigoso para los cinéfilos que acudimos a este sitio sólo apropiado para explayarse acerca o informarse de la opinión que merecen -conforme los gustos y muchas veces los conocimientos técnicos o artísticos que los aportantes a la página vuelcan en su contenido- las diversas producciones que siguen surgiendo (por fortuna) en la inagotable constelación del séptimo arte.

Volviendo ahora al impacto que ha producido esta verdadera genialidad cinematográfica en los espectadores, también puede endilgársele la motivación de un intenso debate en sus facetas vinculadas con la sociología, la psiquiatría, el psicoanálisis, la educación y principalmente, el desconocimiento que los adultos de estas épocas evidenciamos en cuanto a las características y esencia intrínseca de la adolescencia actual, portadoras de una complejidad que nos impide aproximarnos mínimamente a la comprensión de sus carencias espirituales, los padecimientos existenciales y la necesidad comunicacional de los más jóvenes, que por estas razones se encierran en un diálogo encriptado sólo conocido por ellos (verbigracia: el significado de “incel” aun cuando sea un término y hasta una cultura acuñada en la web hace casi treinta años, entre otros datos porcentuales develados por el hijo del principal detective), poniendo de resalto la ignorancia de nosotros, los “dinosaurios”, y que nos impide superar las barreras del aislamiento generacional. Todas estas deducciones no son tendentes, por supuesto, a justificar el aberrante feminicidio que comienza a investigarse desde el mismo inicio y que paradójicamente no resulta ser el enfoque central del excelso guion.

Este es el gran mérito que distingue a la obra y sus creadores: poner sobre el tapete un espinoso argumento con una maestría inusitada, es decir, “no esconderlo debajo de la alfombra”, vieja metáfora que inspira el título de esta nota. Los cuatro capítulos -que para el tradicional formato de las series habituales aparentan resultar escasos antes de ver esta joya son más que suficientes para explicitar el padecimiento de un núcleo familiar desorientado ante la tragedia inesperada que provoca un desgraciado vuelco en sus vidas y los obliga finalmente a una dolorosa aceptación y a un introspectivo autoexamen de sus roles como padres o hermanos. ¿Qué hemos hecho para fallar como tales? -se preguntan- y sólo acceden con el interrogante a un eco vacío e implacable: no hay respuesta para mitigar el dolor de la aceptación de una cruda realidad que marcará sus existencias de allí en más. Es un punto de vista raramente abordado en las historias clásicas de esta índole y que no impulsa a un impulsivo sentimiento de piedad por la familia devastada a raíz de las consecuencias sociales acarreadas por un acto aberrante de uno de sus miembros, que los habrán de alcanzar injustamente.

Sobre las características técnicas y artísticas de esta excelente producción, poco tengo para agregar, pues sería sobreabundante, a lo que viene destacando el universo de la crítica. Actuaciones insuperables que sólo permiten poner de relieve, para ejemplificar, la del mismo productor Stephen Graham y la revelación del joven Owen Cooper.
Grandes aplausos para el director Philip Barantini, quien supo narrar una historia universal en planos secuenciales que sorprenden y conmocionan. No es un film más, es un documento inédito y trascendente que seguramente se ha de transformar en instrumento educativo para los estudiosos de las diversas disciplinas sociales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-El tercer capítulo es apabullante. La entrevista entre el menor acusado y la psicóloga contiene un diálogo para repasar varias veces y unas actuaciones descollantes, especialmente la de Owen Cooper.
-El cuarto capítulo produce necesariamente una desazón espiritual. La última escena instrumentada por otro gran actor como Stephen Graham arropando en la cama de su hijo un oso de peluche, conmueve nuestras fibras más íntimas.
-En general, todo está armonizado y en las proporciones exactas. No sé que podrá verse en el futuro de similar temática con el mismo interés luego de esta lograda realización.
17 de febrero de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En verdad no me ha resultado fácil encarar este comentario. Es que el film promueve a cavilaciones por su inusitada originalidad y al dejarnos sencillamente impactados, resulta ardua su reseña . En principio, es admirable concluir en cómo, con un guión básico sobre un caso cotidiano, el director Chazelle se las ingenia -por cierto con gran talento- para irnos introduciendo en una historia al inicio engañosamente banal, irla tornando pausada y crecientemente apasionante y de este modo dejarnos en vilo hasta el último instante del metraje, merced a su calidad narrativa, maestría, marcación actoral y hasta -permítaseme la licencia quizás exagerada- una cierta dosis de suspenso.
Esta película intenta empalidecer en algún grado a otras que se postulan para la estatuilla (vgr. "Birdman", "La teoría del todo", por caso). No es que las desmerezca, porque también se trata de obras que habrán de dejar una huella para que la transiten los futuros realizadores, sino que ésta, con menores recursos (comparados con los despliegues económicos que deben haber demandado las anteriores) parece sobreponérseles.
Es posible que sin contar con la gigantesca actuación de J.K. Simmons,(aquel querible y comprensivo padre de "Juno") y por cierto, la del joven Miles Teller (aunque no haya sido nominado) quienes aportan una química actoral perfecta, el producto podría no haber sido tan espectacular como resultara. Pero es que, amén de estos ingredientes, no pueden soslayarse los de un guión adaptado de un cortometraje anterior que parece haber inspirado a esta nueva obra, el genial manejo de cámaras (obsérvense ciertas escenas de la orquesta en acción donde se percibe un duelo frenético entre el baterista y su director, realzado por un increíble sonido) y el intenso crescendo que llega a dejarnos casi sin aliento hacia un final antológico.
Aquí no se ha acudido a lugares comunes como el reencuentro reconciliatorio del "muchacho" con "la chica" ni al facilismo de una ovación consagratoria del público premiando previas humillaciones a la que es sometido el protagonista. No es así por cierto, y aquí radica el mérito de su originalidad. La inicial venganza del profesor Fletcher se va diluyendo ante el gran desafío del sumiso alumno, para converger en un grand finale apoteósico donde ambos se confunden en una simbiosis que nos explica el sentido de ciertos comportamientos humanos que hasta ese momento nos parecían reprochables. La obsesión del joven se funde con la tiranía y el aparente desprecio de su maestro, para arribar al cometido existencial de este último: descubrir al "Bird" que durante toda su vida profesional le fuera esquivo.
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