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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de octubre de 2007
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, sé que se titula así, el ultimátum, pero no me resigno. Desde que, allá por el año 2002, un barco sacase del agua el cuerpo de un tal Bourne, un tipo con una memoria en números rojos que intentaba, inmerso en una fuga continua descubrir su verdadera identidad, lo cierto es que en ninguna de las tres entregas me ha defraudado lo más mínimo. Y he de reconocer que después del Caso me acerqué al Mito 40% ilusionado pero 60% temeroso por la posibilidad de que la cagaran. No fue así. Ante el Ultimatum, mi porcentaje de temor rondaba ya el 80%...y de nuevo Paul Greengrass me ha hecho ver que cualquier temor era infundado. A partir de ahora, el único miedo que tengo es que no encuentren un modo de poner de nuevo a Jason Bourne a recorrer mundo en una cuarta historia.

¿No os pasa algunas veces que, viendo una película en casa, decidís levantaros del sillón para ir al cuarto de baño o preparar un café? ¿Le damos al Pause? Preguntan los acompañantes y, al menos yo, suelo contestar: No, seguid viéndola, yo la retomo cuando llegue, que ahora está en la fase lenta y seguro que no pasa nada interesante. Pues con esta película olvídate de esos dos minutos de tregua. Si te mueves te pierdes algo. Siempre hay descubrimientos, encuentros con otros personajes, pistas, órdenes y, como no, carreras tortazos y tiros.

En cuanto al argumento, pues no hay novedad, el personaje encarnado por Matt Damon sigue acercándose, sobreponiéndose a todas las adversidades que se le van planteando, a la verdad sobre quién es (por qué es capaz de dar los guantazos que da, por qué puede conducir un coche con la agresividad de Takuma Sato, y por qué es capaz de cruzar a pie una ciudad de lado a lado sin pisar ni una sola vez el suelo mientras esquiva 200 balas), por qué intentaron (y siguen intentando) matarlo y, en definitiva, quién está detrás de todo esto, quién le hace la vida imposible. En esta tercera entrega viajará desde Moscú hasta Nueva York, pasando por Londres, París, Madrid, y Marruecos (persecución esta última de las que hacen afición), hasta llegar a lo más alto de la conspiración en su contra.

Como ya he dicho, todas las de la saga me parecen buenas pero, el ultimátum quizás cuenta con una ventaja sobre las otras: aquí se acerca a los peces gordos, esos que movían los hilos desde la seguridad de sus despachos en las plantas altas de un edificio de máxima seguridad. Al igual que Uma Thurman en el segundo volumen de Kill Bill, en esta entrega Matt Damon pondrá en jaque a su Bill particular pero no lo hará solo, sino ayudado por una correcta Julia Stile, y una notable Joan Allen. El mejor del reparto para mí resulta David Strathairn, en ese papel de subdirector de la CIA.
14 de enero de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie necesitaba esta segunda parte, ni los que disfrutamos con la uno, ni el guión de la uno pedía una secuela, ni la propia Sharon Stone necesitaba como digo, destrozar el personaje que la encumbró.

Pero el caso es que aquí está, la segunda parte de instinto básico. La Stone en su papel de novelista se traslada a Londres donde se ve implicada junto a su psiquiatra (y otros personajes del entorno de éste) en una serie de asesinatos que, de algún modo parecen señalarle a ella como autora de los mismos.

Al igual que en la original, se pretende adornar la historia con esa personalidad misteriosa, cautivadora, sensual del personaje de la Stone. En la 1 le valió con cruzar las piernas y marcarse un baile erótico con otra tía. Aquí pierden los papeles. Como se trata de contar otra vez lo mismo lo único que se les ocurre es aumentar las dosis de todo por lo que pasan del erotismo y la insinuación de su predecesora a un sexo mucho más explícito y escenas que rozan la vulgaridad y el mal gusto (para una película como ésta que no es precisamente para verla a las tres de la mañana a escondidas), con diálogos de los que te hacen sonrojar si los escuchas delante de tus padres y como no, lucimiento carnal de la Stone que todo sea dicho, se mantiene bien, pero han pasado unos años y se dejan ver en los primeros planos.

Otro detalle… David Morrissey no es Michael Douglas, quiero decir, que en la uno había un pulso entre la Stone y el Douglas, un pulso igualado. En esta secuela la Stone campea a sus anchas frente a un Morrissey frágil, y poco contundente.

Con esta película no nos están vendiendo cine…pagamos lo que vale ver a Sharon Stone en bolas, y a ella no le pagaron por interpretar… le pagaron por salir en bolas. Si hay una tercera parte y siguen subiendo el tono es posible que tengamos que verla en cines un tanto especiales.
15 de octubre de 2007 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son las 7 a.m. La impresión es que ésta va a ser una mañana soleada y menos mal, 3 días, con sus noches, sin parar de llover. Mr. Boll, (debería plantearse buscar un pseudónimo para seguir firmando películas, si quiere que alguien las vea), se dispone a saborear una taza de ese café que ya hace unos minutos inunda con su agradable olor la estancia en la que se encuentra. Mientras de forma distraída piensa en rodar una “película”, “de vampiros”, abraza con las dos manos la taza, acercándola a la boca a la vez que acerca la boca a la taza –como si hubiesen concertado un encuentro en un punto equidistante entre las dos- y se dispone a dar el primer sorbo cuando…algo silba a su espalda y ahora…un crujir de huesos que sin entender el porqué, puede escucharlo y sentirlo al mismo tiempo. Varias gotas de sangre se precipitan a modo de meteoritos en medio del doble de café, corto de leche, sin azúcar, justo cuando llegaba a su destino. En agradecimiento a este repentino aporte de líquido extra en la taza, la misma responde despidiendo otras –de menor entidad- en sentido contrario que, en su mayoría le alcanza a los ojos los cuales, ya habían iniciado un involuntario cierre de párpados a la par que los dedos de sus manos se despiden de la taza que, con su desayuno aún dentro, inicia un corto viaje hacia su entrepierna.
Es entonces cuando intenta girar la cabeza hacia el lugar del que provino el silbido. Es raro…su cabeza pesa dos kilos más que hace un segundo y…¿quién es este tío?, se sorprende al ver a la Terminator 3 , moteada de rojo –como salpicada por un aspersor de ketchup- que, sin inmutarse le devuelve la mirada y a modo informativo, con el índice derecho, le señala al centro de su frente. A medida que converge la visión de sus ojos, intrigado por la indicación de la Loken, comienza a percatarse de algo que hasta ahora había pasado desapercibido para él … una columna metálica con base en su entrecejo se elevaba arriba unos quince centímetros, sobresaliendo, a su vez desde su hueso frontal hacia delante unos dos centímetros. Por adorno, ¡sangre! que, espesada por otra sustancia blanquecina que no acertó a identificar, ve ligeramente ralentizado su descenso hacia la nariz. ¿Qué es todo esto? La expresión de su cara cambia. Del semblante de sorpresa pasa, con la celeridad de un repostaje en formula 1, a una expresión de perplejidad absoluta. Lentamente, como si no estuviese seguro de querer hacerlo, dirige su mano derecha hacia el saliente acerado pasando la punta de los dedos por el mismo… desde abajo hacia arriba, ángulo recto, ahora hacia atrás, sigue siendo metálico, un poco más atrás…hasta palpar lo que adivina como un mango de madera. No cabe duda, ¡llevo un hacha clavada en la cabeza!. Nuevamente sus músculos faciales se organizan para dibujar ahora el más demacrado gesto de terror… ¿Por qué? Acierta a preguntar… De parte de Madsen, Kingsley, y Chaplin, para que no hagas Bloodrayne, le responde.
18 de septiembre de 2007 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente deliciosa o deliciosamente sencilla, me es indiferente.

Preciosa historia de amor entre un camarero-botones de un hotel de lujo y una bella y sofisticada mujer, especialista en conquistar el corazón de los hombres como medio para conquistar lo que realmente le importa…su cartera. La ocasión de coincidir los dos la proporciona, como no, un malentendido por el cuál Audrey Tautou confunde a Gad Elmaleh con un multimillonario. Para ella, en principio, es un lío más pero él se enamora hasta la médula de ella y hará lo impensable para conseguirla.

Comedia romántica, aunque en ocasiones produce algún que otro nudito en la garganta, con un desarrollo muy vivo, que no deja de sorprenderte a cada instante por las numerosas situaciones embarazosas en las que se ven inmersos en esta alocada conquista. Podéis recrearos viendo una Amélie capaz de ser la más dulce y encantadora, y a la vez la más fría y despiadada (incluso cruel) de las mujeres, y al último François Pignon, que a mí me da la sensación que, más allá del papel, se enamora de verdad, de lo contrario no me explico como puede transmitir tanto sentimiento en muchas de las escenas.

Cuando muchos intentan resolver amor + risa, suelen tener como resultado una película a ratos empalagosa y a ratos simpática. Pierre Salvadori ha sido capaz de realizar una brillante fusión de los dos sumandos, con propiedad conmutativa incluida. Por ponerle una pega… abusa un poco de los planos de Gad Elmaleh poniendo carita de pena.

Tendrás que verla para saber quién es más poderoso caballero, si el amor… o el dinero.
18 de diciembre de 2007 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cosa rapidita que ya hay mucho y bueno escrito sobre REC.

Buena película que cumple con creces. Dentro de un género tan trillado como este y con todo ya rodado Balaqueró y Plaza consiguen crear un ambiente irrespirable por momentos, con muchos sobresaltos. El comienzo te deja un poco perplejo, con Manuela Velasco, micro en mano, haciendo varias tomas al más puro estilo España Directo, inmersa en un rodaje de reality show sobre una agrupación de bomberos.

En una salida de la agrupación para atender un aviso, al llegar al domicilio de la afectada comienzan las sorpresas. Una locura total. Personas que se vuelven agresivas al máximo, cadáveres que se ponen en pie, todo inmerso en un aislamiento del exterior y vivido desde la perspectiva de dos reporteros cuya máxima es rodarlo todo hasta el final.

Grata sorpresa , Manuela Velasco, que con su interpretación reivindica un hueco en el cine, demostrando que puede infundir algo más que morbo, manteniendo el tipo en todo momento durante hora y cuarto.

Se hace cortita pero bueno, la historia dura lo que dura y no sobra un minuto, y a lo mejor tampoco necesitaba ninguno más. Es buena, sin volvernos locos en un encumbramiento que tampoco procede.

Ya era hora de que los virus y las mutaciones dejaran de ser patrimonio de Texas y Nuevo Méjico.
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