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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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27 de noviembre de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre lobo, uno de los monstruos clásicos más característicos de Universal, estaba pidiendo a gritos una actualización de su leyenda. Al igual que durante los noventa tanto Drácula de la mano de Coppola como Frankenstein por Kenneth Branagh habían sido revisados, -con mucho mejor tino en el primer caso, sea dicho de paso- Joe Johnston y la devoción de Benicio del Toro por el género, han permitido que la adaptación del mito licántropo pueda conmover y aterrar todo lo que, por desgracia, no permitían los recursos cinematográficos de los años 40.
Ver a día de hoy al bueno de Lon Chaney Jr. vagando por los bosques ataviado de hombre lobo es un ejercicio que puede disfrutarse más en una sesión de jerigonza y cachondeo general, en la que no desentonaría después agregar al Drácula de Tod Browning con ese paródico Bela Lugosi. Reconozcamos que la perspectiva del tiempo ha inmortalizado para siempre a monstruos con la conmoción emocional del Frankenstein interpretado por el colosal Boris Karloff, o su propia Momia, y no a otras criaturas con que compartieron estudio.


Posicionado el planteamiento del nuevo hombre lobo, la siguiente pregunta a hacerse no es otra que ¿era necesario este remake?
Pues sí y no. Me explico, en unos tiempos donde el continente es tan aparente y casi lo único en que fijan su atención las audiencias masa, el lavado de cara aportando terror de susto, exceso de vísceras y estrépito por todas partes, epatará al nuevo público, ese que se partiría el culo en dos viendo el clásico de Universal o El lobo humano de Stuart Walter. A ellos va dirigida fundamentalmente esta revisión. Ahora bien, una cuidada estética victoriana, unos decorados y exteriores envolventes junto a un empaque funesto, nos permitirá a otros tantos disfrutar de momentos puntuales a lo largo del irregular metraje.
Así, podemos hablar de dos películas dentro de una: la que narra el conflicto interior de Lawrence Talbot entre hombre y bestia, su desdichado romance y una despiadada relación paterno-filial entre el protagonista y su progenitor. Es esta propuesta gótica, desasosegante y trágica la que llega a atrapar.
La otra cara de la moneda la tenemos sobre todo reflejada en las escenas donde el hombre lobo entra en acción: ruidosas, reiterativas, sobadas, vacías…Rodadas con confusión, trazo grueso y esos cancerígenos planos súbitos concatenados al estilo de Desde el Infierno.

Y no es cuestión de remarcar lo negativo, virtudes las hay empezando por un elenco que brilla a gran nivel, especialmente un absorbente y carismático Anthony Hopkins, un sobrio Hugo Weaving y una convincente zíngara interpretada por Geraldine Chaplin en ese guiño al personaje que en su día interpretó Lugosi. Del Toro no hace un mal papel, pero quiere ser ya lobo incluso antes de estar maldito, y es esa predisposición licántropa la que supone un exceso de empatía hacia el personaje que termina agobiando.


Destacar también unas escenas de transformación especialmente cuidadas donde no rechinan los efectos, fundiéndose extraordinariamente con el maquillaje, logrando una conversión creíble que hasta duele verla. No obstante es el gran trabajo del maquillador Rick Baker el que contribuye a ello –a él le debemos el precedente en Un Hombre Lobo Americano en Londres o la memorable escena de la cantina de La Guerra de las Galaxias-.

El desarrollo templado y bastante contenido, salvo en las explosiones mencionadas, reitero faltas de gracia, nos lleva a un desenlace a toda vista decepcionante, burdo y efectista con momentos propios de los Wrestlemania que veíamos los sábados por la mañana en el Pressing Catch de Tele5. Una lástima tras momentos tan lúcidos como la llegada de Talbot al manicomio –sobre la salida ya no hablo, se imaginarán-, los primeros flirteos entre el protagonista y Gwen Conliffe –sensual trabajo de Emily Blunt-, o los tensos encuentros padre-hijo.

(Escrita originariamente como Travis para LaParadadelosMonstruos).
20 de enero de 2019
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
American Horror Cult es una miniserie más que necesaria en estos tiempos. Pocas consiguen echarle un pulso a la mayoría de inestabilidades sociales y políticas actuales saliendo victoriosas: el machismo, la homofobia, la "progresía", los nuevos totalitarismos, la xenofobia, la "white trash" norteamericana, el falso feminismo de postal...son diseccionados con certero bisturí. Y de la única manera posible, sin prejuicios y con inteligencia no exenta de humor. Excesiva, con vaivenes de guión y ritmos imprecisos, como acostumbra la franquicia, pero qué maravilla tratar todo esto acertadamente. Al final, el terror era esto.
16 de marzo de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aniquilación apunta mucho más alto de donde llega finalmente. Deja a nuestra libre interpretación flecos morales y metafísicos que esboza sin terminar; y no creo que ello sea fruto de una elevada intelectualidad o simbolismo, sino, simple y llanamente, de no saber cómo terminar la película o sacar conclusiones de las preguntas que lanza al espectador. De hecho, no deja de ser curioso que los propios personajes contesten "no lo sé" o con silencios a la mayoría de ellas, jugando, eso sí, a que sea el espectador quien hilvane como desee la conceptualización del film. Algo de pirotecnia pseudo-sesuda que puede seducir o no, como ocurre en un género tan rico como la ciencia-ficción humanista, pero que considero que, por esta vez, le ha quedado un poco grande en aspiraciones a su director.

Por otro lado, pese a transitar territorios ya conocidos en su factura visual o argumental (Alien y Arrival los más evidentes), su factura técnica raya a gran altura y consigue seducirnos con inquietud y belleza fría, pero certera.
20 de enero de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Django Desencadenado no es, ni de lejos, la mejor película de Tarantino. No le llega a Reservoir Dogs, Pulp Fiction, los Kill Bill o Malditos Bastardos. Sin embargo, lo ha vuelto a conseguir.

Tarantino, junto a Nolan, ejemplifican para mi el cine actual de entretenimiento con mayúsculas. Películas que se disfrutan con deleite y que no importa ver una vez tras otra: enganchan y son adictivas, logran divertir, una de la sensaciones más loables e infravaloradas del digamos "cine serio".

Esta vez encarna un western, mucho menos spaguetti que Kill Bill II por cierto- y con mucho más de perspectiva clásica en su primera parte. Parece ser que al Tarantino maduro le apetece tocar determinados géneros -ahora un entorno bélico sin caer en una película de guerra al uso con Malditos Bastardos, ahora un western sin caer en el tópico.

Y es esa visión personal que de un homenaje a un género creas un engendro fascinante la que hace de Django una película con la que de nuevo afirmamos lo que lleva tatuado en la frente su director: Tarantino mola. Es la máxima expresión "Cool".

Porque, partiendo de un ritmo pausado, sin estridencia, de western de las tres y media de la tarde, donde cuesta ver la señas de identidad del director, termina convirtiéndolo en como no puede ser de otra forma, en una auténtica gamberrada. Y ahí viene mi aplauso: a este tío se la trae al pairo ganar un Oscar y sabe a ciencia cierta que siempre será así, por eso revienta la película cuando menos te la esperas. Tras ir mostrando pistas como esos diálogos genuinos en torno a un concepto que te atrapan sin dificultad (aquí que si mitología alemana primero, que si antropología abominable después) o tiene los santos huevos de clavarte un tema de hip hop en medio oeste americano tras un brutal escena de violencia, explota por completo en un torbellino serie B de tormentas de sangres imposibles, disparos que empujan más metros que un puñetazo de Hulk o heroicidades 70's rebosantes de blaxplotation genuino. Esto no se sabe si es un Operación Dragón o un Infierno de Cobardes. Y no nos importa, conocemos sus licencias, su pirada de pinza y disfrutamos del espectáculo.

Con esa falta de pretenciosidad tan genuina, tan de chico malo que vuela por los aires y te hace volar con él desde la butaca. Queremos Tarantino para siempre, queremos dejar de tomarnos tan en serio. No tendrás estatuilla, tranquilo, pero tendrás la admiración subterránea de los que nos deleitan tus chiquilladas, tu forma de destruir constructivamente una película bien hecha desde los cánones clásicos -atemperada, bien interpretada, interesante, contenida- y convertirla en una barrabasada de órdago.

Molas, tío.
19 de febrero de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Argo es, ni más ni menos, que un thriller político trepidante de acabado impoluto. Sin decaer en ningún momento, llevado a la perfección de principio a fin.

Lo que en Zero dark thirty es minuciosidad y labor reconstructiva, muta aquí en tensión climática con la capacidad tan difícil de mantener en vilo al espectador durante todo su metraje. Ambas perspectivas son válidas y ambas funcionan, pero me van a permitir en esta carrera hacia los Oscar me decante por el otrora vilipendiado Ben Affleck que muestra unas dotes como director sobresalientes con Argo y no desentona para nada como actor borrando -parte- de su calamitoso pasado interpretativo.

Hay que reconocer que la "Operación Argo" tiene mucho gancho y es una golosina para ser llevada al cine; además, cuenta con la ventaja de que los hechos que provocaron esta crisis internacional están ya lo suficientemente diluidos en el tiempo como para no despistar la mirada del espectador hacia juicios o consideraciones ajenas al propio contenido cinematográfico. Cine pura sangre, como suelo decir.

Argo fuck yourself!
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